Colección Frank Miller. Lobezno: Honor
«Soy Lobezno. Si eres inteligente, no me querrás como enemigo»
Érase una vez una época donde Lobezno no salía en seis colecciones Marvel cada mes. Donde su imagen como lobo solitario no había sido explotada hasta la nausea. Donde la frase “soy el mejor en mi trabajo aunque mi trabajo no sea muy agradable” no se había repetido innumerables veces. Parece que hablamos más de un mundo imaginario que de una época que realmente existiera, pero aunque a los más jóvenes les pueda costar creerlo, aquellos años existieron y hoy en día se les conoce con un término que resuena tanto como “Atlántida” o “Shangri-La”: La década de los 80.
Centrémonos específicamente en 1982. Habían pasado ya 8 años desde la primera aparición de Lobezno en The Increíble Hulk #180. Como muchos otros personajes de Marvel, su creación no fue responsabilidad de un solo individuo sino de una mezcla de ideas y talentos, en este caso los de Roy Thomas, John Romita Sr., Len Wein y Herb Trimpe, siendo estos dos últimos los encargados de escribir y dibujar a Logan por primera vez en el número de Hulk anteriormente citado. Un año después, en 1975, el propio Wein recuperaría al personaje para el relanzamiento de la Patrulla-X en Giant-Size X-Men #1… y el resto es historia. Una vez en las manos de Chris Claremont y John Byrne, Lobezno iría poco a poco convirtiéndose en el mutante favorito de buena parte de los aficionados gracias a su personalidad de tipo duro pero también al indudable carisma que le insuflaron el escritor británico y el dibujante canadiense.
A principios de los años 80, era un secreto a voces que Logan estaba destinado a grandes cosas en la Casa de las Ideas. Eran, además, tiempos de experimentación en Marvel. La editorial por aquel entonces dirigida por Jim Shooter, se lanzó a publicar cómics en nuevas líneas (Epic) y formatos (Novela Gráfica). Una de esos novedosos formatos eran las series limitadas, pensadas para publicar una historia en un número reducido de cómics; ideales para eventos contenidos o para foguear a personajes secundarios y comprobar así, la respuesta del público. La primera serie limitada en ver la luz fue Contienda de Campeones, tres números a cargo de Mark Gruenwald, John Romita Jr. y Bob Layton, en los que parte de los héroes Marvel eran divididos en dos grupos y obligados a luchar entre sí merced a las manipulaciones del Gran Maestro y el Coleccionista. Para la segunda tanda, Marvel lanzó al mismo tiempo una miniserie dedicada a Hércules, escrita y guionizada por Bob Layton y la que aquí reseñamos, centrada en Lobezno.
A comienzos de los 80, Chris Claremont y Frank Miller eran dos de las figuras creativas más importantes de Marvel. Claremont, junto a Byrne, habían convertido La Patrulla-X en la colección “que había que leer”. Miller, como guionista y dibujante (sin olvidar las tintas de Klaus Janson) estaba expandiendo los limites del género superheroico en Daredevil. Ambos eran amigos y, volviendo juntos en coche de la Convención de Cómics de San Diego de 1981, comenzaron a charlar sobre Lobezno, cómo veía cada uno al personaje y el tipo de historias que cuadraban mejor con él. Ambos renegaban de la visión que parte del fandom tenía de Lobezno como un psicópata sanguinario y fueron poco a poco desarrollando una historia de Logan centrada en el concepto de Ronin o samurai caído en desgracia. Esa historia se convertiría en Lobezno: Honor.
Los cuatro números que conforman esta aventura narran cómo Lobezno, alarmado porque Mariko Yashida, la joven que conoció en The Uncanny X-Men #118 y con la que había comenzado una relación poco después, había dejado de contestar a sus cartas, decide volar a Japón para averiguar el porqué de este silencio. Una vez allí, Logan descubrirá que Mariko se ha casado con uno de los sicarios de su padre, que a la vez es el líder de una organización criminal mafiosa. A partir de ahí, Logan se verá envuelto en una trama de traición y venganza con reminiscencias de cine negro, en la que contará con la ayuda de una asesina llamada Yukio, que se siente irresistiblemente atraída hacia el mutante canadiense.
Lobezno: Honor es el origen de parte importante de la mitología del personaje. Es el relato de un hombre que comienza guiándose por su instinto pero que, para avanzar, tiene que ser capaz de cambiar y adaptarse a un código diferente, en este caso un código de honor que recuerda al de los antiguos samurais. No debería sorprendernos lo bien que funciona el desarrollo de Lobezno como Ronin puesto que esta figura histórica del samurai errante entronca perfectamente con la imagen de solitario que había estado cultivando Claremont en sus interacciones con otros miembros de la Patrulla-X. Sí que podría sorprendernos lo inusualmente “humano” que dibuja aquí el guionista a Logan, presentándole como un individuo vulnerable tanto física como emocionalmente. Incluso conociendo los poderes regenerativos del héroe, es indudable la sensación de amenaza que nos transmite el escritor a través de los pensamientos del protagonista; una sensación un tanto extraña si atendemos a interpretaciones más modernas del personaje (Pre-Hickman) en la que lo presentaban como un ser prácticamente inmortal merced a sus poderes mutantes.
Claremont utiliza aquí de forma magistral su técnica de monólogos interiores, la cual permitía, casi por primera vez, trascender la imagen del Lobezno-superhéroe hacia la de Logan-hombre. De hecho, para enfatizar este aspecto, Lobezno aparece con su traje completo en muy pocos momentos. Logan no es aquí, la infalible máquina de matar que muchos pensaban que era; es más bien un personaje lleno de dudas y capaz de asomarse al abismo de la desesperación como cuando es derrotado en primera instancia por el padre de Mariko. En el cambio que se produce en Logan será fundamental Yukio, la asesina que luchará a su lado contra la Yakuza y los ninjas de La Mano, recién salidos del Daredevil de Miller. Yukio recuerda por momentos a Elektra pero Logan no es Matt Murdock y la relación de atracción-repulsión que se genera entre ellos está condenada al fracaso. Aunque Claremont juega hábilmente con Mariko y Yukio presentándolas como una dicotomía “mujer buena”-“mujer peligrosa”, este triángulo amoroso será uno de los puntos más flojos de la historia, especialmente el tratamiento de Mariko como una dama en apuros sin apenas desarrollo (hasta las últimas tres páginas del relato, al menos) y el de Yukio como tentadora más que como una opción romántica realista para Logan.
El dibujo de Frank Miller es muy reconocible para aquellos que hayan leído su etapa en Daredevil, no tanto para quien le conozca por obras más recientes. Para un lector del siglo XXI, el trazo de Miller no tiene la plasticidad de dibujantes más modernos pero narrativamente es excepcional. La composición de página es impecable y su sentido del ritmo excepcional, siendo capaz de coreografías combates de una manera frenética (primer encuentro contra La Mano) o tan lírica como contundente (el duelo final contra el padre de Mariko). Los lápices de Miller y las tintas de Josef Rubinstein se ven realzadas por la colorista Lynn Varley, que brilla especialmente en secuencias como la de Lobezno deambulando por un Tokio repleto de luces de neón.
La edición de Panini, además de incluir dos textos, un prólogo y un epílogo, escritos por Claremont y Miller respectivamente, recupera las portadas dibujadas por Carlos Pacheco para la primera edición de la miniserie en España, incluida por Cómics Forum en 1989 en su colección Clásicos Marvel.
Al final del tercer capítulo de los cuatro que conforman la historia, Lobezno reflexiona que la alternativa a luchar es el estancamiento. Y ciertamente, en Lobezno: Honor, Logan lucha, cambia y se adapta para poder salir triunfante. Pero la lógica del cómic mainstream acabó llevando al personaje a un casi perpetuo estancamiento. Lobezno rechazará la espada que Mariko le ofrece al final del relato y la anunciada boda entre ambos no estará destinada a tener un final feliz. Los años 80 continuaron su inexorable marcha y tanto Claremont como Miller, en caminos divergentes, continuaron buscando una manera de dejar huella en el noveno arte. A los aficionados, afortunados nosotros, nos dejaron un clásico para recordar.
Lo mejor
• Dos de los autores más importantes del medio cerca de su pico creativo.
Lo peor
• Mariko acaba siendo un personaje un tanto estereotipado.
Guion - 8.7
Dibujo - 8.9
Interés - 9.2
8.9
clásico
La historia que expandió de manera decisiva la mitología de Lobezno. Imprescindible
Una maravilla, sin más. Imprecindible.
De los primeros comics que compré cuando volví al ruedo despues de muuuchos años, edición de Panini de 2000 y pico. Para variar revolviendo cajas en una librería. Una gran joya, para mi Top 5 Marvel.
Gran tebeo. No es su mejor trabajo aunque es de los más agradables de leer
Increible historia, un equipo de lujo en su mejor etapa creativa, todavía no entiendo como diablos no utilizaron este argumento para adaptarlo a una película de Logan en vez de esas horribles versiones que hicieron.
Ehh…la segunda de Lobezno es como una adaptación muuuuy libre. Pero tiene escenas calcadas. Y ojo, salvo por el final no me parece taan mala.
DIgamos que es una adaptación extremedamente libre por ser un poco piadosos con el tema, y así y todo sigue siendo para mi sigue siendo un producto muy malo.
104 páginas 18 euros?