A Marvel le gusta mucho usar sus eventos para preparar futuras series. Ese es el caso de este cómic. Civil War II: Kingpin viene a ser el prólogo de la anunciada serie protagonizada por el señor del crimen que tantos malos momentos ha hecho pasar a héroes como Daredevil y Spider-Man. Y si la calidad de esta miniserie de cuatro números es indicativa de lo que nos espera el año que viene, parece que Marvel ha encontrado el equipo creativo adecuado para sumergirse en el oscuro mundo que habita Wilson Fisk.
Tras los acontecimientos del penúltimo volumen de Daredevil, Kingpin regresa a Nueva York para volver a forjar un imperio criminal. Pero hay un problema: los superhéroes tienen a un inhumano capaz de ver el futuro, es decir, predecir los movimientos de los villanos. Afortunadamente, Fisk parece haber encontrado la manera de eludir a ese inhumano. Su éxito atraerá la presencia de mucha gente que quiere verlo muerto, eso sí.
Pese a estar ambientada durante Civil War II, esta miniserie realmente no tiene mucho que ver con el evento. Podría haberse contado en cualquier otro momento, y eso, obviamente, es algo bueno porque no hace falta saber nada sobre la serie central para disfrutar de la propuesta de
Rosenberg escribe a un Kingpin genialmente caracterizado. Su Wilson Fisk da miedo, impone. Desde su interesante monólogo en las primeras páginas –buena muestra de su retórica– hasta el final, es quien aparenta ser: un criminal ingenioso, sin inhibiciones morales ni escrúpulos. Pero Rosenberg tampoco comete el error de convertirlo en un ser todopoderoso y omnisciente, siempre al tanto de lo que hacen sus enemigos en cualquier punto del globo; no tiene miedo de mostrar al rey del crimen en su faceta más vulnerable. Y en esos momentos es donde se encuentra lo mejor de la serie. El guión presenta a un nuevo personaje cuya entrañable, pero a la vez peligrosa relación con Kingpin mantiene a uno constantemente interesado en saber qué pasará en la siguiente página. Difícil dejar de leer.
Sin embargo, el magnífico ejercicio de caracterización no es suficiente para camuflar que ver al Kingpin matando a sus rivales y ascendiendo en el mundo del crimen no es algo novedoso. Civil War II: Kingpin no deja de ser la típica historia sórdida y relativamente realista de criminales en el universo Marvel que ya hemos leído en otras ocasiones; pero está bien narrada, y eso es lo que al final importa. En cambio, donde sí hay que darle un tirón de orejas a Rosenberg es en ciertos detalles del tramo final. Kingpin siempre ha sido un tipo duro y escurridizo como pocos, pero lo que hace en ciertas escenas desafía la suspensión de la credibilidad.
El dibujo de Ricardo Lopez Ortiz destaca por su conseguida atmósfera sucia e inhóspita. Resalta bien diferencia entre los bajos fondos de Nueva York, nidos de negocios clandestinos y viviendas cochambrosas, y los barrios en los que las series de Marvel suelen moverse a diario. A ese propósito contribuye la acertada paleta de colores apagados, grisáceos, de Matt Lopes. Dalibor Talajic se encarga de una historia de complemento que aporta ciertas explicaciones y si bien su estilo es muy diferente al de Ortiz, cumple con creces.
En definitiva, la serie de Rosenberg y Lopes demuestra que Wilson Fisk estará en buenas manos cuando se estrene su próxima serie regular. Estamos ante una recomendable lectura para fans del personaje o lectores en busca de alguna miniserie entretenida y alejada de sagas épicas.
Guion - 8
Dibujo - 7.5
Interés - 7
7.5
Notable prologo de la nueva serie de Kingpin
Esos son Fancy Dan, Montana y Buey? Me encantaban esos tíos
Obra de arte, de lo mejor que ha hecho Marvel en mucho tiempo. Los 4 números fueron geniales, y la serie regular que siguió también es genial. Nada que ver con las basuras de los títulos principales.