Presentamos en esta ocasión una escena de la obra Rambla arriba, Rambla abajo a la que algunos ya hicistéis referencia hace unas semanas.
En ella podemos ver cómo, a través de un hábil juego de planos, Carlos Giménez consigue retratar la tragedia de la mendicidad.
Para ello Giménez hace que el anciano que acapara la escena pase del anonimato al protagonismo. De diluirse en el bullicio de la Rambla a obtener toda nuestra atención. En un movimiento de cámara que, desde un primer plano general, nos transporta a unos dolorosos planos detalle que luego, de nuevo, dejarán paso al plano inicial. Los cambios entre la primera viñeta y la última se dirían insignificantes, pero nosotros sabemos que no lo son. Nosotros qué ha significado esa mano tendida, cuál ha sido su precio.
Cómo decíamos, Giménez hace uso abundante del plano detalle, desplazando de forma diversa el centro de atención de cada viñeta. Éste es un recurso que dicho autor usa con frecuencia y maestría, como ya podíamos ver en el ejemplo de Romances de andar por casa.
Curiosamente, diría que es un recurso – el de los planos detalle o los primerísimos planos – que funciona mucho mejor en la historieta que no en el cine o la televisión. Con esa intuición os dejo. ¿Estaríais de acuerdo con ella? ¿Por qué creéis que sucede así?
Qué tengáis un buen día 🙂
Carlos Gimenez es Dios.
Hacer reglas en el arte con los planos es poner límites a la imaginación.
Tienes que hacer lo que te pida el cuerpo.
Que decir a estas alturas de Carlos Giménez, el Eisner español. Es impresionante como maneja todos los recursos narrativos a su disposición y como utiliza el más adecuado a cara historia.
La planificación de esta historia es ejemplar. EL plano general del inicio nos ubica en el bullicio de la Rambla Barcelonesa para centrarse en el personaje del anciano de manera casi aleatoria. Una vez fijada nuestra atención en él cierra el plano, para mostrar su historia personal. El juego de primer plano, plano detalle; nos muestra de manera clara, concisa y sin usar el recurso, a veces reiterativo, de textos de apoyo; las tribulaciones del viejecillo ante el paso que está a punto de dar. Una vez resuelta la acción el plano general nos vuelve a integrar al anciano en las Ramblas, mostrando que cada persona de ese mundo, tiene una historia particular digna de ser contada.
En cine muchas veces por la forzosidad del montaje, por la rareza del plano y por la artificiosidad que resulta en la mayoria de encadenciones de planos con planos detalles. El cómic al ser uno mismo quien marca la cadencia de las transiciones de plano a plano cuando lee(viñeta a viñeta), se marca mucho menos esa transición a veces forzada del cine, permitiendonos enfocar de mejor manera las emociones del primer plano y los detalles del plano detalle, sin tener esa sensación áspera que a veces nos producen los primeros planos en el cine.
Un saludo.
Gracias por vuestras aportaciones. Muy interesante lo que planteas Milgrom. No había pensado yo en eso
Qué grande es Carlos Giménez.
Lo primero que leí de él fue una pequeña selección de historias de Paracuellos publicadas en una especie de enciclopedia del Cómic de El País y ya me dejó impresionado (creo recordar que entre ellas estaba aquella en la que uno de los niños del Auxilio Social se cortaba el dedo para demostrar su fe o algo así…)
Pero una de las historias de Carlos que más me ha impresionado siempre es precisamente esta del anciano. Cada vez que la releo me vuelve y me envuelve esa tremenda sensación de tristeza y de impotencia que rodea al protagonista.
Transmitir tanto y de esa manera tan íntima y desgarradora es algo que sólo está al alcance de los genios del medio.
Carlos es uno de ellos sin duda alguna.
Giménez no es el Eisner español.
Eisner es el Giménez americano.
Eisner tardó toda la vida en hacer comic autobiográfico.
Giménez se le adelantó y lo hizo con treinta y pocos años.
Maravilloso… Terriblemente maravilloso. Lo que ha podido plasmar Carlos en esta única hoja…
Me quitaría el sombrero si llevase uno, sin ningun genero de dudas.
Es una de mis escenas favoritas de RAMBLA ARRIBA, RAMBLA ABAJO.
La capacidad de Carlos Giménez para transmitir emociones con su obra es ilimitada.
No me canso de releerme su obra.
Es un MAESTRO de la historieta universal. El «Will Eisner español».
Milgrom, después de leerte estoy casi seguro que sabes de cine mucho más que nosotros juntos. ¿No te parece que, en parte por la tribulación del anciano (prácticamente discute consigo mismo) y por el encadenamiento de esos primer plano/plano detalle, prácticamente estamos asistiendo a una conversación? ¿Puede ser casi un plano/contraplano? De hecho, si tuviera que rodarlo, o pondría un plano fijo o haría un plano/contraplano total, es decir, el viejo desde la perspectiva de la mano y la mano desde la perspectiva del viejo, en una sucesión de picado/contrapicado.
Es curioso… estaba pensando en cómo habría quedado el cómic si se hubiera dibujado en picado/contrapicado y… no deja de ser llamativo que a pesar de la narración, los planos están en clara tercera persona: Giménez apuesta por conmover al lector ofreciéndole lo que vería y, al mismo tiempo, mostrando los pensamientos del viejo de forma subjetiva.
Si lo hubiera narrado gráficamente también desde la perspectiva del viejo (picado/contrapicado subjetivo), yo creo que habría ganado a la hora de transmitir la sensación de reflexión e instrospección, pero habría perdido en emotividad.
¿Qué pensais?
Estoy de acuerdo con tu último comentario José. La idea de Rambla Arriba y Rambla abajo, es esa. Contemplar las historias de las gentes que las habitan. Si la idea fuera entrar en las historias de la gente desde su punto de vista, si que creo, que utilizaría esos recursos, como hace muchas veces en Paracuellos para interiorizar sentimientos, sobretodo en Carlines.
Creo que la narrativa aquí usada, es perfecta porque nos hace empatizar con el mendigo que vemos muchas veces en las calles. El punto de vista en tercera persona, que somos nosotros el lector es el adecuado para llegarnos y hacernos ver al viejo, una persona que seguramente vemos todos los días en la vida real y al que no hacemos caso.
Como apuntas José una planificación en subjetivo no nos emocionaría tanto porque nos costaría más identificarnos con el viejo. En cambio adoptar el punto de vista de un espectador que pasa por allí, nos emociona más por:
-Sómos nosotros los lectores los que vemos la historia.
-Giménez nos centra la atención en el momento emotivo del viejo, que es el que le interesa.
No se, yo cada vez que leo algo de este hombre, siempre estoy a punto de llorar o con una sensación agridulce en el cuerpo. Cómo consigue emocionar…
… ¿ y que tal un premio Asturias, un monumento en cualquier plaza principal u otro reconocimiento cultural dentro de un marco general como tantos otros historietistas españoles se merecen?
… coño, es verdad, en este país de pandereta se ha tardado 100 años en reconocer un mínimo al medio historietístico, mejor se lo damos a algún director de cine foráneo o a qualquier jilipollas mediático del momento y dejamos que la sociedad siga pensando que esto de las viñetas es pa crios…
Giménez es el Giménez español.
Eisner es el Eisner americano.
Esa página es una bomba para los sentimientos de cualquiera.
una cosa: «Nosotros qué ha significado esa mano tendida, cuál ha sido su precio.». Toni, ahí falta algo, supongo que un «sabemos».
En cuanto a la reflexión final…resulta que el cómic no tiene planos preferidos (uséase: ninguno especialmente funcional, ninguno especialmente disfuncional) ya que narración, composición y encuadre surgen totalmente de la mano del autor. En cine no es así, las imágenes son manipulables sólo hasta cierto punto.
Aunque, por supuesto, ambos medios necesiten de la maestría del autor para hacer de sus planos algo significativo.
Yo creo que ya nadie piensa que las viñetas sean para críos, Pep, salvo cuatro gatos muy, muy, muy mal informados.
Más bien creo que se dan dos casos: el primero, una salida «de cara a la galería» por parte de según qué tipos defendiendo que el cómic es un arte y que blablabla, que se suele quedar en paja porque al final este tipo (que escribe unos prólogos cojonudos para las ediciones de cómics del Mundo) no lee cómics, y si él los lee, el público al que va destinado el mensaje no. Esto hace que un discurso que no cuaja nunca termine de repetirse. El discurso de «eh, somos un arte, y podemos demostrarlo».
Lo segundo es que, más que de críos, creo que se consideran cosas de frikis.
Es mi visión de cómo están las cosas, vamos.
que trágico … de verdad me ha salido una lágrima esta secuencia….
que tristeza ….
el dolor de lo real
por cierto Giménez es un maestrazo
Ya lo dije en mi texto… sin duda este hombre es el mejor creador que tenemos en España…
Y esta historia conmueve de una forma que solo en sus obras he visto.