La cuarta edición de Crack Bang Boom (Convención Internacional de Historietas en Rosario) se desarrolló entre el 1 y el 4 de agosto, cumpliendo con las expectativas y demostrando un crecimiento tanto cualitativo como cuantitativo. Los objetivos fueron conseguidos con algunas características iguales a los tres años anteriores, y otras tantas diferencias que aportaron a la valoración del evento. Como habían prometido en la previa, igualando y aumentando la apuesta.
Para un mejor análisis, si no minucioso al menos más descriptivo, es mejor ir comentándolo por partes. Y para dividirlo, aprovecharemos un poco una frase recurrente del homenajeado de esta cuarta Crack Bang Boom, el guionista Ray Collins (seudónimo de Eugenio Zappietro): el cómic se sostiene sobre cuatro patas que son el escritor, el dibujante, el editor, y el lector, siendo este último “el verdadero y definitivo tribunal, dueño del éxito y el fracaso”, así que por allí comenzaremos.
El público lector
En una conversación informal el dibujante uruguayo Matías Bergara, quien asiste a la convención desde la primera edición (una vez como invitado, luego acompañando sus libros y también de paseo), afirmó que un evento sin público que lo sostenga no es nada, con mejor o peor organización igual se sostiene por la asistencia. Esta es una materia que Crack Bang Boom aprobó con creces nuevamente, mencionándose una cantidad de 15 mil personas contabilizando los varios espacios y los cuatro días que la comprenden, lo cual implica un crecimiento del 25% respecto al año anterior (que contó 12 mil personas).
En lo cuantitativo también es importante destacar que los stands (muchos de ellos de editoriales y no de tiendas de cómics) también reportaron buenas ventas de su material, algunos más y otros menos, pero en general satisfactorio. Más allá de lo que informe cada uno, esto era empíricamente demostrable a lo largo de los cuatro días (especialmente en los días de mayor afluencia, sábado y domingo) ya que se podía apreciar gran cantidad de gente observando qué ofrecía cada uno, y llevándose algo casi siempre.
La importancia de esto es evidente: no sólo los eventos se sostienen con el público sino que los mismos cómics no existirían sin quien los lea. A lo cual debe agregarse que muy probablemente entre esas 15 mil personas que pasaron debe haber unas cuantas que en estos días compraron su primer cómic. Porque otra característica del público de la CBB (y de la misma convención desde su organización) es ser extensivo a la diversidad de orígenes de sus asistentes; y no hablamos aquí de geografía (en lo cual también es variado), sino que nos referimos a que tenemos lectores que lo son desde las históricas revistas argentinas, los que se sumaron en la década del 1990 con la enorme importación de cómics norteamericanos, los que provienen de la cultura de los fanzines que rondó esa época con el declive de las editoriales del país, más los que quieren leer cómics porque está “de moda” en gran parte gracias a la proliferación de películas, y seguramente unos cuantos curiosos que están de paseo y compran algo como lo harían en una feria de cualquier otra temática. Todo es bienvenido, ya que si crece el público lector nos beneficiamos todos los que participamos del mundo del cómic de la manera que sea (editoriales, escritores, dibujantes, vendedores minoristas, y claro, lectores que vemos crecer la oferta).
No sólo son relevantes los números y las ventas, desde luego, por lo cual es igualmente destacable la participación de los asistentes en las diferentes propuestas del cronograma del evento, desde los diferentes paneles hasta el concurso de cosplay (responsable de atraer la mayor tasa de curiosos a la convención) protagonizado por ellos mismos, pasando por la visita a las distintas muestras y la concurrencia a la proyección de filmes.
Los creadores
La moda, el deseo de leer cómics, hay que sostenerlo. Para ello hacen falta las otras patas enumeradas por el veterano guionista homenajeado. Dos de vital importancia son los creadores, tanto en guiones como en dibujos.
En esta cuarta edición de Crack Bang Boom se dio la situación, tal vez intencionada o tal vez no, de que varios de los principales invitados comparten una visión y perspectiva de los cómics similar, teniendo en la más alta estima la producción autoral tan independiente y propia como sea posible. Lo curioso y destacable es que esta postura fue presentada y sostenida por creadores de diversa nacionalidad, edad, e influencias como Carlos Nine, Paul Pope y David Lloyd, por mencionar ejemplos. Sus palabras motivan a la reflexión sobre el estado actual del mundo del cómic en toda su extensión, así como dan cuenta de lo que sucede y vivimos y leemos cotidianamente.
De cualquiera manera, también en esto la convención es bastante extensiva en su oferta, contando con paneles de dibujantes interesantes por otras razones, como Darío Brizuela en su producción de cómics infantiles para licencias de DC Comics (entre otras), o Will Conrad siendo una nueva muestra de la tradición de dibujantes brasileros que dedican su esfuerzo y trabajo a la industria estadounidense.
Otra cuestión relevante de los autores en Crack Bang Boom, es que más allá de los invitados están los que asisten por cuenta propia o con la editorial que publica sus trabajos, haciendo de este evento un punto de encuentro para escritores y dibujantes de la misma manera que se entrecruzan los lectores de diversos orígenes. Esto da lugar, como explicó Paul Pope en su panel, a que la gente se conozca y se forjen amistades, y cuando se hacen amigos se generan trabajos por afinidad. Así, autores que trabajaron juntos hablan en persona por primera vez, otros pueden conversar e idear proyectos… incluso internacionalmente, ya que tal como contó el invitado editor en jefe de Dark Horse, Scott Allie, varados en el aeropuerto de Buenos Aires junto al mismo Pope tuvieron la oportunidad que no suelen tener de conversar tranquilos durante horas, lo cual derivará en próximos trabajos del artista para la editorial del caballo.
Esto tiene que ver también con el ambiente de camaradería que suele respirarse en los días de la convención, especialmente con los que vienen todos los años, como Renato Guedes, ya todo un amigo de la casa con el que cualquiera puede detenerse a dialogar como si se tratara de un vecino del barrio. Y cuando decimos dialogar, también podemos decir pedirle firmas y dibujos, a lo cual responderá amablemente, tanto él como todos los autores, con gran predisposición (lo cual nos devuelve a la importancia del lector, afortunadamente valorada por los creadores).
Las editoriales
La cuarta de las patas es el editor, o la casa editorial. En la cuarta edición de Crack Bang Boom las editoriales tuvieron un rol más destacado que en las tres anteriores, ya que fueron grandes protagonistas del evento las presentaciones de nuevas obras y los planes editoriales para el próximo año.
Esta situación remite automáticamente a modo de flashback al primer año de la convención cuando Eduardo Risso, como mentor y organizador del evento, declaraba que uno de los objetivos era recuperar la producción editorial en la Argentina, alguna vez gloriosa y luego devastada por avatares económicos y políticos del país. Cuatro años después, sin llegar a lo que fue la época de oro de la historieta argentina, se evidencia un claro crecimiento de las editoriales (incluyendo la creación de nuevas), algunas impulsadas por la figura tradicional del editor, otras (muchas más) por autores que tomaron las riendas y supieron dar el salto de la producción independiente underground a una producción más institucionalizada, de lo cual Crack Bang Boom es testigo en estos cuatro años.
Asimismo, dando lugar a prácticamente todo tipo de creaciones de la historieta en la región, creció el espacio físico de la convención permitiendo alojar más stands para editoriales, revistas y fanzines, de Rosario, de Argentina y de algunos países vecinos (con gran presencia de producciones uruguayas, y la primera asistencia de una editorial de Bolivia).
En lo que respecta a las presentaciones de libros, también se evidencia a través de esto la cantidad y variedad mencionada; podemos ir desde la primera edición original de una obra por parte de la editorial rosarina Puro Comic con el western en tono argentino Far South de Rodolfo Santullo y Leandro Fernandez, pasando por la edición también de Rosario (de la Editorial Municipal) de dos cómics de Brasil (Oeste sangriento, de Magno y Marcelo Costa, y Banda de dos, de Danilo Beyruth), la Antología Zombi de la nacional Ovni Press (que posee las licencias de Marvel y The Walking Dead para el país) presentando la historia de Michonne de TWD y colaboraciones de numerosos autores (como Salvador Sanz, Eduardo Risso, Max Fiumara, Renato Guedes y Alejandro Aragón), hasta la presentación de varias novedades de la editorial Dead Pop que cuenta apenas un año de vida o de aún mayor cantidad de parte de Llanto de Mudo, originaria de la provincia argentina de Córdoba. Y sólo por mencionar algunas…
El evento
El entorno que se convirtió en este relevante espacio de encuentro de la historieta argentina (y de la región) es esta Convención Internacional de Historietas que se denominó Crack Bang Boom cuatro años atrás, ideada e impulsada por el trabajo de un equipo que tiene como cabeza visible a Eduardo Risso, pero detrás suyo hay mucha gente que presta su esfuerzo por amor a los cómics.
Como decíamos al comienzo, en su cuarta edición muchas características se repiten desde ediciones anteriores, incluso desde la primera: se realizan muestras de todos los invitados, así como otras muestras afines (en esta oportunidad la itinerante Infinito Interior de Ciruelo y Entre amigos dedicada a Roberto Fontanarrosa), un homenaje a una vieja gloria del cómic que emociona con su amor perdurable por el medio, charlas y paneles de esos mismos invitados, sesiones de firmas y dibujos también de los invitados como de los muchos otros autores presentes, clínicas y talleres de maestros como Nine y Lito Fernández para formar a nuevos autores (y perfeccionar a los de experiencia), visionado de carpetas por parte de un editor buscando nuevos talentos, un concurso de historieta premiando producciones originales breves, el concurso de cosplay y más actividades.
En cuanto a las novedades de la Crack Bang Boom de este año, en primer lugar se puede mencionar la interesante “batalla de dibujantes” entre la convención de Rosario y el francés Festival de BD de Lyon, que consistió en la creación de un cómic de 8 paneles a modo de cadáver exquisito, alternando un dibujante de un evento seguido por el de otro. Con la participación de Jérôme Jouvray, German Peralta, Ben Lebègue, Marcelo Frusin, Emy, Juan Manuel Frigeri y Renato Guedes, este fue el resultado:
Y otra agradable incorporación fue la realización de fanzines diarios que proporcionaron información de cada día, junto con entrevistas a autores y dibujos especialmente realizados para esta publicación, siguiendo el modelo de la Semana Negra de Gijón, según comenta el editor Andrés Valenzuela. Puede accederse online a estos en este blog.
En conclusión
Por todo esto se valora positivamente el trabajo de Crack Bang Boom en su cuarta edición y a lo largo de los cuatro años. Y la mejor noticia es que hay lugar para mejorar y para seguir creciendo, tanto en lo que refiere a esta convención ya instalada y reconocida, como a la producción de historietas y la organización de nuevos eventos en la región.
Esperamos entonces nuevos espacios de encuentro para la producción de cómics de la región, y dentro de un año una quinta Crack Bang Boom que siga por la buena senda.
(Fotos extraídas de diversos álbumes compartidos en el Facebook oficial del evento)