Edición original: Marvel Comics – marzo-agosto 1992
Edición España: Comics Forum – noviembre 1993
Guión: Chuck Dixon
Dibujo: John Romita JR
Entintado: Klaus Janson
Color: Gregory Wright
Portada: John Romita JR
Precio: 1495 pesetas (tomo de la línea One Shot de 152 páginas)
El cuarto número de la colección de números únicos (paradoja donde las haya, editorialmente hablando) estuvo dedicado a la presentación de la tercera colección protagonizada por
A principios de los noventa, el Castigador era uno de los personajes de moda dentro de la casa de las ideas. Los antihéroes estaban de moda y los personajes clásicos estaban sometidos a un proceso de “oscurecimiento” o “clonación oscurantista”: las barbas, las cananas, las cazadoras de cuero y las versiones más expeditivas campaban por sus respetos y en ese escenario, Frank Castle había sido uno de los pioneros, desde su recuperación a mediados de los ochenta. A la exitosa miniserie de Steven Grant y Mike Zeck seguiría una serie regular; a ésta se uniría Punisher War Journal y la tercera en discordia llegaría en 1992 con el título de Punisher War Zone. El tomo que hoy traigo a colación recopila el primer arco argumental de esta tercera serie.
El equipo creativo de la colección era ciertamente de interés. Por un lado teníamos a
Pongámonos en situación: el Castigador se embarca en un nuevo episodio de su cruzada sin fin contra el crimen más o menos organizado. En esta ocasión, varía su estrategia de pistoletazo y tentetieso para abordar una maniobra más sutil (aunque ese adjetivo sea difícilmente aplicable a don Frank): infiltrarse en una familia mafiosa para destruirla desde dentro. Su decisión coincide con una crisis en la alianza que el justiciero de la calavera tiene con
Si nos centramos en los oponentes del Castigador, hay que indicar que Dixon presenta aquí a la arquetípica y tópica familia del crimen organizado italiano. Padre padrino padrone que controla al clan y sus operaciones a ambos lados de la ley; lealtad más o menos inquebrantable de sus integrantes; hija y heredera que es utilizada como peón en los juegos de alianzas de su progenitor… y Castle quedándose con la copla de todo y ascendiendo lenta pero inexorablemente en el escalafón y en la propia familia.
La historia, que bien podría haber servido para una película o miniserie basada en el personaje, termina con la consabida ensalada de tiros que dejó el escenario convertido en un erial y ganó para la galería de enemigos del Castigador la persona de
El balance final que debe hacerse de este tomo es el de un cómic entretenido que no aportó nada de interés a la franquicia de la calavera, salvo el disfrute de ver en acción una vez más a John Romita JR en la misma.
El mejor Punisher junto con el MAX de Ennis. ¿Esta colección sigue inédita? Porque de Romita aún faltan 2 números más (el 7 y 8). Y luego vienen sendas etapas de gente como John Buscema y Joe Kubert, nada menos…
No sé si Dixon en general o en este arco en concreto aportó algo de interés pero desde luego mejoró mucho las historias del castigador que se hacían hasta ese momento. Ésta es la mejor historia del castigador desde la serie de Grant y Zeck y el desarrollo posterior de las subtramas de los Carbone (cuando Dixon se hizo con el «control» de las tres series que tenía el personaje) dió más de sí de lo habitual y al castigador, como personaje, lo puso en el cruce de Countdown (cuando se cierran las tres series y se le deja a punto para la de Ostrander) en el límite de lo que se puede hacer con él sólo con explorar, aunque sea a vuelapluma, qué le ocurriría a semejante personaje si por error mata a un inocente.
Como completismo compré en su día la etapa de Ostrander y para saber cómo se llega ahí me pillé el cruce de Countdown y, sinceramente, por una vez me gustó más Dixon que Ostrander y me hice con todos los números por él guionizados, de lo que no me arrepiento. Creo que algún detalle de lo desarrollado por Ennis (de manera más profunda y madura) salió de esta etapa tan grande (en el sentido de amplia, porque larga tampoco fue pero se extendió por tres colecciones) de Dixon al frente de la vida de Castle.
A la reseña sólo le puedo poner un pero, que considere, aunque sea mínimamente, serie negra a este tipo de relatos a lo Terry Cline, que a mí me parecen más historias de acción con un trasfondo mafioso, que podría ser cualquier otro (de hecho, en el arco dibujado por Buscema se repite un poco la estructura cambiando padre por hermano y mafia por dictadura sudamericana de película de acción ochentera). Soy un purista en eso, lo siento. Por lo demás una gozada de reseña.
a mí me encantó este tomito en su momento,y sigue gustandome ahora.por ahí lo tengo deshojado,por lo que si lo reeditasen en mejores condiciones me hacia con él sin dudarlo.
y la peli del castigador introduce una coñita de este tomo:cuando frank amenaza con quemar con un soplete a un tio boca abajo,y le pone un polo en la espalda (si no me patina la memoria,que es posible).
Excelente reseña Luís Javier. Esta aventura de Punisher me pareció un excelente ejemplo de relato de acción magníficamente ilustrado por un Romita Jr. pletórico.
La sobre explotación del personaje en los 90 fue una pena ya que metieron mucha paja en las series y podían haber concentrado en una sola las historias y equipos creativos potentes que a veces pasaban por la serie.
Desde mi punto de vista, lo que ha hecho Nathan Edmonson en la última serie de Punisher se parece bastante a lo que se hacía con el personaje a principios de los 90, con un Frankk Castle más «humanizado» y una clara apuesta por la acción.
Que buen guionista es Chuck Dixon y que infravalorado está. No es un autor de obras maestras, pero todo lo que le he leído va de lo entretenido a lo notable. Un guionista sólido y regular como pocos.
Yo tengo el punisher war journal y es una ensalada de tiros y de acción propia del Castigador. Además el dibujo tosco y brutote de Romita contribuyen muchísimo al ambiente general de la obra, hasta el punto de que no puedes dejar de leer hasta el final. Una obra muy recomendable para aquellos seguidores acérrimos de Castle y para los lectores ocasionales. Un saludo.