La hija del lobo
Mariko Tamaki y Amancay Nahuelpan nos traen una miniserie centrada en dos personajes secundarios de DC Comics.
Lobo se encuentra en una cárcel al otro lado del espacio, mientras su hija, Crush, intenta rehacer su vida. Todos sus intentos por mantener una relación normal y estable, compatibilizarlo con una vida de sacrificio en lucha contra el crimen y permanecer mentalmente sana chocan frontalmente con sus problemas familiares.
Después de cargarse el cumpleaños de su novia, acude a la llamada de su padre. Esto desatará un torrente de nuevas dificultades para la protagonista.
Al igual que hiciera en Harley Quinn Cristales rotos, Tamaki se emplea a fondo en un entorno aparentemente sencillo. Sin argumento enrevesado ni complicaciones multiversales y con la atención puesta en el desarrollo de la personalidad de una protagonista que, a pesar de mostrar una cara amable, está rota.
En este sentido, es una obra con un sentido del humor personal, de nuevo, en la línea de sus otros trabajos. Lleno de dobles sentidos y dolor en los peores chistes, certera en cuanto a su uso en la acción y como elemento que mueve la aventura. Las escenas en retrospectiva aportan vigor a la actuación de Crush, a su particular modo de estar siempre a la defensiva y su poso autodestructivo heredado de su padre.
La autora, con pulso y acierto, va tomando una serie de decisiones en su caracterización que añaden profundidad a la lectura del conjunto y un nuevo sentido al papel a desempeñar por los dos personajes que dan nombre a la miniserie.
En cuanto a Lobo, abandona la vía fácil. La que ha lastrado en buena medida su papel en la editorial en el nuevo siglo y le ha impedido avanzar. No es un gamberro desdibujado que apenas aguanta cuatro números de bromas sin gracia, sino que tiene una psicología más amplía, sin abandonar la comedia, pero sabiendo recoger otras propuestas necesarias.
El dibujo de Nahuelpan es notable. Fresco, lleno de matices en su propuesta y original tanto a la hora de captar lo infinito del espacio exterior como el ambiente asfixiante de la prisión. Es muy dinámico, perfecto para el personaje de Crush, siempre añadiendo nuevas capas de movimiento a sus acciones y desarrollando subtramas a través del resto de contenido de las viñetas.
A pesar de que es resolutivo en la acción, es en la comedia donde desarrolla su principal virtud como narrador. En escenas como la presentación en el cumpleaños o cierto encuentro familiar entre padre e hijo en la cárcel, es gamberro y simpático, jugando con el diseño de sus personajes.
El trabajo de Tamra Bonvillain, por su parte, le sienta de maravilla a sus páginas. Un tebeo muy colorido, lleno de vida, que invita a leer y acompañar la aventura.
Sus autores manejan muy bien la delgada línea del drama paternofilial. No rehúyen del conflicto, pero tampoco son condescendientes con cómo es cada uno. Saben ser incómodos en los momentos adecuados, en torno a la mitad de la obra, y explicar aspectos y tabúes de las relaciones familiares sin alejarse del tono general.
La obra también destaca por su contenido LGTBIQ+. Transmite muy bien la dificultad que tiene luchar con ciertos estereotipos, a tiempo que también demuestra que existe un camino para historias de este tipo en DC Comics. Katie es un auténtico encanto, uno de los principales aspectos positivos y que invitan a la lectura.
En conclusión, nos encontramos ante una de las grandes tapadas de la editorial. Divertida, tierna, absurda. Con un humor difícil, a ratos negro, a ratos infantil, y una historia bien hilada y desarrollada por parte de sus autores. Mariko Tamaki continúa demostrando su talento superlativo a la hora de construir aventuras sólidas, desenfadadas, en las que la psicología de los personajes toma siempre un lugar preferente.
Por su parte, Amancay Nahuelpan presenta un trabajo a la altura. Original en cuanto al diseño y extremadamente inventivo a la hora de elaborar un espacio infinito. También cumple con nota a la hora de trasportar la acción, golpes y enfrentamientos de la obra, núcleo básico de todo tebeo de superhéroes (la escena que inicia el cuarto número es espectacular).
En último lugar, es muy destacable por los motivos mencionados el trabajo al color de Tamra Bonvillain, una de las grandes profesionales del medio e involucrada en algunas de las mejores publicaciones recientes por la editorial.
Recomendable tanto para los seguidores habituales de la continuidad, como para aquellos otros que busquen propuestas distintas, más desligadas del canon global de DC.
Lo mejor
• Distinta a lo que solemos ver en DC Comics.
• Lo bien que traslada el conflicto paternofilial.
• La caracterización de Crush.
Lo peor
• Apenas ocho números para una serie y unos personajes que daban para mucho más.
NOTABLE
Guion - 8
Dibujo - 8
Interés - 7
7.7
Una miniserie a la altura, muy divertida. Distinto a lo que solemos ver en la editorial.
