Johnnie B. Good
«Welcome to America, Dead man»
Hellblazer es un clásico moderno de DC. Creado el año 1985 por la mano de Alan Moore en la colección de la Cosa del Pantano, John Constantine ha enamorado a generaciones de lectores con su carisma y su personalidad arrolladora.
Pronto dispuso de serie regular (Hellblazer 1988-2013) que supuso una mezcla de banco de pruebas y pista de aterrizaje para autores británicos e irlandeses. Pasaron por allí Jamie Delano, Peter Milligan, Grant Morrison, Garth Ennis e incluso algún fill-in de Neil Gaiman entre otros.
La serie duró 300 números que sirvieron para dotar de contexto, secundarios y fondo al mago inglés.
Podéis repasar la trayectoria del personaje en estos dos fantásticos artículos de Angel García (I y II)
Posteriormente, Constantine ha vagado en miniseries y especiales hasta la llegada del controvertido Universo Sandman en el que se le dio espacio para una primera miniserie con guion de Si Spurrier.
Este 2024 lo estrenamos con una nueva colección limitada de Hellblazer, subtitulada Dead in America en la que asistiremos a un viaje por unos EEUU oscuros, mágicos y terroríficos. Idea que no por trillada deja de ser interesante.
Constantine, junto con Nat y su hijo Noah, emprenden su éxodo a Estados Unidos para evitar las acusaciones de asesinato que les atosigan en Londres (y desde la serie anterior). La obsesión principal de John es borrar las pistas en una huida que le hará encontrarse con algunos de los sospechosas habituales de la subsección a la que pertenece en el universo DC-oficial, como son Sueño o La cosa del Pantano.
La etapa anterior de los autores en la serie se caracterizó por cierta controversia en su versión de Constantine. Un personaje con un carácter tan fuerte y tan particular como John suele ser un imán para este tipo de polémicas. Sobre todo cuando se ve sometido a cambios que distorsionan su entorno, como la paternidad.
Sin embargo, la versión de Spurrier es puro Constantine. El mago bocazas, torticero, pícaro y despiadadamente maquiavélico es perfectamente reconocible y no acusa el supuesto lastre que supone cargar con la familia.
Spurrier suele mostrarse como un guionista denso. La serie arranca con fuerza y no espera a nadie. Referencias a la serie anterior como si la acabáramos de leer y todos los supuestos e inferencias que son tan características del guionista y que dan esa sensación de realismo casi documental que tan bien le sienta (y tan difícil es) para un cómic que trata sobre magia, muertos vivientes, elementales y demonios.
El espesor de la trama la modula el guionista como si manejara un dial. Se aclara y emerge “la luz” cuando aparecen personajes impactantes o situaciones importantes en la historia.
La narrativa de su (mejor) y habitual compinche, Aaron Campbell potencia los ritmos del guion. Cuando la trama se enlentece, la lectura es más pesada y la narrativa más lenta. Los momentos de mayor impacto ocupan una mayor parte de la página por lo que absorben la atención del lector.
El estilo de Campbell es inseparable de la “prosa” de Spurrier. Ambos autores se necesitan y retroalimentan. Sería imposible la sensación de realismo, costumbrismo y suciedad en un contexto mágico y fantasioso sin un ilustrador como Aaron Campbell.
Sin embargo, su fluidez es algo acartonada debido a su dependencia de las referencias fotográficas. Dificultar la lectura también es una especie de truco de autor.
Para gustos, colores, evidentemente. Pero en el caso del dibujante (como ocurre con Sorrentino) un determinado tipo de público puede sentir rechazo al tener la impresión de que se encuentra leyendo una fotonovela.
No en vano, el autor se esfuerza (y lo consigue) en integrar los elementos fantasiosos a su estilo realista-plus.
Destaca también el uso del color de Jordie Bellarie que ilumina, oscurece y (lo más importante y difícil) transmite emociones al lector, le hace sentir miedo, peligro o calma, en función de las necesidades de la historia.
En definitiva, se trata de un inicio prometedor, apetitoso, interesante y atractivo de uno de los personajes más carismáticos de DC, hace honor a la intención de la cabecera que lo acoge (Universo Sandman) y da continuidad a una de las propuestas más interesantes de DC en los últimos años.
Lo mejor
• Reencontrarnos con nuestro viejo deslenguado y cascarrabbias.
• El dibujo de Campbell.
Lo peor
• La densidad de la trama.
Vale la pena.
Guion - 7.5
Dibujo - 8.5
Interés - 7.5
7.8
Hellblazer es sinónimo de calidad (casi siempre) y aquí se confirma.