“¿Qué hombre de vosotros, teniendo 100 ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 atrás en el desierto y va en busca de la perdida hasta que la halla?” Con esta cita directa del Evangelio según San Lucas arranca Shun Umezawa su
Shun Umezawa es uno de los autores jóvenes que más han despuntado en los últimos años, y que recientemente ha dado un gran salto a nivel internacional gracias a sus historias características y atrevidas, que nunca dejan indiferente a nadie, ya sea para bien o para mal. El pasado año ECC dio el pistoletazo de salida a la publicación de su obra en España, con la llegada de Bajo un cielo como unos pantis y Utopías, historias que gozaron de un éxito moderado entre aquellos lectores que quieren leer algo más allá de lo arquetípico y arropado por el puntito de morbo que siempre hay en las temáticas que trata y en su forma de enfocarlas.
Shun Umezawa es un autor crítico con la sociedad y con el ser humano, y en sus mangas solemos ver una amplia galería de personajes con problemas generados directamente por el contacto con el resto del mundo o por la falta de este. En cierto sentido es un mangaka muy comparable a uno de los grandes nombres de esta generación reciente de autores nipones, Inio Asano, ya que en la concepción y contextos en los que mueven su trabajo son ambos autores muy similares. Sin embargo, es en la ejecución, en lo visceral y crudo de Umezawa en contraposición a la mayor elegancia y floritura de Asano, a la hora de narrar y lanzar el mensaje a la cara del lector, donde radica la gran diferencia entre ambos. Es una comparación similar a la que podríamos hacer en el mundo literario con Haruki y Ryu Murakami, autores que vertebran sus novelas sobre ritmos narrativos, estructuras, temáticas y personajes similares, pero siendo el segundo mucho más directo, más valiente en cierto modo, con ese puntillo morboso y prohibido, desagradable incluso en ocasiones, que le hace único.
En Con uno y noventa y nueve Umezawa sigue sin poder escapar a la comparación con Asano, aunque pienso que quizá ande más cerca de Usamaru Furuya, al igual que ocurría en Utopías, tanto por el objetivo de su crítica, como por su punto de partida religioso, así como por la desconexión aparente que hay entre casi todos los relatos que conforman el tomo. Y es que Con uno y noventa y nueve es un volumen compuesto por seis relatos breves en los que el autor nos habla de la desesperación, la duda, el dolor, la incertidumbre… Nos habla de las contradicciones que forman parte del ser humano y con las que tenemos que lidiar en una sociedad que nos desnaturaliza. Umezawa es igual de metafórico que la parábola evangélica con la que inicia el manga, y nos habla de la necesidad de conocer, entender y no dar de lado a los descarriados, al mismo tiempo que advierte del peligro que supone para el resto de la sociedad el exceso de paternalismo hacia estos y no prestar atención al resto de “ovejas” que quedan desatendidas al buscar a la que se ha salido del camino. O incluso del riesgo de que un par de estos díscolos “animales” se junten.
El tomo abre con la historia
La siguiente historia se titula
En
En
Y por fin llegamos a la quinta y sexta historias, que son en realidad la misma pero dividida en dos, bajo el título de
Como podéis ver, la colección de relatos es bastante variopinta y solo podemos encontrar el vínculo de conexión entre todos aludiendo a los valores y pasiones inherentes al ser humano que parecen guiar a todos los personajes de la obra. Esa necesidad de obtener poder, dinero, un estatus, todo para poder sentirnos integrados dentro de una sociedad, de un grupo, de una relación. Al final todo en Con uno y noventa y nueve nos lleva a pensar en la cantidad de cosas poco naturales y absurdas que hacemos con tal de pertenecer a ese rebaño y no ser la oveja que el pastor tiene que ir a buscar. Y a partir de ahí todo lo malo que genera el ser incapaz de formar parte de ese rebaño, el peligro de aguantar la presión social y convertirse en una olla a punto de estallar, la necesidad de conocerse a uno mismo… Umezawa hace en todo ello un gran trabajo para lograr un equilibrio entre el mensaje que quiere lanzar y mantener un estilo ni demasiado agresivo ni demasiado sobrio para que el lector no se pierda en el morbo y sea capaz de extraer algo más.
Y es que Umezawa está aquí bastante más comedido que en sus dos anteriores mangas publicados por ECC. Sigue teniendo diálogos y situaciones no aptas para todos los públicos, pero todo está mucho más medido para no llegar a escandalizar. Esto es un arma de doble filo, ya que hace que se pierda una de sus herramientas más características, que era la imaginación que mostraba para las escenas y situaciones más descabelladas, esos momentos de sus otras obras que generaban rechazo pero atraían al mismo momento. Pero por otro lado, este tono más sosegado y menos agresivo con el lector hace que los personajes tengan una construcción mucho mejor, con unos matices más logrados y grandes aciertos a la hora de reflejar su humanidad y la escala de grises de la misma. Umezawa sigue siendo en esta obra la oveja que se aleja del rebaño de los autores de manga típicos, pero es mucho más fácil acercarse desde cero a Con uno y noventa y nueve que intentar leer por primera vez y sin saber nada de su obra Bajo un cielo como unos pantis, por ejemplo.
Umezawa, crea unas situaciones mucho más realistas y cercanas que se alejan del surrealismo o lo extremo de otros de sus relatos, permitiendo que los mensajes y la crítica que quiere lanzar llegue mucho mejor, pero el riesgo es que para ello convierte el tomo en algo mucho más típico, que parece que ya hemos visto otras veces con otros autores. La falta de conexión entre las historias salvo que te empapes bien del subtexto de las mismas también hace que para el lector poco familiarizado con este tipo de mangas sea complicado seguir la lectura o interesarse por conocer más del mangaka. En definitiva, Umezawa hace un complicado ejercicio que se queda un poco a medio camino de todo, ya que pierde parte de su punch para los lectores que ya le conocen, y sigue siendo demasiado críptico e inconexo para el que se acerque a él por primera vez.
En general,
Valoración Final
Guión - 6.5
Dibujo - 7
Interés - 7
6.8
Umezawa muestra su versión más comedida sin dejar de ser para ello directo y crudo, aunque si menos controvertido. Apoyándose en unos personajes llenos de matices el autor nos habla de la pertenencia a un grupo, el autoconocimiento, la frustración... Una obra a tener en cuenta, pero que pierde un poco de fuerza respecto a sus anteriores creaciones.