Charlie Moon

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Edición nacional/ España: Charlie Moon (Toutain, 1990).
Guión: Carlos Trillo.
Dibujo: Horacio Altuna.
Color: B/N.
Formato: tomo rústica 56 págs.
Precio: 750 pts.

 

En cuanto cerramos las páginas de Charlie Moon, la obra de Carlos Trillo y Horacio Altuna, identificamos una sensación agridulce en nuestro metafórico paladar de lector, algo así como «¿Esto es todo?» El álbum apenas llega a las 50 páginas de historieta, repartidas en cinco capítulos de entre cinco y catorce páginas. Trata, además, de las mínimas peripecias de su protagonista homónimo, un adolescente que se busca la vida en los duros años ’30 del pasado siglo; anécdotas que no apuntalan un claro sendero biográfico (ignoramos dónde nace, quiénes son sus padres, incluso su edad), que se suceden sin cronología determinante, sin amagar tampoco un final que recoja las piezas o proporcione una enseñanza. Cinco delicados engarces que podrían haber sido 20 más, que deberían haber sido 20 más, seguramente, para conformar un gran fresco que no dejase a nuestro chaval descarriado, por esos mundos de Dios, con el bagaje único de su resignada inocencia ante una realidad implacable.

Cinco pinceladas líricas de juventud. Tal vez cinco despertares, o cinco intentos. Confrontaciones tímidas con el arrogante mundo adulto, teñidas de fatalidad y tristeza. Acaso basten. Un primer contacto con el ídolo con pies de barro, el mito que proyecta luz idealizada sobre la gris existencia, bailando en una buhardilla llena de sueños entre la ropa tendida. La civilizada brutalidad del hombre de negocios que ve morir, impasible, al jornalero que es tu amigo. El desconocido amable, un día cualquiera, sin una razón (o quizá demasiadas) para serlo. La chica con quien te quedas solo, turbado, balbuceando vaguedades. La comunidad que oculta sus vergüenzas bajo la alfombra perversa de la moralidad, el machismo o el racismo. Y, siempre, los silencios, las miradas, la insatisfacción. Sí, acaso basten.

Cuenta Altuna que Trillo y él se juntaban dos o tres veces por semana en un bar cercano para acordar las historias. Pergeñado en 1979, Charlie Moon, que iba a ser un mozo argentino cualquiera, acabó viviendo en los largos años de la depresión norteamericana para esquivar la censura del régimen militar. «Como héroe de ficción tiene algunos parientes ilustres: Huck Finn, Nick Adams y Holden Caufield«, observa en la introducción del volumen de Toutain el escritor argentino Guillermo Saccomanno, reciente Premio Dassiel Hammett en la Semana Negra de Gijón con su novela Cámara Gesell, para quien la obra es un éxito artístico «Porque las peripecias de Carlitos Luna son las de cualquier pibe que va descubriendo el universo en un país cuyas posibilidades fueron estranguladas«. La verdad sustancial que desprenden sus páginas bebe de fuentes diversas: el amor de Altuna por la cultura norteamericana, por su música, por su cine, por su fotografía, que vuelca en unas viñetas excepcionalmente vivas y detalladas. El instinto probado de Trillo para girar el tópico, para ver a la persona detrás del lance. La sensibilidad de ambos para los desprotegidos del mundo, para los seres cercanos y anónimos.

Nunca como aquí la gramática de Altuna se acercó tanto al cine. La profundidad de la perspectiva y la minuciosa reconstrucción de época, la dosificación de acciones concretas en viñetas con idéntico ángulo de cámara, refuerzan el encantamiento. ¿Cuántas veces hemos visto pasar un tren en pantalla dejando a un solitario viajero en un andén? Así arranca el tercer capítulo. Esta transparencia expositiva se crece con los silencios. Sin textos de apoyo ni bocadillos de pensamiento, los personajes han de expresarse con palabras y gestos, con la inestimable ayuda -obvio es- del punto de vista para el énfasis y el ritmo. Tampoco se quedan atrás los recursos propios del noveno arte, como evidencia la ausencia del plano/contraplano en las conversaciones, suplido por argucias más propias del medio, los juegos con los títulos o el marco de las viñetas y, sobre todo, el claroscuro a ejemplo de los maestros del cómic USA tipo Milton Caniff o Alex Toth (como muestra, compruébese la última plancha del capítulo segundo).

Magníficas páginas silenciosas con predominio del claroscuro son la marca de fábrica de Charlie Moon
Magníficas páginas silenciosas con predominio del claroscuro son la marca de fábrica de Charlie Moon

Las pistas diseminadas en la obra nos sugieren el lapso de uno o dos años. «En una de las historias de este álbum aparece el cartel de un film que Carole Lombard estrenó en 1936. En otro episodio se ve una valla publicitaria que se vanagloria del más alto estándar de vida del mundo (el de EE.UU.) y que se remonta al 37. De manera que podemos decir que los episodios de la vida de Charlie Moon que aquí se narran transcurren en esos años, más o menos«, revela el dibujante en el prefacio a la edición de Planeta DeAgostini. Es lástima que Charlie Moon desaparezca tan pronto de nuestras vidas, con la misma rapidez y discreción con que asomó. Echaremos de menos su mirar limpio y desconcertado, su andar errabundo, su corriente subsistencia. ¿Se habría convertido, pasados los años, en un adulto indistinguible? Tal vez sea mejor dejarlo ahí, en una calle como cualquier calle, con la promesa de una vida por delante.

Pese a carecer del relumbre popular de otras obras del mágico dúo argentino (pensemos en El último recreo o Las puertitas del Sr. López), Charlie Moon ha sido publicada hasta tres veces en nuestro país: serializada en la revista Comix Internacional, en álbum publicado por Toutain en 1990 y en el nº 2 de la Colección Horacio Altuna de Planeta DeAgostini (2009).

  Edición nacional/ España: Charlie Moon (Toutain, 1990). Guión: Carlos Trillo. Dibujo: Horacio Altuna. Color: B/N. Formato: tomo rústica 56 págs. Precio: 750 pts.   En cuanto cerramos las páginas de Charlie Moon, la obra de Carlos Trillo y Horacio Altuna, identificamos una sensación agridulce en nuestro metafórico paladar de…
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Eduardo
Eduardo
Lector
16 marzo, 2015 17:56

Me parece recordar haber leído en alguna parte que la edición de Planeta DeAgostini tenia algun defecto o errata. ¿Alguien sabe algo?

juan200025
juan200025
Lector
16 marzo, 2015 19:04

Me alegro mucho de que se haya reeditado recientemente esta joyita tan desconocida para la mayoría. Poco se puede añadir a lo comentado en esta reseña… Después de leer cada una de estas cinco historias, te queda la misma sensación mágica que al final de un cuento de Bolaño o de Matute. Y el cuidado en la composición y en el detalle de los dibujos (puedes pasar horas deleitándote en algunas páginas) denota que es una obra hecha con muchísimo cariño y dedicación. En fin, para mí, este tomo es una clase magistral de cómo hacer cómics.

Mariano Abrach
Autor
16 marzo, 2015 19:22

Celebro cada una de tus reseñas de autores argentinos, Javier!

Agente Sadness
Agente Sadness
Lector
16 marzo, 2015 21:18

Pues anda que menudo pedazo de deuda tenemos por estos lares con la Historieta Argentina…

Cuando el comic explosionó, así, a lo bestia, en Iberia, finales de los setenta y comienzos de los ochenta, antes de la invasión superheroica…

Todos aquellos Totem, Comix Internacional, 1984, El Vívora -por nombrar los más conocidos- ¿Qué hubiera sido de ellos sin Trillo, Altuna, Wood, Muñoz, Sampayo, Barreiro, Saccomanno, Oesterheld, Salinas, Alcatena, Breccia, Mandrafina, Risso, Solano López, Juan Giménez y «unos cuantos más» que siempre aparecían en los créditos un mes sí y otro también?

No creo que yo sea el único que empezó a tomarse en serio a «LA HISTORIETA», con mayúsculas, como maravilloso medio de expresión de la mano de todos estos señores, -(y otros muchos más claro, de todas partes del globo, pero eso es otra historia)- y más o menos por eso decía que… que menudo PEDAZO DE DEUDA que tenemos por estos lares con la Historieta Argentina.

Y además, siempre me he descojonado de risa con expresiones como «pelotudo», «conchudo» y «la concha de la lora».

En cuanto a «Charlie Moon», soy de los que opinan que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Sólamente ver los nombres de Trillo y Altuna juntos, ya son sinónimo de muy buen hacer y muchísima calidad; hablando mal y pronto, «con buena picha bien se jode». -(con perdón)-

Por lo que a mí respecta, creo que me voy a ver otra vez Relatos Salvajes después de cenar.

Saludos a tod@S.

Agente Sadness
Agente Sadness
Lector
En respuesta a  Javier Agrafojo
17 marzo, 2015 15:21

Y en particular -(aprovechando que me estoy releyendo «El Condenado»)- la narración en primera persona de las andanzas de tipos más duros que Chuck Norris después de diez horas en un horno, y unos juegos de sombras, un dominio del blanco y negro, que ya les hubiera gustado poseer a muchos «chavalitos» que creen que han inventado el «Noir»… pero aplaudo el intento, oye, y que no decaiga. Pero…

Pero como decía mi avatar, el viejo Buitaker: «Y es que no hay color, chonis, no hay color…»

Poyeando por la red, me ha parecido ver que Francia lleva ya algún tiempo, no mucho, retomando este tipo de material publicado originalmente en revistas como Fierro y otras, y colocándolas en integrales de impecable edición y precio «pal que pueda», y la jugada no les está saliendo nada mal…

En fín, un abrazo, Maese Javier, y no se me haga daño usted con el «caloret», que ya tiene usted una edad y cada vez se acerca más a la mía…

Agente Sadness
Agente Sadness
Lector
En respuesta a  Javier Agrafojo
17 marzo, 2015 15:27

Pero tú no estabas de viaje, sinvergüenza?

Agente Sadness
Agente Sadness
Lector
En respuesta a  Javier Agrafojo
17 marzo, 2015 15:38

Cómo calla el muy golfo… bah, yo me sigo quedando con «Ficcionario». Y si nos ponemos «pelotudos», con «Ciudad» de Barreiro y Giménez…