Capitán América, héroe de la res publica, por José Saturnino Martínez García

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(Una versión del presente artículo ha sido publicada en Le Monde Diplomatique y la temática del mismo será el objeto de la conferencia inaugural de la IV Semana del Cómic de La Laguna).

El subgénero cinematográfico de los superhéroes, bajo su forma de entretenimiento aparentemente intrascendente, permite ilustrar diversos problemas ideológicos. Abundan las películas narradas con la suficiente ambigüedad como para que sean compatibles con varias visiones políticas, y así contentar a más público, o generar más polémica (y publicidad), como sucedió con la última película de Batman: los de izquierda decían que era de derechas, por parodiar el terror revolucionario, y los de derechas, que era de izquierdas, por parodiar a Wall Street como una cueva de ladrones.

Aunque las lecturas de algunas de estas películas puedan hacerse en clave progresista, suelen tener un punto “ciego”, en el sentido de que su capacidad de crítica no suele ir más allá de lo que permite el pensamiento progresista de corte liberal, pero ni mucho menos abren las puertas a la crítica radical, sobre todo la de tipo económico. Dicho de otra forma, son películas que defienden el orden político liberal (participación política bajo las instituciones de la democracia entendida como votar cada cuatro años, respetar las leyes, los derechos individuales y luchar pacíficamente por los derechos civiles), pero no cuestionan las bases materiales del capitalismo (libre mercado, economía movida por el lucro personal y fuerza de trabajo libre que para subsistir debe aceptar las condiciones que le ofrezcan los empresarios), que llevan a una sociedad donde la igualdad de derechos formal no se ve respaldada por cierta igualdad material para poder ejercerlos y llevar una vida digna.

En el caso de Capitán América cabe destacar que más que liberal, es un héroe republicano. Pero no en el sentido que muchos podrían interpretar, como defensor de la cosmovisión del partido republicano de EE.UU. No es republicano porque esté en contra de las minorías, la diversidad sexual, y a favor del modelo de familia patriarcal, el imperialismo americano, etc… Su nombre y su atuendo confunde a quienes no conocen a este personaje, pues tienden a creer que es un patriota WASP (White, AngloSaxon and Protestant), es decir, en el sentido conservador de defensa de la nación estadounidense y la cultura blanca, anglosajona y protestante, cuando lo que realmente sucede es que es un patriota constitucional, en el sentido habermasiano (no en el sentido del PP). Es decir, defiende a EE UU en tanto encarne los valores cívicos de la libertad, la igualdad, la fraternidad y la participación activa en la polis. El “patriotismo constitucional” del PP se basa más bien en la idea esencialista de que la Constitución no debe tocarse en cuestiones que afectan precisamente a su visión clásica del patriotismo, esto es, permitir una mayor descentralización, reconocimiento de nacionalidades históricas o incluso la independencia de parte del territorio. Como se ve, aunque la expresión sea la misma, significa lo contrario.

El patriotismo constitucional (habermasiano) del Capi llegó al punto que en los 70 abandona su identidad de Capitán América cuando descubre que el Gobierno de EE UU está infiltrado de corruptos, en clara alusión a la presidencia delictiva de Nixon. En esa etapa se hace llamar Nómada, para dejar clara su falta de compromiso con ninguna nación en concreto. Más recientemente, el movimiento del Tea Party, el ala populista de los republicanos de EE UU, fue recreado y criticado (muy brevemente) en sus páginas hasta el punto de que para evitar la polémica, en sus ediciones posteriores esta referencia fue censurada. Ya sabemos que en el capitalismo hay libertad de expresión, mientras la expresión no dañe el negocio. El funcionario censor del Estado ha sido reemplazado por el ejecutivo del departamento de marketing.

El Capitán América es republicano en el sentido de la filosofía política que parte de la tradición de la Roma republicana. Por un lado, la República Romana surgió como forma de impedir la tiranía en la que podía desembocar la monarquía, para imposibilitar que un solo hombre pudiese ir contra los intereses del conjunto de los ciudadanos (o de la oligarquía, como realmente fue el caso). Por otro, las convulsiones de la República tardía llevaron a que varios pensadores y políticos romanos fueran conscientes de las tensiones entre oligarquía (optimates), demandas populares, corrupción y políticos sin escrúpulos podían acabar con la República, como finalmente sucedió. También fue la filosofía política en la que se sustentaron las ciudades Estado italianas, en su lucha contra el Papado y contra el Imperio, y que defendió Maquiavelo.

La dimensión reactiva contra la tiranía del pensamiento republicano, que surgió en contra de la monarquía como forma de gobierno, se acompañó de la defensa de los valores cívicos, como señala Garagarella:

“Indispensables, según se asumía, para el logro de la libertad buscada. La lista de valores defendidos por el republicanismo es muy extensa. Los pensadores inscriptos [sic] dentro de dicha corriente tendieron a exaltar, por ejemplo, la igualdad, la simplicidad, la prudencia, la honestidad, la benevolencia, la frugalidad, el patriotismo, la integridad, la sobriedad, la abnegación, la laboriosidad, el amor a la justicia, la generosidad, la nobleza, el coraje, el activismo político, la solidaridad y, en general, el compromiso con la suerte de los demás. De acuerdo con Maquiavelo, por ejemplo, este compromiso con los demás podía llegar al extremo de requerir que cada ciudadano luchase y diese la vida por el bien común. Sólo de este modo -sólo gracias a la presencia de ciudadanos así dispuestos hacia su comunidad- es que la república iba a tener chances de sobrevivir frente a contratiempos seguros”.

El Capitán América desentona en el universo de héroes contemporáneos de acción precisamente por cómo encaja en esta definición de los valores republicanos clásicos. Los buenos del cine de acción ejercen la violencia en nombre de la familia, un valor privado, mientras que los malos son los que la ejercen en nombre de la política (musulmanes o de Europa del Este) o los negocios, a veces ilícitos (fundamentalmente latinoamericanos y también del Este) a veces lícitos en apariencia, como directivos de grandes corporaciones (en cuyo caso son normalmente varones, maduros y WASP). En el caso de la película Soldado de Invierno es la gran corporación con apariencia de legalidad, mandada por un WASP la auténtica villana, como mandan los cánones del main stream progresista. El más malo, por supuesto un WASP entrado en años. En esta película la trama malvada se asienta en la tensión entre seguridad y libertad. Los “malos” prefieren aumentar la seguridad a costa de la libertad y la privacidad como pasó en EE UU con la Patriot Act tras el 11 de septiembre.

El mensaje del cine de acción convencional es claro: se afirma de forma subliminal que la única lucha que importa es la defensa de la vida privada, y que no vale la pena poner la misma energía en la transformación sociopolítica de la sociedad en la que vivimos. Por ello, este cine no es político en sentido explícito, pero es muy político a la hora de presentar cómo debe ser la buena vida en la polis: preocúpate de tus asuntos, no le des importancia ni a la participación en la cosa públia ni mucho menos a la política transformadora. Si es cine de derechas, la justicia se toma por como venganza personal, pues no importa la polis, sólo los lazos de sangre. Si es progresista, el individuo anónimo con pocos recursos vence al malo gracias al buen funcionamiento de las instituciones, en cuyo caso sí entronca con la virtud republicana de hacer cumplir las leyes que nos permiten luchar contra los poderosos, pero esto suele suceder más en el género de juicios que en el de acción.

La participación en la vida pública en este tipo de cine siempre está motivada por asuntos de la vida privada en el sentido de “vicios privados, virtudes públicas”. La búsqueda de justicia no es la búsqueda de la virtud de una sociedad en la que se repare el daño causado, se reconozca al culpable y el castigo ejemplar sirva para reforzar los lazos de la comunidad política. Es simplemente venganza, sin tener en cuenta la espiral que así se desata. En este sentido cierta tradición japonesa de venganza concluye con el suicidio del vengador, en reconocimiento de que su acción puede desencadenar una espiral de violencia sin freno. El asesinando también tiene familia inocente que no es merecedora del daño de su pérdida, y a su vez puede reclamar venganza. Pero en el caso del Capitán América la búsqueda de la justicia es cívica: defiende la libertad y la democracia. En la primera película se ve claramente que su motivación es únicamente la lucha contra el nazismo. Es un héroe comprometido con un ideal, no un sádico aprovechado de las buenas causas para dar salida a sus instintos asesinos. Precisamente por su integridad moral y su capacidad de sacrificio es seleccionado para el programa de supersoldado que le dará sus poderes (fuerza, agilidad e inteligencia mejoradas), ya que dicho programa potencia también las cualidades morales. Por eso, otros soldados más aguerridos y fuertes, pero pendencieros, no son seleccionados.

En Los Vengadores, película en la que se unen varios superhéroes, se plantea la tensión entre los dos tipos de héroes en el debate entre Iron Man y Capitán América. Iron Man es el héroe que en el fondo tiene buen corazón, pero que prefiere presentarse como un macho duro, hedonista y cínico, pues el compromiso moral público está pasado de moda. Por el contrario, el Capi sí defiende esta visión tradicional de compromiso público que puede llegar al sacrificio personal: morir por la causa, no matar por ella. Lo importante es el compromiso cívico, no dar rienda suelta a la violencia. De hecho, en uno de los cómics, en sus orígenes cuando es recluta, se plantea que su posible vocación es entrar en la vida política. Si la democracia se limita a la “votocracia” una vez cada cuatro años, se disuelve en un juego oligárquico. Para que subsista, es necesario implicarse activamente en la vida de la polis.

El propio género de superhéroes ha reflexionado sobre si los justicieros cumplen realmente con un servicio social en pro de una sociedad más justa o son psicópatas que buscan una coartada para dar salida a su vena sádica. Esto se plantea claramente tanto en el caso de Punisher como en el de Batman, por no hablar de Watchmen, que he comentado en otro lugar (Martínez García 2009). En el caso de Punisher, el guionista iconoclasta Garth Ennis le da un origen en el que, la muerte de su familia por la mafia que le lleva a ser un justiciero, en última instancia responde a un oscuro pacto para dar rienda suelta a su instinto sanguinario, descubierto en la guerra del Vietnam. Ennis así deja claro que sufrir el asesinato de seres queridos no justifica matar, eso es ponerse a la misma altura que el asesino. La vida humana deja de tener valor en sí misma, y lo que sucede es que hay motivos más o menos válidos para acabar con ella. La venganza asesina degrada no sólo al asesino, sino a la forma en la que todos entendemos el valor intrínseco de la vida. Si hay motivos para quitar una vida, será cuestión de discutir hasta encontrar buenas razones para matar. Un ejemplo de esta degradación es el caso de los “daños colaterales” en las incursiones militares: los analistas estiman cuántos muertos “inocentes” pueden perecer en un ataque letal. Si el número de bajas estimadas es pequeño, se da el visto bueno a la orden. La vida pasa a ser un asunto contable y discutible, como cualquier otra mercancía.

El caso de Batman es similar: la muerte traumática de sus padres en la infancia le lleva a impartir justicia por su cuenta. Pero a su vez, al impartir justicia por su cuenta, motiva a los villanos a imitar su estrategia de organizarse, entrenarse, disfrazarse y saltarse la ley, como se ve en los guiones de Miller y en Batman II en cine. Se llega a poner en duda hasta qué punto sus atajos legales generan más problemas de los que pretenden evitar, como le recuerda su fiel mayordomo en Batman III. Si te mueve la venganza, el hecho de que tus acciones puedan desgarrar el tejido comunitario, que se fundamenta en respetar la ley y las instituciones, puede pasar a ser secundario. Batman lucha contra la corrupción de Gotham City con más corrupción, no con menos.

En el caso del Capitán América esto no sucede. Su uso de la violencia siempre está muy controlado, minimizando las bajas en la medida de lo posible, y su motivación original no es ningún ajuste de cuentas personal. Por ejemplo, en su pelea contra el Soldado de Invierno está dispuesto a dejarse matar antes que matar a su antiguo amigo, al que le han lavado el cerebro. En caso de guerra, en los cómics, defiende a los enemigos que se rinden. O su gran arma es defensiva, un escudo. Pero sobre todo es apreciado por su capacidad de liderazgo y por su inteligencia táctica, no por el uso de la fuerza bruta. Las peleas se ganan pensando y coordinando un equipo, no siendo el más macho más individualista, violento y temerario, como se ve en Los Vengadores.

Tanto en el cómic como en la película más reciente Soldado de Invierno se presenta al Capitán América como un personaje desubicado, pues es un joven voluntario de la Segunda Guerra Mundial que, tras estar invernado reaparece en nuestro presente, en el que, en los cómics, ve que se ha echado a perder el sueño americano. Esta desubicación se muestra en tres elementos. Por un lado, se crió en una época en que era fácil distinguir entre el bien y el mal, aliados frente a nazis. Ciertamente, esta claridad es más bien una proyección retrospectiva, pues como han señalado algunos historiadores, la II GM puede interpretarse como una guerra civil europea, en el sentido que en la mayoría de los países había bandos que apoyaban a ambos contrincantes. En el caso de EE UU, antes de la guerra cabe destacar a personajes como el industrial del automóvil Henry Ford, uno de los más influyentes representantes el desprecio a los judíos, extendido en la élite WASP del país en aquella época, por no hablar de la segregación racial que existía en el sur de EE UU.

Por otro lado, el mundo de las grandes corporaciones modernas, con sus organigramas e intrigas palaciegas le resulta totalmente ajeno al Capi. No es capaz de aclararse con los enredos de trabajar en organizaciones en las que las partes no se comunican entre sí, incluso luchan entre ellas, como sucede con la gran corporación de seguridad SHIELD. Y por último, su rectitud moral es de otra época, como venimos señalando. La motivación de la gran mayoría de los héroes de acción es personal, hasta el punto que el género de acción main stream puede entenderse como un género de venganza. Como ya hemos señalado, en el canon moral de este tipo de cine, es lícito torturar y matar si han dañado la vida privada (asesinado a un ser querido), pero no si es por transformar la sociedad (la muerte por motivos estrictamente políticos siempre es condenable). El daño al ser querido debe notarse que ha pasado de “mata al malo, salva a la chica” a “mata al malo, salva a tu hija”. La inestabilidad de las relaciones amorosas parece que ya no hace creíble que uno se someta a todo tipo de penalidades por una mujer que ya ha tenido varios novios y de la que podremos divorciarnos a los pocos años de casados.

En los cómics podemos encontrar otros elementos políticos que muestran al Capi como defensor de la república. Por un lado, como ya se ha dicho, su renuncia a vestir con los colores de EE UU cuando EE UU deja de ser el país de la libertad y la democracia para estar gobernada por un grupo corrupto. Por otro, el gran acontecimiento Marvel: la Guerra Civil entre superhérores buenos. Para los aficionados al género esta guerra es un gran hito, pues nos pasamos toda la vida pensando quien ganaría si dos superhéroes buenos se enfrentasen entre sí… El Capi vs Iron Man… ¿quién ganaría? El eje de la trama es uno de los tópicos en el cine progresista de Hollywood: la tensión entre seguridad y privacidad, que también es la base de Soldado de Invierno. ¿Hasta qué punto el control de la violencia justifica la intromisión del gobierno en la vida privada de sus ciudadanos? Un grupo de superhéroes jóvenes, debido a su falta de experiencia, a la hora de luchar contra los villanos, acaba produciendo una catástrofe en la que fallecen decenas de niños.

A partir de aquí la opinión pública y los políticos se preocupan por controlar a los superhéroes buenos, y se crea un registro. Es curioso porque lo que se propone es obligatorio en España: una tarjeta de identificación con su afiliación, una especie de DNI de los superhéroes. Aquí se percibe lo que es una cultura política fundada desde su origen en el ideal de libertad, aunque sea burguesa, como la de EEUU, frente a la tradición de dictadura de nuestro país.

Frente a esta intromisión, la comunidad de superhéroes buenos se fractura, incluyendo familias, como la de los Cuatro Fantásticos. Un héroe que defiende los valores cívicos y la república (como ideal político de los romanos) como el Capi, ¿con quién creen Vds. que se alinea? Efectivamente, con el bando en contra del registro de superhéroes. Su compromiso con las virtudes republicanas le lleva a estar fuera de la ley. Como se ve, un héroe defensor de la “res publica” puede ser un héroe que lidere la protesta cívica en contra de las leyes, como sucedió en el movimiento de derechos civiles de EE UU. Ser un buen patriota no es estar incondicionalmente con tu patria, es apoyar a tu patria en tanto que es una república de ciudadanos libres, no sujetos a dominación arbitraria del Estado o de otros poderes, y en la que la justicia no es venganza, sino un refuerzo de los lazos comunitarios.

¿Y cómo participa el Capi en política? En un cómic anterior intentan aprovecharse de su prestigio para promoverlo como candidato de un partido populista en EE.UU., pero se da cuenta a tiempo de que lo quieren emplear como un pelele al frente de un partido movido por turbios intereses. Pero no por eso considera que todos los políticos son iguales, y decide implicarse en la participación en la campaña electoral, a favor de quien defiende a los débiles, como él hace como superhéroe. Eso sí, por su virtud pública participa como un ciudadano anónimo, yendo puerta por puerta para defender a su candidato, no aprovechándose de su situación de poder.

El republicanismo no sólo está en algunos cómics. Fue la principal inspiración ideológica de Zapatero, hasta el punto que se invitó a uno de sus principales pensadores contemporáneos a evaluar su primera legislatura, Philip Pettit. De dicha evaluación salió más o menos bien parado, con su apuesta por el reconocimiento de derechos de las mujeres, de la diversidad sexual, por su pacifismo, por la cooperación internacional, por los dependientes, por los peor situados con subidas de pensiones mínimas y no contributivas en mayor medida que el resto, por el diseño de las becas como derecho estable y no como premio impredecible. Pero el fallo de Zapatero estuvo en que mantuvo la economía al margen del republicanismo. La audacia republicana en pro de derechos civiles y sociales no fue acompañada en luchar contra la burbuja inmobiliaria. El valor en no honrar al ejército imperial de EE UU no fue acompañado por el valor en controlar el sistema financiero. Y una vez empezada la crisis, no lideró un frente común de los países deudores para conseguir una quita de la deuda. Ya en la Roma republicana los movimientos populares reivindicaban dejar de pagar deudas que esclavizan, pues tanta responsabilidad tiene el deudor como el adeudado, que no puede pretender invertir sin riesgo.

Como vemos lo interesante del Capitán América es que plantea un modelo de héroe que prácticamente no existe en el género de acción main stream. Su compromiso no es con la venganza personal, sino con valores abstractos, su uso de la violencia es muy comedido, sus acciones destacan más por su inteligencia y liderazgo que por la fuerza bruta, la imposición o la indisciplina caprichosa. Es un modelo de masculinidad clásica, no necesariamente machista, que ha entrado en desuso ante la testosterona y el hedonismo de otros personajes, como Iron Man, que dejaremos para mejor ocasión. Por último, resaltar que si Zapatero hubiese sido más republicano en economía, quizás nuestra economía y el PSOE no estarían tan mal. Esta falta de crítica a la economía política es una limitación compartida con el Capitán América y otros superhéroes progresistas.

José Saturnino Martínez García es profesor del Departamento de Sociología y Antropología en la Universidad de La Laguna.

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BLUNTMAN
BLUNTMAN
Lector
1 diciembre, 2014 11:49

Lo primero de todo felicitarte por tu articulo. Hace una sintesis entre socio politica y su relevancia historica sin alejarse del mundo del comic.
Personalmente siempre he visto al capi de la tierra 616 como el ideal de heroe democrata, que defiende los valores de igualdad y libertad por encima de razas naciones y planetas.
No admite el aumento del control por encima de la libertad (cosa que hizo la administracion bush jr cuando el 11S) trata de comprender a su enemigo craneo rojo a quien llama por su nombre real (frente a muchos otros heroes que se enfrentan frontalmente a su nemesis), se niega aceptar cosas como el mal menor (como los iluminati), el uso de armas de fuego o el corporativismo (algo que defienden los neoliberales republicanos como ideal). Sus enfrentamientos con Stark muchas veces se deben a la pugna de los intereses materiales que devaluan los ideales interpretandolos.

BLUNTMAN
BLUNTMAN
Lector
1 diciembre, 2014 11:53

Tambien hay que tener en cuenta que el capi no deja de ser un personaje de comic, cuya implicacion sobre un tema de esta profundidad no deja de ser superficial porque es un medio de entretenimiento y no se pretende desviarse de ahi.
Lo dicho un articulo muy interesante que da para mucho debate.
Un saludo.

Lemmytico
Lemmytico
Lector
1 diciembre, 2014 11:55

¡Chulísimo artículo! Los sociólogos molamos.

Miki
Miki
Lector
1 diciembre, 2014 12:29

Texto interesante y bastante profundo, lo único que se le puede achacar desde mi punto de vista son las ideas sobre la política española que se meten como con calzador y sin, aparentemente, mucha reflexión. Me explico: la alusión a cambiar la constitución para reconocer la independencia de territorios es muy engañosa cuando no sólo no es una prerrogativa de un único partido (ya que el Título X de la Constitución requiere unas mayorías que nunca jamás han podido alcanzarse desde un solo lado del espectro político -y no por casualidad, estamos hablando del cimiento del sistema institucional de cualquier país- y hace casi una década que no se presenta un plan alternativo de manera seria en ese sentido -desde el plan Ibarretxe, que fue rechazado por una mayoría parlamentaria que sí hubiera bastado para cambiar la constitución al estar compuesta por todos los grupos mayoritarios y alguno minoritario en donde el PP representaba menos de la mitad- y por serio no me vale saltarse la ley porque sí como en el caso de Artur Mas) sino porque no conozco ninguna constitución en vigor o ya pasada en la que se reconozca ese derecho (ojo, no la conozco yo, no digo que no exista y si alguien me avisa de la existencia de alguna me haría un favor porque el derecho constitucional y la estructura del estado es una materia bastante querida por mí); aparte me hace gracia lo de que Zapatero debería haber liderado un frente común para conseguir una quita de la deuda cuando ésta bajaba hasta 2007 y es a partir de ahí cuando empieza el crecimiento desaforado de la misma (http://es.wikipedia.org/wiki/Deuda_p%C3%BAblica_en_Espa%C3%B1a) siendo un poco raro que cuando más pides sea cuando quieras no pagar (nuevamente el caso de Artur Mas y sus solicitudes al FLA mientras planea el desarraigo de Cataluña respecto del resto de España no me vale, o sí, para ver la seriedad y planificación con la que se planteaba la consulta).
En resumen, en cuanto a filosofía e interpretación del papel del Capitán América como inspirador y defensor de los valores republicanos (en el sentido en que se emplea este término en el texto) impecable, cuando se acerca a valorar aspectos políticos reales ya me chirría más. Perdonad el tocho, pero no sé explicar mis razonamientos en algo más sintético.

Homter
Homter
Lector
1 diciembre, 2014 12:40

Enhorabuena por el articulo. Muy interesante lo que se cuenta en el y con el que estoy practicamente de acuerdo. Ubica, desde mi punto de vista, al Capitan America perfectamente. Siempre ha sido un personaje que me ha gustado mucho y al cual, ya sea por el ambiguo nobre o su uniforme, suele califocarsele de forma inapropiada.

ultron_ilimitado
ultron_ilimitado
Lector
1 diciembre, 2014 12:49

Bastante en desacuerdo con muchas de las cosas del texto. A mí es que eso de saltarse las leyes cuando son «injustas» me hace mucha gracia. ¿Quién decide qué es justo y qué no?

Por no hablar de las afirmaciones sobre la venganza y la ligereza en calificar a héroes como vengativos o no. El Capi no es el único con férreos valores morales y eso de que usa la violencia de manera comedida… no mata (igual que la gran mayoría de sus «compañeros de profesión») pero cuando tiene que dar una somanta de palos la da.

Y eso sin entrar a discutir los temas concretos de su postura en civil war y en las incursiones, que a pesar de ser un personaje cuyos ideales admiro, en esos casos concretos creo que se equivoca totalmente.

Juan Iglesia Gutiérrez
1 diciembre, 2014 14:18

Artículo muy interesante, aunque tiene demasiada tela que cortar (me pregunto que pensará Ruben Herrero de Castro de este tema).

De todas formas, me parece que usa una noción del republicanismo demasiado liviana y positiva «per se». El republicanismo, desde Aristóteles, ha tenido una relación, digamos, «tensa» con la democracia. Y en lo económico ha defendido históricamente la pequeña propiedad y el libre mercado como base del «civismo», pese a que en el s. XX adoptara posiciones generalmente consideradas como socialdemócratas o keynesianas en lo económico.

En lo que toca al cómic, el Capi actúa en este sentido como Superman: son al encarnación del ideal cívico americano, son la sublimación del «americano medio», que desde su anonimato, desde su aparente mediocridad son capaces de «marcar la diferencia».

Lemmytico
Lemmytico
Lector
1 diciembre, 2014 14:27

«De todas formas, me parece que usa una noción del republicanismo demasiado liviana y positiva “per se”. El republicanismo, desde Aristóteles, ha tenido una relación, digamos, “tensa” con la democracia. Y en lo económico ha defendido históricamente la pequeña propiedad y el libre mercado como base del “civismo”, pese a que en el s. XX adoptara posiciones generalmente consideradas como socialdemócratas o keynesianas en lo económico.»

Lo de libre mercado sí que tiene tela que cortar, hablemos más bien del comercio. Y en general era porque, al contrario que el liberalismo, siempre se ha preocupado por las condiciones materiales de la libertad. Por eso históricamente defendía las repúblicas de pequeños propietarios, artesanos y, depende del autor, comerciantes: sólo quien tiene asegurada la independencia económica tiene asegurada la independencia civil. La idea de una economía socializada con fuerte intervención del estado no se veía económicamente posible hasta el siglo XX, normal que luego haya sido más bien socialdemócrata (que a día de hoy cualquiera entendemos más viable que una república de pequeños empresarios).

En cuanto a la relación del republicanismo con la democracia, hay de todo. Algunos, como Aristóteles, eran aristocráticos. Otros demócratas (Pericles, Thomas Payne, Jefferson, Robespierre…). Otros oscilaban entre una cosa y la otra (Maquiavelo, demócrata en su corazón pero monárquico o aristocrático por pragmatismo).

Nunca pensé que discutiría de esto partiendo de cómics 😀

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
1 diciembre, 2014 14:51

Interesante artículo.

Lástima que mis pocas luces me impidan debatir como merece la ocasión.

Juan Iglesia Gutiérrez
1 diciembre, 2014 16:40

«Por eso históricamente defendía las repúblicas de pequeños propietarios, artesanos y, depende del autor, comerciantes: sólo quien tiene asegurada la independencia económica tiene asegurada la independencia civil»

¡Exacto!

En todo caso, y volviendo a los cómics, creo que este Capi que se da en llamar «republicano» (recordemos: no en el sentido de partidario de la república o seguidor del partido del elefante) no es más que otra representación ideal de la llamada «Greatest Generation», una vez más como Superman («El Héroe de la Gran Depresión», como dijo David Hernando en un artículo). Son como Tom Hanks en Salvar al Soldado Ryan, como Gregory Peck en Matar a un Ruiseñor o incluso Gary Cooper en Sólo ante el peligro: son personajes «rooseveltianos».

De hecho, el tema de «un hombre fuera de su tiempo» tan definitorio para el personaje, creo que funciona tan bien por un punto de nostalgia, de idealización del pasado que en EE UU debe ser particularmente intensa: el problema del Capi no es que esta época no sea la suya, es que no le gusta esta época independientemente de que no sea la suya. Al menos hasta la versión Ultimate, que introduce una mala hostia al personaje y una falta de escrúpulos muy «neo-con». Recordemos: «Sí, sr. Presidente, el s. XXI definitivamente mola».

Lemmytico
Lemmytico
Lector
1 diciembre, 2014 16:48

Lo curioso es que esa idealización del pasado en EE.UU. siempre ha existido. Ahora se idealizan los 60, en los 70 se idealizaban los 50, en los 60 la época de Roosvelt, en la época de Roosvelt la época del Oeste… Es curioso que para ser un país tan joven siempre esté mirando hacia atrás.

¡Comics y cultureteo al poder! 😀

Terrific Lines
Terrific Lines
Lector
1 diciembre, 2014 17:42

Interesante artículo, aunque equivoca la interpretación que hace de Batman.

• Batman no decide convertirse en vigilante por venganza por la muerte de sus padres sino para evitar que algo similar vuelva a ocurrir. Como el artículo hace referencia a las películas más recientes, en Batman Begins precisamente se deja bien claro en varias situaciones: Cuando Bruce acude al juicio del asesino de sus padres con pistola en mano y la posterior conversación con Rachel Dawes («La venganza no es el camino»); cuando Bruce se enfrenta a la Liga de Asesinos liderada por Ra’s al Ghul cuando estos le indican que debe ejecutar un ladrón que ellos tienen prisionero (y él mismo dice que hay que llevarlo a las autoridades y no ejecutarlo); cuando Bruce vuelve a enfrentarse a Ra’s al Ghul y su Liga de Asesinos que deciden destruir la ciudad por el alto nivel de corrupción (político, económico, social) y en cambio Bruce considera que hay un mejor camino. Bruce Wayne no se convierte en Batman para vengar a sus padres y ejecutar a los villanos, sino para proteger a los inocentes.

• Batman no usa métodos corruptos, como parece sugerir el artículo. En la propia Batman Begins, Bruce Wayne recupera el control de la empresa familiar no con amenazas o extorsión, sino comprando acciones. No hace uso de su poder económico o de sus habilidades físicas para saltarse las leyes. O no lo hace más que lo pueda hacer el Captain America al, por ejemplo, asaltar un barco en aguas internacionales (como se ve en Winter Soldier).

• Batman no crea su propia justicia, como de nuevo parece sugerir el artículo. Batman ni mata ni tiene su propia bat-prisión. Entrega los criminales a la justicia, aún sabiendo que el sistema no es perfecto. En más de una ocasión se ha enfrentado a la cuestión de si vale la pena entregar a las autoridades a alguien como el Joker, siendo incluso acusado de que los crímenes de sus villanos son también sus propios crímenes al no haberlo evitado. Pero si hay algo característico en Batman es que no considera la muerte como la solución ni se considera a él mismo como el indicado para decidir sobre ello. De hecho, diferencia entre el enfermo mental (los villanos que terminan en Arkham) y el resto (los villanos que terminan en Blackgate).

• Batman no decide quien es villano y quien no. El personaje también es conocido por sus cualidades como detective y en la mayoría de sus aventuras la parte relacionada con la investigación, el descubrir la verdad, están por encima del simple acto de violencia o la simple ejecución de una orden.

El personaje de Batman precisamente se basa en los valores morales (además de su condición de ser humano «normal»). Precisamente un personaje como Punisher sería un villano desde el punto de vista de Batman, de la misma forma que lo es Ra’s al Ghul, personajes cuyos objetivos parecen correctos pero no así sus métodos.

Dultyx
Dultyx
Lector
1 diciembre, 2014 18:33

El tema de que una ley sea justa o no, como bien dice Bluntman, está muy abierta a ambigüedades. Sin embargo, con cierta frecuencia se juega con esa ambigüedad para deslegitimizar algunos cambios en el status quo (no digo que tú lo hagas). por ejemplo (y todo esto lo digo hablando desde mi mentalidad). Civil War era una situación moralmente ambigua, de la que unos coincidirán en que Iron Man llevaba razón porqué el uso sin control de superpoderes podía provocar muertes y daños graves y encima no poder rendirle cuentas ni responsabilidad legal a nadie. Otros coincidirán con el Capi (como yo), porqué creen que en el momento en que los súpers trabajan para el gobierno, dejan de luchar por lo que es correcto y pasan a luchar por lo que para la cúpula gobernante le conviene, y esto se explora sobretodo en la etapa de Reinado Oscuro cuando Norman sube al poder.

Ahora bien, para mí una situación no ambigua es lo que está ocurriendo con los bancos, las hipotecas, la corrupción, las puertas giratorias, los sueldazos vitalicios y no vitalicios que cobran los diputados por hacer campana y se indultan a pederastas, ladrones y asesinos cuando estos pertenecen a un bando específico. En ese momento es cuando creo que la desobediencia civil está más que justificada y que el margen de actos para forzar un cambio se amplía.

Por otro lado, algo que me encantó de Civil War es que creo que definió de un modo coherente las posiciones de Tony Stark y Steve Rogers. Stark, siendo que va a su puta bola, es al igual que Steve, un tipo de buenas intenciones, pero a su vez, un pragmático, y Steve, un idealista. Eso no desvirtúa ninguna de sus dos posiciones, de hecho, ser idealista a veces es usado como pretexto para ni tan siquiera considerar seriamente las posibilidades de éxito.

Tony está dispuesto a hacer sacrificios graves si con eso puede mantener un sistema pacífico en el mundo, a ceder libertades para mantener otras. Steve es más rígido e intransigente, y cree que lo que es correcto debe serlo sin ceder, blanco y negro. Es decir, él ve grises, pero en según qué temas, no está dispuesto a tolerarlos, mientras que Tony sí, porqué sabe que es la solución más práctica, aunque no la más idílica. Eso no significa que Tony sea más injusto, ya que tampoco podemos obviar que si tu hijo muere por una negligencia cometida por un súper (recordemos que Spider-Man empezó con 15 años y Iron Man llevó armadura estando bebido) lo mínimo es que esa persona pague por ello, del mismo modo que un policía y un médico debe pagar cuando comete negligencia. En fucnión del prisma él lleva razón y no el Capi, pero queda claro que ambas soluciones cobran un cáliz distinto entre ellos y coherente con sus personalidades e ideologías.

TheCrush
TheCrush
Lector
1 diciembre, 2014 18:43

Hace muchíiiiisimo que no comento por estos lares—
pero este articulo de verdad que lo merece. Felicidades!

«La búsqueda de justicia no es la búsqueda de la virtud de una sociedad en la que se repare el daño causado, se reconozca al culpable y el castigo ejemplar sirva para reforzar los lazos de la comunidad política. Es simplemente venganza, sin tener en cuenta la espiral que así se desata. […] Pero en el caso del Capitán América la búsqueda de la justicia es cívica: defiende la libertad y la democracia.»

Se da una paradoja que cabe destacar: Capitán América forma parte de los Vengadores, pero no és más un justiciero que un vengador. Tampoco diría que los demás Vengadores sean realmente vengadores, a excepción de la Viuda Negra o Lobezno (más X-men que otra cosa…) y alguno más. «Vengadores» suena genial pero en sentido estricto podría perfectamente ser el nombre de… yo que sé… un grupo yihadista? no sé, Qué opináis?

TheCrush
TheCrush
Lector
1 diciembre, 2014 18:45

*pero es más un justiciero que un vengador.

Dultyx
Dultyx
Lector
1 diciembre, 2014 18:49

Supongo que cuando usaron el término «Vengador» (aparte de porqué suena cojonudamente bien) fue porqué la intención era vengar el mal causado, eso sí, en base a unos principios de justicia, una versión menos rencorosa y más romántica de la venganza, o más soft. Pero reconozco que podría pasar por un grupo radical XD

ultron_ilimitado
ultron_ilimitado
Lector
1 diciembre, 2014 19:32

«algo que me encantó de Civil War es que creo que definió de un modo coherente las posiciones de Tony Stark y Steve Rogers. Stark, siendo que va a su puta bola, es al igual que Steve, un tipo de buenas intenciones, pero a su vez, un pragmático, y Steve, un idealista. Eso no desvirtúa ninguna de sus dos posiciones, de hecho, ser idealista a veces es usado como pretexto para ni tan siquiera considerar seriamente las posibilidades de éxito»

Pues yo sinceramente creo que esa era la idea, y de haberlo llevado a la práctica de ese modo la historia hubiera sido mucho mejor, pero la realidad es que en el cómic pusieron a Stark de malo malísimo y al Capi de defensor del bien y la libertad.

Lord_Pengallan
Lector
1 diciembre, 2014 20:33

A pesar de que el final del artículo es muy personal este es el tipo de post que molan. Felicidades a ZN por ir más allá de lo habitual de vez en cuando.

Daniel Gavilán
1 diciembre, 2014 21:55

En realidad, el principal responsable de vilipendiar a Tony fue Strac, con algunas burradas como que la prisión de la Zona Negativa pasase de ser sofisticado centro de contención que veíamos en las colecciones centrales, a un gulag más propio de Stalin. La maxiserie central era mucho más ambigüa, hasta el punto de que al final medio le daba la razón a Iron Man.

Lemmytico
Lemmytico
Lector
1 diciembre, 2014 22:12

«La maxiserie central era mucho más ambigüa, hasta el punto de que al final medio le daba la razón a Iron Man.»

Estoy de acuerdo, Millar jugaba más a la ambigüedad. No sé si le medio daba la razón a Iron Man, pero desde luego mostraba más grises, por ejemplo a Tony dudando mucho de lo que iba a hacer. Fueron los demás autores los que llevaron más lejos la idea del Tony dictador y llamando traidores a todos los que no estuvieran con él.

Dultyx
Dultyx
Lector
2 diciembre, 2014 1:29

Ya, es que Tony dudaba mucho de cada uno de los actos, y aunque con la Iniciativa se mostraba muy seguro de si mismo, de puertas para adentro estaba bastante dolido, y con la muerte del Capi se hunde. Sigue haciendo su trabajo porqué cree por lo que lucha, pero emocionalmente se hunde. Reconozco que existe cierto maltrato con él, como el trato que tiene con Dynamo. Sin embargo, creo que fue menos villanizado de lo que se cree.

Tony comete cagadas graves, como sudar de Spider-Man cuando este le suplica ayuda porqué tía May se muere, el reclutamiento de supervillanos, el robot de Thor o la prisión de Zona Negativa, pero no me pareció que se villanizara. En primer lugar, Tony siempre ha estado más dispuesto a quebrantar las normas cuando lo creía correcto que el Capi,y en segundo lugar, Tony gozaba de más poder y medios, y eso, también facilita que los errores sean más graves. El Capi también acepta a supervillanos, aunque sean de segunda como Jack O’Lantern, electrocuta la armadura de Iron Man cuando este le pide que negocien y, además, comete el mismo error de Tony, como es focalizarse en la guerra y no ir a por Nitro, el que al fin y al cabo provocó aquel asesinato en masa.

En resumen, a veces se pasaban con Tony los mismos guionistas, pero creo que no tanto como puede creerse y muchas decisiones que tomó, aunque yo discrepe con ellas, las veo lógicas. En mi opinión, los guinistas trataron mucho peor a Cíclope en Avengers vs. X-Men que ha Tony durante la Civil War, y eso que tenían a su favor la Fuerza Fénix como para hacer un cambio bestial y justificarlo gracias a ella, y aún teniéndolo todo de cara, la cagaron en mi opinión.

Belanner
Belanner
Lector
2 diciembre, 2014 9:40

hombre, eso de que hace poco uso de la violencia… Se de unos cuantos que podrían rebatir eso…como Iron Man en Civil War, o Hank Pym y Thor en su versión Ultimate.

Precisamente, el Capi no resuelve las cosas con dialogo.

Dynamo
Dynamo
Lector
2 diciembre, 2014 10:01

Hombre, al Capi también se le acaba yendo la cabeza un poco, pero es que esta fuera de sí por todo lo que tiene encima. Aparte del conflicto de Civil War lleva aguantando la presión a que le sometía Cráneo Rojo durante soldado de Invierno. esta bastante fuera de sí, un proceso que Brubaker explica muy bien en su serie regular. Al final yo creo que estalla, y también el mismo es el que se da cuenta de su error y lo admite, cosa que Tony tarda más en admitir. Lo hará tras la muerte de Rogers.

Dultyx
Dultyx
Lector
2 diciembre, 2014 19:15

Eso también me gusta de Marvel, son superhéroes pero también tienen demonios internos, cometen errores, se enfadan, se reconcilian, incluso pilares tan inamovibles como el Capi