Desde que en enero de 2011, Álvaro Ortiz (Zaragoza, 1983) comentó en su blog los primeros detalles relacionados con Cenizas, había mucha curiosidad por comprobar qué derroteros tomaría la obra de este autor, quien ya había dado sobradas muestras de su buen hacer en títulos como Julia y el verano muerto, Julia y la voz de la ballena o esa pequeña maravilla titulada Fjorden. Tras una larga espera, hace un par de semanas Astiberri Ediciones puso a la venta la obra en cuestión, desarrollada en la Maison de Auteurs de Angouleme como consecuencia de haberse alzado con la Beca AlhóndigaBilbao de Cómic. Y lo cierto es que la espera ha merecido la pena: superando las mejores expectativas, amparadas en la evolución que presagiaban trabajos anteriores, el autor zaragozano ha sorprendido con un meritorio salto cualitativo, dando forma a una ambiciosa historia que comienza con «tres amigos que no se ven desde hace años, discutiendo dentro de un coche, con un montón de kilómetros por delante hasta una misteriosa cruz marcada en un mapa (…) Unas extrañas circunstancias propician ese reencuentro surrealista entre Polly, Moho y Piter, que deciden emprender un incierto viaje a un destino más incierto todavía, durante el cual se irán revelando sus personalidades de alto calibre, a las que se unen secundarios de lo más folclóricos«. Sinopsis oficial a la que conviene no añadir más comentarios, en aras de preservar la experiencia de lectura de este tebeo, en opinión del arriba firmante, una de las sorpresas más agradables en lo que va de año.
Arpovechando el reciente lanzamiento de Cenizas, decidimos ponernos en contacto con su autor, quien tuco a bien concedernos la entrevista que sigue a continuación, en la que abordamos diferentes aspectos relacionados con el origen de esta obra y el proceso creativo de la misma. Así que, tras agradecerle a Álvaro la amabilidad y paciencia con la que nos ha atendido, entremos en materia…
Entrevista a Álvaro Ortiz
David Fernández (D.F.).- La experiencia acumulada en obras como Julia y el verano muerto, Julia y la voz de la ballena o Fjorden te han permitido afrontar tu obra más ambiciosa hasta la fecha con un aplomo y una madurez que a buen seguro intuirán los lectores de Cenizas. ¿Cuáles señalarías como las enseñanzas más importantes –aprendidas durante tus incursiones en cómic, ilustración, prensa o cartelería–, que han resultado clave en la realización de esta obra?
Álvaro Ortiz.- Siempre tiendo a pensar en que todo tiene consecuencias y que de todo se aprede, así que seguro que he ido aprendiendo de cada uno de mis trabajos anteriores y, como dices, ya no sólo de los tres cómics que he hecho sino también de mis trabajos de ilustración, carteles y demás. Pero la verdad es que no soy consciente de qué es lo que he aprendido de cada unos de ellos sino que por acumulación o por la horas empleadas vas viendo qué es lo que funciona y qué no, y te vas quedando con eso.
En cuanto a cómics sí que me di cuenta cuando terminé Fjorden, dónde intencionadamente busqué un estilo más sencillo y menos recargado que en los anteriores, prescindiendo de rayitas o adornos en el dibujo e incluso de texturas en el color, que todo quedaba más claro y que no sólo no perdía en cuanto a nivel estético sino que incluso ganaba; ya se sabe, lo del menos es más, quizás tardas en darte cuenta, pero al final es la verdad. O en algunos casos es la verdad. Así que en Cenizas desde un principio tenía claro que el estilo sería una especie de híbrido de mis tebeos anteriores.
D.F.- Nos gustaría que nos comentaras el proceso de gestación de Cenizas: cómo surgió la idea que se convertiría en el proyecto presentado para la beca AlhondigaBilbao, y el modo en que posteriormente evolucionó durante tu estancia en la Maison de Auteurs de Angouleme. En ese sentido, has llegado a comentar que «Me gusta ver como todo ha ido cambiando poco a poco, y como la propia historia a veces parecía como si se escribiese ella sola«; de hecho, a las 150 páginas iniciales se sumaron más de una treintena adicional… ¿Cuáles fueron los cambios más significativos entre la versión inicial y final de este cómic?
Álvaro Ortiz.- El embrión de la idea de Cenizas lleva ahí años, no me acuerdo cuantos, pero supongo que 3 o 4 sí, pero al principio era bastante distinto, porque aunque la idea central era parecida, el cómic se desarrollaba totalmente en un sólo escenario y no había viaje. Cuando pensé en presentar el proyecto a la beca retomé la idea inicial pero pensé que quizás quedaba un poco aburrido, así que decidí darle la vuelta y convertirlo en una road-movie. Siempre había querido dibujar una road-movie (y nunca lo había hecho porque odio dibujar coches).
Cuando presenté el proyecto sólo tenía claro el principio y el final. Y había que ver qué era lo que pasaba entre medias. Así que cuando llegué a Angouleme pasé unos meses intentando cuadrar el guión. En realidad el argumento y el esquema básico de los actos aparecieron solos, tuve muy claro todos los puntos importantes de la historia enseguida,y lo que realmente me dio mucho trabajo fue escribir y reescribir las primeras páginas una y otra vez hasta encontrar el punto adecuado para lo que quería contar. Una vez reescritas esas primeras páginas el resto fueron saliendo de forma bastante intuitiva.
D.F.- En un lapso de tiempo muy cercano tuviste ocasión de disfrutar de estancias en la Residencia de Artistas Messen de Alvik y en la Maison de Auteurs de Angouleme. Tanto por el tiempo transcurrido, como por el objetivo perseguido, intuimos que habrán sido experiencias muy diferentes, pero ¿cómo las compararías, en lo que se refiere a la influencia ejercida por la interacción con otros autores sobre tu estilo o mecánica de trabajo?
Álvaro Ortiz.- Las dos han sido experiencias estupendas, pero muy distintas entre sí. En Noruega sólo estuve un mes, y tan sólo me dio tiempo a abocetar las 24 páginas de lo que sería Fjorden. Además allí fui con un par de amigos, y apenas había mucha más gente en la residencia además de unos cuantos artistas locales con los que no llegamos a tener mucha relación. Pero fue un mes estupendo en el que sobretodo recuerdo la impresión y lo impactante del paisaje, que en parte fue lo que intenté mostrar en Fjorden.
En Angouleme en cambio la cosa fue muy distinta, porque en vez de un mes que estuve en Noruega, allí iba a estar el año completo, rodeado de un montón de gente que en su gran mayoría se dedican a los cómics (algunos a la animación), y la convivencia ha sido mucho más estrecha, así que aquí la interacción con el resto de autores sí que ha sido mucho más enriquecedora.
En cuanto a mi mecánica de trabajo no sé si ha cambiado mucho, porque siempre ha sido caótica y desordenada y ahora también lo sigue siendo, pero ha sido bastante divertido ver lo diferentes que son unos autores de otros con sus diferentes formas de afrontar el trabajo, los horarios, métodos, etc.
D.F.- En Cenizas mezclas drama y costumbrismo con la tradición de las road movie, utilizando parte de sus convencionalismos –como el elemento catártico o la obligada confrontación emocional entre los compañeros de viaje– para reflexionar acerca de aspectos muy variados: la erosión que puede implicar el paso del tiempo en una amistad, la llegada a la edad plenamente adulta, la gestión emocional de una «ausencia», etc. En su momento, nos comentaste que pretendías «hacer una historia un poco más seria, sin tantos elementos fantásticos como en los cómics anteriores«; pero creo que son precisamente aquellos pasajes en los que pones a prueba –con éxito– la suspensión de la incredulidad del lector, los que permiten que te ganes su empatía y firmes una obra más madura, pero igualmente coherente con tu universo ficcional. ¿Te preocupaba que al añadir a la mezcla ciertas dosis de aventura, humor y surrealismo, se resintiera el equilibrio dramático?
Álvaro Ortiz.- No me preocupaba que los elementos de aventura, humor o surrealismo quitasen peso dramático sino que en parte estaban buscados… aunque tampoco es así… A ver, cuando hablaba de la idea inicial, incluso antes de que estuviese la primerísima idea de Cenizas, llevaba años queriendo hacer algo largo y serio. Ok, podría decirse que lo que quería era hacer una novela gráfica, sí, y esto viene incluso de antes de hacer la segunda Julia. Yo llevo un montón de años leyendo tebeos, empecé con los superhéroes, pasé al manga, al cómic europeo y en un momento empezaron a aparecer en españa las primeras cosas de gente como Craig Thompson o Frederik Peeters, y empecé a leer cosas de Daniel Clowes y gente así y fue algo verdaderamente impactante para mi, así que enseguida me di cuenta de que yo también quería hacer algo así.
Esa idea siempre estuvo ahí desde entonces e incluso hice varios intentos (que nunca llegó a ver nadie, por suerte) así que cuando presento el proyecto a la beca la idea es hacer algo «profundo», hablando principalmente sobre la amistad (tema que creo que ya aparece bastante en las Julias) pero aquí desde un punto de vista más feo o más problemático con el rollo ese de los colegas que están y los que no están, de los que fueron importantes en su momento y de los que ahora no sabes nada, incluso de los que no quieres saber nada y que sólo de pensar en quedar a tomarte una cerveza te da una mezcla entre pereza y horror. El tema de la ausencia también estaba ahí para hacerlo todo aún más chungo y más incómodo. Y hasta ahí. Porque después cuando ya toca en serio ponerse a hacer el libro me doy cuenta de que en realidad eso no me interesa y no me apetece hacerlo. Bueno, no es que no me interese, sino que no me apetece hacer 150 páginas de unos tipos llorosos lamentándose de que su vida se ha vuelto una mierda y mira que bien lo pasábamos hace unos años. Vale que es la idea inicial y todo eso está, claro, pero pensé que podría ser mucho más interesante tomar esos elementos para hacer algo distinto. También por el gusto de intentar engañar un poco al lector, que es algo que siempre me parece divertido, que nunca tenga muy claro por donde va a ir la historia, y algunos de los comentarios que me llegaban de los amigos que lo iban leyendo en un principio comentaban que estaba muy bien en ese sentido, que a pesar de tirar de topicazos y cosas mil veces vistas, la historia no resultaba previsible y nunca se tenía muy claro por donde continuaba. Así que es una de las cosas de las que más contento estoy, que a pesar de haber acabado llenando el libro de cosas muy dispares y que a priori podrían desconcertar un poco, al final parece ser que ha quedado algo más o menos consistente y con una coherencia interna correcta.
D.F.- La caracterización de los tres protagonistas –Polly, Moho y Piter– se acerca a determinados arquetipos recurrentes en la ficción, pero conforme avanza el relato, se van añadiendo más matices a su personalidad. Así, vemos cómo la decisión de convertir a Piter en el narrador resulta tremendamente efectiva y, por razones que no conviene desvelar, termina sirviendo a unos fines dramáticos concretos. ¿Tuviste muy clara esta decisión desde un primer momento? ¿Los personajes también “cobraron vida” durante el proceso creativo, o te atuviste a la caracterización que discurriste desde un principio?
Álvaro Ortiz.- Esto tiene que ver un poco con lo que comentábamos antes de que a veces parece que la historia se va escribiendo sola, y es que en un principio los personajes estaban muy poco definidos. Siplemente sabía quien era cada uno y qué quería, pero sus personalidades fueron apareciendo mientras escribía el guión, y a lo que llevaba pocas páginas parecía como si los diálogos se escribieran solos o es que directamente hablaban los personajes. Yo los ponía en situación y ellos improvisaban. Es verdad que yo pensaba que mis personajes anteriores siempre eran demasiado planos y que eran un poco muermos, demasiado rígidos e inexpresivos, así que aquí sí quería que tuviesen un poco más de humanidad o que pareciesen un poco más reales o algo. El otro día un colega me dijo que el personaje de la chica era irritante, y la verdad es que no estaba buscado a idea en realidad, pero me parece bien, es como cuando ves una peli y hay un personaje que te carga, ok, puede ser un coñazo de personaje pero si llega a causarte una sensación de rechazo, quizás sea que está bien construído.
La elección de Piter como narrador es algo que también apareció con la historia empezada, porque mi idea en un principio era que no hubiese narrador. En mis dos primeros tebeos el narrador llevaba la voz cantante (en los dos también es uno de los personajes de la historia, aunque en ninguno la protagonista), y aunque me gusta el efecto, porque según el tono muchas veces ayuda a crear como una cierta atmósfera de cuento (vale en el cine negro muchas veces hay narrador y no da atmósfera de cuento :S), en Cenizas la idea inicial era que no hubiese, porque me daba la sensación de que utilizaba el rescurso del narrador de una forma facilona para quitarme bastante curro, porque según que cosas, era mucho más fácil que las explicase el narrador que no tener que dibujarlas o mostrarlas de otra forma.
Así que la idea era eliminar el narrador, pero por ejemplo sin el narrador los flashbacks de presentación de los personajes no iban a quedar igual, o en vez de ocupar un par de páginas hubiese necesitado 4 o 6, y tampoco era cuestión. Así que al final opté por intentar utilizar el narrador lo menos posible, lo que también hacía que cuando el narrador apareciese cambiase un poco el tono. Por otro lado creo que al tomar la decisión con la historia empezada quizás Piter era el personaje con el que más había empatizado, ya que es el menos desquiciante de los tres, y aunque al principio de la historia ninguno de los personajaes ha contado toda la verdad, la historia de Piter no afectaba tanto al desarrollo de la parte de la historia que tiene lugar en el presente. Uffff, no sé si se entiende lo que estoy contando, y creo que no puedo contar más cosas sin desvelar mucho másde la trama, pero vamos, que además es que mientras te estás leyendo el cómic creo que se ve que es el único personaje con la paciencia suficiente para tomarse la molestia de relatar toda la historia. Los otros estarán discutiendo o algo así…
D.F.- La obra se estructura en base a la intercalación de un prólogo, siete capítulos principales –correspondientes a los siete días durante los cuales se desarrolla la acción–, un epílogo y pequeñas piezas adicionales: flashbacks que completan la caracterización de cada uno de los protagonistas, y alusiones a obras literarias, que sirven para establecer diferentes paralelismos. Conceptualmente, ¿Cenizas siempre partió de este esquema, que tanto influye en el ritmo de la obra, o fue mutando conforme avanzaba el proceso creativo?
Álvaro Ortiz.- El esquema como ya he comentado estaba muy claro desde el principio, así como los flashbacks que en realidad son muy pocos, únicamente para las presentaciones de los personajes, y algún otro suelto, porque me parecía una buena forma de añadir un poco de información de cada uno de ellos.
La inserción de las páginas con las historias sacadas del libro sobre la cremación fue una idea que no estaba al principio, pero cuando el ibro cayó en mis manos poco antes de llegar a Angouleme, vi claro que había que aprovechar algunas de esas historias. Además en princpio decidí meterlas un poco por salir de la historia principal ya que no estaba muy seguro de si sería capaz de mantener un guión donde casi todo el tiempo están en escena los mismos personajes, y casi siempre juntos. Así que con esas páginas más literarias, como de enciclopedia, podía aprovechar y cambiar un poco el tono. Luego la verdad es que les pillé bastante la gracia y me supo mal no haber podido meter más, porque en el libro hay unas cuantas más que son realmente buenas.
D.F.- La estructura de los flashback tan solo se rompe en una ocasión, de forma que en lugar de ofrecer más información al lector, plantea más preguntas acerca del papel que desempeña un misterioso personaje. ¿Cómo llegaste a tomar conciencia de que la utilización de este recurso servía perfectamente al esquema dramático que tenías en mente?
Álvaro Ortiz.- La forma de contar los flashbacks enseguida me daba problemas en cuanto al “personaje misterioso”así que pensé en que no tuviese flashback, pero como algunos de los secundarios importantes también tenían no podía obviarlo. Pero creo que la opción final quedaba muy bien en el conjunto, y de forma gráfica se reforzaba el problema en cuanto a ese personaje.
D.F.- En la contraportada del tebeo, Alfonso Zapico escribe lo siguiente: «Álvaro Ortiz ha cogido una coctelera y ha metido dentro Los Soprano, The Wire, Los puentes de Madison, a Paul Auster y a David Lynch, y los ha agitado hasta que ha salido esto (…)». Si bien el comentario parte del tono de sorna ya característico en vuestras alusiones mutuas, lo cierto es que encierra su verdad; especialmente –y ésta es una opinión personal– en lo que a Auster se refiere, con guiños implícitos y explícitos. Sin pretender revelar demasiados detalles, ¿cómo surgió la idea de aludir a la obra del novelista de New Jersey?
Álvaro Ortiz.- El guiño a Auster es totalmente explícito como se puede ver si lees el cómic, y no sólo no lo he intentado tapar, sino todo lo contrario, sinceridad ante todo.
La verdad es que como lector soy un poco terrible (aunque me gusta mucho leer), inconstante y desastroso con un millón de libros empezados a la vez pero sin terminar ninguno… pero desde que me leí el primer libro que cayó en mis manos de Auster (Mr. Vértigo, hace como 10 años o más, gracias a mi hermano), siempre he procurado ir leyendo libros suyos, y todos en mayor o menor medida no sólo es que me gusten, sino que están llenos de ideas, personajes y situaciones que me hubiese gustado que se me ocurriesen a mi primero.
D.F.- También abundan las referencias musicales: desde los narcocorridos, hasta el country, pasando por unos antagonistas que bien podrían recordar a Billy Gibbons y Dusty Hill, de ZZ Top; y con mención especial al Surfer Rosa de Pixies. ¿Reflejo de gustos propios, o un meros guiños azarosos? Incluso preparaste diferentes playlists a modo de “banda sonora” que acompañe la lectura de Cenizas. ¿Podrías indicarnos qué criterios tuviste en cuenta a la hora de elegir cada tema?
Álvaro Ortiz.- Las referencias musicales están ahí porque el cómic va sobre gente relacionada con la música de una manera u otra, y es además el elemento de conexión entre los personajes (además de una de mis aficiones, claro), pero tampoco son muchas, porque no quise que el libro se convirtiese en un montón de referencias ilegibles sin mucho sentido. Está la canción de los Pixies de comienzo porque me apetecía abrir con una cita, y me parecía que el comienzo de esa canción reflejaba muy bien lo que es el cómic, buscarse una vida y tirar para delante, y claro los pixies son uno de los grupos más importantes de mi vida y de los pocos a los que nunca he dejado de escuchar durante mucho tiempo a pesar de que sólo tengan cuatro discos.
El parecido de los cowboys con ZZ Top sí que es totalemente casual y además no los he escuchado nunca (:S), y un día en que los estaba dibujando se acercó mi compañero de taller en la Maison, el turco Emre Orhun y me preguntó si eran ZZ Top. Yo no lo había pensado, busqué fotos de ellos y me pareció genial, porque aunque los había visto físicamente con anterioridad, no los tenía presentes a la hora de crear los personajes ni remotamente. Pero eran iguales. Y para rematar la coincidencia a finales de año tocaban en algún sitio muy cerca de Angouleme, y Zapico me propuso ir a verlos. Yo estaba encantado, pero como siempre Zapico se acabó rajando y yo me quedé sin poder ir al concierto.
En cuanto a las playlists, hice 3, y había pensadas un par más, pero la verdad es que no las llegué a hacer…
La primera eran canciones que había estado escuchando de forma casi obsesiva los primeros meses de trabajar en el cómic, pero sin mucha relación unas con otras, había cosas de Crystal Castles, de Youth Lagoon o de Blixa Bargeld con Alva Noto, pero es verdad que añadí tres canciones que para mi eran grandes clásicos y que se correspondían un poco con los tres primeros flashbacks, que todos acaban con la noche del concierto, así que elegí tres canciones de los propios Pixies, y luego de Sonic Youth y de los Smiths, y así quedaba un poco como lo referente al pasado (que ya ves tú, es un pasado muy cercano) y luego ya el resto era moderneo variado…
Después la segunda es la que sí que se correspondía con las canciones que por el tono neocountry, lento y como de bajona se podían relacionar con la historia y que no hubiesen quedado mal de fondo, cosas de 16 Horsepower, Damien Jurado u Ola Podrida, aunque también hay cosas más animadas.
La tercera eran grupos que cantasen en español, que no solo era cuestión de poner cosas de fuera. Y ahí era menos rollo folkie y más cosas ruidosas y oscurillas
Y hubiesen faltado la cuarta y la quinta; la cuarta quería que fuesen todo cosas de post-rock que también funciona bien como banda sonora, canciones de gente como Godspeed you! Black Emperor y Mogwai. Y por último para redondear, la quinta iba a ser como la primera, con canciones que había estado escuchando mucho mientras terminaba el cómic.
D.F.- Lejos de lo anecdótico, la longitud de Cenizas, puesta en comparación con tus obras anteriores, te habrá permitido un mayor detenimiento en la construcción de la ambientación –física, pero también emocional– y en el desarrollo de los personajes; el tratamiento de un mayor abanico temático, y la posibilidad de explorar nuevas posibilidades narrativas y compositivas. ¿Cómo afrontaste la amplitud de dicho “espacio creativo”?
Álvaro Ortiz.- Claro, la longitud me ha permitido poder desarrollar mucho mejor los personajes, poder presentarlos con calma, sin prisas y poder tomarme mi espacio para que todo tuviese el ritmo que la historia tenía en mi cabeza. También utilicé todas esas páginas para poder dosificar la información cómo quería y meter un montón de detalles que de otra manera no hubiesen cabido, para poder escribir los diálogos lo mejor posible.
De todas maneras siempre pensé que sería más fácil contar con un gran número de páginas que tener que ceñirme a pongamos 48. Pero una vez metido en faena me di cuenta de que eso no era verdad. Y que con cuantas más páginas dispones más cosas quieres meter, contar y demás y al final estás en las mismas.
La primera versión del storyboard llegaba a las 150 páginas cuando en realidad apenas había llegado a la tercera parte de la historia por lo que si seguía así, la cosa se iba casi a 500 páginas. Tuve que parar, empezar de cero y reescribir todo metiendo más viñetas por página, eliminando algunas cosas que quizás no tenían mucho interés, incluso alguna escena completa.
D.F.- En Cenizas la diagramación destaca por la presencia de numerosas viñetas, que junto a las decisiones de coloreado da lugar a páginas que estética y compositivamente resultan funcionales desde un punto de vista narrativo, pero también atractivas y equilibradas, incluso entendidas como unidades aisladas. ¿Hubo un trabajo previo de planificación de página muy exhaustivo, o las diferentes soluciones fueron llegando de forma más o menos espontánea? ¿Qué tipo de secuencias disfrutaste más –y cuáles te dieron más dolores de cabeza–, teniendo en cuenta que en obras anteriores, más breves, no disponías de tanto espacio para explayarte?
Álvaro Ortiz.- Supongo que eso me viene por mi parte de ilustrador, y en parte es un incordio a veces, porque siempre procuro buscar que todo quede agradable al ojo, bonito y demás. Y el a veces excesivo número de viñetas surgió como algo necesario para la cantidad de información que quería meter, información que muchas veces no era más que pequeños detalles o mostrar los diálogos con un determinado ritmo más o menos pausado, poder mostrar algunos silencios o gestos, y que a la larga acababan necesitando bastante espacio. Y después es posible que sí, que en conjunto la utilización de esas retículas tan férreas no sólo no sean un problema, sino que te acaben facilitando las cosas y acaben creando un conjunto realmente estético. Pero la verdad es que tampoco me mato mucho con eso, procuro que todo esté claro, que se entienda lo que estás contando, creo que nunca hago las cosas de una determinada manera sólo porque queden bien, pero si todo queda sencillo y se entiende creo que el ojo lo agradece. Así que sí, la verdad es que todo ha salido de forma bastante espontánea.
Bueno, en realidad de forma espontánea salió la estructura de la historia, o el esquema, pero es verdad que luego las pasé bastante canutas con algunas partes. Hubo un momento en el que me di cuenta de que en gran parte la historia está compuesta de un montón de pequeños detalles que en algunos puntos me dieron cantidad de problemas. Durante mucho tiempo miraba a ver como quitar alguna parte de la historia, primero porque no quería que me saliesen muchas más páginas (al final solo me pasé treintaytantas de las 150 que les comenté a la editorial), y porque además si no, no lo iba a terminar nunca, pero resulta que me era imposible quitar nada, porque en el momento que quitaba alguna de las partes por pequeña que fuese, siempre había algo que no se entendía o directamente dejaba de tener sentido.
Luego siempre tengo problemas con lo de componer a doble página, porque al final tuve que recolocar algunas de las páginas de las tramas paralelas (historias del mono, libro de la cremación, y las páginas de la chica), básicamente porque me equivocaba o las contaba mal y luego no encajaban, y sí que hubo veces que era realmente insufrible, y me daba la sensación de que en vez de estar haciendo un cómic estaba haciendo un puzzle de 5000 piezas, así que con esa parte del proceso no disfrutaba mucho.
Y por contra con las páginas de la chica disfrutaba mucho, porque eran muy agradecidas de dibujar, eran casi mudas, no había el jaleo de diálogos de las otras y siempre quedaban más o menos bien a la primera. Como curiosidad, las dos primeras páginas que dibujé del libro son las páginas 151 y 152, lo que dan una idea de lo claro que estaba el final del libro desde el principio. Y una de mis páginas favoritas de todo el cómic es la 67.
D.F.- Para aquellos que estén familiarizados con tus trabajos previos, no resultará especialmente extraña la paleta de color elegida (aunque tu único precedente de semejante variedad cromática sea Julia y la voz de las ballenas). Pero, una vez más, la extensión de la obra implica la posibilidad de exprimir la vertiente más narrativa del color: transiciones temporales, cambios de escenarios y capítulo, concordancia emocional y cromática… ¿Cuánto de intuitivo y de racional hay en la toma de decisiones relacionadas con el coloreado?¿Podrías describirnos dicho proceso?
Álvaro Ortiz.- Hace ya tiempo que me acostumbré a trabajar en color, y me cuesta mucho ponerme por ejemplo a currar en blanco y negro, lo paso fatal. Con Fjorden opté por las dos tintas que mezcladas daban un montón de tonos distintos, pero con Cenizas tenía claro que tenía que ser en color.
Tenía que ser en color porque el escenario estaba cambiando constantemente, y si lo hubiese hecho en blanco y negro me hubiese dado la impresión de que estaban siempre en el mismo sitio. Además utilizo el color también para marcar algunas formas, o incluso para delimitar el espacio de las viñetas, donde últimamente he decidido eliminar las líneas.Y con la paleta de colores es con la que me encuentro más cómodo actualmente. Progresivamente he ido quitando las manchas de negro, hasta el punto de que aquí no hay ninguna, y los colores se han ido suavizando, pero es que además creo que a esta historia le iban bastante bien esos tonos entre pastel y apagados que ayudan a crear un poco el ambiente este como de final del verano.
Luego sí que tiene algunos códigos de color, como que los flashbacks tengan un ligero tono más marrón, o que determinadas partes del libro, como las historias del mono o de la cremación tengan el fondo de la página de otro color, o que los cielos tengan colores un poco irreales como el rosa o el verde, pero que siempre son los mismos para separar las distintas partes del día quizás de forma drástica, sin muchos matices, pero un poco como si fuesen señales que te indican donde estás, creo que el color tiene que ayudar a la narración, a que la historia avance con facilidad.
D.F.- Quien haya tenido en sus manos un ejemplar de Fjorden, será consciente del cuidado que pones en el diseño de tus obras, cuando éste depende de ti. ¿Cuánto control ejerciste sobre dicho aspecto en el caso de Cenizas? Cuando por fin sostuviste el primer ejemplar de la obra y pudiste hojearlo a conciencia, ¿tuviste la sensación de que se ajustaba a la imagen mental que te habías formado?
Álvaro Ortiz.- El control ha sido prácticamente el mismo que en Fjorden, porque básicamente ha sido total. Desde el tamaño del libro, que es un poco más pequeño que el estandarizado 17×24 (pienso que mis dibujos ganan un poco más en pequeño), al diseño general del libro y todo su aspecto o el tipo de papel. He podido colocar cada cosa donde he querido, diseñar portadillas, elegir dónde aparecían los créditos (una vez empezada la historia), rotular todo yo a mano, así que estoy muy contento. Cuando lo tuve en la mano era exactamente como quería que fuese, así que no les puedo estar más agradecido a la gente de Astiberri.
D.F.- Para ir cerrando las preguntas relacionadas con Cenizas, nos gustaría que nos comentaras cómo encaras la promoción de la obra. ¿Ya hay presentaciones, sesiones de firmas, asistencia a salones del cómic previstas?
Álvaro Ortiz.- Pues por el momento están cerradas las presentaciones en Zaragoza, Madrid y Barcelona. En Zaragoza será el viernes 14 de septiembre, a las 19:30 en la librería Taj Mahal, y me acompañarán Sergio del Molino y Oscar Senar. En Madrid será el jueves 20 en el Café Molar, también a las 19:30, esta vez con la presencia de Gerardo Vilches. Y en Barcelona será el miércoles 26, en la Central del Raval, esta vez a las 19:00 y con el Sr. Ausente como maestro de ceremonias. Así que confío en que las tres serán algo informal y entretenido.
Y de momento solo está confirmada mi asistencia al Salón del Cómic de Zaragoza, que es donde vivo, y que cada año está un poco más animado. Pero vamos, que por mi estaré encantado de ir a cuantos más sitios mejor, me encanta moverme y viajar y cualquier pequeña ayuda para promocionar el libro creo que viene bien.
D.F.- En último lugar, aunque bien es cierto que ahora es el momento de centrarte en esta obra, en la que tanto tiempo has invertido, no podemos evitar preguntarte acerca de tus proyectos de futuro. ¿Ya has comenzado a desarrollar alguna idea, o todavía es demasiado pronto para meterte de lleno en una nueva obra?
Álvaro Ortiz.- Cenizas lo terminé al comienzo del verano, así que ya he descansado casi tres meses, y esta vez no sólo no he terminado excesivamente quemado, sino que tengo ganas de ponerme a preparar cosas nuevas. De momento ya hay una idea de empezar algo, en colaboración con un guionista misterioso, pero como de momento sólo es un proyecto que no se sabe si llegará o no a buen puerto no quiero ni puedo contar mucho.
Y por mi parte también tengo ganas de empezar alguna otra cosa por mi cuenta. Hace muy pocos días que ha salido Cenizas, pero parece que está gustando bastante, así que eso siempre anima a pensar que quizás no esté de más empezar otro nuevo en una línea un poco similar, aunque bastante distinto temáticamente, porque las pocas ideas o imágenes que ya tengo en mente distan bastante de lo que he hecho hasta ahora. Pero bueno, de aquí a que se concrete nada serio pueden cambiar muchas cosas.
D.F.- Nada más por nuestra parte. Tan solo agradecerte el tiempo que nos has dedicado y desear que Cenizas funcione lo bien que merece.
Álvaro Ortiz.- Gracias a vosotros por vuestra atención y por curraros una entrevista como ésta. 🙂
- Blog oficial de Álvaro Ortiz, que lleva por título Verano Muerto, y dossier online, recientemente actualizado.
- Fichas biográficas del autor, publicadas en las webs de Astiberri Ediciones, Ediciones DePonent, Apa-Apa, Guía del cómic, Ui Ar De Japis, Ilustradores aragoneses y Lambiek.
- Fichas editoriales de Julia y el verano muerto, Julia y la voz de las ballenas y Cenizas.
- Primeras reseñas de Cenizas, publicadas en Banda Deseñada, Viñetario, Neuronas Asesinas, Acolóstico se escribe con erre, Imágenes, Solilokio y Entrecomics.
- Entrevistas a Álvaro Ortiz, publicadas en Zona Negativa, Guía del cómic, Mondo Sonoro, Rock & Cómics y Xastriño Cómics.
- Otras entradas de Zona Negativa relacionadas con el autor, a un click de distancia.
Es posible que sea algo estrecho de miras, pero por muy interesante que pueda resultar el cómic de este autor, a nivel de guión, las páginas que ofrecéis, visualmente, me parecen muy disuasorias. El cómic es un arte visual y debería entrar por los ojos y al mirarlas, más que nada, me han dado ganas de cerrarlos.
El dibujo de Cenizas es una maravilla, y las gamas cromáticas que utiliza Álvaro son perfectas.
Pues entonces el problema es mío, porque me han recordado a viñeta de El Jueves.
y porque salga en El Jueves no es bueno?
Hombre, a mí me encanta El Jueves, pero Metal Hurtlant pues como que no es.
Puestos a polemizar…¿Desde cuando Metal Hurlant es un standard de calidad?…anda que no se publico «morralla» bajo ese sello…
El concepto de morralla depende del gusto personal de cada uno.
Tienes razón, pero me refería ante todo a calidad «gráfica» y ya que ahí colaboraban Manara, Moebius, Corben, Enki Bilal, etc…
Este cómic tiene mucha calidad gráfica, que no te guste es una cosa distinta. A mi me ha horrorizado y me horrorizará siempre Richard Corben, pero no niego que es un gran dibujante.
Obviamente, la subjetividad manda. Soy admirador de Metal Hurlant y de su voluntad rompedora y me pateo tiendas de segunda mano y rastrillos para conseguir numeros…
El comic es el resultado de la ecuación dibujo (expresividad, ritmo, técnica, belleza…etc) + guión (historia, argumento, dialogo, personajes..etc)
Las criticas a la obra aquí reseñada se centraban en una parte infima de la ecuación…si volviésemos a Metal Hurlant hablaríamos de lo mucho que adolecían esas maravillosas historias de guión pese a un dibujo preciosista . Solo quería resaltarlo y polemizar un rato!
Vaya conversación de tristes, !! Poneros un avatar!!, pareceis los hombres de gris.
Felicidades a David por la entrevista, normalmente no me atraen este tipo de novelas que crean una historia de la vida cotidiana, prefiero la fantasia al costumbrismo, pero reconozco que en este caso, la premisa resulta bastante interesante.
El avatar no hace al hombre…
¡Uy, casi! El chascarrillo podría haber sido «El ávatar no hace al monje»
Me apetece muchísimo Cenizas desde que leí las primeras críticas, todas ellas favorables, pero es que son mas de tres mil pelas, que se dice pronto.
Aparte de que Astiberri es famosa por sus clavazos, ¿qué necesidad hay de que todo salga en tapa dura? Estamos en crisis, coño.
Y una curiosidad. No sé si es falta de malicia o qué, pero el caso es que el formato del tebeo es casi casi del tamaño de la pantalla de un Ipad. Un tebeo innecesariamente caro mas un formato que está a güevo para leer una copia ilegal en pantalla…¿pues que quereis que os diga?
Sinceramente no sé en que está pensando la industria.
Para monje ya está Pedro…
Cenizas es de lo mejorcito que he comprado este año, una autentica pasada de guión, aunque no sea muy original la idea principal (creo que hasta hay alguna peli con argumento parecido) los detalles de la historia son una pasada, engancha desde el primer momento.
A mi el apartado gráfico me encantó también, aunque es normal que haya diferentes opiniones al no ser un estilo «estándar», pero en cuanto pasas las primeras páginas, parece el mejor estilo para contar esta historia.
¡Llego tarde!
Heme leído el cómic en cuestión este finde. A pesar de un final pelín predecible de más, me ha parecido un cómic del copón y una estupenda road movie a lo hermanos Cohen.
Y no jodáis, visualmente es increíble: como dicen por arriba, su uso del color es fantástico. Cómo me jode cuando se confunde el dibujo sencillo con el mal dibujo.
Lo peor, para mí… la portada. No es que sea disuasoria, pero tampoco dice gran cosa.
Por fín me he decidido a sacarlo de la pila y me ha encantado. De lo mejor que he leído en el último año, nacional o extranjero, actual o clásico. Una maravilla.
Además, al contrario que Sputnik, no pude predecir el final, por lo que la satisfacción ha sido doble.
¡Quiero una secuela!