Seguir descubriendo el trabajo de Zidrou es uno de los grandes placeres que estoy encontrando en esta inmersión que estoy haciendo en el mundo de la bd, terreno desconocido para mi pero donde estoy encontrando grandes satisfacciones con historias autocontenidas en poco más de cincuenta páginas y en las que debido a la limitación de su extensión cada escena, cada momento los autores han de hacer que cuente, que sea importante para conseguir una historia redonda. Zidrou me ha demostrado en las obras suyas que he leído suyas que es un maestro en esta faceta, en crear esas pequeñas micro escenas que terminan siendo capitales y además cobrando una nueva dimensión en su relectura, y es justo ahí donde creo que sobresale Los buenos veranos, su nuevo proyecto a modo de serie abierta en la que vuelve a colaborar con Jordi Lafebre, dibujante de Lydie y que con trabajos como este consigue alzarse al panteón de mis dibujantes favoritos.
Dice la sinopsis de la obra que podemos encontrar en la web de Norma Editorial lo siguiente: “Una pareja de jubilados se instala en la orilla de un río para hacer un picnic. Allí recuerdan sus vacaciones en Ardèche en 1973: el 4L de la familia Faldérault está aparcado frente a su casa y el portaequipajes, repleto de maletas. Los cuatro niños y su madre esperan al padre, que está acabando una lámina de cómic. Cuando lo acaba, toda la familia puede, por fin, empezar su ruta dirección al sur. El viaje se desarrolla en una atmósfera desenfadada, hasta que hacen una parada en un rincón bucólico entre Ligny-le-Châtel y Chablis, un lugar ideal para un picnic. Por desgracia, una familia de holandeses ya ha ocupado la zona… Con una visión humorística, Zidrou y Lafebre nos relatan los desplazamientos de una familia belga en los años setenta. Ilusiones, alegrías y decepciones cotidianas que evocan el sabor de los helados y el olor a bronceador. Una nostalgia que lleva aparejada, sin embargo, cuestiones más existenciales como la pérdida y la muerte, siempre tratadas con un optimismo desenfadado.” y aunque es acertada a la hora de definir la trama de una forma bastante sesgada lo cierto es que Los buenos veranos esconde mucho más tras sus páginas, una clase magistral sobre las relaciones humanas y el problema de las expectativas no cumplidas en la vida, y de cómo esa frustración mal gestionada puede derivar en serios problemas de convivencia. No es un melodrama, al contrario, está plagado de pequeños gags o escenas en las que impera el humor, también toca algunos momentos difíciles de digerir como puede ser la pérdida de un ser querido. Como en la gran mayoría de obras de Zidrou, la clave no está en lo que nos cuenta sino en las sensaciones que consiguen transmitirnos sus personajes, esa capacidad para transmitirnos lo cotidiano sin que al leerlo se vea como algo artificial o forzado. Los buenos veranos es la historia de Pierre y Mado y sus cuatro hijos, él un dibujante de bd que no termina de alcanzar el éxito creativo que anhelaba, ella cansada de una vida que no es la que soñó vivir, y por delante unas vacaciones de verano, quizás las últimas como pareja pero es que ambos se han prometido darles a sus hijos esta última alegría antes de darles la fatídica noticia de su separación. Pero claro, en cincuenta páginas escritas por Zidrou y magistralmente dibujadas por Lafebre pueden pasar muchas cosa, y vaya si suceden.
Cuesta quedarse con algunas de esas micro escenas a las que anteriormente os hacía mención, cobra especial sentido con una segunda lectura la frase con la que termina la escena en dos páginas ambientada en el presente con la que arranca la historia, de hecho se agradecen estos detalles reservados en buena medida para aquellos que gusten de esa relectura, o la forma en la que juega con nosotros a la hora de presentarnos a Chuki, el séptimo pasajero del cuatro latas que nos hará contar y recontar a los integrantes de la familia hasta que por fin Zidrou nos desvela un juego que adquiere una especial relevancia con la conclusión de este primer volumen. Aunque si tuviese que quedarme con el momento que más me gustó de todos sin lugar a dudas sería el gesto del protagonista, Pierre, de volver a dejarse la barba un detalle insignificante para muchos y de una importancia capital si enlazamos con una conversación anterior entre Pierre y Mado, su mujer, y de esa misma página es inevitable detenerse en la emotiva conversación entre ambos: “Sabes Pierre. He estado pensando en lo de nuestra separación y… puede que el sol no brille todos los días de nuestra vida… ¡Pero me gustan nuestros rayos!” Magnífico no sólo por cómo hilvanan la escena guionista y dibujante convirtiéndola en una de las más bonitas del presente volumen sino una vez más por rescatar ecos de una escena anterior para de nuevo volver a darle una importancia capital a esos pequeños detalles, a fin de cuentas, ¿nuestra vida no se alimenta de esos pequeños momentos que consiguen llegar a nuestro corazón?
Los buenos veranos se ha convertido por muchos motivos en una de las obras que más he disfrutado en lo que llevamos de año, por la capacidad de transmitir sentimos de Zidrou, porque Jordi Lafebre consigue que sus dibujos hablen incluso en aquellas viñetas carentes de diálogo. Porque es capaz de conseguir lo más difíciles, que nos creamos sentimos tan complicados de dibujar como ver a alguien llorar de pena o reír de infinita alegría. Lafebre es un regalo para los lectores que busquen encontrar personajes que transmitan sensaciones con su sóla presencia, de la misma forma que Zidrou es un maestro a la hora de entender que ofrecernos en cada momento para convertir esas poco más de cincuenta páginas en un carrusel emocional en el cual no tenemos más remedio que dejarnos llevar y disfrutar hasta su última página.
Escribo esto y me siento afortunado, me aguarda en la estantería el segundo volumen de esta historia aún por leer, se que lo voy a disfrutar tanto o más que este primero y después tocará releerlos de nuevo, a buen seguro que han escondido referencias en ese segundo volumen al que acabo de terminar que harán aún más grande y disfrutable su lectura.
Guión - 9
Dibujo - 9
Interés - 9
9
Emocionante
Zidrou y Lafebre vuelven a crear un clásico instantáneo en una historia que consigue emocionarnos a base de cotidianidad.
Me encantan los dibujos de Jordi Lafebre, tan llenos de vida. En esta obra y en La Mondaine… Una maravilla.
Por cierto, es cosa mía o Zidrou ha colaborado muchísimo últimamente con autores españoles?
La Mondaine la tengo aun pendiente y creo que es una obra bastante buena, ¿es así? Justamente esta mañana he leído una entrevista a Zidrou en la que indica que hace años traslado junto a su familia su lugar de residencia a España, más concretamente a Ronda y fue a partir de este traslado que optó por colaborar en su mayoría con autores españoles.
Ah! Vive en Ronda! Ok, eso explica lo de los autores españoles. Es genial que un autor de su importancia haya decidido instalarse entre nosotros 🙂
En cuanto a «La mondaine»,mmm… es un buen tebeo. Yo compré los dos albumes por separado, según fueron salieron en Francia y el primer volumen me dejó una sensación un poco extraña. Como si le faltaran páginas para profundizar en los personajes…. Las limitaciones de las 64 páginas del formato de album, supongo. Mucho más satisfecho me dejó la conclusión en su segundo volumen.
Y el trabajo de Lafebre es genial, diría que superior a su Lydie y al nivel de «Les Beaux Étés».
Mi consejo: Hazte con los dos albumes y léelos seguidos, como si de un sólo volumen se tratara, creo que así debe funcionar mejor 🙂
Para mi no llega al nivel de Lydie, pero es que es tan dificil…