El Capitán América debe encontrar una manera de demostrar su inocencia. Perseguido por un crimen que no cometió, Steve Rogers ha decidido llevar la lucha al terreno de la Elite del Poder. Esta vez no actúa solo, y junto con Sharon Carter y las Hijas de la Libertad, comienza el camino hacia su redención.
Son varias las líneas del guion que confluirán, imaginamos a un clímax en el cual la convergencia de historias supondrá la resolución de los problemas de identidad en los que Steve se encuentra.
El asesinato de un policía desencadena un barril de pólvora en las calles de Nueva York, y Steve deberá contener las revueltas mientras sigue adelante la investigación para descubrir quién está detrás de la conspiración perpetrada contra él.
Es difícil salir de una situación en la que uno se encuentra cuando ha perdido su identidad, aquello que lo hace ser quién es. Esta es la historia que el autor nos cuenta, La narrativa de Coates es lenta, minuciosa, casi podríamos hablar de que es un libro ilustrado. Muchos foros critican al autor, y es esa denotada lentitud en la exposición del argumento lo que se le achaca. Pero debemos tener en cuenta que ese paso a paso, esa lenta degustación, esa sueva caricia es lo que hace que la historia que leemos sea sentida y amada, así como comprendida a partes iguales.
Coates además, continúa aportando un gran trabajo de investigación en esta historia. Una de las cosas que hace que el argumento funcione y así como las aventuras actuales del Capitán América es la escala de las mismas, su dimensión y su profundidad. Coates logra mantener las apuestas altas, el peligro es interesante y no debe ser menospreciado, pero la escala con la que trabaja el guionista es lo suficientemente pequeña como para que los personajes se conviertan en el foco y no en el evento. Este aspecto que señalo no es fácil de conseguir, y el autor controla milimétricamente la trama y hace que sean los personajes los que la guían.
La sutileza del lenguaje utilizado así como la forma en que interactúan estos personajes es digna de elogio. Especial atención debemos tener a la narración interna de Rogers que sirve para informar a los lectores del contexto en que nos desenvolvemos.
Dicho lo anterior, ¿qué nos quiere contar Ta-Nehisi Coates? Lo que surge en de su narrativa es una dicotomía interesante entre «lo que hemos sido» y «lo que somos». ¿Son realmente dos estados diferentes? De momento no se resuelve, y deducimos que la respuesta se dará a conocer al completar esta historia. ¿El Capitán América tiene o no un lugar en esta nación nueva y moderna? Difícil respuesta, pero de la lectura de la trama se deduce entre líneas una velada crítica a los tiempos que corren en EEUU. Pero yendo un paso más allá ¿y si resulta que el mundo no ha cambiado tanto y solo se trata de un mero cambio de vestimenta? Preguntas de difícil respuesta y que ponen a Steve Rogers en una situación de repercusiones éticas que pueden llevarle a no portar el escudo nunca más.
Si bien hasta ahora ha habido halagos toca el momento de la crítica. Esta saga se ha tornado en su final ciertamente apresurada. Dos aspectos han influido en esta no deseada situación. La simpleza con la que se resuelve el tema de Driada y el emotivo discurso del Capitán. Dicho conmovedor discurso ante la multitud de alborotadores y policías supone una doble lectura. Una de ellas la que no deseamos, es que se haya cerrado demasiado rápido, y la segunda más propia de Coates que se trate de una crítica de lo fácil que es influir en la opinión pública. A pesar de lo expuesto se denota extremadamente forzado.
Finalmente, el lastre de esta etapa del Capitán es lo referente al apartado gráfico. El trabajo de todos los dibujantes que aparecen en los números en cuestión es pobre. El arte de Jason Masters es muy malo, y eso supone una pesadumbre un extrema pereza al leer lo que el guionista nos quiere contar. Sus personajes son muñecos sin sentimiento, sin expresividad, rígidos, sin movimiento….etc. Tal vez sea intervención editorial pero no se ha apostado por un apartado gráfico solvente como debiere para uno de los personajes principales de Marvel Cómics. Ver cada una de las páginas que nos muestra es un completo dolor de cabeza y de vista. De lo que se nos ofrece a nivel gráfico sólo pueden salvarse de la quema (pero sin excesiva notoriedad) Niko Walter y Robert Quinn, ya que Sean Izaakse está de mero apoyo en cinco páginas del numero inical de este arco. El autor que es bastante correcto, se nota que no da el «do de pecho» al ser una mera labor de finalizar una entrega. Estos son los autores y su participación: Jason Masters (#13, #15, #17-19), Sean Izaakse (#13), Niko Walter (#14), Robert Quinn (#16, #19), Lucas Werneck (#19).
En definitiva, a nivel de argumento estamos ante un gran momento en la trayectoria de un personaje al que le sienta muy bien historias de intriga y de corte social. A nivel gráfico lo que tenemos delante es bochornoso para un personaje como el Capitán América.
Desequilibrio entre argumento y dibujo
Guión - 8
Dibujo - 4.5
Interés - 7
6.5
Steve Rogers busca su redención y su lugar en el mundo.
Gracias por la reseña.
Lamentablemente no estoy del todo de acuerdo con la critica, yo soy uno de los que considera muy aburrido el guión desarrollado por el autor, en algún momento parece como si lo hubiera escrito Bendis de lo lento que resulta todo.
Se que esto puede ser más una trama psicológica que intenta ahondar en la moral de los personajes, pero no termina núnca de atrapar su desarrollo.
Igual se que no ayuda en nada los artistas que dibujan esta obra, ni uno se salva o se puede decir que hace un trabajo decente.