Este probablemente sea uno de esos asuntos que sin ser una novedad, están siempre de actualidad. A estas alturas probablemente uno no tendría que sorprenderse por lo que ve, pero aún así un momento de reflexión nunca está de más.
Me comentaba hace poco un amigo (al que todos bien conocéis) que el dibujante Frank Cho se lamentaba de que su “Shanna la Diablesa” se hubiera convertido en víctima de la censura, mientras que otros autores que llenan sus páginas de disparos, amputaciones y sangre, paseen libremente sus viñetas por todos los puntos de venta del mundo. Obviamente el espíritu de Cho (del que humildemente me hago partícipe) no era el de imponer a sus colegas el castigo que él mismo había sufrido en sus propias carnes, sino tratar de hacer ver al público lo injusto de su condena.
Ciertamente no le falta razón al bueno de Cho, más si cabe cuando escuchamos la excusa de los defensores de la tijera. El mundo está atravesando una época difícil, amenazado por los peligros del fanatismo, y en momentos como este hay que hacer piña alrededor de unos valores inquebrantables. Frente al terror, patriotismo. Frente al dolor, unidad. Frente al libertinaje, familia. Frente a unos pechos desnudos, un M-16.
Sorprende. Mejor, alucina, contemplar como ciertos grupos ven una mayor amenaza para la sociedad en el hecho de que millones de personas se planten ante una pantalla que muestra una escena de sexo, que cuando se trata de una secuencia en la que un solo hombre desparrama la vida de sus enemigos entre disparos y explosiones. ¿Qué extraña base para la conspiración hay en el sexo que, según los guardianes de la cordura, falta en la violencia? ¿Es más peligroso para el equilibrio de la sociedad que sus miembros se decanten por el placer en vez de por el dolor? ¿Qué clase de amenaza para la estabilidad nacional es el hecho de que un ciudadano desarmado determine su orientación sexual? Y si lo que pretenden es adormilar nuestra mente soñadora ¿quién es el incompetente que cree que el cuerpo de una Playmate o el torso desnudo del Gavilán de turno, no cumplirá mejor esa misión que bombas, guerras y asesinatos?
Lejos de profundizar en motivaciones políticas, resulta chocante contemplar la forma en que los gobiernos, democráticos, modernos y libres, trabajan aterrorizados para construir una sociedad embutida en un envoltorio de ignorancia. Resulta chocante, leer en los foros de una web como IMDB cómo la gente se escandaliza por las escenas de sexo (crudo, impactante, duro) entre Tom Stall (Viggo Mortensen) y su esposa (María Bello) y deja pasar desapercibido el motor mismo de una película (necesaria) como Una Historia de Violencia.
Puede que los obtusos de mente seamos nosotros y que los adalides del conservadurismo conozcan el verdadero peligro que radica en el sexo y del que, indudablemente, carece un inocente acto violento. O puede simplemente que vivamos en un mundo en el que en los supermercados, las armas se colocan en los estantes más accesibles y los preservativos en la trastienda.