Constantine: Hellblazer #01

 

Edición original: Constantine: The Hellblazer núms. 1 a 4 USA, Convergence: Shazam núm. 2 USA
Edición nacional/ España: ECC Ediciones
Guión: James Tynion IV, Ming Doyle
Dibujo: Riley Rossmo, Vanesa Del Rey
Entintado:Chris Visions
Color: Ivan Plascencia, Lee Loughridge
Formato: Rústica, 104 págs. A color.
Precio:.

9,95 euros

 

Hablar de John Constantine es hablar de un personaje que ha alcanzado la categoría de clásico moderno. Nacido como secundario llegó a tener serie propia, inaugurar un sello dentro de DC, Vertigo, y acabó por ser la serie estandarte de dicho sello. Una carrera plagada de éxitos que se vio truncada con la llegada de los Nuevos 52, cuando pasó a formar parte de toda la continuidad del Universo DC más superhéroico. Hellblazer, un alias recurrente de John, siguió publicándose un par de años pero acabó por ser cancelada. Sus andanzas siguieron entonces en la Liga de la Justicia Oscura, donde John no dejaba de hacer nuevos amigos con los que poder alcanzar sus particulares objetivos. Dentro de los Nuevos 52 Constantine también logró tener su propia serie que, incapaz de recuperar el tono adecuado al que los aficionados estaban acostumbrados, también acabó siendo cancelada. Así que tras el éxito parecía que John Constantine estaba condenado a no poder retomar la senda que nunca debió abandonar y que tan buenos resultados había demostrado dentro del sello Vertigo. Y es en este momento cuando DC vuelve a la carga con una nueva serie, Constantine, con Hellblazer escrito debajo del apellido del protagonista, con la que los aficionados teníamos la esperanza de que los buenos tiempos pudieran volver de nuevo.

Lástima que no haya sido así.

La serie en si misma vuelve a adolecer de los mismos errores de las anteriores y es forzar tanto al personaje que este termina por no interesar. Agota el leer en cada página diálogos en los que se enfatiza la personalidad autodestructiva de John y su capacidad para manipular y engañar a todos cuantos le rodean. Está claro que hay que perfilar a John a los posibles nuevos lectores que se acerquen a la colección, pero que Ming Dyle y James Tynion IV usen tan machaconamente la historia para recordarnos como es el bastardo de John termina por resultar aburrido. Si a este primer problema le unimos la narrativa confusa de la serie, lo que tenemos entre manos es una sucesión de páginas en la que una de cada diez resulta interesante.

El intento por emular el éxito de la primera serie de Hellblazer no le hace ningún favor al conjunto, ya que hoy el personaje necesita volver a reencontrarse consigo mismo, al tiempo que se crean nuevos conceptos que saquen a John del inmovilismo al que lo han condenado. Ese volver a la raíz no significa que la colección no pueda distanciarse de lo ya hecho, sino al contrario, que sea capaz de ganar presencia en sí misma y por tanto todo el conjunto acabe por encontrar el tan ansiado tono crepuscular-opresivo que tan bien le sienta. Hacer cosas nuevas sin traicionar la esencia, pero sin copiarla, porque eso solo funcionó una vez y hoy tanto el personaje como los lectores merecen nuevos enfoques.

John se enfrenta por primera vez a su propia conciencia, a sus remordimientos, cuando todos los fantasmas de cuantos han muerto por su culpa, empiezan a morir a manos de un ente desconocido. Ese es el desencadenante de la acción para que el guionista nos haga recorrer un camino soporífero, salvo cuando se retrae al pasado del personaje y nos lo muestra en sus inicios. Resulta interesante pero insípido, porque el John del pasado es tan rancio como el del presente, por lo que no se aprecia evolución alguna. El efecto Regreso al Pasado hubiera sido mucho más efectivo si se hubiera trabajado mejor la caracterización del personaje.

Y es que Hellblazer es una serie de personaje. John es lo más importante y es John quien debe llevar el peso de la serie, salirse de esta norma es cometer un grave error y perder el control de la situación. Si bien es cierto que en esta nueva colección John es el maestro de pista principal, la manera en la que se mueve a lo largo de la trama resulta errática. En ningún momento se logra sentir la amenaza y mucho menos sentir cierta empatía por John. Sin estos dos factores la lectura se convierte en un ejercicio mecánico y olvidable.

En el apartado gráfico el dibujante, Riley Rossmo, realiza una labor muy interesante. Su estilo, un tanto peculiar, se adapta bien a la historia y consigue crear atmósfera, mientras que el trabajo desarrollado por Ming Dyle, para las escenas del pasado, no pasa de convencional. El nuevo aspecto de John, con una vestimenta más moderna, su físico de extrema delgadez y su siempre eterno cigarrillo (gracias a que todavía siga fumando, tal y como están las cosas…) convencen visualmente tanto al lector nuevo como al veterano, mientras que su “look” del pasado… resulta toda una decepción.

En resumen un cómic fallido, con más buenas intenciones que resultados palpables, lleno de reiteraciones y sin un atisbo de originalidad que permita despertar la llama de la curiosidad. Pretender que una serie dedicada a John Constantine recorra los mismos senderos que otras series de temática mágica o fantástica es cometer un error de principiante. John Constantine no puede seguir los caminos ya establecidos. John Constantine debe abrir nuevos caminos para que otros los sigan. De no ser de esta forma estamos irremediablemente ante otro fracaso más en el intento de darle serie propia a Hellblazer.