Una historia de venganza y exterminio
«Un jefe debe saber ser despiadado… La piedad es signo de debilidad. ¿Quieres mostrarte débil ante tu gente?»
Capitan Jack, una aventura de Tex Willer de Tito Faraci al guion y Enrique Breccia al arte es un excelente cómic de consumo rápido, pero también, gracias al extraordinario trabajo del dibujante argentino, es mucho más.
La franquicia principal del sello italiano Sergio Bonelli Editore casi siempre ofrece lo que promete. Personajes conocidos y carismáticos, historias sólidas pero algo convencionales y artistas de calidad que suelen llenar las centenares de páginas mensuales que se publican en Italia del ranger más famoso del fumetti. Sin embargo, una vez al año la colección se viste de largo y regala a sus lectores un álbum especial, con más de doscientas páginas realizadas por autores de prestigio. Son los famosos texones que, como muy bien explica Norman Fernández en el prólogo, al principio eran encargados a artistas que no participaban habitualmente en las series de la editorial; a autores como Ivo Milazzo, Magnus, Jordi Bernet, Manfred Sommer, Joe Kubert… y que a partir del nuevo siglo se ofrecieron a los colaboradores más representativos de la editorial, como premio a su trabajo regular. Sin embargo, en el año 2016 se truncó puntualmente esta tendencia y al guionista Tito Faraci se le sumó un dibujante invitado como Enrique Breccia, con lo que todos los lectores salimos ganando.
Y es que Enrique Breccia realiza en esta obra uno de sus mejores trabajos artísticos.
La elección del episodio histórico a tratar es realmente interesante. La odisea de la tribu Modoc, liderada por el jefe Kintpuash, más conocido como Capitán Jack y secundado por Hooker Jim tiene suficientes alicientes de traición, venganza y violencia para conformar un relato absorbente y apasionante. Sin embargo, el guion de Tito Faraci no está a la altura de sus mejores realizaciones.
Tex Willer y su inseparable compañero Kit Carson se comprometen en el lecho de muerte de un antiguo ranger retirado que atraparán a los indio renegados, liderados por el vengativo Hooker Jim, que han asesinado a su familia. Para ello se desplazarán hasta las orillas del Rio Lost, entre California y Oregón y se inmiscuirán en medio de la guerra de exterminio entre el ejército de los Estados Unidos y la tribu Modoc.
Tito Faraci no desvirtúa demasiado la secuencia histórica de los hechos, acaso la adapta levemente para que puedan incluirse a los protagonistas de ficción. A pesar de ello, varios de los acontecimientos descritos resultan confusos y, a base de dejar por sentado algunos episodios reales, consigue que en ciertas escenas los lectores acabemos perdiendo el hilo principal de la trama.
Los personajes están bien definidos, los oficiales yanquis presentan diferentes matices desde el ambicioso arribista hasta el veterano más moderado. Los indios también presentan diferentes caracteres y la descripción de Kintpuash, como un líder dubitativo, falible y atormentado que llega a tomar decisiones erróneas debido a un exceso de presión o por estar mal aconsejado, consigue que nos enfrentemos a personajes complejos, con diferentes aristas y muy lejos del maniqueísmo.
En el aspecto gráfico y narrativo ya hemos apuntado que estamos ante un trabajo sobresaliente de Enrique Breccia. El artista argentino se enfrenta al encargo con energías renovadas y ampliando su ya enorme catálogo de recursos.
Breccia divide sus páginas en un esquema predominante de tres tiras con una o dos viñetas en cada una de ellas. Aunque no es un esquema inalterable ya que en ocasiones inserta pequeños cuadros descriptivos de fauna o detalles relevantes. Su narrativa es más clásica que en otras obras como Alvar Mayor o El Sueñero y nos regala hermosos planos generales y planos figura poco habituales en su producción. Además, en ocasiones se atreve con planos descriptivos en ligero picado, de claro origen cinematográfico, que nos recuerdan al mejor Jean Giraud de la serie Teniente Blueberry.
Las escenas de acción están muy bien resueltas con brío y claridad. En general predomina un acercamiento más directo de los encuadres, más frontal, lejos de la forma elíptica y esquinada que solemos encontrar en su producción habitual.
El entintado es majestuoso. El argentino combina unas densas, rotundas y equilibradas manchas de tinta con un tramado manual, muy barroco, pero que no entorpece nunca la claridad de la escena. En la parte más desértica de la historia el artista le añade al conjunto el recurso del rayado con cuchilla para conseguir unas atmósferas sobrecogedoras, fantasmagóricas y profundamente oníricas.
El resultado final es sorprendente, apasionante y atractivo. En ciertas ocasiones el arte de este texone nos recuerda al trabajo más narrativo del gran Sergio Toppi y en otras a las mejores escenas de Koolau el leproso del maestro Carlos Giménez.
La confección técnica y material del álbum a cargo de Nuevo Nueve Editores es de lujo. El tomo es en cartoné, tiene un tamaño generoso, el papel es de calidad y la reproducción es excelente. Como indicábamos al principio, este volumen cuenta con un breve prólogo redactado por Norman Fernández y no contiene ningún otro material adicional, ni gráfico ni escrito. El precio es elevado, pero vale cada céntimo gastado.
Capitán Jack de Faraci y Breccia está a la altura de los mejores texones publicados, como pueden ser La valle del terrore de Claudio Nizzi y Magnus; también Sangue sul Colorado de Nizzi e Ivo Milazzo o Mercanti di schiavi del mismo guionista con Manfred Sommer, sobre todo gracias al extraordinario trabajo narrativo y artístico del ilustrador argentino.
Breccia consigue que un eficaz tebeo de consumo masivo trascienda su punto de partida para convertirse en una auténtica obra de arte y así justificar una edición tan hermosa y lujosa como la que los de Nuevo Nueve nos ha entregado.
Aprovechamos esta reseña para pedir al editor que se acuerde del texone ilustrado por el gran Ernesto García Seijas que lleva por título Le iene di Lamont (2011) y que cuenta con el guion de Claudio Nizzi. Su publicación sería un hermoso homenaje para recordar la figura y la obra de este otro gran artista argentino que ha fallecido recientemente.
Salut!
Lo mejor
• El arte superlativo de Enrique Breccia.
• La oportunidad de conocer un episodio histórico poco conocido.
• La edición de Nuevo Nueve Editores.
Lo peor
• El guion algo deslavazado de Tito Faraci.
Guion - 7
Dibujo - 9.5
Interés - 9
8.5
Fantasmagórico
Un álbum gráficamente impresionante que se sobrepone y trasciende un guion con varias lagunas
Impecable tu reseña, como siempre. Y gracias por recordar al gran Ernesto García Seijas. Yo atesoro sus trabajos con el genial Robin Wood como «Helena» y «Kevin»