#ZNGames Call of Duty: Infinite Warfare

 

Título: Call of Duty: Infinite Warfare
Desarrolladora: Infinity Ward
Plataformas: PC/ PS4/ XBOX ONE
Idiomas: voces y textos en castellano

 

Conservadores en el futuro

Pocos caen en la cuenta, cuando cada año acudimos a la cita, a la «llamada del deber», de que la saga shooter quizás más reverenciada y odiada a partes iguales cuenta ya con la friolera de trece años. Trece largos años en los que hemos ido saltando de una consola a otra, de PCs que prometían el futuro a aparatos que lo agarraban fuertemente con el puño, y la saga ha ido innovando en todos los aspectos técnicos que se le han puesto por delante. Pero trece años no pasan en balde, y el trece es número arcano, de difícil lectura, un número que no augura nada bueno.

Si echamos la vista atrás, al primer Call of Duty, creado por Ben Chichoski y desarrollado por Infinity Ward (parecido a este título que tanto, y tan malo, ha dado que hablar) estábamos ante la consecuencia lógica de otros juegos como Medal of Honor y Quake. Era una época en la que nos gustaba hacinarnos en los cíbercafé y repartir tiros con el Counter Strike. La saga apareció para hablarnos de la guerra como nadie lo había hecho antes, y aunque es discutible si logró este primer juego sus objetivos, lo cierto es que encandiló a toda una generación de jugadores que han ido creciendo a medida que la guerra ha evolucionado. El primer juego arrancaba en la Segunda Guerra Mundial, como no podía ser de otra manera, y las entregas que fueron apareciendo sucesivamente y que seguían el punto de mira de este conflicto, fueron aportando una frescura en su multijugador, e incluso en su campaña, que le valieron un ticket dorado al Olimpo de los juegos FPS más queridos. Un título que no le niega nadie a estas alturas, pero la evolución de la saga está desconcertando a propios y ajenos.

El trailer de Infinite Warfare trajo cola, convirtiéndose en uno de los videos con más dislike de YouTube. No vamos a entrar a valorar esto, pues toda publicidad es buena y no se puede juzgar un juego por su trailer. Pero tras esto, había algo más: la gente no quería que se llevaran la saga al espacio y esto se convirtiera en un nuevo Destiny o Halo. Algo le dolía al fan acérrimo que dista mucho del casual jugador del modo multijugador y que solo se preocupa por las novedades estéticas. La saga se nos ha ido por otros derroteros, o se nos ha hecho mayor.

Oponiéndose al afán innovador que han demostrado sus competidores, Call of Duty Infinite Warfare ha seguido fiel a sí mismo y ha avanzado hacia el futuro, y ahora tenemos naves espaciales, colonización de planetas, y la guerra de por medio, un leitmotiv que no cesa y que se hace arduo a estas alturas.

Buscando la ciencia ficción

Aquí Infinity Ward ha decidido no romperse la cabeza y mirar a la ciencia ficción más clásica: un héroe que tiene en sus manos la responsabilidad de salvar la galaxia; un villano al que pronto le ponemos cara y al que podemos odiar a nuestras anchas por su frialdad y falta de ética; un nuevo comando, una nave gigantesca a nuestras órdenes y la falsa sensación de libertad de explorar el universo. Todo esto en un cóctel de trepidantes escenas de acción, de niveles llenos de enemigos y de un apartado de arte que, aunque conservador, cumple con lo que promete.

Call of Duty ya no se arriesga. Quiere sacar un juego al año, que lo compremos, nos divirtamos algunas horas y después empecemos a soñar con el siguiente. Algo muy similar a lo que ha sucedido con la saga Assassin’s Creed, que ha tenido que tomarse un descanso al ver que no se puede llevar ese ritmo y respetar unos estándares de calidad. El aficionado a la saga shooter es cada vez más disperso y más casual: chavales que se compran la consola o se instalan Steam solo para darle a los Duty durante las eternas noches y después ignorar lo que la industria tiene que aportar. Por suerte, tampoco es sea el 100% de la gente, pero es lo que más se ve cuando te mueves por eventos y hablas un poco con la comunidad de jugadores.

El juego en sí está bien. Y eso es lo máximo que vamos a poder decir: está bien. Tiene una historia que se sigue con más o menos interés; a nivel técnico es muy impresionante y cuenta con banda sonora colosal y doblaje al castellano. Hablamos de una campaña de unas siete horas si nos tomamos nuestro tiempo, y un multijugador que prácticamente no aporta nada a la experiencia que ya vivimos el año pasado. Y el anterior. Se juega a que podemos explorar la galaxia, pero el sistema de misiones secundarias y exploración se desarrolla desde el puente de mando de la nave y está tan guiado que apenas podremos salirnos de la linea establecida para realizar alguna misión extra. Algunos añadidos como la gravedad y las naves espaciales dan cierta frescura, aunque todo lo demás echa mano de una familiaridad pasmosa que nos deja con un desasosiego a medida que avanzamos en el juego. Como si la propia saga se resistiera a ofrecernos nada nuevo, como si no pudiéramos soportarlo. Y tampoco consigue un ritmo frenético como el de DOOM que justificara la ausencia de profundidad. Este Call of Duty Infinite Warfare parece querer quedarse a medias en todo.

Los extras, lo más interesante

Como si la desarrolladora fuera consciente de que el juego flojea, los extras son el aporte más memorable del juego. El modo zombis, como ya ocurriera anteriormente, es divertido y presenta escenarios con gracia, un diseño bastante loco y una fluidez de juego que no tiene el original. Podemos pasar horas realmente pegados a los mandos desentramando los secretos de un modo de juego que funciona como extra pero que para muchos acaba por convertirse en principal atractivo.

Otro de los puntos fuertes es el nivel en VR, gratuito, llamado Jackal Assault. Lo hemos podido jugar en Playstation VR y es realmente alucinante, aunque dure escasos minutos, la espectacularidad de sus gráficos y sus dosis de adrenalina se adaptan perfectamente a lo que se espera de la realidad virtual y podría haber sido un firme competidor contra otros grandes lanzamientos de este periférico si no fuera por su escasa duración, que lo deja en algo anecdótico. Aún así, de lo mejor que hemos jugado en las gafas de Sony.

Y por último, el no menos polémico Modern Warfare Remastered, remasterización de uno de los capítulos más querido y que mejores críticas se ha llevado de la saga que está disponible solo con la Legacy Edition. De momento el remasterizado no se puede comprar por separado, aunque esperamos que se cambie en esta política ya que este sí es un reclamo lo suficientemente jugoso como para que los jugadores vuelvan a la saga.

El inevitable declive

Nos ha dejado un mal sabor de boca este Call of Duty. Cierto es que venderá juegos a millones y que sus servidores colapsarán de la cantidad de jugadores al mismo tiempo que se conectarán para darse leña. No lo dudamos ni un instante. Pero a los jugadores más veteranos empieza a cansarnos esto. Empieza a cansarnos los resultados fáciles, la falta de interés por lo que se hace, la falta de gracia con que se hace. No siempre buscamos un juego de autor, un Kojima o un Cage que nos hagan cosas raras; no siempre queremos juegos que profundicen en la psíque y las miserias humanos o que nos transporten a mundos de fantasía. A veces queremos divertirnos y disparar y volvernos locos. Pero otros juegos lo han hecho mucho mejor este año, seguro que no necesitas que te diga cuáles. Por eso, la saga Call of Duty necesita tomarse un descanso y encontrarse a sí misma, echar la vista atrás y recordar de dónde viene. Quizás de este modo sepa de una vez a dónde quiere ir.