Edición original: julio – octubre – 1991
Edición España: marzo – junio – 1993
Guión: Jim Starlin
Dibujo: Bernie Wrightson
Entintado: Bernie Wrightson
Color: Bill Wray
Portada: Bernie Wrightson
Precio: 525 pesetas (el primer número) y 550 pesetas (los tres restantes) (serie limitada de cuatro números en formato prestigio de cuarenta y ocho páginas cada uno)
El siguiente paso en la evolución del exitoso formato prestigio fue el uso del mismo para albergar series limitadas de naturaleza un tanto más especial. Dicha singularidad podía deberse a los personajes implicados, a los autores responsables o a una combinación de ambos. P. O. V. o “punto de vista” (como se traduciría) reunió al
El relato contenido en cuatro entregas de tomo y lomo comienza como una aventura más de Frank Castle. Dos antiguos terroristas que habían hecho de las suyas durante los convulsos años setenta acababan en la calle, por obra y gracia de una reducción de condena. El justiciero de la calavera considera que ese tipo de beneficios penitenciarios constituyen una burla para las víctimas, por lo que decide ponerles en su punto de mira. Después de quince años a la sombra, los antiguos libertarios deciden volver a las andadas y reintegrarse en el negocio de “ser la voz del pueblo” (o algo así) y desencadenan una serie de atentados a entidades financieras. La preparación de uno de sus golpes acaba mal, de manera que uno de los atracadores muere en el acto y el otro acaba herido y desfigurado. La clásica confluencia de casualidades lleva a este moribundo a unas cloacas en las que es convenientemente bañado por la socorrida sustancia que cierta empresa ha vaciado bajo cuerda. Con la cara hecha un cuadro, la mente fragmentada y unas habilidades que incluyen fuerza sobrehumana y sed de sangre, tenemos entre manos a un vampiro que dará rienda suelta a sus excesos, mientras en su desmaracada sesera sigue escuchando las consignas de los viejos buenos tiempos.
La transformación del atracador humano en ente sobrehumano atrae nuevamente al Castigador, que decide poner a este chupasangres en un lugar destacado de su lista. Sin embargo, otros jugadores se incorporan a la partida en la condición de competidores y aliados a regañadientes de Castle. Así, el padre del expresidiario (y dueño de la empresa responsable del vertido que le dio sus poderes) pide ayuda a
El título de la miniserie expresa a la perfección la técnica narrativa empleada a lo largo de la historia. Cada personaje protagonista cuenta la historia desde su perspectiva, a través de cuadros de apoyo y tipos de letra bien diferentes. Así, al inicial dedicado a Frank Castle hay que sumar la tipografía mecánica que se otorga al maquiavélico Kingpin o los garabatos trufados de faltas de ortografía del desequilibrado mental autoproclamado salvador. El relato principal se conforma a partir de las narraciones de varios participantes, destacando sobremanera tres de ellas: la del Castigador, la de su presa y la del gordo pelirrojo. Con todo, este toque de originalidad no logra borrar ni de lejos la sensación de que estamos ante una historia típica y tópica de malo convertido en monstruo y justiciero que ha de hacer incómodos pactos para perseguir una amenaza mayor. Jim Starlin, que hasta ese momento había brindado momentos memorables al género superheroico, voló aquí con el automático puesto. Otro tanto puede decirse del maestro Bernie Wrightson, que aprovechó aquí su capacidad para reflejar imágenes grotescas y terroríficas pero que en general, clasificaría este trabajo en la zona media-baja de la tabla de su magnífico catálogo de tareas.
Para concluir, hay que indicar que esta miniserie se vendió más por la vitola exhibida por sus autores y por el gancho de su protagonista que por contener en sí misma valores que la hicieran interesante más allá de un mero entretenimiento en el que, a veces, resulta inevitable la experimentación de cierta sensación de vergüenza ajena (sobre todo al contemplar la forma en la que Starlin conforma al dúo inicial de oponentes del protagonista). Si es usted un coleccionista de las aventuras del hombre de la calavera en el pecho, del artífice de la franquicia cósmica marveliana y / o de uno de los más grandes ilustradores que ha visto la industria yanqui, esta miniserie está recomendada para usted. Si no, mejor que lo deje correr.