Al terminar la lectura de un cómic podemos pensar, ¿qué poso nos ha dejado esta historia? ¿Ha servido para hacer evolucionar el personaje o sus relaciones con las personas que le rodean? ¿De qué forma ha hecho avanzar el guionista la trama? Ha sido capaz de desarrollar todo lo que se esperaba? Si trasladamos estas preguntas al segundo volumen recopilatorio de la serie regular de Cíclope vemos que lo mucho que prometía de la mano de Greg Rucka se ha ido desinflando con la llegada del nuevo guionista John Layman precipitando la colección hacia su cancelación. No todo ha sido su culpa, de hecho, no ha hecho más que continuar la senda marcada por Rucka, quizás es que el joven Scott Summers no tiene el carisma suficiente para sostener una serie regular. El caso es que volviendo a lo que os decía anteriormente, todo se quedaron en las buenas intenciones de explorar la relación entre Scott y su padre Corsario y ver cómo se desenvuelve el zagal en un entorno un tanto incómodo para él como es el espacio viviendo aventuras propias del mar Caribe acompañado de la tripulación que conforman Los saqueadores estelares.
Este segundo volumen con el que se cierra la colección lejos de profundizar en la relación padre-hijo que queda en segundo plano más allá de un par de momentos íntimos entre ambos, sirve para contarnos una pequeña rencilla que en su día mantuvo con Malafecto, pirata espacial con quien Corsario compartió aventuras hasta que tuvieron un importante desencuentro que terminó con Malafecto expulsado en una cápsula de escape al espacio infinito. El caso es que tras un pequeño descuido de Scott los saqueadores estelares serán apresados por estos y sufrirán el mismo exilio por el que en su día pasó Malafecto, y es que en el espacio lo de pasar por la plancha digamos que tiene su peligrosa variante. Con su padre en una celda apresado por Malafecto, con sus compañeros Saqueadores vagando por el espacio, Scott tendrá que ingeniárselas para hacerse pasar por rebelde con el objetivo de ganarse a Malafecto y su tripulación y así buscar el mejor momento para liberara a su padre y poder huir ambos para salvar a sus compañeros de lo que parece una muerte segura.
Sería injusto decir que la historia no fluye de forma natural y que incluso resulta de lo más interesante, la pregunta es, ¿esperábamos los lectores una aventura espacial con tintes superheróicos o por el contrario aprovechar la ocasión para explorar las muchas posibilidades de tener de nuevo a un Scott Summers adolescente? Layman cumple y poco más, la historia resulta amena, entretenida, y tiene algunos momentos muy divertidos, los nuevos personajes creados para la ocasión – Malafecto y su tripulación – resultan todo un acierto, y el papel que juega la hija del capitán está muy bien hilvanado, con todo, no es el tipo de historia que esperaba leer del creador de Chew.
En el apartado artístico también tenemos un cambio importante pues el encargado de dibujar estas páginas es ni más ni menos que Javier Garrón quien entró con fuerza en el mercado americano en IDW encargándose de Indestructible y de ahí daría el salto a DC Comics haciéndose cargo de varios números sueltos del bat-universo, Nightwing, Batgirl o Harley Quinn. En diciembre del año pasado se haría cargo de esta etapa de Cíclope y su trabajo parece que ha gustado en Estados Unidos pues a continuación se ha hecho cargo de la miniserie Inferno anclada en el evento Secret Wars y por la que está cosechando muy buenas críticas. Quizás en los USA están alucinando con su peculiar forma de dibujar pero a los que venimos siguiendo su trabajo desde hace ya unos cuantos años no nos sorprende, sabíamos de su enorme calidad y sólo era cuestión de tiempo que diese el salto al mercado americano.
Este segundo volumen pues es recomendable para aquellos que sientan curiosidad por las aventuras de este joven Scott, de los Saqueadores estelares – ¿Cuánto más tendremos que esperar para que se atrevan en Marvel Comics a darles una serie regular? – y claro está, para los que quieran ver el trabajo de Javi. Por desgracia, la serie concluyó en el duodecimo número (este último formó parte del evento El vórtice Negro y se incluyó en las grapas correspondientes) y quedaron hilos por atar como la enfermedad de Corsario que tendrá que retomarse en otra ocasión o pasarse por alto.
Me agrado y mucho, le sentó de maravilla la salida de Rucka y su discurso paternal.
Lo describes muy bien, el título era divertido y fresco, un buen retrato de lo que otros no han podido o no han querido hacer con los otros personajes juveniles desplazados.
Doceavo no, duodécimo o decimosegundo!
Gracias por la reseña!!!
Tienes razón! Corregido, muchas mercis 😉