Edición original: Marvel Comics – noviembre 1982 – julio 1983
Edición España: Panini Comics – abril 2014
Guión: J. M. DeMatteis
Dibujo: Mike Zeck
Entintado: John Beatty, Joe Rubinstein
Color: Bob Sharen, Don Warfield
Portada: Mike Zeck, John Beatty
Precio: 19,95 euros (Tomo de la línea Marvel Gold de 216 páginas)
El tercer tomo de la etapa DeMatteis – Zeck contiene algunas de las aventuras más importantes de cuantas guionista y dibujante dedicaron al vengador abanderado. Esta importancia radica en el hecho de que sus relatos no sólo tuvieron consecuencias inmediatas en la historia del Capi, sino que además, su influencia se extendió más allá del período en que permanecieron al frente de la colección. Sus sucesores en la cabecera tricolor, así como otros autores en otras series, harán uso de los elementos utilizados, tanto en la forma de tramas como en la de personajes (nuevos y reciclados.) Siempre que toca hablar de recopilatorios es inevitable analizar su contenido con la perspectiva de los años transcurridos desde su primera publicación. Así se puede comprobar si las aventuras narradas han superado o no la prueba del tiempo, y en este caso el resultado es que, en los aspectos esenciales, las historias englobadas bajo el título De monstruos y hombres lo han conseguido. Si dejamos a un lado los detalles accesorios (moda, accesorios, referencias políticas o culturales…) encontraremos que, efectivamente, estas aventuras se pueden leer y disfrutar tan bien como hace treinta años.
El primer aspecto que merece destacarse es el trabajo de desarrollo de personajes que realiza DeMatteis. Don Jean Marc se toma la molestia de profundizar en el aspecto humano del protagonista. El Capitán América comparte el espacio de su serie con Steve Rogers, de manera que sus problemas cotidianos resulten tan relevantes para la narración como las andanzas superheroicas. Para empezar, la relación con Bernie Rosenthal (heredada de la época de Stern y Byrne) continúa su evolución, alcanzando al inicio de este tomo un punto crucial: contra la intención del Capi, Bernadette suma dos y dos y descubre que su pareja es la identidad civil del vengador abanderado. La forma en la que alcanza esa conclusión es sumamente interesante, por cuanto identifica a Steve bajo la máscara alada escuchando un discurso en el que intenta mediar entre supremacistas blancos y activistas judíos. Rogers se descubre ante su novia al demostrar que son los ideales del hombre los que mueven al héroe. El Capitán América es Steve Rogers y no al revés, y eso es lo que hace que el símbolo sea más aceptable a ojos de quienes no gustan del mensaje inherente al modo de vida estadounidense. DeMatteis presenta a un Capitán América liberal (en el sentido de “progre”) que contrasta bastante con el espíritu que atraviesa de costa a costa su país. Ronald Reagan disfruta de su primer mandato y aplica durante esos años una fórmula llamada a sacar al país de la depresión anímica producida por la derrota en Vietnam. Son los años en los que la gran pantalla se ve invadida por toda suerte de justicieros urbanos y comandos selváticos que intentan corregir los errores de los poderes públicos. En esos tiempos no hubiera resultado extraño encontrar un Capi parecido a su versión “ultimatera”. Sin embargo, y paradójicamente, los autores que se encargaron durante la era Reagan del personaje tiraban más hacia el lado demócrata que al republicano. Después de DeMatteis vendrían Mike Carlin y sobre todo Mark Gruenwald, el cual mantuvo al personaje dentro de la misma escala de valores de su predecesor, aunque reduciría al mínimo el aspecto civil del mismo. De momento, tenemos por aquí a un Estebitan Rogers que acude con sus vecinos a una concentración para hacer frente a un grupo nazi y que acaba poniendo en cuestión no sólo el repulsivo ideario de éste, sino también el empleo de la violencia por parte de sus detractores. Tenemos aquí un rasgo del Capi que el difunto Gru mantendrá durante su larga estancia en la colección: la tendencia del caballero a dar discursos a diestro y siniestro, intentando llegar con la palabra a propios y extraños. Una mirada a la larga etapa de Brubaker o a la actual de Remender permite descubrir que ese Capi ha dejado paso a uno más próximo al de The Ultimates. Puede que no sea tan exagerado como lo pintara Millar en sus inicios, pero es imposible identificar en el actual y militarizado abanderado al idealista que, con uniforme o sin él intenta hacer siempre lo correcto, defendiendo el ideal del sueño americano (por muy irreal que resultara, tanto ahora como entonces.) Quizá tenga algo que ver el hecho de que durante más de diez años la identidad civil del personaje haya sido borrada de plano. Mark Waid y Dan Jurgens fueron probablemente los últimos en desarrollar ese aspecto y la pérdida de la identidad secreta ha contribuido a dar la puntilla a un proceso empobrecedor (en mi opinión) que se inició precisamente con Gruenwald.
El segundo aspecto que debe mencionarse es la revelación del arquitecto en la sombra de alguna de las aventuras precedentes. Así, si en el tomo anterior Rogers se reencontraba con su amigo Arnie Roth y acababa rescatando al compañero sentimental de éste, aquí descubrimos al artífice de ese plan: el Barón Zemo. Con una versión actualizada y más imponente del uniforme original (pese al calcetín magenta en la cabeza y la imposible combinación con unas botas amarillas) el Capi descubre que su oponente no es el antiguo científico del III Reich sino su hijo Helmut, el cual ha recibido junto a la baronía la añoranza por los días del pequeño Adolf y una obsesión homicida por el abanderado. De esta forma, DeMatteis y Zeck recuperan a un personaje preexistente (pues este Zemo había hecho su aparición varios años antes bajo otra identidad) y un enemigo de solera (ya que el primer Barón había sido adversario de los propios Vengadores, en su condición de fundador de los Amos de Mal.) A través de este nuevo Barón Zemo, don Jean Marc aprovecha para sacar a colación uno de sus temas recurrentes como es el análisis psicológico de las motivaciones de cada una de las piezas que pone sobre el tablero. ¿Quién es más monstruoso? ¿Alimaña, el ser ratonil o el propio Zemo? ¿Quién es más humano? ¿El citado Helmut, que culpa al Capi de la destrucción de su familia o el ser artificial Primus, cuyos impulsos parecen ir en un sentido bien distinto? Cada lector puede tener su propia respuesta, pero el aspecto más importante en este punto es precisamente la incorporación de un nuevo Barón Zemo a la galería de villanos de Marvel. DeMatteis lo recuperará para el gran fin de fiesta de su etapa en la colección. Roger Stern y John Buscema lo convertirán en el comandante en jefe de unos nuevos Amos del Mal en la mítica saga del asalto a la mansión. Mark Gruenwald y Kieron Dwyer aprovecharán su obsesión familiar en la aventura del “Capitán Indiana” y finalmente, Kurt Busiek y Mark Bagley lo elevarán a los altares convirtiéndolo en la eminencia gris de los Thunderbolts.
Por último, pero no por ello menos importante, hay que destacar la recuperación del Bucky de los años cincuenta. El antiguo compañero de armas del Capitán América apodado “machaca-comunistas” busca el apoyo del abanderado original para incorporarse a un mundo que no comprende. Después de un malentendido derivado del parecido con el original, Steve -que tiene debilidad por los casos de desubicación social como el suyo- decide apoyar a este muchacho fuera de su tiempo que responde al nombre de Jack Monroe. Tras un par de aventuras luciendo el uniforme de Bucky, su implicación en un enfrentamiento entre SHIELD y Víbora aportará al joven una nueva identidad y a Marvel un nuevo-viejo personaje. Monroe se convertirá en el nuevo Nómada. Durante lo que reste de la etapa DeMatteis y la breve incursión de Carlin, hará tándem con el Capi. Gruenwald hará que haga honor a su nombre viajando sin rumbo fijo y haciendo que su lado más duro aflore progresivamente. La traslación definitiva del ámbito de los pijamas al de los justicieros urbanos será completada por Fabián Nicieza, el cual dará al personaje sus mayores momentos de gloria primero en una historia corta (publicada como complemento en el anual del abanderado dedicado al Factor Terminus), luego en una miniserie y finalmente en una serie regular.
Como colofón hay que hacer mención de la historia de complemento que los autores dedican a Sam Wilson, el Halcón. En ella el antiguo compañero del Capi asume las consecuencias de su decisión de iniciar una carrera política. Su pasado como hampón sale a la luz y DeMatteis aprovecha la ocasión para dar una vuelta de tuerca al pasado del personaje, el cual era un poco enrevesado. De matón de barrio a buen chico, pasando por un engaño del perennemente omnipresente Cráneo Rojo. También en esta ocasión hay oportunidad de comprobar que el aspecto humano del Halcón ha sido fagocitado por completo por su identidad enmascarada.
Un detalle puntual que no me resisto a mencionar es el intento de DeMatteis de dar al Capi su propio Joker, en la forma de un deschavetado Espantapájaros. El que fuera un vulgar chorizo recubierto de paja, experimenta aquí un proceso de derrumbamiento mental que le convierte en un asesino en serie. Casi como si el guionista hubiera querido combinar a dos de los mayores enemigos de Batman para crear un tercero para lanzarlo contra el abanderado. Diez años después, Howard Mackie y Lee Weeks harán que el cabeza alada haga equipo con el Motorista Fantasma para enfrentarse a este desequilibrado en un tomo del hoy difunto formato prestigio.
En la parte gráfica hay que indicar que estamos ante un tomo donde Mike Zeck es el único dibujante, ya plenamente asentado en la colección. Sus virtudes y sus defectos copan todas las historias, lo cual queda como aviso para navegantes, tanto defensores como detractores del caballero.
Yo le tengo cariño a las historias de este tomo porque las leí de chaval y tenía a Zeck en lo más alto después de descubrirle en SecretWars.
Otro tomo vibrante de la dupla Dematteis-Zeck. Como dice el Sr. Capote, se lee perfectamente como material actual, a pesar del tiempo transcurrido. Una pasada.
Aquí se presenta otro fan de Mike Zeck ( y de las Secret wars, siempre que pueda las revindico)
El Capi actual de Remender tiene mucho de ese Steve Rogers idealista y de valores por encima del país y sobretodo muy alejado de seguir órdenes. Lo comenté hace poco, pero el reciente arco Loose Nuke está protagonizado por un Capi que cabrearía a los más conservadores y haría sonrojar a los llamados «demócratas»…
Saludos!
Los dos tomos anteiores me habían gustado mucho, pero este…este está a otro nivel. Genial de principio a fin. La primera parte, entre el discursito y la escena con Arnie Roth en el cementerio, plan de Zemo mediante, me parece de lo mejorcito que he leido del Capi. Puedes sentir perfectamente como crece la tensión y frustración de Steve a cada página, y cuando Arnie le recrimina por compadecerse de sí mismo…momentazo impagable. Los nazis y los judíos, Bernie, Zemo, Alimaña, Primus, Runciter…toda esa parte es practicamente perfecta.
La parte del Espantapájaros quiza se quede un poco floja con respecto a lo que podía haber dado de sí, pero me encanta ver presente ese aspecto social en la serie del Capi, me parece fundamental(es sin duda el gran pero que le pongo a la etapa de Bru, por ejemplo), pero no desmerece para nada el resultado final. Un gran tomo, sin duda.
Yo llevo unas semanas dándome una panzada de Capitán América. Empecé desde La Saga de la Bomba Loca y ya voy por la etapa de Gruenwald.
Ayer llegué al momento en el que Rogers renuncia al uniforme al negarse a ser una marioneta del gobierno y el manto de Capitán América pasa a ser llevado por el Superpatriota (y futuro USAgente).
Me parece un poco tonto poner esto en spoiler pero, bueno, p´a que nadie se sulfure…
Aquí tengo que meter una «autofe» de erratas. He comentado más de una vez que una de las historias de las que guardo mejor recuerdo es la primera aparición de el Ameridroide, que leí de chaval en la edición de Vértice. En todas esas ocasiones me refería al dicho tebeo como obra de Englehart. Y ahora, al releerla, veo que no. Es posterior. Forma parte de la etapa entre los números de Kirby y los de DeMatteis. Y es parte de la saga de la búsqueda de Steve Rogers. Supongo que parte del error se debe (mala memoria aparte) al hecho de que el dibujante sea Sal Buscema.
No había leído con anterioridad la etapa de DeMatteis (fuera de algún que otro número suelto) y, la verdad, es que, aún estando bien, esperaba más. Supongo que por lo mucho que algunos la destacan. Sí es verdad que se lee con la misma frescura ahora que cuando fueron escritos; que hay muchas ideas interesantes… Pero a menudo las historias pecan de finales atropellados, bastante facilones y en ocasiones demasiado ingenuos. De hecho, empezó a gustarme de verdad al llegar a la historia del nuevo Zemo.
Y lo de los discursos… Joder; vale que el personaje siempre ha sido muy dado a ellos. Pero es que con DeMatteis la cosa es exagerada por momentos. Menos mal que el guionista hace que el propio Capi se percate de ello (efectivamente, como comenta Kravi, la escena con Arnie Roth en el cementerio es cojonuda), y que luego se corte un poco.
Luego… es que hay algo que no me gustó. Y es una chorrada, lo sé, pero me sentó mal.
Que el Capi esté contínuamente llenándose la boca con lo de «yo soy el campeón de América y el guardián del sueño américano». Que ya sé que es algo intrínseco al personaje y que todo el mundo en el universo marvel lo acepta. Pero que sea él el que lo diga (y encima cada dos por tres) como si fuese una verdad incuestionable… No sé, tonterías mías, pero me parece de lo más arrogante.
En cuanto al dibujo… bueno; no es que me entusiasme Zeck (aunque como portadista sí que me gusta mucho más), la verdad. Me gustaba mucho más de chaval. Ahora le veo demasiadas carencias. Si bien es cierto que se nota que no era un dibujante precisamente rápido. Claro que después viene Paul Neary… Y, comparado con él, Zeck sale claramente vencedor.
Curiosamente, esperaba menos de la etapa de Gruenwald y me está gustando más. Al menos hasta dónde he leído.
Ya lo he comentado alguna vez, pero a mi la etapa Gruenwald me gusta más que la de DeMatteis (a pesar del dibujo de Neary) por lo menos toda su primera etapa, todo el rollo del capitán rechazando el escudo estuvo muy bien, y la parte del nuevo capi fue muy entretenida y original.
El problema es que fue una etapa muy larga y Gruenwald se queda mucho tiempo más del deseado y se quedó sin ideas.
Yo también pongo por encima la primera etapa de Gruenwald respecto a la de De Matteis.
Que ganas le tengo a este tercer tomo ñam ñam!! Que buena etapa del Capi!
En mi librería habitual lo tengo esperandome con un possit pegadito con mi nombre, junto al último MG de Los Defensores, el tercero de 100 Balas y el primer TochoGold del Spidey de Lee/Ditko. A ver si este próximo mes me lo traigo ya todo para casita. En fín, un no parar 😉
Rockeros Saludos
En la parte artistica siempre recordaré. A Zeck como el dibujante de Secret Wars, la limited series The Punisher y la Novela Gráfica del Castigador Big Nothing
Respecto a DeMatteis y Gruenwald. Yo diría que el primero es mejor guionista y el segundo mejor argumentista. Para que se me entienda lo que quiero decir, DeMatteis hace un mejor tratamiento de personajes y unos mejores diálogos y Gruenwald hace mejores tramas. DeMatteis trata mejor el mundo de Steve Rogers con diversidad de secundarios que le dan pie a tratar temas como por ejemplo aquí el fanatismo. Me ha sorprendido lo bien tratado que está en este tomo el tema de los fanáticos fascistas y judíos en el que quedan casi a la misma altura (¿me suena que DeMatteis es de ascendencia judía?). Sin embargo la parte aventurera del Capi no está mal pero como comentan por ahí las resoluciones no siempre están a la altura de los conflictos planteados.
Con Gruenwald Steve Rogers prácticamente desaparece fagocitado por el Capi, pero crea un magnífico entrelazado de tramas con muy buenas ideas para las aventuras del capi y con respecto al concepto de héroe y justicia (Azote, y toda la trama en que se convierte en el Capitán). Sus diálogos son más fríos y expositivos, vehiculan sus ideas pero carecen de la calidez humana de DeMatteis.
Zeck y Beatty están muy a tope. ¿De qué defectos habláis? No estaremos con la chorrada aquella de que sus tías no eran precisamente las de Adam Hugues y esas tontadas que se decían en los correos de la época. Entiendo que pueda haber críticas a su labor en Secret Wars, ¿pero aquí?