«¡Demuéstrales quiénes somos!»
El 28 de agosto de 2020 nos sorprendía la muerte de Chadwick Boseman a la temprana edad de 43 años. La noticia conmocionó a propios y extraños, por triste e inesperada. Nos veíamos obligados a despedirnos prematuramente de un actor prometedor que se había convertido en el rostro de T’Challa en el universo de Marvel Studios. Black Panther había sido un gran acontecimiento apenas dos años antes y sigue siendo a día de hoy la sexta producción más taquillera del estudio. La contribución de Boseman a este éxito fue clave, dando vida a un personaje complejo y lleno de matices al que vimos por primera vez en Capitán América: Civil War. Su fallecimiento obligó a modificar los planes de cara al futuro de la franquicia. Marvel Studios se apresuró a anunciar que no se abriría un nuevo casting para sustituir a T’Challa. El impacto de Black Panther y del trabajo de Boseman en la comunidad negra y en los aficionados no dejaba otra opción y la secuela de la cinta original de Ryan Coogler tendría la difícil tarea de hacer frente a su pérdida, sobrellevar el duelo y preservar el legado del actor. Es de eso de lo que nos habla Black Panther: Wakanda Forever, una cinta con una personalidad propia dentro del universo compartido de Marvel Studios en la cual la sombra de Boseman es tan grande y alargada como cálida y emotiva.
Había muchas dudas sobre como se trataría la ausencia de la principal estrella de la original Black Panther en esta secuela. La cinta lo hace de manera frontal, transmitiéndonos ya desde sus primeros minutos el dolor por la pérdida real de Boseman en una ficción que tiene lugar durante la muerte de T’Challa, a causa de una enfermedad de origen desconocido. Es Shuri, nuevamente interpretada por Letitia Wright, y la reina Ramonda de una siempre estupenda Angela Bassett, las que llevarán el peso de los acontecimientos a lo largo de gran parte de la producción. Ellas son las caras más visibles de un auténtico «matriarcado interpretativo» en el que también tienen un rol destacado la Okoye de Danai Gurira, la Nakia de Lupita Nyongo y el nuevo fichaje de Dominique Thorne que encarna a Riri Williams, futura Ironheart. Esta es una historia de personajes femeninos -como en parte ya lo era su antecesora- dentro de una trama con muchas connotaciones políticas y estructurada como una nueva historia de orígenes y de legado que no se despega de la línea marcada previamente.
La historia se centra en las consecuencias de la muerte de T’Challa y las presiones que esto supone por parte de otras potencias mundiales que ansían hacerse con el vibranium de Wakanda. Hay una evidente crítica a la gestión de recursos naturales que entronca con nuestra presente crisis energética y que la película articula a través de un entramado geopolítico que nos habla de los desagravios históricos de las naciones occidentales en su relación con los países africanos y latinoamericanos. No obstante, esta crítica no es ni mucho menos tan ácida y directa como la que hemos visto en producciones recientes de la competencia, caso este de El Escuadrón Suicida de James Gunn y la serie de El Pacificador o la más reciente Black Adam protagonizada por Dwayne Johnson. En cualquier caso, la situación se complica cuando una nueva potencia aparece en el terreno de juego: Talokán, una antigua civilización que rinde tributo al dios serpiente emplumado de la mitología maya Kꞌukꞌulkan y al que sus habitantes identifican con la figura de su monarca Namor. Un personaje fundacional de la historia de la Casa de las Ideas al que encarna en la producción el mexicano Ténoch Huerta.
Es Namor la principal némesis a la que se enfrentan los wakandianos en la historia y para ello Ryan Coogler recrea -como ya hizo en la anterior Black Panther– toda una sociedad secreta y poderosa al margen del conocimiento del mundo real. El personaje se reinterpreta, o más bien se le reviste de una nueva identidad, que le otorga una nueva dimensión y al mismo tiempo conecta con naturalidad con lo que conocemos de él por los cómics. Se nos presenta como un mutante, un híbrido entre humano y atlante -aunque nunca se llegue a mencionar la Atlántida en la historia-, se trata su consideración de dios y guerrero, su beligerancia contra «los habitantes de la superficie», su carácter altanero y seductor e incluso viste su mítico taparrabos verde y las alitas en los pies. El hecho diferencial con las viñetas es su relación estrecha con la cultura maya y con un pasado en el que medían los colonizadores españoles, pero que se adapta perfectamente a la idiosincrasia del llamado Príncipe de la Atlántida. Huerta construye con estas piezas uno de los villanos más llamativos de las películas de Marvel Studios y se convierte a la postre en uno de sus principales alicientes.
Se puede decir que la aparición de Namor en Wakanda Forever es la mayor aportación al continuo worldbuilding de este universo cinematográfico. Por lo demás, la cinta dirigida por Coogler se mueve por el ecosistema wakandiano que ya conocíamos dando lugar a una propuesta reflexiva y dramática en la que el humor es casi inexistente y muy acotado a momentos muy puntuales en los que la acción cobra protagonismo. En ese sentido, Shuri que era en Black Panther un alivio cómico en muchos momentos, y a la que caracterizaba su manera desprendida de ver la vida frente a la de su hermano, muta en un personaje trágico definido primero por la culpa y, posteriormente, por la más cruda venganza. Es el personaje con el que compartimos el duelo y cuyo viaje representa todo un torrente de emociones. Letitia Wright y Angela Basset se roban mutuamente cada escena en la que coinciden teniendo una buena réplica en el Namor de Huerta que supone todo un reto a varios niveles para la supervivencia de Wakanda.
No estamos ante una producción definida por la acción y si la comparamos con las últimas producciones del universo cinematográfico de Marvel Studios las diferencias son aún más evidentes. Black Panther: Wakanda Forever no tiene el ritmo endiablado ni el sano fanservice de Doctor Strange en el Multiverso de la Locura. Tampoco tiene nada que ver con la humorística fábula espacial de Thor: Love and Thunder. Por el contrario, la película de Coogler es sobria, medida, con un trasfondo más sociopolítico y con una voluntad coral siempre imbuida por el espíritu de Chadwick Boseman. El homenaje es sentido y lo palpamos en todo momento, empezando por ese logo de Marvel Studios inicial pensado especialmente para esta cita y una escena postcréditos que lejos de caer en lo superfluo o estar pensada para llamar nuestra atención sobre la siguiente pieza del engranaje (como en otras ocasiones ha ocurrido), nos presenta una escena intima, significativa y muy emotiva que pone el broche al tributo a Boseman.
En el apartado técnico tenemos diversos claroscuros, porque podemos decir que Black Panther -para bien y para mal- es una digna heredera de su primera parte. La producción destaca en su puesta en escena, en el diseño de escenarios y vestuario, poniendo especialmente énfasis en la ciudad Talokán y los «na’vi» que viven en ella. De la misma manera que Wakanda tomaba un papel importante en la trama de Black Panther, aquí pasa lo mismo con el reino de Namor. Pero esta secuela sigue ahondado en errores que ya vimos en el pasado, principalmente cuando nos centramos en su tratamiento de la acción. Esta es un poco sucia y atropellada en algunos pasajes, aunque este no es el principal problema de este apartado y no tiene tanta relevancia como para empeñar nuestro disfrute. Pero si nos puede sacar de la historia el tratamiento de algunos efectos especiales que nos dejan demasiado sabor a croma verde y un nuevo Black Panther que se mueve a trompicones en algunas escenas de acción clave de la producción y nos retrotraen a algunas vistas en su antecesora.
Hay que reconocer que Coogler cocina bien a fuego lento y la acción no es tan importante para él como las consecuencias de la misma. Black Panther: Wakanda Forever es un tour de force entre el drama y la épica que acaba ganando claramente la primera. El director de Creed es consciente de que el género superheroico puede ser más que un simple espectáculo y lo deja bien claro -una vez más- con una historia que entremezcla géneros como pocas producciones en el universo cinematográfico de Marvel Studios pasando de acción al drama, de la aventura al cine de espionaje y el thriller político, la fantasía y la ciencia ficción. Puede que no se acabe de centrar en ninguno de ellos ni les acaba de sacar provecho en el guion, pero esto hace que no nos acomodemos como espectadores. Todo esto también se ejemplifica en la particular banda sonora de Ludwig Göransson que regresa con esta secuela con una propuesta más discreta pero de aromas y ritmos similares en la que destaca el tema Lift Me Up de Rihanna.
En conclusión, Black Panther: Wakanda Forever es una propuesta continuista a la que le sobra corazón e imaginación, pero con ciertas carencias a nivel técnico y un ritmo que pueden contrariar a los espectadores. La historia sale parcialmente bien librada del ejercicio de «readaptación» que implica la pérdida de su estrella principal y que nos adentra en una nueva (y para nada disimulada) historia de orígenes. Ciertamente, con matices interesantes, con la acertada presentación en sociedad de Namor y con unos actores muy entregados que nos dejan algunos de los momentos más intensos vividos en una producción de Marvel Studios. Son las circunstancias las que hacen especial su historia, pero no deja de ser meritorio que Kevin Feige y compañía hayan dejado tanto margen a Coogler para poder llevar la producción -y el homenaje implícito a Chadwick Boseman– por los caminos que ha considerado apropiados, manteniendo un equilibrio siempre difícil entre espectáculo y sentimiento.
Dirección - 7
Guión - 7.5
Reparto - 7.5
Apartado visual - 6.5
Banda sonora - 7
7.1
Emotiva
Black Panther: Wakanda Forever es una cinta continuista con lo visto en la cinta original dirigida por Ryan Coogler, pero condicionada en todo momento por la pérdida de su principal estrella, Chadwick Boseman. Una propuesta con mucho corazón, con la interesante incorporación de Namor al universo cinematográfico de Marvel Studios y en la que el drama se superpone a la épica y la fantasía superheroica. Una mezcolanza que preserva las virtudes y defectos de la cinta original, pero que ante todo es un sentido homenaje a Boseman y su T'Challa.
Pues recién vista, y con sensaciones encontradas. Me ha gustado más que la primera, lo que no es mucho decir, porque no es precisamente de mis favoritas de Marvel.
Sí me ha gustado la trama improvisada para paliar la ausencia de Boseman, y una escena post-créditos previsible pero acertada. Me ha gustado la banda sonora, el tono general, y hasta el villano, creo que es una adaptación «distinta» de Namor, que ignora algunos elementos claves del personaje en el cómic, aunque el hecho de cambiar su etnia no es uno de ellos. No se siente como algo que transgreda demasiado, sino que hasta le sienta bien. El hecho de que se autodenomine «mutante» nos hace ver que hay un plan para ellos, no es la primera pista que tenemos este año.
Otras cosas me han gustado menos. La película se hace larga no porque lo sea, que lo es, sino porque el ritmo no ayuda. El diseño de los nuevos trajes de Riri y de Okoye me parece atroz, cuando Marvel suele cuidar bastante estos detalles. Está clarinete que en la serie de Ironheart el salto será evidente, pero lo de los Ángeles de la Medianoche, francamente no lo veo. La acción es pasable, ninguna set piece que quede en el recuerdo, cuando la idiosincrasia de los contrincantes se prestaba para ello.
Otros detalles no sorprenden por ser norma común en el UCM, como la inclusión forzada. No me refiero a las raíces mexicanas de Namor, que de hecho me parece que están bien traídas) sino a gestos como el último gesto lésbico de la película simplemente para dejar ver que hay un personaje «no normativo». Igual que las madres de América Chávez, la pareja masculina de Joe Russo en Endgame o el devaneo de Valkyria en la última comedia de Thor. Si quieres que haya inclusión, sé valiente y crea una historia bien contada al respecto, igual que lo hay para los personajes heterosexuales normalmente. Dale un poco de verdad al asunto tratándolo con cariño. Y desarrolla, no guiñes para mostrar las cosas furtivamente. Y si de paso enriqueces la película, mejor que mejor.
Por cierto, es la segunda vez en un año en que se habla en una peli marvel de los desmanes cometidos por los españoles en Latinoamérica, pero ni una mención a los nativos americanos, salvo en las dos escenas marvel en que Redbone toma el control. ¿Quizá hablarán del genocidio en Echo? ¿En unos potenciales X-Men con Warpath, Dani Moonstar o alguien por el estilo? No lo creo.
Sí, creo que estos dos comentarios finales me han quedado un poco «parataxis», cuando soy realmente lo contrario. Pero me da rabia ver cómo Marvel amaga y no llega a dar, ya sea por falta de valentía o por falta de compromiso.
Ah, una de las cosas criticadas habitualmente en las pelis del UCM es el famoso humor Marvel. En esta peli, con buen critierio, apenas aparece. La verdad es que no había demasiado lugar en el tono para su inclusión.
Lo mejor, para mí, Angela Basset y esta extraña adaptación de Namor. Lo peor, que parece que el nivel general de la producción no ha estado al nivel del mimo con que se ha tratado la historia.
El problema que le veo a esta adaptación de Namor (a parte del ridículo origen de su nombre) es que no lo veo como un posible integrante de los Vengadores, o haciendo equipo con el Doctor Extraño y Hulk para unos hipotéticos Defensores o siendo el compañero de armas del Capitán América luchando contra el fascismo. Una faceta del personaje en los cómics que con el enfoque que le han dado en el MCU se me antoja imposible de conseguir.
No se que decirte, según las etapas en los cómics es villano villanisimo y según que etapas es un vengador. Aquí puede ser lo mismo perfectamente frente a un enemigo común que vaya a aniquilar todo el planeta lo veo factible. O en secret Wars como villano.
Pues mira, yo precisamente le vi ese punto «maquiavélico» en el momento de la última escena, cuando explica el porqué de su pacto con Wakanda. Precisamente rendirse es algo que no va con su orgulloso perfil, pero el hecho de buscar siempre la conveniencia de su pueblo (Namor siempre es un guerrero bastante «individualista» pero sobre todo es un líder) me hizo verlo como algo parecido a los cómics -ya sabemos que las adaptaciones de personajes al UCM son algo libres-. Es como en la última escena de Homecoming, cuando Tony ofrece a Spidey ser un Vengador. Esa respuesta de Peter es la que te dice «coñe, al final sí voy a reconocer al personaje».
Y a lo mejor pasa como con el arácnido, y son varias las películas en que se lleva a cabo el proceso en que deja a Namor en la situación en que es plenamente reconocible.
>>>Hay que reconocer que Coogler cocina bien a fuego lento y la acción no es tan importante para él como las consecuencias de la misma>>>
Como ya ha pasado en oros comentarios de películas/series de superhéroes, si la acción no es importante… Las películas de superhéroes deben ser en gran proporción acción y aventura. Esa es la base del cómic superheroico y, con las debidas adaptaciones a otros medios, a otros lenguajes visuales como son el televisivo y el cinematográfico, es lo que debe primar. Si a un producto filmico de superheroes le quitamos la acción… pues no sé, es como si a una película de Woody Allen le quitamos el humor.
Hay multitud de cómics que desmienten lo que comentas de la acción asociada al género superheroico, empezando por el que para muchos es la mejor obra del mismo: Watchmen. En ella la acción es algo residual. Está claro que es algo que define a gran parte al género y sus historias, pero también es cierto que la fuerza de este tipo de relatos es que se pueden adaptar a otros géneros, desde el thriller a la comedia romántica. Encorsetarlos en una fórmula no le hace ningún bien y tampoco suele ser exacto a la realidad. Igual que Woody Allen tiene muchas películas en las que no hay humor y no dejan de ser de su autoría. Otra cosa es lo que a nosotros nos gustaría ver en una producción de este tipo.
Por otro lado, solo un apunte: en el caso de Wakanda Forever no digo que no tenga acción, de hecho tiene mucha porque al final lo que retrata es el conflicto entre Wakanda y Talokán. Lo que quiero decir es que tampoco es una historia solo de acción y que Coogler está más interesado en el conflicto sociopolítico que plantea que en este punto que no destaca en exceso respecto a otras producciones.
la comparativa con Woody Allen ha sido adrede, pues sé que muchas de sus obras no tienen casi humor, pero por lo que se le reconoce es precisamente por el humor. Efectivamente, hay comic superheroico en el que no predomina la acción; por eso puntualizo: «debidas adaptaciones a otros medios, a otros lenguajes visuales como son el televisivo y el cinematográfico»
Tu ejemplo (así, en singular) no sirve porque las excepciones no hacen reglas y estamos hablando de pelis Disney/comerciales para toda la familia.
Lo único que estoy intentando decir es que el género superheroico admite todo tipo de fórmulas y pespectivas y que tampoco es descabellado una historia del género sin o prácticamente sin acción que se centre en otras cuestiones. No que eso sea la norma, porque obviamente no lo es.
Yo, perdonadme que insista, si veo una películas de superhéroes, quiero acción, sin que ello quiera decir que aborde otros temas. El lenguaje cinematográfico es diferente al del cómic y lo que vale para uno, puede no hacerlo para otro. Incluso el cinematográfico es diferente al televisivo. Y por supuesto, diferente a las novelas. Cada medio tiene su lenguaje y debe adaptar sus propuestas a ese lenguaje, provenga de donde provenga (adaptaciones).
Me gustó la peli, pero se me hizo MUY larga. No entiendo esta manía de que las películas de superheroes duren 2 hs y media, eso es lo que dura El Padrino!!!, con una historia cien veces más elaborada que éstas. Lo entiendo para films épicos como Endgame, y lo disfruto, pero esta Black Panther se podía contar en menos de 120 minutos.
A favor: el tono, es un soplo de aire fresco, prácticamente nada del humor bobo de algunas de las últimas películas.
En contra: la extensión.
6.5/10 puntos
Esta bastante chula. Todo el tratamiento de como estan los atlantes, aunque no les llamen asi lo veo muy bien, y su forma de luchar y actuar rambien. Es cierto que le sobra metraje, es de suponeer que aunque ponga mayor de 12, muchos nenes iran y igual se aburriran en algunos tramos.
De Namor han cambiado cosillas pero su actitud me gusta. Ademas lo han trasladado tal cual bañador alitas y orejas y no se me hace raro.
Si ya el hecho de que cambiaran toda la mitología de Namor y Atlantis me tiraba para atrás, el enterarme de que otra película yanki que viene a decirnos lo malísimos que fuimos los españoles sumado a las declaraciones de Namoch hacen que definitivamente vaya a pagar por ir a verla Rita, porque lo que es yo…
Con todo los problemas que ha habido al intentar hacer un «DCCU», hay que reconocer que hubo dos puntazos que se apuntó DC sobre Marvel: estrenar primero la película de Wonder Woman (la primera película protagonizada por una superheroina hecha bien), y hacer la película de Aquaman siendo los primeros en tener un superhéroe de Atlantis, obligando a Marvel a tener que repensar todo el transfondo de Namor para hacerlo un producto original e interesante.
Luego, de forma indirecta pero también a coalición con esta película, es que Black Adam lanza un mensaje anticapitalista mucho más honesto y acertado que ambas películas de Black Panther, cosa que no deja de ser curioso porque seguramente no fue una decisión buscada a consciencia en la película de The Rock. Aunque viendo algunos comentarios, parece que tampoco hace falta esforzarse mucho para lograr el efecto deseado, así que bien por Wakanda Forever.