Amor entre fanatismos territoriales.
«Todo en esa ciudad está dividido.»
Tras realizar La guerra de profesor Bertenev (Dolmen) para el mercado francófono, el asturiano
El Café Budapest que da título a la obra es el establecimiento que tiene en la ciudad vieja de Jerusalén Yosef, el tío de Yechezkel Damjanich al que todos llaman Chaskel. Es un joven violinista judío que vive con su madre, una superviviente del campo de exterminio nazi de Auschwitz, entre las ruinas del Budapest comunista de 1947. Tras recibir una carta de su tío ambos deciden trasladarse a Palestina en busca de una vida mejor dónde olvidar los horrores del nazismo. En el café cohabitan judíos, árabes y occidentales sin ningún problema, allí Chaskel conoce a Yaiza, una joven musulmana que vende fruta a su tío, con la que comienza una relación sentimental a pesar de sus distintas creencias. Sin embargo, la convivencia pacífica en el café es un espejismo que no refleja la realidad, ya que el territorio es un polvorín a punto de estallar por el inminente final de su condición de colonia inglesa. Lo que dará lugar a la creación del estado de Israel y la partición territorial de Palestina el 14 de mayo de 1948, el comienzo de un conflicto lleno de violencia entre ambos bandos que se ha prolongado hasta nuestros días sin que, por desgracia, se espere una solución en el futuro próximo.
El local se convierte en un microcosmos fiel reflejo de la región, en dónde todos conviven en paz y armonía, pero según van cambiando las circunstancias políticas, el ambiente se enrarece y las amistades forjadas entre tertulias, cartas y tazas de café se resquebrajan con los parroquianos obligados a tomar partido en un conflicto que no han escogido. Como en gran parte de sus trabajos, Zapico entremezcla la realidad y la ficción, de manera que nos permite conocer cómo se originó el conflicto y ver como la violencia enveneno la zona acabando con años de convivencia pacífica. El conflicto global se entremezcla con el conflicto personal de los protagonistas, así que vemos cómo los problemas van desde lo universal hasta lo personal, algo que le permite mostrarnos las consecuencias para la gente de la calle. La novela gráfica no busca ofrecernos las respuestas al conflicto, sino plantearse, y que nos planteemos, algunas preguntas sobre por qué somos tan diferentes y por qué es tan complicado ponerse de acuerdo en cuestiones relacionadas con la religión o el país.
Aunque es una obra con autonomía propia, de alguna manera, se puede considerar que Café Budapest es un ensayo de La Balada del Norte, puesto que son dos obras que coinciden en muchos de sus planteamientos, aunque la tetralogía sobre la Revolución del 34 es un trabajo mucho más ambicioso. Como en los grandes novelones del s.XIX, nos muestran los dramas personales de los protagonistas en medio de grandes conflictos, cuyas consecuencias han durado hasta la actualidad. Ambas obras sitúan a sus protagonistas, jóvenes antihéroes desconectados del conflicto, ya que viene de otros lugares, y con una visión del mundo limitada y algo ingenua. El conflicto les arrastra y el obliga a replantearse sus ideales y creencias tras experimentar en primera persona la cruda realidad, siempre más fea y sucia de lo que creen. Unos paralelismos que también son aplicables a otros personajes como Yosef, que ejerce una función de maestro que abre los ojos a la realidad de Chaskel, o Yaiza, con la que protagoniza una relación con ecos de Romeo y Julieta, aunque sin su trágico final. Los mismos roles que cumplen Apolonio e Isolina en La balada del Norte, aunque con evidentes diferencias ya que en la tetralogía participan directamente de la acción.
El crisol de personajes secundarios que conocemos en la obra sirve para dotarla de humanidad y reflejar el sinsentido del conflicto, de todos los conflictos. Gracias a ellos vemos que las banderas, los himnos y las fronteras son elementos artificiales que solo sirven para separar a las personas y generar odio. Entre los personajes secundarios destacan el medico musulmán con el Chaskel toca, una relación que se ve interrumpida cuando su familia sufre las consecuencias del enfrentamiento. Una de las partes más dramáticas y verosímiles de la obra mostrada con una sutileza preciosa. Algo que choca con la escena en la que la madre de Chaskel relata su experiencia en Auschwitz que, aunque sea un suceso real, resulta un tanto forzado.
Nunca deja de sorprender el talento y personalidad del que ya hacía gala Zapico desde sus primeros pasos en el cómic. A pesar de que con el paso del tiempo hemos podido ver cómo ha evolucionado, al igual que todos los grandes autores, su particular y precioso estilo, con evidentes reminiscencias de los autores de la Nouvelle BD, entre otros, está ya presente en esta obra al igual que en La guerra del profesor Bertenev. Su estilo es clásico y sencillo, con un trazo muy suelto y sin excesivas florituras en la composición de página, aunque sin estructuras fijas. Un dibujo en el que prima la expresividad de los personajes y la claridad narrativa. Además, como en todos sus trabajos en sus páginas se puede ver el enorme trabajo de documentación que ha realizado para transportarnos al Jerusalén de finales de los cuarenta.
Aunque el tomo deja la historia cerrada, Zapico volvería a retomar los personajes protagonistas de la obra en Panorama, un cómic colectivo editado por Astiberri en 2013, en una historia breve de seis páginas que se desarrolla en 1956 justo antes de que los tanques soviéticos entraron en Budapest para sofocar las revueltas estudiantiles que se estaban produciendo. Una historia que permite ver cómo ha evolucionado el estilo del autor asturiano en los años transcurridos entre una y otra obra.
La edición de Astiberri es de calidad, como siempre, y hay que destacar que trece años después de su aparición y tras varias reediciones no hayan variado el precio. El volumen incluye un extenso e interesantísimo prólogo a cargo de Javier Cuervo.
Café Budapest es una gran obra que sabe mezclar con éxito un suceso histórico clave para entender el mundo en el hoy vivimos con la historia unos personajes barridos por los sucesos de su alrededor en un precioso alegato a favor del dialogo y en contra de la guerra.
Lo mejor
• El precioso retrato que hace del inicio del conflicto en Palestina.
• Crea una serie de personajes con los que resulta muy fácil empatizar y que logran que cuando el conflicto divide al territorio lamentes de corazón con los lazos de amistad entre ellos se rompen.
• La claridad narrativa.
Lo peor
• Aunque es una valoración algo injusta, visto el desarrollo de otras obras posteriores como La balada del Norte tras releer la obra en la actualidad queda la impresión de que ahora Zapico podría haberle sacado mucho más jugo a la historia.
Guión - 7.5
Dibujo - 8
Interés - 8.5
8
Amor improbable.
En esta segunda obra Alfonso Zapico ya dejaba vez las bondades de sus trabajos posteriores caracterizados por ofrecer una mirada humana a algunos de los peores conflictos del siglo pasado.