Edición nacional / España: Creepy presenta Richard Corben, abril 2013, Colección Independientes USA, Planeta de Agostini Comics.
Edición original: Creepy Presents Richard Corben, Julio 2012, New Comic Company, Dark Horse Comics. Incluye material publicado en Creepy en sus números 36, 41, 43, 44, 46, 54, 56-64, 66-70, 73, 77, 83, 84, 92, 101, 112, 132, 140, 141, y Eerie, números 31-33, 43, 56-58, 60, 62, 64, 77, 79, 81, 86, 87, 90, 126, editados entre 1970 y 1982.
Guión: Richard Corben, Donald F. McGregor, Greg Potter, Doug Moench, Bill DuBay, Steve Skeates, Rich Margopoulos, Jim Stenstrum, Gerry Boudreau, Budd Lewis, Bruce Jones, Roger McKenzie, Gerald Conway, Al Hewetson, Jack Butterworth.
Dibujo, tinta y color: Richard Corben.
Formato: 352 páginas a blanco y negro y color editadas en cartoné.
Precio: 40 €.
Digo yo que llegará el día en el que se estudie el tebeo del siglo XX y los chavales tengan que memorizar nombres y obras, hacer estudios y comparar autores y demás. Digo yo que en alguna facultad de Bellas Artes se hace ya. Y si en Arte, los adolescentes estudian la vida de Picasso, pondría la mano en el fuego de que la historia del tebeo tendría un largo capítulo dedicado al señor Richard Corben.
Corben, dios del underground, absoluto renovador por sí mismo del tebeo de género y adalid de las anatomías extremas es un caso único en el mundo del cómic. Este tipo de afirmación siempre suena exagerada, como uno de esos eslóganes inútiles de un spot que no hay quien se lo crea. Palabras tan engoladas siempre hieden a timo e hipérbole. No es el caso. Digamos incluso que con Corben podríamos quedarnos cortos. Esto es así de entrada y base ya que el autor es un mundo en sí mismo. Otro cliché, pensarás. Esta vez no. No hay otro como Corben. Herederos de su estilo los ha habido -Bisley o Liberatore, por poner sólo dos ejemplos-, pero antes de él, no había nadie. Su creación es propia y no se adapta a estilo alguno de la época que le vio nacer. Sólo desde el punto de vista del uso y ejecución del color Corben ya hubiera pasado con méritos a la historia del tebeo. Pero es que el autor norteamericano es eso y más.
Si el color salta a la vista por su particularidad, y volveremos a él, no es menos cierto que la plasmación de las anatomías se convierte en marca de fábrica. Corben domina los usos básicos del mejor de los dibujantes. A saber, posee conocimientos tremendos de anatomía, es un maestro de la composición y lleva las riendas de la perspectiva por los caminos que le placen. No estamos hablando de un chaval que se dedicó a calcar páginas de otros artistas. Corben demuestra página a página su academicismo de la mejor manera existente: asimilándolo y regurgitándolo a través de un estilo particular, personal, definitorio y definitivo. No existe otro como él, repito, porque estamos ante uno de los auténticos genios del noveno arte. Como Moebius, como Hal Foster, como Toppi. Y como tal, crea un universo particular. Sus claves danzan alrededor de la deformación y la expresividad, creando un estilo que podríamos definir como expresionismo pop. Las perspectivas buscan ángulos incómodos, tiros de cámara aberrados, ópticas angulares, por seguir con el símil cinematográfico, que estiran o achatan las figuras, sacando de quicio las formas. Pero todo dentro de un impresionante orden. Todo está en su sitio cuando a priori, de tan desatadas las convenciones, deberían tender al caos. Tal es su dominio de la anatomía. Y sí, podemos hablar también de su famosísimo gusto por los cuerpos hipertrofiados, por esos senos que, como diría la novia de Nick Rivers, “desafían las leyes de la gravedad”, pero semejantes detalles saltan a la vista. Dentro del universo de Corben semejantes atributos resultan hasta lógicos. En su exageración hay un ritmo, una cadencia que la hace posible.
Y si Corben es un maestro del trazo, su uso del color le convierte en un referente indiscutible. El autor desarrolló una técnica, puede decirse que inventada por él mismo, basada en la superposición de acetatos cuya suma acababa dando el color adecuado, de tal modo que durante la impresión no pudiera pervertirse el tono pensado. Semejante grado de control, tanto artístico como industrial, nos habla directamente de la fuerza de la personalidad del autor, quien como un Kubrick molesto por el color de las paredes de un cine donde se proyecta su obra, Corben busca dominar los procesos de producción para que lo que llegue al lector sea exactamente lo que había parido. Desde un punto de vista expresivo, y volviendo a ese expresionismo pop definido arriba, Corben se desata. Usando toda la paleta de colores posible, el autor los maneja a su gusto, abarcando una miríada de emociones a través del color, destacando su uso de los complementarios violetas y naranjas, que otorgan una enfermiza sensación a gran parte de sus historias y que representan ese juego constante de su obra entre lo carnal, el deseo, y la violencia, la muerte. El contraste siempre como norma, repito, lo frío contra lo cálido, como símbolo de la vida desatada, de la calma antes del horror. Esto puede sonar sesudo, pero resulta evidente con una mera ojeada de sus planchas.
A partir de la reedición del material gestada por el gran colorista José Villarrubia publicada por Dark Horse en USA, Planeta tiene el gusto de traer a España este volumen de varios kilos de peso. Un titán necesario en las estanterías de las tiendas y por consiguiente en las tuyas propias. Si te apasiona el tebeo de género y tu gusto ha evolucionado por fin más allá de las tonadas reiterativas del mundo de las capas y los superpoderes, es decir, si estás entrando en esa pubertad curiosa de libido desatada, puede que este sea el mejor momento de tu vida para descubrir a Corben. Vamos, así llegué yo a su mundo y creo que mi experiencia es la mejor. Sin duda, mi perspectiva está mermada por el recuerdo. Si por contra, ya tienes una barba considerable y eres de esos tipos afortunados que la crisis no les ha hecho morder almohada, este caro tomo debe ser tuyo. Ya es hora de que puedas hablar de Corben con conocimiento de causa, que esas ínfulas de erudito hay que llenarlas con algo sólido de vez en cuando. Ni el joven ansioso ni el adulto templado se arrepentirán de gastarse los cuartos en esto. Bebed menos si no. Que en eso no escatimáis.
En fin, al lío, este volumen presenta todos los relatos publicados en las revistas Creepy y Eerie en los años setenta, gracias al trabajo de arqueología del citado Villarrubia. Esas historias, muchas de ellas míticas ya, que recopilaba Toutain en esas novelas gráficas que se encuentran aún hoy en librerías de saldo, siempre a precios inusitados. Pues aquí las tienes, remasterizadas en un integral que marcará un antes y un después en la edición nacional de la obra del creador de Den. Por si fuera poco, incluye las portadas, esas magníficas estampas que llenarían miles de cabezas adolescentes de sueños lascivos y de inquietantes pesadillas desde su expositor colgante en los kioscos de los setenta y ochenta. Los nacidos en aquella época recordareis lo que suponía acercarse a uno de esos templos en la infancia. Esas miradas furtivas a la zona de revistas masculinas, ese nervio extraño al comprar tu primer Zona 84, esa ansiedad por leer el material a escondidas de tus padres pues ya la portada anunciaba más de lo que debiera a nivel glándulas mamarias. Algo de esa nostalgia reviste este volumen, claro está. Algo de esa tensión rezuman estas páginas y con eso, la lectura se vuelve un caldo de cultivo de pulsiones del recuerdo, no cabe duda. Pero la calidad del material resulta innegable, lo que logra que su lectura a día de hoy, pueda desprenderse del matiz de naftalina. A pesar de los ampulosos textos de la época. Y sí, hay buenas historias aquí dentro contenidas. Pero es indudable que el estilo de párrafos largos de Doug Moench o Bruce Jones, dos de los guionistas aquí representados, de densos bocadillos de pensamiento y reflexiones pseudointelectuales durante la ejecución de la trama, deudora del estilo de narrativa del tebeo de la época, resulta algo agotadora a día de hoy, acostumbrados a una acción que avanza sin la reiteración de la palabra. Pero, repito, las historias lo valen. Y no sorprende que algunas de las mejores estén escritas por el propio autor, dando buena cuenta de su capacidad como creador completo. Algunas otras, no obstante, no están a altura de la calidad del arte de Corben, pero en este caso, disfrutamos de sus viñetas y nos dejamos llevar hasta la siguiente narración.
Es también esa tremenda diversidad la que resulta otro de los aciertos del volumen. Historias de horror, de ciencia ficción, de fantasía, eróticas, cómicas, sangrientas… El abanico de emociones que abarca es amplio, pero a mi entender, resulta más efectivo cuando tiende a la parodia. Este tipo de relato, corto y conciso, como un chiste con giro sorpresa en gran cantidad de ocasiones, funciona por su particularidad como píldora disparada, como bola rápida que busca epatar. Y son más las veces en las que se da en la diana que las que no. Este sabor paródico se envuelve con acierto de las aptitudes caricaturescas del autor, que si bien, como ya se ha dicho, es un titán respecto a su capacidad para la perfección anatómica, también lo es para aberrar las expresiones a partir de la realidad en busca de la caricatura más realista posible. Sus rostros saltan de las viñetas por grotescos, por excesivos, pero siempre resultan plausibles, como si dispusiera del beneplácito de la naturaleza para saber cómo llegar al extremo sin pasarse. Esta es una de las características más evidentes de un autor que demuestra un conocimiento enciclopédico de la perspectiva y de la anatomía y que sabe jugar con las mismas con total naturalidad, creando ese universo grotesco pero plausible, esa puerta al límite de lo real.
Recuperando el dilema de la calidad de las historias, repito, ojea las viñetas, estudia esas formas, deléitate en esas perspectivas, goza con el color. Esto es tebeo con mayúsculas y has sido testigo de la obra de un genio, esta vez sí se puede usar, que sigue en activo, que sigue erre que erre con su estilo particular. Y tú, joven artista, ¿no te gustaba dibujar? ¿No querías entrar en el mundo del cómic profesional? Deja de imitar al inútil de Jim Lee y ponte a calcar anatomías de Corben. Aprenderás más que en un curso completo de Bellas Artes.
Impresionante artículo y confirmado al 100%.
Mi primer corben fue bloodstar y aún sigue en el altar d los altares…
Un GRANDE
Corben es de esos grandes que tengo picoteado por aquí y por allá.
Si alguna editorial se lanzará a algún Obras Completas de RC en tomos ligeros, al estilo del que publicó Toutain (fue Toutan, verdad?) hace la tira, tendrían aquí a un seguro comprador.
Creo que en Francia se puede estudiar por universidad la carrera de autor de cómics, supongo que tendrán alguna asignatura de historia del cómic a través de los autores mas representativos, y juraría que en la escuela que anunciáis también dan historia del cómic.
Leí una entrevista reciente a Corben que decía que sus originales de color antiguos, están muy deteriorados, y el hombre no cree que ninguna editorial se vaya a gastar una pasta para restaurarlos, por lo que es muy posible que no se reediten sus cómics a color.
Tengo el libro de Toutain donde explicaba su proceso de coloreado, y tenia pinta de ser la cosa mas compleja del mundo, también fue uno de los pioneros en pintar paginas por ordenador, este hombre es un genio en todos los sentidos
la verdad es que ya va tocando reedición de cosas como el bloodstar que comenta aieie!, las mil y una noches, den, mundo mutante, etc., que probablemente son muchos los que no han podido acceder a ellas.
a ver vi alguna editorial recoge el guante.
Completamente de acuerdo con lo dicho en el artículo. Un autor como la copa de un pino. Y un tebeo que vale cada céntimo que cuesta.
Y me uno a la petición de reedición de la obra de Corben. Sobre todo Las Mil y Una Noches. Y un integral de Den molaría un güevo y parte del otro.
integral de DEN.
+1.
Nunca fuí un gran fan de Corben cuando estaba hiper de moda en los 80. Por eso tardé algo mas de un año en hacerme con este tomo. Ademas tenía miedo de que resultara muy repetitivo. ¡Grandísimo error! Releido 30 Años despues lo he disfrutado enormemente. Habré madurado como lector o algo.
Hombre, ya me extrañaba que esta maravilla no se hubiese reseñado en la página. De acuerdo con todo lo expuesto en el artículo, que casi hasta se queda corto en las alabanzas. Una de las joyas de mi colección comiquera.
Me estoy leyendo La Casa En El Confín De La Tierra. Y sigo flipando con Corben. Y lo que cada vez me flipa más, más allá de su maestría anatómica, de su dominio del color, es su capacidad de dotar a las figuras de tridimensionalidad. No creo que haya nadie mejor que Corben a la hora de dar volumen a las figuras que dibuja.