Otras colecciones mutantes eran posibles…
«¿Sabes cuál es el verdadero futuro? Lo desconocido»
Los, por no pocos aficionados, añorados CES (Colección Extra Superhéroes) nos trajeron en formato de muy buena calidad/precio toda una serie de etapas de la Marvel de los 90. Curiosamente, algunas de estas etapas, especialmente de la iniciativa Heroes Return ya hace tiempo que están siendo recuperadas por Panini en tapa dura y a precios no tan competitivos, claro. Sea como fuere, con este CES Cable 2: El contrato Némesis, finaliza la recuperación de la aclamada estancia de Joe Casey y José Ladronn en la serie del hijo de Askani.
En la reseña al tomo 1, ya desglosamos cómo fue la llegada de Casey a la colección (y casi diríamos que a Marvel), tomando el testigo de James Robinson y buscando casi desde su primer guion hacerse notar en la Marvel pre Joe Quesada. Sin embargo, sería en esta tanda de episodios (#59-70 de la edición original) donde el guionista y el dibujante entregarían sus mejores números. Casey estructura sus historias en sagas de 2, 3 y 4 capítulos con algún episodio de transición y siempre -o casi- teniendo en cuenta la subtrama de un futuro enfrentamiento «definitivo» entre Apocalipsis y Cable.
La primera historia del tomo, la que además le da título, El Contrato Némesis, enfrenta a un Cable sin sus poderes psíquicos y telequinéticos, y que además agoniza por culpa del virus tecno-orgánico que invade su cuerpo, con un agente de SHIELD un tanto particular. Jack Truman es una especie de operativo encubierto de SHIELD hasta el punto de que su existencia es conocida por muy pocos dentro de la organización. Ante un Cable disminuido, Truman vence fácilmente pero tras librarse el héroe del virus tecno-orgánico y recuperar sus poderes telequinéticos, en una segunda pelea es Cable quien se alza victorioso.
El #63 y los X-Man #46-47 son un cross-over bastante flojo que sirve para traer de vuelta a Discordia, villano fundamental para Cable. Este es el único número que Casey no comparte con Ladronn sino con Stephen Platt y las comparaciones son, claro, odiosas. Por la parte de X-Man, al menos tenemos a los lápices al siempre estimulante J.H. Williams III.
El #64 es un excelente relato narrado por la periodista Irene Merryweather, secundaria introducida por Robinson y que Casey seguiría utilizando con regularidad. Una brillante reflexión acerca de la figura de Cable que, además, ahonda en el pasado de Irene, todo ello acompañado por algunos de los más líricos dibujos de Ladronn.
El #65 es un número de transición que prepara el enfrentamiento entre Apocalipsis y Cable pero también la siguiente saga de la colección, que abarcaría los #66-68 y que son pura acción. En este caso, el Heraldo de Apocalipsis, un villano capaz de evolucionar con cada enfrentamiento con los héroes, chocará con Cable y los Vengadores, en un espectáculo de destrucción en el corazón de Nueva York que acaba con un decepcionante deux-ex-machina. Cuando Cable decide sacrificar su vida para acabar con el Heraldo es salvado en el último momento por unos científicos interdimensionales, científicos con los que discutirá (y acabará luchando) en el #69 en un interesante número que reflexiona sobre la dicotomía destino-libre albedrío.
El abrupto final de la etapa llega en el #70, en el que Casey y Ladronn se olvidan de todo lo relacionado con Apocalipsis y se centran en cerrar la trama de la relación entre Cable y Stacey, la camarera de un dinner con la que el héroe ha ido intimando desde varios números atrás. Al mismo tiempo, recupera a uno de los miembros de la orden religiosa de los Askani para recordar la naturaleza mesiánica del protagonista.
En esta tanda de episodios, Casey se muestra como un autor mucho más maduro de lo esperado, siendo capaz de conjugar con aparente facilidad la épica de la acción más desenfrenada con momentos intimistas entre dos personajes hablando. Curiosamente, la aproximación de Casey al personaje bebe mucho de la tradición clásica de Marvel, esa a la que los mutantes habían dado la espalda en los 90: presentar personajes humanos y por los que el lector pudiese identificarse al mismo tiempo que empatizar, jugar con conflictos bigger-than-life mezclados con pequeños dramas personales, y sobre todo hacer sentir al aficionado que Cable formaba parte de un rico universo de ficción compartido (solo en este tomo tenemos como invitados a SHIELD o los Vengadores). Con Casey asistimos a la madurez de Cable como personaje, algo que podemos ver especialmente en su relación con Stacey. Una relación posiblemente condenada a no poder cuajar pero que nos deja momentos bellísimos como la última plancha del #70 con ese beso, que parece más de despedida que otra cosa, entre ellos.
Al dibujo, Ladronn hace un trabajo excelente, con unas reminiscencias de Jack Kirby especialmente en su plasmación de la tecnología de SHIELD, que no pueden hacer sino retrotraernos al maestro. Ya sea en su clásico esquema de 6 viñetas por página o en las fantásticas splash-pages, Ladronn se muestra como un narrador de gran nivel. Entiendo que la angulosidad de sus caras no será plato de buen gusto para muchos lectores, pero si alguien siente rechazo por su dibujo, le invito a que le dé una oportunidad porque no saldrá defraudado.
¿Por qué finalizó esta exitosa -al menos por lo que a la crítica se refiere- etapa? Marvel, en una de sus clásicas meteduras de pata, decidió traer de vuelta a la serie a Rob Liefeld, padre de la criatura y Casey no dudó en marcharse con Ladronn en solidaridad con su compañero. Es especialmente irónico que el guionista que preparó el siguiente gran cross-over de la franquicia mutante (Los Doce) no participara en su ejecución final, un desastre de ejecución por otro lado. Un Liefeld que, además, solo dibujaría la friolera de TRES números antes de dar otra de sus espantadas. Tras Los Doce, Robert Weinberg y Michael Ryan hicieron un trabajo correcto sin más y la colección fue rebooteada en 2001 por David Tischman e Igor Kordey con aquellas olvidables historias de Cable luchando codo con codo con guerrillas latinoamericanas.
Joe Casey le dio a Cable una razón para existir como personaje, una razón para que los lectores nos lo tomáramos en serio después de tantos cómics infames. La razón era convertirle en una persona. El guionista continuaría mostrando su calidad en Wildcats y su regreso a la franquicia mutante ya con Quesada se saldó con un estrepitoso fracaso en La Patrulla X. Pero tanto él como Ladronn siguen siendo autores con sobrada capacidad de demostrar su talento en cualquier proyecto en que se embarquen.
Lo mejor
• A pesar de que se nota un tanto apresurado, sin duda el cierre que supone el último número
Lo peor
• El cross-over con X-Man
Y sabéis de algo reciente e interesante de Ladronn o Williams?