Cowboy Henk

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Edición original: Cowboy Henk, 2012, De Bezige Bij Antwerpen.
Edición nacional / España: Cowboy Henk. 2014, Autsaider Cómics. 2a edición, febrero 2017.
Guión: Kamagurka (Luc Charles Zeebroeck).
Dibujo, tinta y color: Herr Seele (Peter van Heirseele).
Formato: 256 páginas a color editadas en rústica.
Precio: 26 €.

 

Lo de Cowboy Henk es de traca. De la buena. De la que suena y suena y no deja de sonar. De la que llena la nariz de pólvora, te retuerce las tripas y te revienta los tímpanos. De la que hace que los perros escapen para no volver. Ay madre, pero qué bueno es Cowboy Henk.
Porque habla de todo y de nada. Porque es un género en sí mismo. Por sus referentes. Porque bebe de lo mejor y descome lo importante, lo más grande. Cowboy Henk es una cima y una sima, un punto álgido y una narración constante. Como tira de humor te saca la sonrisa, la risa y a veces la carcajada. Y como género en sí mismo, es que no tiene parangón.
Cowboy Henk sirve para animarte en un día malo, para mejorar uno bueno y hacerte olvidar hasta el mal de amores. Porque Cowboy Henk te mete la cabeza de lleno en una lavadora del absurdo, en pleno centrifugado. Y claro, de ahí uno no puede salir igual. Es tan bueno Cowboy Henk que hasta Umberto Eco lo leía. Es tan bueno Cowboy Henk que podría entenderlo y sacarle la risa a un político con retraso mental. Porque a veces es muy fino, pero casi siempre es muy zafio. Y esa es otra de sus virtudes: juega con la inteligencia del lector, sabe que no siempre estamos para pedanterías y que alguna vez apetece reírse de un buen pedo. Porque, aceptémoslo, un pedo siempre es divertido. No solo lo digo yo. Pregúntale a cualquier cómico. Entonces, sí, en las tiras y en las historias de la creación de Kamagurka y Seele hay escatología, tanta que parecen catalanes. Pero ojo, no esperes chistes de Jaimito. Su propensión a reírse de la mierda es tan exquisita y supone una vuelta de tuerca en el género tan incisiva como su característica cómica más valorada, aquella que vira hacia el surrealismo. Porque en el mundo de Cowboy Henk existen las mismas reglas que en un episodio de los Looney Tunes, esto es, ninguna. Las leyes de la física no solo están para saltárselas, sino para reírse de ellas. Lo mismo con la religión, la ética, la sociología o a psicología. Pero, lo que mejor se le da a Cowboy Henk es reírse de las costumbres, de lo cotidiano, de esos pequeños actos que por educación damos por sentados y no nos llevan a ninguna parte. Es el personaje de tal modo que si rascamos un poco supone un ente subversivo en lucha contra lo pacato. La criatura del alto tupé es una fiera que irrumpe en la jungla de la cerrazón y la arrogancia, poniendo en su sitio a los sectores más cerrados de la sociedad. Si para eso debe hacer uso de vez en cuando de unos pocos zurullos y un par de escenas obscenas, pues bienvenidas sean. Aunque, yo, debo reconocer, soy de los que suele aplaudir cualquiera de estas dos vertientes del entretenimiento.

Como buen surrealista, casi como un dadaísta, Cowboy Henk saca la comedia también de los agujeros del lenguaje, de lo absurdo de tomar al pie de la letra las palabras, las frases hechas y muchos modismos que nos atan, certificando aquella lección de Antonin Artaud respecto a la maldición del lenguaje, entendiendo el lenguaje como un artefacto castrador, que pervierte o encauza el significado de las cosas, eliminando matices perceptivos y condicionando nuestro cerebro hasta límites irremediables. Pero no, atención, esto no es un ensayo sobre lingüística que da dolor de cabeza. Esto son tiras cómicas. Tranquilo, que te partirás el ojete. Si no lo haces, a lo mejor deberías hacértelo mirar.

Pero, para el lego, ¿esto de que va? Pues… No va. El personaje es una excusa para sacar una sonrisa, pues tiene unas características que suelen ir cambiando. A veces es vanidoso, otras altruista, a veces es muy listo, otras, las más, parece algo corto. Cowboy Henk va cambiando de camisa como de trabajo. A veces es pintor, a veces peluquero. Y mientras tanto, nos muestra una abanico de todo aquello que puede ser usado para ridiculizar la naturaleza humana. Si a eso le sumamos unas gotas –unos vasos- de transgresión, humor negro, faltas de respeto –tan necesarias en un tiempo como este de tan peligrosa corrección política-, socarronería, sexo loco y muchas heces, empezarás a entender el universo en el que se mueven los guiones de Kamagurka. Seguro que si jamás has visto una viñeta del tebeo, con semejante premisa te imaginarás algo sucio, de trazo espasmódico y viñetas cargadas de tinta negra. Nada más lejos de la realidad. En perfecta contraposición a lo oscuro de su premisa, el trazo de Herr Seele no puede ser más luminoso, en la línea clara de Hergé, con una paleta de colores pop del todo agradables. Con lo que la bofetada de realidad mejora ante imágenes a priori tan naifs.
Solo por su naturaleza particular, Cowboy Henk merece todos los aplausos. Guiones exquisitos en su procacidad y sagacidad, deliciosos en su dulzura visual, una joya, esta vez sí, que debería estar en todas las casas. Incluso en aquellas de los votantes de la derecha. Quizá ahí donde más.

  Edición original: Cowboy Henk, 2012, De Bezige Bij Antwerpen. Edición nacional / España: Cowboy Henk. 2014, Autsaider Cómics. 2a edición, febrero 2017. Guión: Kamagurka (Luc Charles Zeebroeck). Dibujo, tinta y color: Herr Seele (Peter van Heirseele). Formato: 256 páginas a color editadas en rústica. Precio: 26 €.   Lo…
Guión - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 10

9.2

Un clásico que debería estar en todas las estanterías.

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Alejandro Ugartondo
Autor
20 abril, 2017 15:20

Pero que bueno eres vendiendo Raúl ;). Conocía este cómic pero nunca había llamado mucho mi atención pero después de leer tu reseña me han entrado unas ganas terribles de leerlo.

Y me ha encantado tu comentario «hay escatología, tanta que parecen catalanes». Soy de Barcelona y sé por donde van los tiros, jeje

Winch Thorgal
Winch Thorgal
Lector
21 abril, 2017 8:16

Tenía el tomo comprado desde hacía unas semanas, vistas las buenas críticas con las que partía y, tras leer tu reseña de ayer, me animé a leerlo, pero, a pesar de la calidad de la edición, con una presentación y papel sobresalientes, el contenido, en mi opinión no está a la altura: de las más de 250 páginas de las que consta el tomo, sólo unas pocas han conseguido levantarme una leve sonrisa. Supongo que el humor absurdo que se presenta en esta obra no es para mí (prefiero un Quotidianía Delirante de Prado o el Absurdus Delirium de Thá). Debo de ser un bicho raro. La verdad es que para mí ha sido toda una decepción, sintiéndome algo frustrado por no haberle sabido sacar el jugo a esta obra y no haberla disfrutado en ningún momento.
Quiero también felicitarte por tu apasionada reseña: se nota que tú sí has disfrutado de la lectura. Saludos.