¿Quién es el
Introducción: a vueltas con el concepto “Marvel”
Antes de meternos en faena, vemos necesarias unas pequeñas aclaraciones acerca del término
Con una preminencia del concepto a lo largo del catálogo editorial, lo lógico es que alguno de sus personajes tuviera el honor de portar el término como bandera. Los primeros días de Timely se sostuvieron en la producción de un estudio externo, Funnies Inc., por lo que Martin se limitaba a comprar aquello que le interesaba, sin pedidos a la carta. A inicios de 1940, el Publisher da un gran paso para hacer de su empresa una editorial a tener en cuenta, el fichaje de Joe Simon y Jack Kirby, los primigenios integrantes oficiales de Timely Comics. Y una de las ideas que pusieron sobre la mesa fue la presentación de Marvel Boy en Daring Mistery Comics#6 (septiembre del 40, fecha de portada). Con un claro perfil superheroico, la moda del momento, nos hacen saber de Martin Simon Burns, un chico estadounidense en el que se ha reencarnado el espíritu de Hércules. Sí, la historia es tan rocambolesca, tan llena de tradiciones míticas, que cuesta sintetizar su única aparición en cómics. Nos remontamos al antiguo Egipto, época donde se empieza a conocer el secreto de la reencarnación, explicación que incluye deidades mitológicas y el Valhalla. Lo importante es que Hércules recibe permiso de Júpiter para utilizar al joven Martin en su lucha contra la incipiente Quinta Columna en terreno americano. Como ven, no deja de ser otra muestra de cómic patriótico, algo que los autores sublimarían con la creación del Capitán América.
Marvel Boy hizo esta escasa aparición en los años de Simon&Kirby; parece ser que el concepto no caló, pero es destacable que se haya seguido intentando imponer, de las más diversas maneras. En 1943, cuando nuestra pareja ya había volado hacia DC Comics, Martin exige su reentrada en alguna publicación Timely. Le tocó a Bob Oksner volver a poner en marcha el personaje en U.S.A. Comics#7, haciendo de telonero al Capitán América en esta cabecera. No se complicó al buscarle origen, atributos y nombre, ya que recicló el Martin Burns de Daring, cambiando únicamente la apariencia externa. En realidad, por poco se podría decir que no se trata del mismo caracter. Para evitar errores de continuidad, se añadió el Oksner como segundo nombre en los Offcial Handbooks, tratando de diferenciarlo del de Joe y Jack. Mantiene también el fuerte componente propagandístico, puesto que su principal cometido será luchar contra los nazis (su único enemigo es un nacionalsocialista llamado Von Bubbler) y su poder proviene de la consabida raíz mitológica, es decir, el cuerpo reencarnado de Hércules, con superfuerza, velocidad y capacidad de vuelo.
Primeros pasos y ciertamente fallidos, pero Stan Lee, editor jefe de la época, tenía mucha fe en el nombre. Simplemente, era necesaria una actualización, por lo que en pleno año 1950, con la ciencia ficción como temática popular, expone un Marvel Boy de orígenes extraterrestes. Proveniente de planeta Urano, Robert Grayson es enviado por su padre, antiguo convecino salido de nuestra Tierra, para que sirva de paladín de las causas justas. Lee se la jugó fuerte con este proyecto, contando con un artista de primer nivel, como era Russ Heath, y otorgándole la primera colección con su propio nombre, Marvel Boy. El resultado fue más bien pobre, ya que solo duraron dos ejemplares con ese encabezado, siendo renombrada a Astonishing en abril de 1951 (fecha de portada). El bueno de Marvel Boy todavía protagonizaría alguna historia en ese título, aunque los autores no tardaron en girar hacia el terror, un género más lucrativo en esas fechas. Fin de camino para el Chico Maravilla. De todas formas, esto es el fondo de catálogo de un vasto universo compartido. No se preocupen, volveríamos a saber de él. La imaginería, el traje y poderes, serían asumidos por Roy Thomas en su periplo en los 4F, metidos de lleno en la Era Marvel, pasando a ser el villano Crusader (noviembre de 1975, fecha de portada). Grayson había perdido la cabeza y se desintegró a sí mismo cuando fue derrotado por los Fantásticos. Su forma heroica sería recuperada en el What If?#9 (junio del 78, fecha de portada) de manera puntual, imaginando un mundo donde los Vengadores se hubieran formado en los 50, y luego de forma más establecida con los Agentes de Atlas de Jeff Parker, ya en el siglo XXI y convertido en el Uraniano (pese al cambio de nombre, obtuvo mini serie de tres números para explicar sus interioridades como Marvel Boy). Como ven, un montón de retrocontuinidad, en algunos casos, muy bien servida, aspecto que no enmascara que el personaje no triunfó en su momento. Habría más intentos con respecto a esta nomenclatura, pero ocurrirán más adelante en el tiempo. Congelamos el relato en este punto para pasar a otras compañías.
Como hemos adelantado, el uso y disfrute del término “Marvel” no era exclusivo de Timely Comics. Otras editoriales dispusieron su propia utilización. Así, a finales de los treinta tenemos en el mercado americano a Fawcett Publications, una empresa que llevaba operando desde los 20, creada por Wilford Hamilton Fawcett, al que cariñosamente se le conocía como “Captain Billy”, debido a su tradición como combatiente en la I Guerra Mundial. De hecho, Captain Billy Whiz Bang fue la revista que asentó su producción durante esa década. En estos días tan lejanos, el éxito del Superman de Action Comics era algo tan evidente que la mayoría de compañías trataron de replicarlo, sin esconder sus intenciones, dando lugar al inicio del reinado del superhéroe. Roscoe Fawcett, sucesor de Captain Billy, dio la orden inmediata de crear un émulo del kryptoniano, por lo que el gran jefe puso a cargo del proyecto a Ralph Daigh, editor y principal responsable, Bill Parker, guionista, y C.C. Beck, en la parte artística. Parker intentó darle una vuelta de tuerca, creando un grupo de seis supers, cada uno con un poder, al mando del Captain Thunder. Daigh pensaba que eso se alejaba de lo que el Publisher había demandado por lo que le instó a que se centrase en uno solo. Mantuvo el concepto de Captain Thunder y se lo pasó a Beck, que realizó el ya conocido traje de licra rojo, con capa, toques de dorado y apariencia del actor de Hollywood Fred MacMurray (Roscoe clamaba que era Cary Grant, pero no, Beck confirmó que era MacMurray el modelo). Ya teníamos el diseño y preparada la historia de origen, que saldría en dos nuevas revistas llamadas Flash Comics y Thrill Comics durante el año 1939. Sería como una especie de testeo para comprobar si el personaje asentaba. El problema es que, pese a la buena recepción, la editorial no pudo disponer alegremente de esos términos. Los problemas empezaban demasiado pronto.
Cuando Roscoe fue a la oficina de patentes para registrar la gran creación, el jarro de agua fría se le vino encima. Flash Comics y Thrill Comics ya habían sido patentados por otros colegas….pero es que el nombre del personaje, Captain Thunder, ¡¡¡tampoco era ya de dominio público!!! Una pequeña crisis surge en el seno de la editorial, puesto que sabían que tenían potencial pero necesitaban reformular algunos detalles. Algunos meses tardaron en arreglar los flecos, dado que hasta febrero de 1940 (fecha de portada) no tuvimos la vuelta del superhéroe. Conocido ya como Capitán Marvel y la revista renombrada a Whiz Comics (contando desde el #2; no encontraran el #1, que corresponden a Thrill o a Flash), comienza la andadura de uno de los grandes de la Golden Age. Para simplificar, en sus páginas observábamos la vida y milagros de Billy Batson, un chaval huérfano que localiza al mago Shazam, a punto de morir. Éste le ofrece los poderes para ser su paladín y el muchacho acepta, convirtiéndose en un fornido ejemplar cuando apela a su grito de guerra, Shazam (iniciales de Salomón, Hércules, Atlas, Zeus, Aquiles y Mercurio; toma popurrí mitológico). A partir de aquí, la lucha contra la desigualdad y las injusticias será el objetivo principal del joven Billy.
El planteamiento, no por conocido, deja de ser más bien simplón. Pero la publicación se aferró al empuje del género y al innegable buen hacer de Beck. Desde ese Whiz Comics#2 ya encontramos varias de las características del personaje, entre ellas, el trabajo de Billy Batson en la emisora de radio o su archienemigo, el doctor Sivana, el científico loco de rigor que quiere acabar con el mundo. El equipo creativo se consolidó con el aporte de Otto Binder a los guiones, complementando el arte de C.C.Beck. Pero antes, un pequeño apunte muy interesante: Joe Simon y Jack Kirby hicieron su liviana contribución al alter ego de Billy Batson en 1941. En plena disputa con Martin Goodman, por los beneficios de Captain America Comics, decidieron buscar pluriempleo y en Fawcett les ofrecieron el Capitan Marvel. Durante un breve periodo de tiempo, Simon&Kirby manejaron los destinos de dos de los personajes con más influencia de la Golden Age.
Influencia porque Marvel se convirtió en uno de los juggernauts en ventas en una época donde los números eran bastante impresionantes. Hacia mediados de los 40, Captain Marvel Adventures salía al mercado dos veces al mes, colocando en newstands casi dos millones de copias por cada uno de ellos…. Es decir, ¡¡¡casi 4 millones al mes!!! Y eso que hablamos solo del personaje digamos principal, porque los spin off comenzaron aflorar de una manera rauda y veloz. Fue el editor Ed Herron el que sugirió a Binder el hecho de añadir otros integrantes a la familia en 1941, no en vano al bueno de Otto le faltaba tiempo para insertar secundarios pintorescos en forma de tigres que aprenden a hablar o de introducir un grupo chavales que comparten el nombre de Billy Batson, dando cancha a los “Lieutenant Marvels” (los “Teniente Marvels”, en nuestro idioma). Para tal cometido no se contó con Beck al dibujo, sino que se encargó otro artista de la casa, Emmanuel “Mac” Raboy. La historia de Captain Marvel Jr. puede ser la de cualquier sidekick, pero llevada al límite. Freddy Freeman sale malherido al entrometerse en el feudo que tenía el Capitán con su homólogo nazi. Con cargo de conciencia, Marvel convence al místico Shazam para poder cederle parte de sus poderes, pasando a ser el chico más poderoso del mundo.
Marvel Jr. fue el primer paso. Mary Marvel, Marvel Family, hasta Hoppy The Marvel Bunny, todos ellos con serie propia. Este ambiente festivo se desplegaba a lo largo del entramado de Fawcett, ya que aparte de Whiz Comics y Captain Marvel Adventures, también aparecían en Master Comics o Wow Comics. ¿Sobrexplotación? Puede que sí, pero lo que es innegable es que el público parecía encantado y los mandamases no renegaban de darles a los lectores lo que solicitaban. El tándem Binder-Beck funcionaba a las mil maravillas y eso les permitió poner en marcha una trama rio que prácticamente duró dos años de historias, con la llamada “The Monster Society of Evil” (pura maldad con ese nombre), un cónclave de villanos que hostigaron a la Familia Marvel durante una larga temporada. Fawcett estaba en la cima de la montaña; todo lo referente a Captain Marvel daba rendimiento instantáneo.
Los años cincuenta comenzaron con la misma tónica. Básicamente, porque Otto y C.C. apenas se despegaban de sus personajes. Era obvio que había que hacer cierta reestructuración. El fin de la II Guerra Mundial supuso una regresión para el mercado del superhéroe. La gente acabó un poco cansada de las mallas y decidió girar hacia territorios más interesantes. Uno de ellos era la ciencia ficción….. y los autores recogieron el guante. Imaginen una historia donde el punto de vista está tomado desde el propio planeta Tierra. En él, se nos hace partícipe de la degradación del mismo, gracias a los desmanes de la raza humana. Ese es, ni más ni menos, el leit motiv del arco conocido como “Captain Marvel battles the World”. Otro de los géneros en boga era el horror, por lo que los enemigos se volvieron algo más arriesgados, con una cercanía a la temática del terror. Binder y Beck trataron de dar lo mejor de sí ante un género en decadencia y la verdad es que también afectó a Marvel y familia; a un menor nivel, por su popularidad pasada, pero se sufrió un retroceso. Mientras otras editoriales cerraban su división de supers, Fawcett y DC eran de las pocas que mantenían en antena personajes como Capitán Marvel y Superman, entre otros. Esta analogía no está insertada por casualidad, porque los años cincuenta supusieron el cierre de Fawcett debido al empuje de DC Comics. Veamos cómo se desarrolló el conflicto.
National Periodical, o más coloquialmente DC, era la compañía más importante del cómic americano desde los años 40. Otras empresas podían tener éxitos momentáneos o grandes best sellers, pero en el cómputo global, nadie podía hacerle frente. Basada en un sistema de producción en cadena, muy mecanizado, controlado por férreos editores, aplicando un método industrial a una ocupación artística, que la mayoría de publishers casi sacaban de manera artesanal, se puede decir que se estaba convirtiendo en un gigante implacable. Ver como Captain America Comics#1 vendía un millón de ejemplares podía ser algo aceptable; ver como el Capitán Marvel colocaba varios millones al mes, durante una buena temporada, escocía un poco más. El tema es que la similitud entre los personajes podía ser llamativa, pero eso es algo que era habitual en la Golden Age. La copia-homenaje estaba a la orden del día y se suponía que había espacio para todos en un mercado en expansión. Y es obvio que la gente de Fawcett no escondía sus intenciones en aquella portada de Whiz Comisc#2, que trataba de emular al Action Comics#1. La conexión era palpable. Pero no era así en la mente de los mandamases de DC, por lo que decidieron someter a juicio la disputa. Lanzaron varias demandas contra Fawcett mientras que sus publicaciones continuaron como si nada; el aficionado no percibió que detrás de las bambalinas se estaba librando una batalla legal a gran altura.
Fawcett se fue escapando de las primeras demandas. Los jueces no veían motivo para paralizar la salida de Captain Marvel. Pero DC no se rindió, ni siquiera con el paso de los doce años que duraron los litigios. Esperaron su momento y ese llegó cuando conocieron de la existencia de Manley Wade Wellman. Éste era un escritor de fama, ganador de varios premios literarios… que había trabajado como “negro” en la confección del Capitán Marvel. Eso es algo habitual en la Edad Dorada de los cómics. Pocos autores gozaban del privilegio de firmar sus obras. Según las declaraciones del mismo, las órdenes de Roscoe Fawcett fueron copiar descaradamente el modelo del Superman de DC. Un testimonio explosivo, pero aun así, era la palabra de un hombre contra las de todo un estamento editorial, sin prueba alguna. Y ahí viene el gran bombazo de Wellman, pues en un intento de quedar para la posteridad, había incluido pequeños signos que dejaban su impronta grabada. Como sabía que Fawcett no le acreditaría en la vida, puso sus iniciales de manera minúscula en varios globos de pensamiento de los personajes. Cuando los jueces pudieron determinar la veracidad de sus palabras, el caso quedó visto para sentencia. Fawcett Comics no podía hacer uso del Capitán Marvel, ni de ninguno de sus derivados, a costa de ser fuertemente penalizados.
En la editorial se sabía que eso implicaba su práctico fin. En enero de 1954 (fecha de portada) sale a la luz el último ejemplar con la Familia Marvel como protagonista. The Marvel Family#89 proponía un cierre definitivo, al desaparecer para los restos, dejando a Billy Batson con su vida normal de adolescente. Los presagios no tardaron en cumplirse. Y eso que se intentó, con Otto Binder y C.C. Beck estableciendo una copia nada disimulada con Fatman, The Human Flying Saucer, que apenas tuvo relevancia. Fawcett se queda sin parcela de negocio y al poco tiempo decide dedicarse a los magazines. El proyecto dejó de ir bien y las pérdidas no tardaron en arribar, por lo que deben afrontar una situación realmente seria, el cierre editorial. Fawcett volvería a los tebeos en los sesenta, manteniendo un perfil bajo hasta su definitiva disolución (aguantaron con Daniel el Travieso y poco más).
Y aquí es donde viene el dato curioso de toda esta historia, pues Captain Marvel acabó recalando en DC en los setenta. El personaje quedó en un limbo legal muy extraño. Fawcett no podía utilizarlo por orden judicial; pero es que la recientemente creada Marvel Comics se las apañó, en 1967, para conseguir de manera oficial el copyright del nombre, dejando las características básicas de la cabecera clásica aparte. Martin Goodman quería algo nuevo y refrescante, nada que recordase a las aventuras de Billy Batson y su alter ego. Carmine Infantino llega al máximo puesto editorial de DC Comics en 1971 y decide rescatar al bueno de Marvel. Ahora sí, todos los elementos reconocibles de los buenos tiempos de Fawcett se verían reimpresos en impactantes aventuras para el disfrute de nuevas generaciones: Billy Batson, la palabra mágica, la familia…. Incluso se fichó al artista C.C. Beck, pese a que el dibujante se hallaba en un lento declinar. Shazam#1 sale al mercado en febrero de 1973, con Superman en la portada, acercando lazos ante aquel que había sido su enemigo acérrimo, en tiempos. Infantino conocía de primera mano el arreglo que había establecido Goodman, por lo que el término Capitán Marvel quedaba vetado. Como hemos visto, se optó por potenciar a la palabra que provocaba el cambio entre Billy y el Capitán, Shazam. Ahora bien, Carmine, muy pillo él, no pudo resistir el influjo de colocar un bonito subtitulo que indicaba que estábamos ante las aventuras del Capitán Marvel original. Hay un dicho que reza “quien a hierro mata, a hierro muere” y eso le tocó a DC, ya que Goodman contratacó con sus abogados para impedir que eso no se volviese a repetir. Desde entonces, DC Comics tiene absolutamente prohibido utilizar el concepto de Captain Marvel, en ninguna referencia, ya sea primaria o secundaria. Por lo menos, mientras que Goodman se mantuvo al mando. Tal y como recordaba Roy Thomas, para el Publisher era una simple marca comercial, pero una que le había costado lo suyo. No iba a dejar que otra editorial jugase con ello. Como diría un sabio, esto es un ¡¡zas, en toda la boca!! de manual.
Volviendo a los años 50, cuando el personaje era sensación, se puede señalar que la cancelación y congelación, que no olvido, vino bien para que una serie de creadores vieran la oportunidad de hacer su Captain Marvel particular. Como hemos señalado anteriormente, la Golden Age es una época propicia para el reciclaje, por no decir la copia descarada. Se podría citar The Fly de Joe Simon y Jack Kirby como un claro ejemplo de coger las bases y edificar algo nuevo. Pero de aquellos días nos vamos a quedar con Marvelman, la versión británica del Capitán Marvel.
Len Miller se encargaba del editar el material Fawcett en Gran Bretaña, cuando una extraña misiva llega a la redacción. El Capitán Marvel deja de publicarse. La demanda en las islas era altísima, por lo que Miller se acerca un prometedor creador llamado Mick Anglo y le solicita hacer su propia interpretación. Así nace Marvelman en 1954, el reverso inglés del celebrado personaje. Anglo no tiene ningún reparo en copiar las características de las que tanto disfrutaba la parroquia. La palabra mágica se transmuta en Kimota (Atomik, en sentido inverso, por ser parte de la era nuclear) y el alter ego del superhéroe en Mike Moran, un periodista con el honor de poder luchar contra la injusticia. Los elementos comunes saltan rápido a la vista, tal y como se puede nombrar al antagonista, el Doctor Gargunza (en honor al Doctor Sivana) y los sidekicks, en este caso Young Marvelman o Kid Mavelman (rememorando aquella Marvel Family, y muy especialmente a Captain Marvel Jr.). Las distintas cabeceras, a la manera Fawcett, se mantuvieron fuertes durante una buena temporada. El principio del fin vino con la ruptura entre Anglo y Miller, que separaron caminos en 1960. A partir de entonces, los títulos comenzaron a decaer. En 1963 Len Miller ya no puede aguantar más pérdidas y decide cerrar por bancarrota.
Este personaje, copia declarada de otro americano, arraigó en el imaginario popular inglés, y en otro tiempo, con otras aptitudes, fue recuperado en la revista Warrior, donde un par de chavales llamados Alan Moore y Garry Leach (pronto reemplazado por Alan Davis), le dieron la vuelta al concepto hasta convertirlo en una de las grandes obras maestras del medio, en nuestros añorados años 80. Por supuesto, no vamos a entrar en detalles sobre la misma, dado que su complejidad e importancia nos alejaría del tema principal a tratar. Solo recordar que tras una serie de vericuetos legales, el material terminaría en manos de Eclipse Comics, una de las primeras independientes americanas de aquella década. En 1985 cambió el título a Miracleman, para evitar problemas con Marvel Comics, y dispuso la senda para nuevas aventuras, entre cuyos autores tenemos a Neil Gaiman y Mark Buckingham, pareja creativa que estableció un ciclo en tres partes que quedó inconcluso. Y de nuevo toca hablar de cuestiones incómodas, puesto que el artista Todd McFarlane, legendario fundador de Image Comics, compró Eclipse en 1996, con todas sus propiedades, secuestrando el concepto de Miracleman. Utilizado de manera ocasional como Man of Miracles, lo que representaba un completo desperdicio, parecía que se perdería para siempre en el vacío de los personajes secundarios.
Gaiman tuvo problemas legales con McFarlane, no específicamente por Miracleman, y Marvel Comics se decidió a ayudarle. Durante una época, el bueno de Neil se asoció a la Casa de las Ideas por motivos interesados. De todo ello se sacó la incorporación de Angela al catálogo marvelita y lo que es más importante, se inicia la lucha por la compra de los derechos de Miracleman por parte de Marvel Comics. En 2013 se anuncia a los cuatro vientos que el objetivo se había cumplido. Gaiman y Buckingham deben completar su parte inconclusa, a la espera de lo que realizará la editorial neoyorkina cuando eso ocurra….¿formará parte de la continuidad tradicional, como todo apunta que se ha hecho con el reciente fichaje de Conan? Solo el tiempo lo dirá.
Aunque parezca mentira, en los años sesenta todavía se intentaba replicar el éxito del Captain Marvel de Fawcett. Así, una leyenda del noveno arte como Carl Burgos expuso su propio Capitán Marvel, sin corte, en una editorial muy minoritaria, llamada M.F. Enterprises, en 1966. Entre que el nivel de copia llamaba mucho la atención y que Marvel Comics estaba presta a registrar el nombre, la vida de este émulo fue demasiado breve, pues apenas duró cuatro ejemplares. Otros intentos involucran nombres muy asociados al original, como es Otto Binder. Éste , con la ayuda de Carl Pfeufer, alumbró en Lighting Comics a Todd Holton, Super Green Beret en 1967, integrando como novedad el concepto de la conversión de niño a experto militar, en vez de un colorido tiarrón en pijama. Hasta los autores de Superman se sacaron de la manga un villano llamado Sha-Vam, alguien que traía consigo poderes derivados de la mitología griega clásica. Homenajes y más homenajes, todo lo que quieran, pero no se puede negar que la editorial que más hincapié hizo con celebrar el término fue nuestra querida Casa de las Ideas. ¿recuerdan que les habíamos dejado con un indeseado coitus interruptus? Pues volvamos a ellos.
La compañía de Martin Goodman había pasado un pequeño proceso de cambios de nombre, según la coyuntura: Timely en los cuarenta y Atlas en los cincuenta, grosso modo. En el año 1961 la editorial se encuentra en un momento tranquilo. Stan Lee y su jefe deciden que el clima de bonanza que se percibe debe ser coronado con otro cambio en la nomenclatura. Las opciones se reducen de manera drástica a uno sola; Marvel Comics fue el tebeo que inauguró el catálogo de la casa, por lo que se concuerda que esa debe ser la elección. La primera de las cabeceras que porta ese marchamo es Amazing Adventures#3, publicado en mayo del 61, además de una manera muy modesta. Pero el nombre adquirirá si cabe más fuerza cuando dé comienzo la Era Marvel de los cómics, con el lanzamiento de los 4 Fantásticos. El futuro se adivinaba grandioso.
A Goodman le encantaba lo de «Marvel«. No en vano, él se lo puso a su revista en el año 39; pero es que Lee era otro entusiasta, como había demostrado en los años 50. Así, en septiembre de 1963 (fecha de portada), conjuga fuerzas con su habitual colaborador, Jack Kirby, para presentar a los X-Men, los mutantes del Universo Marvel. Uno de sus integrantes es Marvel Girl, la Chica Maravillosa, una telequinética de primer nivel, lo que nos deja una digna heredera del concepto Marvel Boy que tantas veces se había probado previamente. Jean Grey hizo gala de ese sobrenombre durante su andadura con la Patrulla X original, hasta que en los setenta Chris Claremont y John Byrne forzaron su desarrollo para convertirla en Fénix, una mutante de poder omega. Desde entonces, lo de Chica Maravillosa ha pasado a ser cosa del recuerdo. No obstante, de forma reciente lo hemos vuelto a recuperar con la llegada de los Cinco Originales al panorama Marvel Now!, cortesía de Brian Michael Bendis, por lo que el concepto Marvel Girl ha vuelto a tener su momento de gloria editorial.
El cambio de nombre de Jean no afectó mucho a Stan Lee. La razón es que el objetivo ya había sido cumplido con anterioridad. A Stan le sabía muy mal que no hubiese un personaje relevante con el nombre homónimo de la editorial. Marvel Girl era una opción, sin duda, pero se necesitaba alguien con entidad que pudiera encabezar una revista. Algo sonoro como Capitán América…..o Capitán Marvel. Fue en esos instantes cuando se apercibieron de que el personaje de Fawcett se hallaba en un limbo legal. Goodman partió con sus abogados y le trajo a su editor un contrato donde se adjudicaban en exclusividad el título. La compañía podía sacar un tebeo con su propio Captain Marvel. Stan decidió saltarse cualquier paralelismo con su homónimo de la Golden Age, por lo que optó por asociarlo a una raza que él mismo había creado, los Kree, y darle un fuerte componente cósmico. Llamó al decano Gene Colan, para dar forma gráfica a su historia de origen, que vería la luz en Marvel Super-Heroes#12 (diciembre de 1967, fecha de portada), estableció el argumento general y se apartó del resto de tareas. Sería Roy Thomas el que moldearía las características iniciales del personaje, que no tardaría en obtener su propia colección. Por tanto, el capricho de Lee y Goodman estaba cubierto.
Pese a ello, se cuentan por varios los intentos de reciclar el concepto Marvel Boy. Por ejemplo, en Captain America#217 (enero de 1978, fecha de portada) tenemos el debut de Wendell Vaughn, más conocido como Quasar. Pero, su primer alter ego fue el de Marvel Boy. En este número, a cargo de Roy Thomas, Don Glut y John Buscema, conocíamos a este chico que se había formado bajo el paraguas de S.H.I.E.L.D. y que se hace con las bandas cuánticas de un personaje, también reintroducido por Thomas en continuidad, llamado The Crusader, que ya sabemos que se trataba del Robert Grayson original. En los 4F (números 164 y 165) se presentó este extraño homenaje al viejo Marvel Boy, con un claro bagaje de poder cósmico. A raíz de aquí, Vaughn comienza su carrera como secundario, intentando subir algo de nivel al renombrarse como Marvel Man. Fue Mark Gruenwald, en Incredible Hulk#234, el que lo transformó en el definitivo Quasar, dejando de lado la dichosa coletilla. Aun así, estuvo más de un año siendo reconocido por el público como Marvel Boy.
En Giant Size Defenders#5 (julio del 75, fecha de portada) descubríamos que podía ocurrir ante una de las grandes paradojas del Universo Marvel, encontrar una contrapartida tuya, del futuro o del pasado, según el punto de vista. De esa guisa se vestiría Vance Astrovik, un chico de aquellos setenta que no sabía qué se iba a convertir en uno de los Guardianes de la Galaxia originales. Éste fue un grupo nacido en 1969, cortesía de Roy Thomas, Stan Lee y Arnold Drake, donde se tiraba por los rudimentos de la ciencia ficción. En un futuro lejano, la galaxia está dominada por los Badoon y solo unos pocos elegidos resisten sus envites; una curiosa asociación de héroes provenientes de varios planetas del Sistema Solar. Astro representa a la Tierra. La razón que se esgrime para que todavía esté lozano en el año 3000 es la criogenización, dado a que el mayor Vance se enfrentaba a un largo viaje sideral. Después de algunas apariciones notables de su versión futura, el bueno de Astrovik cayó en el paquete de los caracteres olvidados, siendo recuperado en los noventa para una flamante formación, los Nuevos Guerreros, una creación de Tom DeFalco. Y hasta aquí queríamos llegar, ya que la versión que se integra en el supergrupo es la juvenil y decide presentarse ante el resto de sus compañeros como Marvel Boy, sobrenombre con el que cubrirá su periplo como New Warrior. A finales de la década de los noventa se transformó en Justicia y así sería conocido por sus compañeros en los Avengers de Busiek y Pérez. Como ven, otro intento más de legitimar el término de marras.
Llegamos ya al año 2000, fecha en la que Marvel contaba en sus filas con un colaborador de la talla de Grant Morrison. El guionista escocés, como apasionado de Jack Kirby y como entusiasta del chico que llega de allende de las estrellas, decide reinventar el concepto de Marvel Boy para el nuevo milenio que se acerca, ayudado en la parte gráfica por J.G.Jones. Noh-Varr es un joven guerrero kree, muy impetuoso, que colisiona en la Tierra para hacerse un hueco entre los diversos asuntos que asolan a la humanidad. Morrison desarrolla al personaje en una serie limitada de seis ejemplares, publicada en el sello Marvel Knights. Con su habitual sentido crítico y rebelde, logró el objetivo de implantar al joven Kree en el panorama editorial. Es el Marvel Boy oficial que consta en la actualidad de la compañía, moldeado por escritores como Jason Aaron o Kieron Gillen, que lo hizo parte de los Jóvenes Vengadores. Y ya saben, del filial es fácil saltar al primer equipo, cosa que ocurrió durante la era de Jonathan Hickman en los Avengers.
Para poner punto y final a este apartado, todavía nos hemos acordado de un personaje de origen reciente, introducido en la continuidad como Blue Marvel. El truco está ahí, utiliza el término del que hemos venido repasando historia e intrahistoria. Adam Brashear es una creación del guionista Kevin Grevioux y del dibujante Matt Broome en 2009, surgido en una mini serie específica donde se nos contaban las interioridades de este científico afroamericano, de alto cociente intelectual, convertido en un reactor de energía viviente. No nos vamos a extender mucho en él, puesto que es un producto muy reciente, en el que destaca su mini serie de origen y su participación en los Ultimates de Al Ewing. Pero sí vamos a constatar que Adam es una persona entrada en años, de hecho se le recuerda como veterano de la Guerra de Corea, que ocurrió entre 1950 y 1953, los días en que Marvel Boy intentaba hacerse un hueco como superhéroe. ¿Casualidad? Probablemente, aunque sería una genialidad poder hilar ambos conceptos por ahí.
Lo que sí es un hecho constado es que no es la primera vez que se utilizó el término Maravilla Azul en la editorial. Volvamos a 1992, más concretamente a la serie Quasar. Mark Gruenwald había determinado una sintomática radiografía de lo que supone portar las bandas cuánticas, lo que incluía a Robert Grayson. Pues bien, tras la Guerra del Infinito de Starlin, don Mark se propone recuperar al primigenio Marvel Boy. Según el guionista, había pasado a servir a Thanos, tras ser recreado por el hijo de Mentor, gracias al poder del Guantelete del Infinito; Wendell Vaughn estaba desaparecido debido a los trágicos eventos finales de la saga pertrechada por Starlin. Para el Titán, es necesario contar con un nuevo Quasar y lo manda a la Tierra, donde chocará con los Vengadores. Los héroes saben que ese no es su «Quasar» y Robert, haciendo honor a su locura, decide que necesita convertirse en alguien con entidad propia, Blue Marvel, la Maravilla Azul. Su periplo se reduce a esta saga (Quasar #40-43) y apenas es relevante. Solo Jeff Parker, para dar forma al Uraniano, tuvo que tenerla en consideración para hilar de manera perfecta la personalidad del personaje. Aun así, parece claro que Grevioux tuvo el suficiente tino para que hubieran elementos que nos recordaran, aunque fuera vagamente, al Marvel Boy original.
Sea como fuere, Marvel Boy, Marvel Girl, Blue Marvel o el Uraniano, ya hemos comentado que son cuestiones totalmente accesorias. El gran hito para Goodman y su editor fue hacerse con los derechos del título Captain Marvel en 1967. En el universo de ficción, que se tejió durante la Era Marvel, ha quedado asociado a un concepto de legado. Varios personajes han vestido sus galas a través de todos estos años, por lo que toca repasarlos de manera individualizada. Y a ese cometido nos dedicamos a continuación.
Mar-Vell, el espía que llegó de allende de las estrellas
El Capitán Marvel desemboca en la editorial homónima en 1967. Stan Lee tenía ante sí la responsabilidad de honrar un nombre que había significado mucho para tantas generaciones. Pero Stan era zorro viejo; llevaba en esto demasiado tiempo, además de tener un gran bagaje a su espaldas, la creación de todo un universo compartido. No había nada que para The Man supusiese algo insalvable. De esa tradición recordamos a los Kree, una poderosa civilización expansiva, que ha tratado de tener influencia en nuestro planeta Tierra. El planteamiento surgiría por aquí, hilando con una civilización sideral pero centrando las historias en nuestro suelo terráqueo. Una avanzadilla estelar se dirige hacia la Tierra, con el objetivo de establecer el grado de peligrosidad de nuestra especie. Una misión conformada por el coronel Yon-Rogg, la oficial médico Una y el capitán Mar-Vell, principalmente. Aquí Lee establece el típico triángulo melodramático, dejando a Mar-Vell como el único efectivo que debe completar la misión. El kree se encuentra en un elemento extraño, por lo que necesita una pócima para poder respirar en nuestra atmósfera, un impedimento para un guerrero con increíbles atributos.
La trama estaba lista para ser dibujada y en ese apartado gráfico se buscó la dedicación de Gene Colan y Frank Giacoia, encargados de perfilar el atuendo del protagonista, con tonos verdes y blancos, y de presentar al grueso de la tripulación. Para darle salida, en un panorama repleto de superhéroes, se fijaron en una cabecera contenedor, Fantasy Masterpieces, de salida bimestral, que durante once números se había encargado de reeditar material de la Era Timely. A partir del #12, pasará a ser renombrada como Marvel Super-Heroes, con el argumento del Capitán Marvel como principal reclamo, en diciembre de 1967 (fecha de portada). El personaje continuará un número más en esta colección, para pasar a protagonizar su propio título, Captain Marvel, en mayo de 1968 (fecha de portada).
Marvel Super-Heroes#13 supuso un cambio trascendental en los guiones, puesto que Lee no sería su responsable. El testigo se traspasa a Roy Thomas, el pupilo preferido de Stan. Roy se transforma en el responsable de definir la personalidad definitiva de Mar-Vell. Y como amante de la continuidad, se decide recuperar al Centinela 459, aquel que inició la senda de los kree en Fantastic Four#64, o los Skrull, sobre lo que edificará una rivalidad en el futuro. Pero también añadió detalles de su cosecha, como la asunción de la personalidad civil de William Lawson, técnico responsable en el centro de lanzamiento de misiles, ubicado en Florida (un trasunto de Cabo Cañaveral), el típico malentendido con Namor (uno de los fetiches de Thomas) y la presentación de Carol Danvers (Oh Carol!, de ti hablaremos largo y tendido), la jefa de seguridad de la base. Estaba claro que la misión inicial de Mar-Vell, ejercer de espía para la expedición kree, se apartaba en favor de la protección de nuestro planeta. El Capitán se dejó conquistar por la generosidad y el empuje de los confiados humanos.
Thomas y Colan aguantaron en esta primera fase hasta el #4, siendo sustituidos por Arnold Drake y Don Heck a partir de ese punto. Drake, creador de la Doom Patrol y escritor de los X-Men, era alguien con un conocimiento menos acusado de la continuidad que su antecesor, por lo que trató de darle un cambio de rumbo, centrado en el personaje y no tanto en su entorno. Pintorescos villanos espaciales y un aumento de tensiones entre Rogg y Vell, a cuentas del amor de Una, centran las tramas pertrechadas por Arnold. La muerte de la oficial médico se convertiría en la principal losa que debe cargar el personaje. Drake no duraría mucho en el puesto, finiquitando su etapa en el #12. El Capitán Marvel comienza a mostrar su debilidad fundamental en este estadio inicial, su falta de rumbo y estabilidad.
La salida de Drake dejaba en evidencia que, pese al peso y la fama del nombre, la versión marvelita no era precisamente un caramelo fácil de degustar. Era necesario dotarle de trasfondo e interés. Sin menospreciar la labor interesada de Roy Thomas y Arnold Drake, queda constancia de que a la altura de 1969 todavía no era un objetivo conseguido. Stan Lee decidió pasar el testigo a un chico joven recién llegado, con ideas hippies y bastante lisérgicas, que bien podía revolucionar la cabecera. Su nombre Gary Friedrich. Pero tampoco resultó. Nos encontramos en un momento fundamental puesto que el año 69 supuso todo un terremoto en cuanto a cambios. Como hemos adelantado, primero la batuta pasó a Friedrich, con un estilo cósmico muy marcado (y un cruce con Iron Man), para apenas tres números después, en el #16, nombrar a Archie Goodwin nuevo responsable literario. Goodwin era alguien de prestigio, con una carrera en la editorial Warren a sus espaldas. En un solo número cierra varios cabos sueltos, con un saber hacer envidiable, preparando así el camino para darle su propio toque a la colección. Pero de pronto, es llamado a filas. Lee le cesa de sus funciones. Los motivos distaban mucho de ser profesionales. El editor pensaba cerrar la colección debido a las bajas ventas. En esas, Roy Thomas solicitaba coger el testigo y Stan no le decía nunca un no a su pupilo preferido.
Thomas sentía una especial atracción hacia este personaje. Sus múltiples atribuciones lo habían alejado de su senda, pero como entusiasta del concepto original y como encargado principal de su personalidad, tras las pinceladas de Stan, no le gustaba verlo abocado a su fin artístico. Mientras que el editor jefe probaba equipos creativos, Roy barruntaba la mejor forma de revitalizarlo. Y pensando en su homólogo de la Fawcett, quizás era necesario acercarlo un poco más a su concepción primigenia. No tanto hacerlo de manera descarada, pero sí que se notase su influencia. En el Universo Marvel no había niños, apenas acompañantes juveniles, pero existía la figura de Rick Jones, un chaval que había supuesto la razón para la conversión de Bruce Banner en Hulk, participó en la primera misión de los Vengadores y que actualmente ejercía funciones de Bucky en la serie del Capitán América. Era el sidekick oficial de la compañía. Así, el propósito del escritor era montar una trama donde Mar-Vell se vería atrapado contra su voluntad en la Zona Negativa, de la que solo saldría gracias a la ayuda del joven Jones, ya que éste recupera sus brazaletes y cada vez que se entrechocan, se produce la trasmutación entre Rick y el Capitán. Stan Lee aplaudió la idea y decidió que debía ponerse en práctica, inmediatamente, cortando de raíz el recién iniciado periplo de Goodwin.
Roy Thomas, acompañado de un gran Gil Kane, vuelve a la colección en el #20. Pero no es única aportación. En el número anterior, obra de Goodwin y Heck, introdujo un detalle fundamental, el cambio de traje. Se olvida el verde y blanco, para renovar su imagen. Sin casco, con la cara cubierta por una máscara, y un uniforme de tonos rojos y azules, más las fundamentales bandas cuánticas, es el regalo que la Inteligencia Suprema (es decir, Roy Thomas) le ofrece a Mar-Vell poco antes de perderse en la Zona Negativa. En esta saga de dos números (que va del #20 al #21), el Capitán parece cortar con los lazos que le oprimían en el pasado, demasiado centrado en su feudo con Yon-Rogg. Había más vida fuera de la flotilla Kree. Tarde y mal, puesto que Stan no pudo evitar el cierre momentáneo de la misma. Las ventas mandaban y las de Marv eran paupérrimas.
A Roy le dolió bastante la cancelación del capitán kree. Y por eso intentó que su legado no cayese en un saco roto. A inicios de 1971 la colección se encontraba cancelada pero Thomas dirigía a los Vengadores y había estructurado un ciclo sideral donde Mar-Vell podía ser un activo relevante. Hablamos de la legendaria «Guerra Kree-Skrull«, que discurrió entre los números 89 y 97 de los Avengers. El Capitán Marvel, como destacado componente de la militancia kree, tendría su papel asegurado en un drama de tamañas proporciones. Además, pronto llegarían buenas noticias desde el departamento de ventas.
Los números tardaban en arribar a la cúpula editorial, debido al sistema de distribución americano. Cuando estos llegaron, los editores constataron el subidón de esos dos números de Thomas y Kane. Pudiera ser que el Capitán Marvel mereciese otra oportunidad. Seis meses después sale a la venta el #22, con Gerry Conway al guion y Wayne Boring al dibujo. Conway solo dura un ejemplar. Marv Wolfman es el siguiente (números 23 al 24) y tampoco parece saber cómo manejar las riendas del guerrero kree. Si no se tiene cuidado, lo ganado se podía ir fácilmente por la borda. Estamos en 1972, en los momentos en que Roy Thomas había alcanzado el puesto de Editor Jefe. Como hemos dicho, tenía una especial querencia por este personaje. Observando el panorama editorial, se fijó en un par de chicos que habían dado salida a tal cantidad de conceptos cósmicos en Iron Man que parecían ser los indicados para esta colección. El camino se apañó rápido puesto que fueron despedidos por la inclusión de un número cómico en la cabecera del Vengador Dorado, que desagradó profundamente a Stan Lee. Sus nombres, Mike Friedrich y Jim Starlin.
Y todo cambió para siempre. A partir del #25 USA, nos encontramos ante una etapa tan relevante, fastuosa, repleta de conceptos e inventiva que parece increíble que pudiera ser desperdiciada; lo necesitaba desesperadamente el bueno de Mar-Vell. Como decimos, hecha al alimón en sus comienzos por el tándem Friedrich-Starlin, sería este último el que acapararía los créditos, como guionista y responsable de los lápices, logrando introducir mucho de su propia cosecha; algunas ideas tan duraderas como Thanos y los Eternos de Titán, Drax el Destructor y demás fauna intergaláctica. La lucha por el cubo cósmico, la introducción de los Vengadores, algo tan excesivo como Eón, Marvel y su viaje a la consciencia cósmica… podríamos estar horas y horas hablando de la genialidad de un Starlin en un momento dulce de creatividad. Es la mejor época del capitán kree, sin duda, una que duró de marzo de 1973 a julio de 1974 (fechas de portada), ocupando el periodo que va del #25 al #34. Jim se va para revitalizar otro concepto en desuso, el Warlock que habían tratado de reinventar Roy Thomas y Gil Kane. No sin antes dejarnos un regalo en ese #34; Mar-Vell debe enfrentarse a un villano terrano, Nitro, cuya habilidad era hacer implosionar su propio cuerpo. En la batalla, un peligroso gas queda expuesto en el ambiente y es el Capitán el responsable de la hazaña de contenerlo. Recuerden este momento.
La salida de Starlin hizo que los editores virasen hacia algunos de sus colaboradores cercanos. Steve Englehart le echó una mano en cuanto a diálogos en su etapa y Al Milgrom se dedicó a entintar sus lápices. Conclusión, Englehart y Milgrom son el siguiente tándem creativo de la cabecera. El guionista mantiene la herencia, muy centrada en lo etéreo y lo cósmico, y decide ampliar las miras con el ciclo llamado “El Juicio del Vigilante”. Uatu se había presentado en Fantastic Four como miembro de una raza ancestral dedicada a registrar los acontecimientos que ocurren en el vasto Universo Marvel. Uno de sus requisitos básicos es que solo observaban, no podían intervenir en el curso de los acontecimientos, de ahí su sobrenombre, los Vigilantes. Pues bien, Englehart nos relata todo un catálogo de irregularidades por parte de la creación de Stan Lee y Jack Kirby, presentándolo además como una vengativa personalidad que se enfrentará de manera directa a Mar-Vell. Esta saga fue bastante polémica en su momento, por lo que los autores decidieron tirar por el catálogo de las esencias en sus siguientes números: Ronan, la Inteligencia Suprema, el Extraño, Drax el Destructor….., pero algo falló en el corazón del escritor. La llegada de Gerry Conway al máximo sillón editorial supuso el abandono de la serie y de la compañía. Ya no funcionaba su asociación con Marvel Comics, por lo que optó por dirigirse a DC Comics. Este periodo, bastante estable a nivel artístico, se concentró entre el #35 y el #44 USA.
Un pequeño periodo de varios fill-in o etapas abortadas muy aprisa, con Chris Claremont y Gerry Conway (del #45 al #48, de julio del 76 a enero del 77, fechas de portada), y pasamos al siguiente nombre en la lista de guionistas, Scott Edelman, ya que Milgrom (con las tintas de Terry Austin) continua inasequible al desaliento. Edelman era un guionista novato en la editorial, pero tenía un bagaje en literatura fantástica y de ciencia ficción. Su periplo se inicia con la cercanía a un número tan importante como el #50 USA. En ese ejemplar tan especial traería a un villano con solera como el Superadaptoide, compañía para Marvel con los Vengadores, además de separar la dinámica entre Rick Jones y el Capitán, tras una considerable cantidad de números. También introdujo una antagonista de origen kree que terminaría por calar en el entorno compartido, la Doctora Minerva. Edelman sabe articular una nivelada unión entre el trasfondo del Universo Marvel (Inhumanos, Wonder Man, Nitro, etc.) y los elementos propios de lo cósmico. Este guionista termina su aportación de forma abrupta (del #49 al #55), finalizando la batalla con Garra Mortal otro escritor, Doug Moench, que tras un número de relleno de Roger McKenzie (el #57), pasaría a ser el titular de una cabecera claramente marchita.
Hubo una época en que Moench se convertía en la solución de urgencia para cualquier problema. A la altura de 1978, era un secreto a voces que el Capitán Marvel estaba zozobrando en aguas peligrosas. Tras el empuje de Starlin y la solidez de Englehart, que lo mantuvo con buenas cifras, el descenso era paulatino. Estamos en los tiempos de Jim Shooter, legendario editor que no daría ni medio metro a colecciones que no funcionaban como debieran. Pero antes, trató el problema con la solución “Moench”. El guionista había dejado una interesante etapa con Inhumanos, en la que se relacionaban con sus creadores, los kree, por lo tanto parecía la pluma indicada para el cometido. Acompañado al dibujo por Pat Broderick y Bruce Patterson, que ya se habían conectado con la cabecera en los últimos tiempos de Edelman, hizo lo que pudo: mucha ciencia ficción pulp, viejos conocidos como Drax o los Eternos de Titán y poco más. Apenas cinco ejemplares firmaron antes de la cancelación efectiva (del #58 al #62, fecha de portada 1979). Shooter no dio espacio para más. Lo triste es que la historia acababa en un continuará, que en aquellos días era un completo despropósito dejar inconclusa. Se buscaría una manera de salir del paso.
Esa forma es un recurso habitualmente utilizado en la editorial, la cabecera antológica. Mar-Vell abre un nuevo volumen de Marvel Spotlight, vieja conocida de los lectores, para finalizar el asunto de la luna de Saturno y su computadora viviente, la intrigante ISSAC. Moench concluye la saga en Marvel Spotlight Vol.2 #2, para dejar un último episodio alegórico en el #3, presentando una cercana relación entre el Capitán Marvel y Elysius, que dará sus frutos en el futuro. El #4 todavía cuenta con las aventuras del personaje, solo que guionizadas por Marv Wolfman y dibujada por Steve Ditko; y un último coletazo en el #8, con créditos de Mike Barr y Frank Miller. Fin de camino para el capitán kree, porque lo que tenía preparado el editor jefe iba a suponer todo un terremoto editorial.
Jim Shooter estaba convencido de que había elementos anquilosados que no dejaban prosperar a la empresa. En tal caso, había que extirparlos o renovarlos. También tenía interés en probar nuevas vías de publicación, entre las que destaca su serie de Novelas Gráficas. Éste fue un proyecto en el que
Así muere el Capitán Marvel pero no su legado. Otros caracteres portaran el manto con entereza y dedicación. Pero de Mar-Vell, poco más esperen. Es de los pocos muertos y enterrados a los que se ha respetado su estatus, honrando la obra donde fuimos testigos de sus instantes finales. Por supuesto, se ha recuperado en flashbacks o historias ubicadas en el pasado (como por ejemplo, Marvel Super-Heroes Vol. 2 #3, en 1990). Algo más de entidad obtuvo en su participación en la Guerra del Caos, donde formó parte de un virtuoso grupo de héroes marvelitas fallecidos o una mini serie que se integraba en aquel mega evento pertrechado por Bendis llamado Invasión Secreta, donde Brian Reed y Lee Weeks jugaban la carta de una posible resurrección, que luego no fue tal. A efectos prácticos. Mar-Vell lleva durmiendo el sueño de los justos desde que Jim Shooter y Jim Starlin así lo decidieran. Solo podemos celebrar la vida y milagros del primer Captain Marvel de la editorial, digno representante de los kree.
Monica Rambeau, ascenso y caída de una súper-heroina
Cuando, hace unos años, se planteó la iniciativa de hacer un listado de tebeos con significación especial, me decanté por incluir en el mismo el primer cómic de la colección de Los Vengadores que había leído: el número trigésimo noveno del primer volumen editado por Forum. En él, se hacía repaso de la historia del equipo, a través de los atormentados recuerdos de Henry Pym. Aquel relato me ganó definitivamente para la causa vengativa -y me hizo conocer las diatribas «correíles» del profesor Loki, pero esa es otra historia-. Acostumbrado a personajes como Superman o el Capitán Trueno, la idea de un héroe caído que mostrara tan claramente la falibilidad humana me fascinó y, desde entonces, el doctor Pym es uno de los personajes por los que tengo más cariño. Sin embargo, allí aparecía una súper-heroína en prácticas que, muy pronto, se convertiría en el símbolo de una etapa en la franquicia que, en ese momento, daba sus primeros pasos. El personaje no era otro que una nueva Capitana Marvel y la época que principiaba era la del guionista Roger Stern, a la sazón creador literario del personaje, en las páginas de la escudería arácnida.
Una de las características de las distintas etapas en la franquicia vengadora ha sido la combinación de personajes con serie propia -sin llegar al carácter icónico de la trinidad deceera en la Liga de la Justicia- con la adición recuperación de otros elemento que, bien por haberse quedado sin su propia serie, bien por haberse puesto de moda, bien por ser del gusto o creación del equipo creativo de turno, acaban ganándose la membresía. Hasta fechas tan relativamente recientes como la pasada década, el carnet y la condición vengadoras suponían la inclusión en un club bastante selecto. El éxito cinematográfico de la franquicia y la necesidad de explotar una marca cuyos derechos para la gran pantalla no estuviera fuera del control efectivo de Marvel, determinó una proliferación de grupos, alineaciones y reclutas que bien podría englobarse dentro del concepto de «café para todos». Sin embargo, la premisa de que cada equipo juega con las piezas que prefiere (y con las que le dejan jugar) se mantiene. Algunas etapas son tan cortas que apenas dejan huella; otras, se prolongan lo bastante como para que la simbiosis entre creador y creación se refleje en un sano desarrollo de este último, en el transcurso de aventuras que, como regla general, quedan en el recuerdo de la parroquia lectora. Este vínculo simbiótico tiene el reverso de que, a veces, la relación es tan particular que el personaje, en otras manos, no suele ser tan bien usado. A veces, puede existir un consenso tácito de exclusividad pero, siendo realistas, rara vez se mantiene respeta, pues estamos ante creaciones controladas por empresas. La historia de Monica Rambeau, la Capitana Marvel, es un buen reflejo de esta situación.
A principios de los ochenta, la colección protagonizada por los Vengadores distaba mucho de pasar por su mejor momento. Después de la primera etapa firmada por Jim Shooter y del fiasco de su bicentésimo número la serie se había convertido en estación de paso para guionistas y dibujantes cuyas aportaciones fueron, en el mejor de los casos, olvidables. El regreso del todopoderoso editor-guionista del momento no planteó una mejora, pero dejó al equipo reducido a unos mínimos sobre los que Roger Stern construiría una etapa recordada, bien y para bien, por la parroquia lectora. Cuando desembarcaba en este nuevo encargo, traía consigo a un personaje presentado poco antes: Monica Rambeau, la Capitana Marvel.
Pongámonos en situación: en 1982 la Marvel comandada por Jim Shooter lanzaba la primera entrega de su colección de novelas gráficas. Tebeos de súper-héroes hechos según formato europeo y siguiendo la línea de remover el panorama iniciada un par de años antes con la salida de la cabecera antológica Epic Illustrated. El primero de todos llevaba por título La muerte del Capitán Marvel y, con esto, queda prácticamente todo dicho. Según cuenta Jim Starlin, Shooter le había pedido que contara un final para las andanzas de Mar-Vell y aquel le devolvió una emotiva historia que toda la afición al género debería leer. Sin embargo, pocos meses después veía la luz -en un especial anual de la principal serie arácnida- un personaje que recogía el nombre súper-heroico del difunto oficial kree. No hay que olvidar que había un personaje de la distinguida competencia que también ostentaba el mismo nom de guerre y no era plan dejarle el campo libre. En ese número especial, Spider-Man apadrinaba a esta nueva heroína que, fiel a los cánones de la época, se presentaba con identidad civil, origen y súper-poderes a una parroquia que veía con expectación la nueva propuesta de Roger Stern y John Romita Jr., creadores del personaje y firmantes de otra memorable época, esta vez en la escudería del trepa-muros.
La heroína novata, que está dotada de un nivel de poder ciertamente considerable, pasa rápidamente a ser tutelada por los Vengadores. El apodo de «Capitana Marvel» o «Capitán Marvel II» (como se la identificó en la primera edición española de Secret Wars) le es concedido por los medios y así se la identifica a nivel de equipo, pues, en ese momento, aún mantiene oculta a sus pares su identidad civil. Su incorporación a los Vengadores no llega en buen momento: uno de sus miembros fundadores, Henry Pym, Chaqueta Amarilla, está siendo sometido a juicio por la presunta comisión de una serie de delitos. Janet Van Dyne, la Avispa, ha sido víctima de sus malos tratos y el matrimonio ha sido disuelto por vía de divorcio. La caída del antiguo vengador amenaza la estabilidad del equipo, mientras otro de los integrantes originales, el Hombre de Hierro, está a punto de perderlo todo en su segunda -y muy larga- crisis alcohólica. En este escenario, unos nuevos Amos del Mal hacen su aparición e infligen al grupo una dura derrota. Todo parece apuntar al hecho de que el propio Pym está del lado de sus enemigos y ha completado una transición al otro lado de la legalidad. Las heridas de la batalla son más anímicas que físicas y, en ese momento, Stern emplea a la figura de la recién llegada como elemento galvanizador de un grupo que se está desgarrando. Monica le lee la cartilla a veteranos como el Capitán América o Thor, al tiempo que brinda su amistad a una atribulada Avispa. Habla desde la admiración y el respeto, pero con una contundencia que obliga a «sus mayores» (por citar algo parecido a la expresión del dios del trueno) a sacudirse y levantarse de nuevo. Al final de esta aventura, Stern ha cerrado los cabos sueltos que había dejado Shooter tras de sí, dejando patente que Jan tiene madera para el liderazgo y apuntando que tiene grandes ideas para la recién llegada que, después de todo, es su hija literaria.
El siguiente paso que aborda el guionista -que, en esta primera etapa está acompañado a los lápices por Al Milgrom- es el derecho que Rambeau tiene a usar el nombre de Capitana Marvel. Para ello, reclutará para la causa vengadora a uno de los mejores amigos del difunto Mar-Vell: Eros de Titán, también conocido -según las traducciones- como Starfox o Zorro Estelar. Juntos, lucharon contra el hermano del eterno -que, en ese momento de la historia marveliana, criaba malvas en forma de estatua- y, llegado el momento, el oficial kree decidió retirarse junto a su pareja al mundo que había ayudado a salvar. El espíritu aventurero de Eros le llevará hasta la Tierra, donde solicitará unirse a los Vengadores, recordando el vínculo que unía a estos con su camarada caído y la posibilidad de embarcarse en aventuras. Después del intercambio de suspicacias de parentesco, el titán es aceptado, no sin antes recibir un apodo que resulte menos embarazoso -desde el punto de vista de lo políticamente correcto- que su nombre de pila. Esta alegre incorporación se verá un tanto ensombrecida en cuanto el recién llegado descubre que hay alguien que parece haber tomado el relevo -nominalmente- de su amigo difunto. Las primeras conversaciones no son lo que se dice cómodas: para Starfox, el Capitán Marvel era un gran héroe y una gran persona, por lo que considera que Monica no está honrando al caído, sino aprovechándose de su buen nombre; para Rambeau, es un tanto estresante estar bajo la mirada desaprobadora de Eros. Esta tensión se verá prontamente resuelta en la primera misión que ambos novatos habrán de resolver, la cual será un ejemplo del uso de Ronald Reagan como recurso más bien cómico en la casa de las ideas, pero esa es otra historia. Stern se las ha arreglado para que Monica pueda usar el nombre que llevara Mar Vell, a través de la bendición de uno de sus mejores y más íntimos amigos.
Durante la primera parte de la etapa Stern, Monica irá ganando peso en el seno del equipo, como consecuencia de varias decisiones editoriales que permitirán que el guionista vaya diseñando un grupo a su gusto. Así, el Hombre de Hierro causará baja, embarcado en la larga etapa en la que el alcoholismo le lleva a perderlo todo frente a Obadiah Stane. Por su parte, Thor tendrá sus propios problemas en una colección que, en esos tiempos, era llevada con mano firme por Walter Simonson. El vacío es colmado con personajes sin serie propia pero, además, la creación de una división californiana alejará de la base de Nueva York a un peso pesado de la franquicia como es Ojo de Halcón. El guionista tiene hueco, en definitiva, para que su creación siga madurando; el talento de don Roger se refleja en el hecho de que este crecimiento no sea forzado, sino acompasado a las circunstancias. Así, el complot de la Visión para hacerse con el control de los sistemas informáticos del mundo, se verá complementado por una añagaza que alejará a Rambeau de la Tierra y la llevará al espacio y a una aventura en solitario, para afrontar otro aspecto del pasado de Mar-Vell: el legado de Thanos.
La aventura que lleva a Mónica a Santuario II -la poderosa nave de guerra del titán loco- marca la llegada de un nuevo equipo gráfico a la colección: Al Milgrom se va con Steve Englehart a trabajar en la serie abierta dedicada a los Vengadores Costa Oeste y, en su lugar, llegan John Buscema y Tom Palmer. El primero firmaría su segunda época en la cabecera, brindando siempre su indudable talento, en tanto que el segundo -que también retornaba a la misma- se convertiría en el entintador de la colección durante un buen puñado de años, imprimiendo su particular estilo sobre los trazos a lápiz de dibujantes bien distintos. Para lo que aquí interesa, huelga decir que la serie de un inmenso salto cualitativo en la parte gráfica y, por lo que a la Capitana Marvel se refiere, adquiere una imagen en la que queda patente su inmenso nivel de poder.
El punto culminante de la segunda etapa firmada por Stern será la historia del asalto a la mansión, con el enfrentamiento entre los Vengadores y unos Amos del Mal comandados por el Barón Helmut Zemo. El guionista, cuyo primer acto en la serie ha sido reconstruir un grupo en horas bajas, ejecuta un drama en varios actos, en el que el equipo que ha diseñado es vencido en todos los frentes, gracias al plan de un brillante estratega como es el rencoroso hijo del viejo científico nazi cuyo nombre tomara. La capacidad del equipo más poderoso de la Tierra marveliana para levantarse será determinante para obtener la victoria final, pero, de nuevo, las heridas -físicas, psicológicas y materiales- serán determinantes para una nueva reestructuración: la Avispa considera que ha llegado el momento de dejar la presidencia, pues teme que se la acabe considerando imprescindible. Después de un breve debate -y de la oportuna historia corta con moraleja directamente aplicable- la Capitana Marvel se convertirá en su sucesora. Stern ha narrado el proceso de madurez de una súper-heroína, desde su aparición hasta el puesto de mayor importancia en el organigrama vengador. Esta decisión será, editorialmente hablando, la que ponga fin a su presencia en la colección y la que precipite, a su vez, el destino de su protegida.
Cuentan las crónicas nemedias relativas a esos tiempos que el guionista entró en conflicto con el editor Mark Gruenwald -en aquellos días, guionista de la serie protagonizada por el Capitán América- a cuenta del papel de Rambeau como presidenta y los acontecimientos que debían producirse en aventuras subsiguientes. Para Gru, Monica debía meter la pata hasta el fondo y dejar paso a Steve Rogers. Stern estaba en desacuerdo y, al final de una aventura en la que los Vengadores se enfrentaban a las deidades olímpicas, dejaba la colección. Su sucesor circunstancial, el veterano Ralph «No-Daniel-San» Macchio uso los argumentos esbozados para la siguiente aventura -Heavy Metal- pero ahí ya quedó patente que algo había cambiado. Buscema y Palmer continuaron, pero los personajes no actuaban como lo habían hecho previamente. Otro recién llegado -al final de la etapa Stern– como el Doctor Druida, empezó a cuestionar el liderato de una Capitana Marvel que, después de haber demostrado su valía como jefa, empieza a mostrar signos de inseguridad. Cuando el escritor coyuntural deja paso a otro más permanente -aunque igualmente transitorio- en la persona de Walter Simonson, los días de Mónica al frente del equipo y su participación activa en él estarán contados.
Don Walter, que viene de hacer la etapa definitiva de Thor el Poderoso y realiza una notable labor de reciclado junto a Louise Simonson en la desastrosa Factor-X, viene con la intención de configurar un equipo vengador costa este a su gusto. La Capitana Marvel es la protegida de su predecesor y no la suya, pero le dará una salida ciertamente épica, cuando sacrifica la mayor parte de su poder, para detener a una monstruosa serpiente marina -que no es otra que la esposa de su camarada Namor, pero esa es otra historia-. Monica quedará incapacitada temporalmente y eso motivará su salida del equipo. Vengadora una vez, vengadora siempre, pero las cosas nunca volverán a ser como fueron.
No obstante lo anterior, hay que decir que Monica mantuvo el alter ego de Capitana Marvel durante varios años más. Así, su retorno a la actividad súper-heroica se produjo en un especial firmado por dos competentes autores como son Dwayne McDuffie y Mark Bright. Previamente, había renovado su membresía en el efímero sistema de organización planteado por John Byrne, aunque aún se le veían las huellas de su combate contra Leviatán. Poco después, aparece junto a un grupo de reservistas en Actos de Venganza, pero ni el canadiense ni sus sucesores parecen tenerla en consideración. Su nivel de poder se ha visto sensiblemente reducido, como consecuencia de la batalla ya citada, pero sus apariciones en la franquicia van a ser muy esporádicas. En Operación: Tormenta Galáctica comandará la delegación vengadora al Imperio Shi’Ar, pero, aun resultando grata su recuperación, su papel dista mucho de recibir los focos que le brindara su creador literario. Poco tiempo después, Marvel, en un maniobra de abandono temporal de las sagas anuales, dedicó estos especiales a la presentación de nuevos héroes y villanos. La mayor parte de las creaciones generadas con esta iniciativa se ha perdido en el olvido, pero toda regla general tiene su excepción, y esta vino de la mano de Genis-Vell, el hijo póstumo del Capitán Marvel y consecuente heredero de su legado. Después de unos inicios titubeantes -como secundario de las aventuras de Estela Plateada y protagonista de una miniserie ubicada en consumido sector cósmico de una editorial en seria crisis- el recién llegado decidió dar un paso más en la herencia paterna y asumir su nombre. En una historia corta, perpetrada en una antología vengadora barata -de precio y de calidad- Genis y Monica se encontraban y esta cambiaba su apodo por el de Fotón, permitiendo al joven ser el nuevo Capitán Marvel. Bien se podría decir que Stern hubiera resuelto el problema de forma parecida, pero lo que en los ochenta podía tener justificación, en los noventa ya no la tenía, sobre todo cuando la premisa, cuestionable, se desarrollaba de una forma ciertamente lamentable.
Monica seguiría haciendo su aparición en unos cuantos eventos grupales de la franquicia vengadora. Cuando Kurt Busiek se hizo cargo de la misma, se molestó en tener cierta deferencia hacia la importancia pasada del personaje, llegando a emplearla en la última fase de su etapa. Esta recuperación, más bien episódica, dejó un buen sabor de boca a la afición veterana, pero no tendría excesiva continuidad, hasta que, en fechas relativamente recientes, la proliferación, como setas tras la lluvia, de equipos vengadores la trajo de nuevo a la actualidad. Entretanto, la veríamos como secundaria en series como la dedicada a Pantera Negra, muy lejos del protagonismo de antaño.
Como apostilla a esta parte del artículo, me gustaría mencionar el paso del personaje por las manos de Warren Ellis, vía NextWave. En esta maxi-serie de corte ácidamente humorística, el guionista reflejaba, a su cruel manera, el paso de Monica de la gloria al olvido. La serie, que parodia un buen puñado de conceptos de la casa de las ideas, presentaba a Rambeau como alguien anclado en sus días de gloria. Muy probablemente, ese rescate sirvió para volver a poner al personaje en la memoria de la parroquia lectora, pero no deja de ser una sátira feroz de la forma en la que se afronta el hecho de que los mejores tiempos quizá estén detrás.
No puedo terminar esta parte del artículo, sin mencionar abiertamente el hecho de que, con independencia del cariño que puedo tener hacia personajes como Mar-Vell, Genis-Vell o Carol Danvers, para mí, generacionalmente, es Monica Rambeau la Capitana Marvel que me corresponde. Su período más luminoso -y nunca mejor dicho- coincide con mi etapa favorita en la historia vengadora y con la labor de quien, para mí, es uno de los mejores guionistas de la industria, el escritor Roger Stern. Quizá se pueda decir que, con guionista y personaje, los mejores tiempos quedaron atrás, pero siempre existe la esperanza de que vengan tiempos en los que esta Capitana Marvel -sí, vale, tiene otros nombres, pero no cuentan- vuelva a ser una pieza determinante en el universo marveliano.
Genis-Vell, el vástago involuntario
Si acudimos a otro de los más reconocibles personajes que han portado el ominoso manto del Capitán Marvel, éste es sin duda Genis-Vell, al que podemos bautizar como el Capitán Marvel de la década de los noventa, título que más o menos comparte con Wendell Vaughn, Quasar, quien a pesar de su valía nunca ha sido llamado Capitán Marvel, como sí lo ha sido Genis.
Editorialmente hablando, el origen de Genis-Vell está en el sexto Anual de Estela Plateada, publicado en Octubre de 1993, en el que todavía no sería conocido como Capitán Marvel, sino simplemente como Legado. Poco después, entre los años 1994 y 1995, el personaje iría apareciendo en varios títulos, especialmente en Silver Surfer y dentro de la saga Poderes Cósmicos (recientemente reeditada por Panini) siendo ya en Diciembre de 1995, en el que sería reconocido como Capitán Marvel, al protagonizar el nuevo volumen del personaje, Volumen 3, escrito por Fabián Nicieza y dibujado por Ed Benes.
Sin embargo, y debido a las bajas ventas, este nuevo volumen tan solo duraría seis números, condensándose la historia que Nicieza tenía pensada para el personaje en sus números 7 a 12, en el número 14 del nuevo volumen del Capitán Marvel, el cuarto en este caso, que viera la luz en el año 2000.
A partir de ese momento, las apariciones de Genis-Vell en cómics serían muy pocas y escasas, hasta su llegada a la colección de los Thunderbolts. De este modo, y de nuevo con la identidad de Legado, apareció en el número 5 de Vengadores Unplugged, para salir de nuevo en un número de Estela Plateada, sin que volviéramos a saber de él durante otros dos años, cuando se le incluyó en una nueva colección de Warlock durante cuatro números.
Una significativa aparición en la miniserie Avengers Forever llevó al personaje a volver a tener su propia serie regular, bajo el título Captain Marvel en 1999, escrita por Peter David, serie que duraría treinta y cinco números, siendo cancelada en Octubre de 2002.
Seguidamente y durante la campaña de Marvel llamada U-Decide, («Vosotros decidís») destinada a conocer la opinión de los lectores respecto a ciertas series con el fin de reorientar las ventas en la editorial, Capitán Marvel fue cancelada, para ser relanzada en un nuevo volumen, el quinto en este caso, cancelado en el año 2004 debido a las bajas ventas, también con el guión de Peter David, tras veinticinco números.
Con el personaje sin colección propia, Marvel decidió seguidamente incluirlo dentro de los Thunderbolts en el número 82 de la colección, en la que permanecería hasta el número 100 (publicado en Mayo del año 2006), donde moriría trágicamente a manos del Barón Zemo, emulando el igualmente trágico final de su padre y predecesor, Mar-Vell.
A esta trágica vida editorial llena de vaivenes y de colecciones inconclusas, le sigue una vida ficcional que nunca ha sido muy amable con Genis-Vell, como veremos inmediatamente. En primer lugar, Genis debe su vida a su padre, Mar-Vell, pero no en el sentido convencional, puesto que no es fruto del amor entre dos personas, sino de la muerte. Así, cuando Elysium, amante de Mar-Vell se entera de la muerte de éste, decide tener un hijo, para lo que se impregna con el material genético de su finado amado, de forma y manera que el Capitán Marvel original acaba por tener un hijo no deseado y póstumo gracias a la avanzada tecnología de los Eternos de Titán.
El drama de este nuevo Capitán Marvel, que todavía no había llegado a ganarse tal nombre, no había hecho más que empezar. Y es que, nada más nacer, su madre se lo lleva a un lejano planeta para criarlo lejos de peligros y de los enemigos de su padre, donde lo hace avanzar artificialmente hasta la adolescencia, implantándole recuerdos falsos que le hacen creer que es hijo de Zorro Estelar, también conocido como Eros, hermano de Thanos e hijo de Mentor.
De este modo, Genis-Vell tendría un origen similar al de su madre, que también tiene una raíz artificial al ser creada por la supercomputadora de Titán, ISAAC, tras ser manipulada por Thanos.
Seguidamente, debemos acudir a la Guerra del Destino, un evento que tuvo lugar en la antes mentada serie Vengadores para Siempre, o Avengers Forever, maxi serie en la que aparecería una versión futura de Genis-Vell, que era conocido como Capitán Marvel, el cual formaba parte del grupo de Vengadores que luchaba en aquel conflicto, suscitado por el resurgimiento de la fuerza del destino de nuevo en Rick Jones, como ocurrió en la Guerra Kree-Skrull. La aparición del Genis-Vell del futuro en aquel evento se debía a que quizás por el nombre que ostentaba, quizás por el material genético que portaba, era el único capaz de recrear la conexión de las nega bandas y el vínculo que su padre tuviera con Jones, estrategia que utilizaría para salvar a éste de la muerte.
A resultas de dicho evento, el Genis del presente se encontraba de repente vinculado a Rick Jones como su padre lo estuvo en el pasado, y además como por arte de magia, se veía portador de la Consciencia Cósmica, ese gran poder que desarrollara su padre durante la Saga de Thanos cuando Jim Starlin se encargara de su andanza editorial. Dicho vínculo, como bien conoceréis, consistía en que ambos personajes no podían coexistir físicamente a la vez, intercambiando su presencia entre el plano material y la Zona Negativa, pero pudiendo escuchar constantemente el uno los pensamientos del otro; en lo que no era si no una maniobra editorial que trataba de recuperar la grandeza del personaje, evocando historias pasadas e icónicas.
Este vínculo les generaría no pocos problemas y malentendidos, pero por encima de todo, desembocaría en una fuerte amistad.
Sin embargo, aquella calma duraría poco. Pronto, Genis-Vell se vería incapaz de controlar su consciencia cósmica, lo que desembocaría en una fuerte locura que le llevaría a destruir el multiverso, el cual sería poco después se rehará para no volver a ser nunca el mismo, pues de repente Genis tenía una hermana de nombre Phyla, de la cual hablaremos más tarde.
A pesar de que nadie en el universo recordaba la locura de Genis, y de que éste había jurado hacer el bien a lo largo del vasto universo, el malogrado personaje tenía alucinaciones en las que la Entidad Epifanía insistía en que todavía estaba loco.
Con un drama que constantemente atenazaba su vida, el siguiente capítulo en la existencia de Genis-Vell no sería en absoluto fácil de llevar. Y es que, en su nueva base en Hyperion, Genis era atacado por una versión futura de Marlo Chandler, la mujer de Rick Jones.
Pronto, y al viajar al futuro en busca de respuestas, Genis averiguaba que era padre, dando vida a un malvado vástago que pretendía destruir el universo utilizando a Marlo y a Genis para ello. Buscando evitar tan desastroso evento y tan poco halagüeña línea temporal, Genis-Vell viajaba a un futuro más cercano, en el que daba muerte a su hijo cuando todavía era un niño, trágico suceso que lo dejaría marcado durante el resto de su corta vida.
En busca de nuevas experiencias, Genis viajaba a la tierra, donde se unía a los Thunderbolts. Al poco de entrar en el equipo, el Hombre Púrpura manipularía a Atlas para que matara a Genis-Vell, a quien arrojaba al río Hudson, dejándolo aparentemente muerto. A pesar de que Genis se estaba recuperando, el Barón Zemo aceleraría el proceso merced a dos piedras lunares que extraían energía del principio y el fin del universo, lo que traería como resultado la pronta revitalización del personaje, que había absorbido el poder de las nega bandas en su interior. Sería como miembro de los Thunderbolts donde Genis desarrollaría un interés amoroso en su compañera de equipo, Songbird y donde tendría un pequeño enfrentamiento con Monica Rambeau, al querer Genis adoptar el nombre de Photon, que ese momento ostentaba Monica, quien a su vez también había sido conocida como Capitana Marvel.
Finalmente, la cuestión se saldaría sin violencia, pasando Monica Rambeau a ser conocida como Pulsar, permitiendo que Genis-Vell fuera conocido como Photon.
Durante esta cuestión sin demasiada importancia, el Barón Zemo se percataba de que al haber alimentado a Genis-Vell con el poder del fin y el principio del universo, había creado un peligroso vínculo entre el otrora Capitán Marvel y el universo mismo que amenazaba con acabar con todo lo que existía, lo que Zemo comprobaba gracias a las piedras lunares, que le mostraban una amplia miríada de líneas temporales en las que Genis-Vell siempre terminaba por destruir el universo.
Genis, consciente de esta desagradable situación, buscaba una forma de evitar dichos apocalípticos futuros gracias a su Consciencia Cósmica, pero tras una discusión con Zemo, éste lo derrotaba y decidía atraparlo en el tiempo, a la par que merced a las piedras lunares y a la fuerza oscura, separaba a Genis en varios pedazos, atrapándolo en la Dimensión Oscura para que nunca nadie pudiera recomponerle.
Así finalizaba la accidentada vida editorial y ficcional de un personaje que nunca pidió llegar a este mundo, pero que supo durante el tiempo que pudo, llevar con honor el legado del Capitán Marvel, prestado involuntariamente por un padre al que hasta en su trágico final, supo emular.
Phyla-Vell, heredera por poco tiempo
Durante las aventuras de Genis-Vell a manos de Peter David, concretamente en el número 16 del quinto volumen del Capitán Marvel, es decir, casi al final de estas, aparece un personaje nunca visto, Phyla-Vell, una hermana de Genis que es llamada por su madre, la eterna Elysius, y aparece con el traje del Capitán Marvel e intenciones que no parecen muy buenas para el protagonista. La historia es algo más compleja de lo que parece, en realidad Phyla es el resultado de que Genis ayudase a la entidad conocida como Entropía a recrear el universo, el subconsciente del protagonista es quien cambia la realidad introduciendo a una hermana nueva, de ahí que nunca se la mencionase antes, aunque en esta nueva continuidad Genis recuerda toda una vida de peleas con su hermana menor, Peter David lo explica muy bien “es lo que pasó con Buffy” haciendo referencia a la famosa serie de Joss Whedon. Cuando Genis se da cuenta intenta borrarla de la existencia pero no lo logra y acaban por hacer las paces. Si bien es cierto que Phyla utiliza el nombre de Capitana Marvel desde el número 17, Genis no está muy de acuerdo con el tema. Phyla se convierte en un personaje secundario durante lo poco que le queda a la serie, su misión será ayudar a Dragon Lunar a cuidar de Margo a petición de Rick Jones, lo que le llevará a enfrentarse a Magus. Al terminar la serie Phyla y Dragón Lunar se van juntas, puede que sea influencia por lo que pasa luego pero parece que ya en esta etapa tonteaban un poco.
Con Genis fuera de juego ella es la única que usa el nombre de Capitana Marvel y viste su traje, hace alguna aparición por el universo Marvel, por ejemplo Dan Slott la usa junto a Dragón Lunar para su serie de Hulka, pero quien la rescata es Keith Giffen para una de las mejores sagas del presente siglo, Aniquilación. Allí Phyla y Dragón Lunar se enfrentan a Thanos en la tumba de su padre, Thanos secuestra a Dragon Lunar y amenaza a Phyla, consiguiendo esta un puesto importante dentro del evento. Su carrera como Capitana Marvel se acaba al final del mismo, cuando consigue las Bandas Cuánticas de Quasar que Annihilus le había quitado al matarlo. Sus Nega-Bandas se fusionan con estas y entonces será conocida como Quasar ya en la siguiente saga, Aniquilación: Conquista. La historia de Phyla no termina ahí pero ya no sigue como Capitana Marvel, su estancia en ese rango fue breve, apenas tres años y con pocas apariciones, pero es un buen personaje y merece la pena mencionarlo.
Khn’nr, el honorable impostor
Otro que merece la pena mencionar aunque no duró mucho es Khn’nr. Durante la Civil War salió a la venta un cómic con una portada blanca y el título The Return, en el Paul Jenkins y Tom Raney hacían algo inaudito, traer de vuelta al Capitán Marvel original. Eran solo unas pocas páginas en las que se contaba que Mar-Vell se encontraba flotando en la Zona Negativa cuando un agujero lo absorbió y lo trajo al presente donde se pone unas bandas y sale a luchar. El mundo se quedó en silencio, Marvel no dijo nada hasta que llegó Invasión Secreta y se le dio una miniserie de cinco números que sería el volumen seis del Capitán Marvel.
Brian Reed y Lee Weeks son los encargados de está supuesta segunda venida de Mar-Vell en el escenario que supuso el evento Invasión Secreta, en el que se descubría que los Skrulls habían estado suplantando a algunos de los grandes héroes del universo Marvel, pero también que tenían a algunos secuestrados, entre ellos gente que estaba supuestamente muerta. El tratamiento de la serie es como si desde el principio se tratase del verdadero Capitán Marvel original y tiene partes bien trabajadas en las que exploran el mito de este personaje, elevándolo al estado de religión, también contiene conversaciones interesantes con sus antiguos aliados y las reacciones de la gente son de asombro aun en ese estado de paranoia existente por la infiltración Skrull, pero la felicidad dura poco y en el cuarto número tanto el lector como el personaje descubre que en realidad es un Skrull llamado Khn’nr. Sin embargo decide luchar contra su propia naturaleza, abandona el camino de los Skrulls invasores y decide seguir actuando como el héroe que se supone que es, por desgracia no dura mucho y fallece en el número 5 de Invasión Secreta.
Noh-Varr y Karla Sofen, los capitanes oscuros
Eran momentos de cambio en Marvel y muchos eventos asolaban a nuestros héroes, después de que Norman Osborn salvase a la humanidad en Invasión Secreta se hace con el control de Los Vengadores, estamos en Reinado Oscuro y sus Vengadores Oscuros necesitan un Capitán Marvel o por lo menos alguien que lo parezca. El bueno de Osborn recurre a Noh-Varr, el Kree de una realidad alternativa llegado a la 616 de la mano de Grant Morrison en la serie de Marvel Boy, alias que más utilizará el personaje del que ya hablamos en la introducción. Estos Vengadores Oscuros eran un grupo de villanos que se disfrazaron como los clásicos héroes, todos menos Noh-Varr que resultó ser un infiltrado y al volver con los buenos retomó su nombre de Marvel Boy.
Osborn seguía queriendo a alguien con ese rango en su equipo, en principio tenía a la doctora Karla Sofen, la villana conocida como Piedra Lunar y que formó parte de los Thunderbolts durante mucho tiempo, ejerciendo de Ms. Marvel ante la negativa de Carol Danvers a formar parte del equipo de Osborn. Piedra Lunar es un personaje muy antiguo, fue creado en 1975 por Marv Wolfman y Frank Robbins para la serie del Capitán América, desde entonces ha pasado por mucho, tiene la maldad bien arraigada en su interior y una mente muy retorcida, por ello no le costó mucho hacerse llamar Capitana Marvel cuando Noh-Varr abandonó este grupo de Vengadores, a la vez que Carol ya ostentaba este título, pero esto duró solo unos pocos meses en 2013.
Carol Danvers, más alto, más lejos, más rápido
Llegamos a la actual Capitana Marvel, Carol Danvers, un personaje que lleva algo menos de siete años con este nombre pero que dista mucho de ser nuevo. Danvers es creada en la colección que se dedicaba a narrar las aventuras del primer Capitán Marvel (Marvel Super-Heroes número 13 en 1968) por los autores Roy Thomas y Gene Colan, donde se la presentaba como jefa de seguridad y compañera del Dr. Walter Lawson, alter-ego de Mar-Vell. Carol es una mujer fuerte e independiente y poco a poco va cogiendo importancia en la serie del Capitán Marvel pero debemos parar en su número 18, donde Mar-Vell la salva de un ataque su enemigo Yon-Rogg en el que este utiliza una máquina, el psicomagnetrón, que estalla estando Carol cerca. Después de esto habrá de pasar algún tiempo hasta que veamos a Danvers en los cómics, solo alguna aparición suelta hasta que en 1977 empieza su serie propia bajo el título de Ms. Marvel, haciendo que aquel accidente le otorgase poderes. Carol es medio humana y medio Kree, pero esto será algo más moderno. La serie de Ms. Marvel duró 23 números, empezando con Gerry Conway y John Buscema pero siendo Chris Claremont junto a varios dibujantes, sobretodo Jim Mooney, quienes se encargan de ella desde su tercer número. Se puede decir que, tomando su lectura con una perspectiva adecuada a su tiempo, este es el primer gran intento de Marvel de tener una superheroína importante y con grandes poderes en primera línea editorial.
La vida de Carol no fue nada fácil, era militar al igual que su padre, pero este no la aceptaba tan bien como a sus hermanos, fue una destacada piloto pero en una de sus misiones la capturó el enemigo siendo torturada por días. Su trabajo no se limitaba solo a los militares, la CIA, la NASA y hasta Nick Furia recurrieron a ella cuando era necesario. Sus aventuras como Ms Marvel tiraban mucho a lo personal, tenía mucho que demostrar como persona y como personaje, por desgracia la serie no duró demasiado pero Marvel decidió seguir con ella en otras colecciones, primero la nombraron miembro de Los Vengadores, grupo al que estará asociada de por vida, empieza a aparecer con ellos en su número 171, para el 183 ya era vengadora de pleno derecho y en el 200 deja la colección después de haber quedado embarazada en una rocambolesca historia en la que era manipulada y daba a luz a un ser llamado Marcus. Todo este lío fue cosa de Jim Shooter y David Michelinie, tuvo que venir de nuevo Chris Claremont a dar un podo de claridad en la vida de Carol, no es que hiciese su vida fácil pero sí más digna. Claremont la lleva a su terreno y esta se refugia con los X-Men donde se tratará de recuperar para pasar a una nueva etapa en su vida, sin embargo en una lucha contra la Hermandad de Muntantes Diabólicos dirigida por Mística, una joven mutante conocida como Pícara absorbe los poderes a Ms Marvel y parte de sus recuerdos. Aun así Danvers seguirá como aliada de los X-Men, con ellos vive alguna aventura, acaba siendo secuestrada por El Nido y a raíz de una serie de eventos obtiene poderes nuevos, poderes cósmicos, pasando a llamarse Binaria. Esto y lo mal que lo pasó en la Tierra la lleva a ir a vivir aventuras en el espacio, siendo parte de la tripulación de los Saqueadores Estelares, el grupo de piratas espaciales liderado por Corsario, padre de Cíclope.
Si la década de los ochenta no fue buena para ella lo mismo ocurre con los noventa, donde las apariciones de Ms Marvel se minimizan y lo único que importa de ella es la trama protagonizada por Pícara con parte de Carol en su mente. Es en 1998 cuando Kurt Busiek la recupera para sus Vengadores con George Perez a los lápices pero con un cambio de nombre, ahora será Pájaro de Guerra, y sin el aspecto de Binaria, volviendo a su traje anterior. Al igual que muchos otros Vengadores, Carol estará por la serie hasta que Brian Michael Bendis comienza su famosa saga “Desunidos” y aquí empieza su época dorada. El famoso guionista de Los Nuevos Vengadores toma a Ms Marvel para unos cuantos números de esa serie en enero de 2006, empieza a darle un carisma muy cercano al de sus primeras apariciones y poco a poco la va poniendo en una posición de líder de equipo sobre el terreno, si tenemos en cuenta su rango y sus conocimientos es lo más lógico.
Unos pocos meses después aparecerá un segundo volumen de la serie de Ms Marvel protagonizada por Carol, esta serie no fue un superventas, pero Brian Reed, guionista que se ocupó de toda la serie, y sus dibujantes, entre los que destaca Roberto De La Torre, hacen un buen trabajo con Ms Marvel posicionándola en los nuevos tiempos. Un punto de inflexión fuerte fue el de la Civil War, no solo Carol participó activamente en ella sino que su serie tuvo un cruce con esta donde se posicionó del lado de Iron Man, es decir, a favor de la ley de registro de superhumanos, teniendo una fuerte discusión con el Capitán América y liderando un equipo de SHIELD para cazar a los no registrados. Todo muy bien hilado con su pasado. Al finalizar la famosa guerra entre héroes Carol Danvers se convierte en líder de campo de un equipo de vengadores, los Poderosos Vengadores, durante la época conocida como La Iniciativa, escrita por Brian Michael Bendis donde estaría más de dos años, hasta el final de Invasión Secreta.
Ese volumen 2 de Ms Marvel se cruza con todos los eventos del momento, Civil War, La Iniciativa, Invasión Secreta, Reinado Oscuro y se queda al borde de Asedio, lo cual muestra un gran interés por parte de la editorial en volver posicionar en un lugar importante al personaje. La serie de Ms Marvel dura 50 números y llega a tocar temas muy personales como su relación con Mar-Vell, con Pícara y con Mística, finalizando a principios de 2010.
Aunque se queda sin serie propia sigue saliendo en las de Los Vengadores y protagonizando sus momentos en los siguientes eventos, Miedo Encarnado y Vengadores Vs X-Men, pero el siguiente punto importante en su vida se ve poco después de estos, en julio de 2012 en la serie de Avenging Spider-Man Carol aparece con un nuevo uniforme y un nuevo seudónimo, ahora es la Capitana Marvel y una semana después aparece el número uno del volumen 7 de Captain Marvel, protagonizado por ella, con guión de Kelly Sue DeConnick y dibujo de Terry Dodson (dibujante que dura poco y al que sustituirán unos cuantos), generando unas historias de gran calidad y elevando al personaje a lo más alto, al lugar que se merecía. Este séptimo volumen dura 17 números, justo hasta llegar a cruzarse con el evento Infinito, pero Carol Danvers no deja de tener series, aunque se abran y se cierren el personaje se mantiene en activo hasta la actualidad.
Tras lo sucedido los últimos años, Carol se da cuenta de lo relevante que fue el Capitán Marvel para el mundo, así que decide tomar su legado y no solo defender al mundo sino darles esperanza. La Capitana Marvel ya no es solo un personaje como ahora sino que será una figura importante, una marca, en el mundo interior y exterior de la editorial. En estos 17 números Kelly Sue DeConnick toma todo lo que le ha pasado a Carol en la vida y le da una nueva orientación al reflexionar sobre ella misma y encontrarse el potencial para ser uno de los mayores héroes del planeta, la pone en situaciones muy difíciles a nivel físico y mental hasta casi sacrificar su vida, así mismo inicia una relación con el vengador Jim Rhodes, Máquina de Guerra. Al final de la serie nuestra protagonista decide abandonar temporalmente e irse al espacio con uno de los grupos de héroes más importantes del momento, los Guardianes de la Galaxia.
Con esto DeConnick junto a David López inician un octavo volumen que cuenta las aventuras de Carol en el espacio durante 15 números para llegar con energías renovadas. No es que la serie se cancelase sino que en ese momento Marvel se metía en un importante evento que llevaría a la suspensión temporal de todas sus series, las terceras Secret Wars. Con el reinicio del universo Marvel, Carol vuelve en un noveno volumen de la colección sin Kelly Sue pero con algunas sorpresas. En principio ahora será la líder de una iniciativa de defensa espacial contra amenazas extraterrestres en la que le acompañan algunos de los miembros del grupo canadiense de superhéroes Alpha Flight, seguirá formando parte de Los Vengadores aunque su grupo principal será uno nuevo llamado The Ultimates, así mismo aparecerá bastante por la serie A-Force, no es una de las protagonistas pero sí que tiene mucho peso, además las infraestructuras gubernamentales tienen mucha fe en ella y la relación con Máquina de Guerra se afianza. Es decir, Carol tiene más peso que nunca en la editorial.
Ese volumen 9 de la Capitana Marvel consta de dos partes de 5 números cada una, la primera es una historia de Michele Fazekas, Tara Buttlers y Kris Anka que básicamente es una presentación de la nueva base orbital y el nuevo Alpha Flight, la segunda es el cruce con la Civil War II, en este caso un bando era el de Iron Man y el otro el de la Capitana Marvel, ahora una de las personas más importantes en la defensa mundial como lo fuera Tony Stark antes. En esta segunda parte toman los guiones Christos N. Gage y Ruth Fletcher Gage mientras que Brian Michael Bendis y David Marquez dirigen el evento.
La Civil War II comienza de forma muy personal para la Capitana Marvel, una de sus mejores amigas queda en coma y su pareja fallece después de una batalla en grupo contra Thanos. Carol se encuentra con un dilema, tiene entre los suyos a un inhumano con la capacidad de ver eventos importantes del futuro y que quienes están a su alrededor lo experimente, con ello nuestra heroína toma una decisión muy acorde con su pasado militar, a saber, la de apresar a la gente antes de que cometa los crímenes, todo va bien hasta que empieza a tener encontronazos con algunos héroes como ya pasara en la primera guerra civil.
Nada más acabar todo esto aparece una nueva serie que parte de cero numéricamente y bajo el título de La Poderosa Capitana Marvel también muy corta, en este caso solo constará de 9 números y también se divide en dos partes más un número unitario final. Los cuatro primeros siguen la trama de la anterior colección con problemas de extraterrestres en la Tierra, de ella se ocupan Margaret Stohl al guión y Ramón Rosanas al dibujo, la segunda es un cruce con el evento del momento, Imperio Secreto, que narra la historia de Carol atrapada fuera del planeta con un grupo de héroes lidiando con una invasión Chitauri por un lado y un campo de fuerza terrestre por otro. En esta segunda parte sale Rosanas y entra Michele Bandini a los lápices.
Con la entrada de la iniciativa de Marvel Legacy las series se renumeran, se hace como que todo lo publicado es en realidad un solo volumen y aparece el Captain Marvel 125 pero que en realidad es una continuación de lo anterior, esto es que sigue el equipo creativo de Stohl y Bandini como si nada hubiera pasado. Por suerte o por desgracia ahora la Capitana Marvel es tan importante que está metida en todos los eventos, así que esta parte final de la serie son cinco números que conforman un arco argumental llamado Orígenes oscuros que viene a ser una previa a las Guerras del Infinito, donde Carol y su equipo se van a otra realidad a conseguir una de las gemas. Ahora nuestra querida heroína tiene una nueva serie que veremos en España en cuanto acabe dicho evento, la cual está escrita Kelly Thompson y dibujada por Carmen Carnero, dos artistas de gran calidad que sin duda la encumbrarán, además forma parte del grupo principal de Vengadores por Jason Aaron, otra vez en primera línea, esperemos que ya para siempre.
Un artículo muy interesante.
Han faltado las menciones de Rachel Summers como Marvel Girl en la Patrulla X de Claremont y Davis anterior a la de Brubaker, Kamala Khan como Ms. Marvel y la gran olvidada: Sharon Ventura como Ms. Marvel II, antes de convertirse en la Mujer Cosa.
Y estoy de acuerdo contigo, para mí Mónica Rambeau es la mejor Capitana Marvel. Carol Danvers siempre me gustará más como Ms. Marvel con ese impresionante traje negro (uno de los mejores a mí parecer).
Pensé lo mismo mientras leía de Sharon Ventura. Pobrecilla. Personaje denostado donde los haya.
Por edad la mía es Mónica Rambeau pero nuca me acabo de calar. Aunque a Mar-Vell lo seguía en los tiempos que lo juntaron en colección bimensual con Iron-Man que leía por aquel entonces.
Gran repaso.
Pensad que era un artículo sobre los/las Capitanes, lo que pasa que nos juntamos cuatro que nos gusta el palique y nos vamos por las ramas… XD
Gracias por leernos.
Qué maravilla de artículo, ¡gracias!
Es curioso porque yo también le tengo mucho cariño a Monica Rambeau y sin embargo no puedo decir que sea por una cuestión generacional (o no exactamente). Sí que es verdad que era jovencillo cuando la conocí en un cómic de Spiderman guinizado por (creo) Stern. El caso es que a partir de ahí siempre tengo una sensación de reencuentro y alegría cuando la veo (casi siempre como secundaria o incluso cameo) en algún cómic.
En fin, me voy a echarle otro vistazo al artículo, que me lo leí rápido y veo que necesita más sosiego. ¡Saludos!
Gran artículo, mi enhorabuena a todos los implicados.
Sobre Phyla-Vell, si obtuvo el titulo de Quasar, es la misma que aparece en el evento Imperio Secreto? A Mónica Rambeau solo la vi en un cruce con otra colección que leía por ese entonces, que sospechosamente también escribía Stern, que pena lo de su irregular trayectoria.
Al Capitán Marvel, Mar-Vell, solo he leído la de Starlin, una maravilla absoluta; en cuanto a Carol, desde que empecé a leer cómics marvel, nunca llamó mi atención, la he visto en otras colecciones como invitada, pero igual, no despierta mi curiosidad. Saludos
Hola, muchas gracias. Phyla fue Quasar desde 2007 hasta 2009, en la serie de los Guardianes de la Galaxia se convirtió en Martyr, se ve que no aguanta mucho con un mismo nombre. La Quasar que mencionas era nueva.
Saludos.
Phyla-Vell sigue fallecida?
Sobre Mar-vell ¿no vuelve durante los sucesos de avengers VS Xmen?
Buenas, Phyla-Vell al final estaba viva y retenida por la iglesia del Magus, no se supo más de ella hasta octubre del año pasado donde vuelve a… no te digo más porque en España es Spoiler 😉