Guión: Anthony Pastor
Dibujo: Anthony Pastor
Edición España: La Cúpula
Contiene: Castilla Drive FRA
Formato: Tomo rústica de 164 páginas
Precio: 20,00€
Valoración:
en medio de la pantalla negra»
En la 40º Edición del Festival de Cómic de Angoulême, celebrada a principios del presente 2013, el jurado reconoció Castilla Drive, la cuarta obra de Anthony Pastor, autor de madre gala y padre español, con el premio al Mejor Polar, valorándolo así como el mejor título ligado al género negro del pasado año. Este joven autor corroboraba de esta manera las buenas impresiones que había dejado con sus obras anteriores, su penúltimo trabajo, Las Rosas, ya había sido nominado en los premios Angoulême de 2010, y Ice Cream y Hotel Koral habían sido sus primeras y llamativas propuestas en el medio. En nuestro país, hasta la fecha, sólo la editorial La Cúpula se ha atrevido a apostar por Anthony Pastor, siendo Castilla Drive la primera y hasta ahora la única obra suya publicada y traducida en España. En Castilla Drive tenemos un relato parco y sobrio, deudor del subgénero noir, y ambientado en la localidad de Trituro, en la frontera entre México y los Estados Unidos. La protagonista, Sally Salinger, madre de dos hijos y esposa de un hombre desaparecido, mantiene el negocio familiar ejerciendo funciones de detective privada especializada en la investigación de adulterios y fraudes a aseguradoras. Pero entonces Osvaldo Brown, apodado El Superviviente, solicita sus servicios para descubrir quién ha intentado matarle.
Esta sencilla trama sirve a Anthony Pastor para construir una historia de corte costumbrista, con una atmósfera muy particular, eternamente invernal, y centrando esfuerzos en la caracterización de sus sufridos y mundanos personajes. Los giros de la trama o la intriga del relato no son la inquietud de Anthony Pastor, el cual intenta desentenderse en la medida de lo posible de las convenciones comúnmente asociadas al género negro: no hay en ella gánsteres, policías corruptos, femme fatales, frases lapidarias ni espectaculares tiroteos. En la voluntad de desmitificación y retrato social de Castilla Drive se reflejan los gustos e influencias de su autor, con una puesta en escena que inevitablemente nos hace retrotraernos al Fargo de los Hermanos Coen, con unos personajes revestidos con una marcada caracterización psicológica en la que se traduce el confesado amor de Anthony Pastor por la literatura de Fiódor Dostoievski y, por último, un dibujo delatoramente expresionista con un interesante uso del color que entra por los ojos de la forma más natural y espontánea. De esta manera, la estilización visual propia del género negro queda invertida en Castilla Drive, rehuyendo de los claroscuros, apostando por unos colores apagados con abundancia de tonos pastel y sepia, combinando esto con el cinismo y apatía de su protagonista, una detective privada ejerciendo también como madre y ama de casa, escarmentada del mundo y muy lejos de asumir los habituales roles femeninos de este tipo de relatos. Es un personaje humano, cercano y creíble, como el resto del elenco, consiguiendo por ello conectar y hacerse muy rápidamente con el lector.
De esta manera, los giros argumentales y la acción se ausentan de Castilla Drive, si acaso juegan aquí con las emociones y sentimientos de los personajes porque el thriller ni siquiera llega a hacer acto de presencia, Anthony Pastor tiene tan clara esta dirección que ni se molesta en profundizar en el suspense del relato ni en intentar ocultar el posible cadáver bajo la alfombra como podría esperarse en los convencionalismos del género negro. Esto convierte la presente obra en «un misterio sin misterio», los secretos se van desvelando a media que la trama avanza pero estos resultan totalmente previsibles, premeditadamente a la vista desde casi los preámbulos del relato, vehiculando todo hacía una historia de amor conscientemente forzada y patética. Por no haber no hay ni buenos ni malos porque Anthony Pastor elude cualquier tipo de maniqueísmo, incluso se atreve a escatimarnos algunas respuestas, ofreciéndonos como resultado una historia sin añadidos, transparente y realista. Por otro lado, el ritmo de Castilla Drive, como todo en esta obra, se encuentra determinado por los personajes, arropados por un narrador omnisciente y promiscuo y por una propuesta hasta cierto punto estática y contemplativa. Esta es una sensación reforzada por el dibujo de Anthony Pastor, capaz de crear un ambiente propicio para helarnos junto a sus protagonistas, con un trazo sencillo en las formas pero repleto de detalle, consiguiendo construir a sus personajes a través de la expresividad y humanidad con la que consigue dotar a estos mismos.
No obstante, el coloreado de la obra es el elemento clave que ofrece una nueva dimensión al conjunto, adaptando siempre su tonalidad a cada momento de la trama para resultar una consecuencia directa de las emociones y estados de ánimo de los personajes. Esto se combina con una historia de «corto alcance», íntima y cercana, no hay más en ella que lo que se puede apreciar a primera vista, e incluso se podría decir que la categoría de género negro, o polar francés, supone sólo una excusa para su autor pues no demuestra un verdadero interés por abordarlo y profundizar en sus raíces. En definitiva, lo que nos queda claro al acercarnos a Castilla Drive, comulguemos finalmente más o menos con ella, es la sensación de estar ante un autor al que habrá que tener en cuenta de cara al futuro, un artista con una más que palpable personalidad y sensibilidad artística. Posiblemente, esto último pueda tener algo que ver con el hecho de que no hayamos visto aún publicadas por estos lares sus anteriores obras, el no ajustarse a un canon determinado, como se puede comprobar en Ice Cream u Hotel Koral, propuestas más cercanas al libro ilustrado que al cómic propiamente, o en la mencionada Las Rosas, un atípico, costumbrista y contemporáneo western en blanco y negro no muy alejado en intenciones y planteamientos a Castilla Drive. Por lo pronto, mientras esperamos disfrutar de estas historias, Castilla Drive de Anthony Pastor parece una buena opción para introducirse y explorar el por ahora pequeño universo de este autor.
Lo compré guiado por el aspecto gráfico y porque la publi rezaba que era género negro, thriller… pero como dices, nada o muy poco de eso, es un drama rollo indie. Una vez asimilado esto, se disfruta más, y lo dicho, tanto el dibujo como el color es lo que le da valor real a la obra.
Gracias por el comentario, José Ángel 😉
A mí también me atrajo desde un primer momento el apartado gráfico, la historia es agradable de leer, aunque sí puede haber alguien que se sienta decepcionado si va buscando algo más ligado al género negro.
El color y el tufo a Fargo es lo mejor de este cómic. La presentación también es estupenda. El problema es que aunque la premisa es buena, Pastor no sabe rematar y va cayendo en picado hasta llegar a un final predecible y un poco simple (tras tanta expectación creada en las primeras páginas).
Pero mola.