Selina Kyle, alias Catwoman, reflexiona:
«El problema es que la policía no se mata mucho en buscar pistas. Las víctimas no son personas para ellos. Y mientras el asesino no salga en los medios, sus muertes son aceptables«. (…)
«Así que ¿Quién las defiende? ¿… si no es la poli? ¿Batman? No. Aunque le preocupan estas mujeres no son prioridad en su lista. En lo que a él respecta han escogido una vida criminal, y, aunque víctimas, no son inocentes. Pero yo he sentido el miedo… y el dolor. El dolor de la inocencia perdida«. (…)
«Pisan su sangre para robarle sus últimos diez dólares porque creen que no es una persona. Pero se equivocan… Todas los son… Y yo las defenderé ya que nadie más lo hará«.
Este monólogo interior, este solemne juramento escrito por Ed Brubaker a lo largo del episodio publicado en Catwoman #02 (2002) es una demostración de que el genial guionista de La Escena del Crimen tenía muy claro lo que quería hacer con su nueva heroína.
Catwoman fue durante muchos años un personaje secundario dentro de la franquicia de Batman, sin mucho relieve. No tenía el tirón de otros antagonistas del vengador de Gotham City, como Dos Caras o El Joker, si acaso brilló en la serie de televisión de los sesenta emitida por la cadena ABC donde Julie Newmar componía un personaje estrambótico, sexy y tierno a la vez. Pero todo era muy pop, incluso algo friki.
Además, el cambio constante de trajes no ayudaba…
Como casi siempre fue Frank Miller – tras el reset de Crisis en Tierras Infinitas – el que pulsó la tecla adecuada, definió al personaje de una vez por todas y lo dotó de alma en su insuperable Batman, año uno, por supuesto ayudado por un David Mazzucchelli en estado de gracia que la encarnó sobre el papel de una manera espectacular. Pero solo fue un breve paréntesis ya que, a pesar de contar con algunas miniseries y una primera serie regular, la confusión y el desconcierto volvió a la vida de Selina Kyle.
Al nacer el nuevo siglo, el guionista Ed Brubaker decide adentrarse en el mainstream de los comic books norteamericanos y lo hace a lo grande, en DC y escogiendo, entre otros personajes, a Catwoman.
Ed Brubaker (1966) nacido en Bethesda, Maryland, se había distinguido hasta entonces por ser un guionista alternativo que centraba sus historias en los ambientes más marginales de su país. Empezó su carrera escribiendo y dibujando varias series independientes entre las que destacan la obra autobiográfica Lowlife (1995) – dibujada por él mismo – y An Accidental Death (1992) dibujada por Eric Shanower con la que los dos obtuvieron una nominación para los Eisner Awards.
Su entrada en el mercado mainstream se produjo, como tantos otros artistas de esta época, a través del sello Vertigo de la editorial DC; concretamente con la magnífica miniserie de género negro titulada La escena del crimen (1999) donde colaborará con dos de sus artistas más habituales; Michael Lark al dibujo y Sean Phillips a los colores. En el 2000 entra en el mercado de los superhéroes en series como Batman, Catwoman o Gotham Central, esta última a dúo con el también guionista Greg Rucka. Paralelamente a partir del 2002 comienza su colaboración con Wildstorm, una filial de DC, donde realizará Point Blank con Colin Wilson de dibujante y sobre todo la magnífica Sleeper (2002-2003), una miniserie que contará con el arte de Sean Phillips en lo que supone el inicio de este tándem creativo que marcará el rumbo del cómic comercial de las dos primeras décadas del siglo vigente y quien sabe si más…
Respecto a Catwoman, Ed Brubaker abre fuego con una miniserie de introducción protagonizada por el maduro y olvidado detective Slam Bradley. Es una historia compuesta por cuatro episodios de ocho páginas que tituló Trail of the Catwoman y que finalmente fue publicada como complemento en Detective Comics, del 759 a 762, a principios del 2001. Son treinta y dos páginas dibujadas por Darwyn Cooke donde el detective empieza a buscar a Selina Kyle, presuntamente asesinada, por encargo del alcalde de Gotham City. Se trata de una historia destinada a romper con todo el pasado de Catwoman, pero también donde se empieza a establecer el tono que el guionista de Criminal impondrá durante toda su etapa al frente de la serie; un genuino estilo de serie negra. En esta miniserie el guionista redefine a la persona por encima de la superheroína y en ella empezamos a ver las características que nos encontraremos muy pronto en la serie regular; personajes con alma, secundarios creíbles, tramas interesantes y monólogos eficaces que acaban reflejando la evolución interior de sus protagonistas.
El volumen tres de la colección regular empezó en enero del 2002 y supuso un soplo de aire fresco en el panorama del cómic comercial estadounidense. Ed Brubaker tiene un plan y se dedica a ejecutarlo con paciencia y perseverancia.
Durante los primeros números el guionista se ocupa de dotar a su personaje principal de motivaciones creíbles y así componer un personaje situado a medio camino entre los superhéroes inflexibles representados por Batman y los villanos estrambóticos que suelen poblar el universo DC. Catwoman no será una villana, pero tampoco se convertirá en una defensora de la ley. Ella busca proteger a la que considera su gente, a los marginados de su barrio, el East End de Gotham City; su hogar.
Por eso sus principales enemigos son las mafias locales que inundan las calles de delincuencia, de trata de blancas y de droga; que imponen, además, su ley a base de violencia y terror. Por eso, también, se enfrenta a la corrupción policial, a los grandes traficantes y a los magnates ocultos detrás de jefecillos, chulos y matones. Pero esta lucha no puede resultar inocua. Selina Kyle, y los que la acompañan, pagarán un precio terrible por defender a los débiles, a los marginados, a los que las autoridades y los superhéroes más convencionales siempre olvidan.
Finalmente, tras asumir la dolorosa pérdida de seres queridos – y también de la inocencia – Selina, Holly, Slam e incluso Bruce Wayne, alias Batman, se curan las heridas, recomponen su figura y deciden que el único refugio que les queda es seguir defendiendo lo que creen con empeño y además disfrutar del camino acompañados de la gente que respetan, a la que admiran y quieren. Un camino de ida y vuelta que les ha convertido en seres más sabios y fuertes pagando por ello un precio demasiado alto pero inevitable. Un viaje real como la vida misma.
Yendo al detalle, la etapa de Ed Brubaker al frente de Catwoman se compone de treinta y seis números de la colección regular publicada por DC Comics. Del #01 al 37 del volumen tres norteamericano, salvo el #11 que corre a cargo de Steve Grant. También de una miniserie titulada Trail of the Catwoman con cuatro episodios de ocho páginas publicados en Detective Comics #759 al 762 y que son un prólogo a la serie regular. Y finalmente existe un comic book especial titulado Catwoman: secret files and origins #01 de noviembre del 2002 con cuatro historias cortas de diferente extensión; tres publicadas aquí y tituladas Las muchas vidas de Selina Kyle, ¿Por qué Holly no está muerta? y El caso Mc Sweeney, además de una inédita de seis páginas titulada Proper planning que en EEUU se incluyó también en el álbum recopilatorio titulado Relentless.
En España, el paso de Ed Brubaker por esta colección se ha recopilado en siete tomos. Los cuatro primeros corren a cargo de Norma Editorial, no están numerados y recogen los siguientes contenidos:
Catwoman. El lado oscuro de la ley (2003) con Detective Comics #759 al 762 y Catwoman vol.03 del #01 al 04.
Ed Brubaker, Darwyn Cooke, Mike Allred y Cameron Stewart.
Catwoman. Malas calles (2004) con Catwoman vol.03 del #05 al 10 y Catwoman. Secret files and origins #01.
Ed Brubaker, Brad Rader, Cameron Stewart, Michael Avon Oeming y Eric Shanower.
Catwoman. Sin tregua (2004) con Catwoman vol.03 del #12 al 16.
Ed Brubaker y Cameron Stewart.
Catwoman. Caer no es fácil (2005) con Catwoman vol.03 del #17 al 19. Contiene además el #11 del vol.03.
Ed Brubaker, Steve Grant, Javier Pulido y Brad Rader.
Posteriormente la colección pasa a manos de la editorial Planeta DeAgostini que empieza una colección numerada de cinco tomos en la que los tres primeros forman parte de esta etapa que estamos comentando. Son:
Catwoman. 1 de 5. (2007) Con Catwoman vol.03 del #20 al 24. Contiene además El caso Mc Sweeney de Catwoman. Secret files and origins #01.
Ed Brubaker, Cameron Stewart y Guy Davis.
Catwoman. 2 de 5. (2007) Con Catwoman vol.03 del #25 al 29.
Ed Brubaker, Paul Gulacy y Jimmy Palmiotti.
Catwoman. 3 de 5. (2007) Con Catwoman vol.03 del #30 al 33 y 37.
Ed Brubaker, Paul Gulacy, Jimmy Palmiotti, Sean Philips y Diego Olmos.
El Grupo Editorial Bruño/Salvat publicó un tomo del volumen 3 de Catwoman dentro de su colección DC Comics. Colección Novelas Gráficas. En concreto:
El rastro de Catwoman (2017) con Catwoman vol.3 del 01 al 04 y del 06 al 09. Contiene además Batman #62 USA.
Ed Brubaker, Bill Finger, Darwyn Cooke, Mike Allred, Brad Rader, Bob Kane y Lew Sayre Schwartz.
Como consecuencia de su breve, pero decisivo paso por la colección, el genial y malogrado Darwyn Cooke se encariñó con el personaje y realizó en solitario una novela gráfica que tituló Catwoman: Selina’s Big Score (2002) donde narraba las aventuras de la aventurera justo antes de que cruzara con la pluma de Brubaker. Una precuela atractiva y divertida, centrada en un espectacular robo pero que tiene una cierta inspiración brubakeriana.
El mismo Cooke lo explicaba mejor que nadie:
“La idea para ‘Catwoman: el gran golpe’ se me ocurrió mientras estábamos realizando la serie regular de Catwoman. Parecía la historia perfecta para que Selina y yo estuviésemos juntos de nuevo. (…)
También quiero dedicar un segundo a darle las gracias a Ed Brubaker, mi compañero en el crimen de hacer una Catwoman mensual, y a Matt Hollingsworth, colorista de Dios«.
Darwyn. Toronto, 2002
En España, esta precuela la publicó Norma Editorial en 2003 con el somero título de Catwoman: el gran golpe y se reeditó en el 2017 dentro de la serie de álbumes agrupados como DC Comics. Colección novelas gráficas del Grupo Editorial Bruño/Salvat, con el título de Catwoman: El gran golpe de Selina.
Volviendo a la serie regular, si ponemos el foco en el apartado artístico, la principal característica de este momento de la serie es la coherencia. Acostumbrados a los vaivenes de dibujantes, entintadores y coloristas en las colecciones de superhéroes tradicionales en este caso podemos comprobar que la sucesión de artistas es casi ejemplar.
Empezamos el repaso por Darwyn Cooke, ayudado por Cameron Stewart en la miniserie de Sam Bradley y por Mike Allred en los primeros números de la serie regular. Cooke es quien marca el camino, quien establece el estilo, rediseña los personajes, la ambientación e incluso el nuevo traje de la protagonista. Todo lo ejecuta con un estilo atractivo, dinámico y eficaz que podríamos definir entre cartoon y noir. Su narrativa potencia la espectacularidad y nos regala páginas atractivas y excitantes.
Tras esta primera etapa de cuatro números, se incorpora el dibujante Brad Rader ayudado decisivamente por Rick Burchett y Cameron Stewart a las tintas. Se encarga de seis episodios – del quinto al décimo – en los que la atención se centra en la trama y en la evolución de los personajes por lo que el trabajo competente y discreto de Rader es una bendición. Son los episodios más enfocados hacia el género criminal, donde Selina Kyle y sus cómplices combaten tanto el tráfico de drogas como la corrupción policial. Por su parte tanto Stewart como Burchett le dan al acabado este tono noir que no desentona con lo realizado anteriormente.
En el siguiente arco de cinco números Cameron Stewart toma las riendas de todo el apartado gráfico, firmando un trabajo sobresaliente que combina claridad con espectacularidad, además sabe ser discreto e indispensable. Después de tantos episodios a la sombra, su trabajo se revela esencial para consolidar gráficamente la colección. Este arco argumental, titulado Sin tregua, es el punto culminante de la etapa de Brubaker al frente de la serie; su terrible resolución acabará marcando el resto de los episodios escritos por el guionista de The fade out.
Después de Stewart y los acontecimientos narrados en Sin tregua se produjo un primer cambio estilístico importante aunque, para mi gusto, plenamente acertado. Javier Pulido se encarga del dibujo y del acabado en el arco titulado Caer no es fácil que abarca de los números diecisiete al diecinueve. Son tres episodios esenciales para entender la etapa de Ed Brubaker al frente de la colección. Selina, Sam, y sobre todo Holly, asumen y asimilan todo lo ocurrido hasta entonces, haciendo que el dolor esté siempre presente. Pulido realiza un trabajo espectacular; narrativamente sobresaliente y gráficamente apasionante y es ayudado de manera decisiva por el colorista Matt Hollingsworth. El español se ocupa también de las maravillosas portadas, firmando así tres joyas del comic book contemporáneo.
De nuevo toma las riendas Cameron Stewart, ayudado a veces por Guy Davis o también por Nick Derigton, en una etapa marcada por la continuidad y que abarca del vigésimo número al vigésimo cuarto. El viaje de recuperación que Selina y Holly emprenden por los escenarios más característicos del Universo DC, acompañadas por algunos de sus personajes más emblemáticos, no supone una ruptura estilística por más que uno añore los oscuros callejones del East End de Gotham. Davis, Derigton y Stewart firman unas páginas tan sencillas como elegantes, con un ligero toque de espectacularidad.
Y finalmente nos encontramos ante la segunda gran ruptura estilística de esta etapa; más discutible aunque no exenta de atractivo. A partir del número veinticinco de la colección, son Paul Gulacy y Jimmy Palmiotti quienes asumen la responsabilidad del apartado artístico hasta el final de la era Brubaker, en el treinta y siete, con sólo dos excepciones, las del trigésimo segundo y trigésimo cuarto episodios, que corren a cargo de Sean Philips y de Diego Olmos respectivamente.
El enfoque del tándem Gulacy/Palmiotti es más cercano al hiperrealismo, es más exacerbado y propenso a la espectacularidad por lo que Brubaker tiene que adaptarse y crear tramas donde, por primera vez, las batallas son predominantes, donde los enemigos tienen superpoderes y donde Batman tiene un papel activo y no como mero espectador. Además, la serie se ve involucrada durante tres números (del treinta y cuatro al treinta y seis) en un crossover titulado Juegos de Guerra que acentúa aún más el giro hacia lo convencional. Seguramente no fue una elección acertada pero, con todo, este equipo nos regala algunas escenas mucho más que interesantes.
Casi todos los números cuentan con el diseño de color del gran Matt Hollingsworth que realiza un trabajo excelente. Laurie Kronenberg se encarga de colorear la etapa de Gulacy y Palmiotti. Su labor es eficaz, discreta y acorde con el nuevo estilo artístico.
Otro aspecto gráfico que podemos destacar son las excelentes portadas que ha gozado esta colección durante la estancia de Ed Brubaker. Se distinguen dos tendencias. La primera se caracteriza por contar con dibujantes invitados como Paul Pope, J.G. Jones, Jeff Parker y Scott Morse. En la otra vemos que el dibujante principal se encarga también de la cubierta. Son portadas de Darwyn Cooke, Cameron Stewart, Javier Pulido y también de Paul Gulacy con tintas de Jimmy Palmiotti. Algunas de ellas son realmente magníficas, sobre todo las de Paul Pope y las de Pulido.
La etapa final de Ed Brubaker en la serie, más convencional y menos lírica, tiene sin embargo fogonazos de auténtico genio. El número treinta y dos, titulado True romance?, dibujado de manera excelsa por Sean Philips y Stefano Gaudiano, es un hermoso paréntesis que empieza a cerrar historias pendientes mediante tres secuencias protagonizadas por dúos: Holly y su novia Karon, Sam Bradley y su hijo Junior y sobre todo Selina Kyle y Bruce Wayne. Es un episodio redondo donde de manera lenta pero intensa Brubaker nos describe los lazos afectivos que unen a estos personajes e intenta cicatrizar definitivamente algunas heridas sentimentales.
El otro fogonazo de genialidad es, sin duda, el último número de su extenso período a cargo de la serie. A pesar de contar con unos dibujantes claramente inadecuados – Gulacy y Palmiotti no son los mejores a la hora de reflejar sutilezas, y a pesar de que la editorial le acababa de imponer un crossover a todas luces incoherente, Bru intenta cerrar el círculo. Quiere despedirse de sus personajes reflejando de una manera emotiva cómo han evolucionado, centrándose en todo lo que han pasado y en todo lo que han sufrido. Explica de manera brillante y emotiva que lo que sus personajes han vivido anteriormente ha servido para que tomen conciencia de lo que realmente tiene importancia en sus vidas; el amor, la amistad y la coherencia. Brubaker suelta las riendas, pero lo hace dejando un legado infinitamente mejor del que recogió.
Con todo esto, Ed Brubaker se ha dado cuenta que ya no puede dominar la serie ni tampoco a la editorial… y quizás ya ha contado todo lo que tenía que decir sobre Catwoman. Como hacen los mejores se va en el momento justo, por la puerta grande y lo que es más importante dejando un buen puñado de historias emocionantes, intensas y genuinamente negras que los que las han leído nunca olvidarán y que los que se dispongan a leerlas por primera vez, no saben aún la suerte que tienen.
Salut!
Pues a mi el dibujo que más me gusta es el de Gulacy un espectáculo visual de primer orden, muy cinematográfico, dinámico, con una catwoman muy sexy, en fin Gulacy desatado, una re-edición no iría mal creo que esta etapa lo merece y la de planeta no se encuentra, ECC debería tener esta obra en stock aunque sea en uno o dos tochos.
Viendo como edita últimamente ECC seguramente reediten la etapa en dos a tres tomos de sus «Integrales Omnibus», oesase, los de formato reducido.
No es ideal pero mejor que nada, esperemos.
No es una etapa, es la etapa del personaje, y un comic a leer por sí mismo aunque no te guste Batman ni DC ni el género pijamero. Un equipo de autores (y qué autores!) con algo que contar y una forma adecuada para contarlo, desarrollando personajes y con cierta preocupación/uso de la continuidad. Una fórmula extravagante de otra época que obviamente tuvo que caer en desuso…
El cómic mainstream de superhéroes suele ser bastante estático. Goza de excelentes etapas, por supuesto, pero la gran mayoría vuelven a un “punto de partida” para que el siguiente guionista cuente la historia que quiere sin tener que lidiar con el peso de la etapa anterior.
Son difíciles por tanto encontrar etapas que no solo sean de calidad, sino que hagan evolucionar al personaje y a su entorno de forma perdurable, dejando al acabar la etapa algo diferente y por supuesto, mejor a lo que se encontraron.
Flash de Waid. Daredevil de Miller. Y por supuesto, la Catwoman de Brubaker.
Poco que añadir a lo que ya se ha reseñado. Este es “EL” cómic de Catwoman, el que la convierte en todo lo que hoy en día entendemos por el personaje y el que propone una evolución gráfica de su diseño que ha perdurado por 20 años, incluso en otros medios como videojuegos.
Lo más redondo de Brubaker junto Sleeper en mi opinión.
Un cómic que no he leido pero que me encantaría por los comentarios que oigo siempre. Catwoman es uno de mis personajes favoritos y me fastidia que no tenga tanta continuidad como Harley Quinn por ejemplo.
Ojalá ECC se anime a recuperar esta etapa, pero no en Omnibus Integral por favor
Si no recuerdo mal está de este material está la edición en tomitos finos q creo es a la q refiere el artículo q empezo Norma y continuo Planeta.
Pero creo q luego se sacó como con Gothan Central otra en tomos gordos, no?…
O tal vez lo este mezclando con el Batman Ego de Cooke q contenia historias de Catwoman…
Alguien me desmiente o corrobora?
piscolabi,
exacto. Me refiero a estos tomitos, como los llamas. Son cuatro de Norma y tres de Planeta. Luego la misma Planeta hace una especie de retapado con 496 páginas con los números 1 al 19 y lo de Detective Comics que es el material que ellos no habían publicado en primera estancia. A lo mejor te refieres a eso, tu.
Salut!
TR.