Retrato del horror de la guerra.
«Una guerra es siempre y únicamente una guerra, una asquerosa guerra. No hay épica, no hay gloria, solo miseria.»
En 2008 Igort, seudónimo con el que firma sus obras el autor italiano de orígenes rusos Igor Tuveri (Cagliari, 1958), viajo a Rusia y Ucrania con el objetivo de recabar documentación para realizar una novela gráfica en la que quería explorar la vida del escritor Antón Chéjov a través de las casas en las que residió en ambos países. Paso dos años viviendo entre Rusia, Ucrania y Siberia, pero los contactos con los habitantes de esos lugares hicieron que dejara de lado ese proyecto para embarcarse en otro muy distinto: Cuadernos ucranianos. Se trataba de un cómic de carácter periodístico y documental articulado en torno a cinco entrevistas con ucranianos que vivieron en primera persona la vida en el país bajo el régimen comunista. Este trabajo nos mostraba la brutalidad que Stalin ejerció sobre el país en los años veinte y treinta diezmando a la población y generando un rechazo hacia todo lo ruso que sigue presente hasta hoy en una enorme parte de la población del país. Durante el periodo de tiempo que paso en Rusia se produjo el asesinato de la periodista rusa Anna Politkoyskaya motivado por sus investigaciones y denuncias de las atrocidades que el ejército y autoridades rusas con Putin a la cabeza estaban cometiendo en Chechenia y en su propio país. Lo que se convirtió en un acicate para su siguiente trabajo: Cuadernos rusos, un nuevo cómic periodístico que nos habla de la vida en la Rusia de Putin y la guerra de Chechenia. Ambos trabajos fueron publicados en solo volumen por Salamandra Graphic, que ahora nos acaba de traer Cuadernos Ucranianos. Diario de una invasión, un cómic en el que el autor italiano relata la actual invasión de Rusia del territorio de Ucrania. El comienzo de una guerra de la que, por desgracia, hace unas pocas semanas se cumplió el primer año.
Como en sus otros dos trabajos ya mencionados sobre Ucrania y Rusia, estamos ante un reportaje gráfico en el que el Igort nos cuenta los antecedentes históricos, económicos, políticos y sociales en los que se asienta el origen del actual conflicto. Una parte de pura información muy bien documentada que se intercala con los testimonios directos recabado en tiempo real de las personas que están viviendo la guerra. Sveta, Masha, Anatoli, Yenia… no son unas personas cualesquiera, pese a que sirven como reflejo de la mayoría de los ucranianos que están sufriendo las consecuencias de la guerra, se trata de personas a las que el autor italiano conoció durante su estancia en el país. Mientras daba forma al cómic ha hablado por teléfono de manera regular con ellos. De manera que ha podido levantar un testimonio plasmado a modo de un diario terrorífico que abarca desde el comienzo de la invasión hasta septiembre del 2022. En sus páginas nos va contando los hechos exactamente como se los contaron, pequeñas píldoras en las que ejerce simplemente como cronista gráfico sin hacer ningún tipo de valoración personal, lo que deja para las páginas finales del volumen cuando hace un relato más personal de la situación. Una visión que trata de ser objetiva, lo que cada vez está más en desuso en el periodismo más tradicional, una profesión que en los últimos años se ha llenado de voceros que, en lugar de informar, se limitan a ejercer de altavoces de sus amos, independientemente de quien sean y los intereses que defiendan, dejando de lado cualquier atisbo de ética periodística.
Al optar por contar la realidad del conflicto a través de unas personas concretas con nombres y caras, en lugar de hacer una recopilación de datos, Igort consigue que su reportaje sea mucho más impactante, ya que vemos testimonios durísimos que relatan unas circunstancias atroces y extremas, no solo del actual conflicto, también de la guerra silenciada durante años que se ha mantenido en el Dombas y que ha sido el caldo de cultivo del actual conflicto. Una realidad teñida de horror que el autor italiano traduce a unas imágenes que representan de forma vivida un escenario de pesadilla en el que la muerte y la destrucción están permanentemente presentes y pueden suceder en cualquier momento. Son unas imágenes que son tan duras como la realidad, aunque traten huir del sensacionalismo y opten por evocar el horror y el miedo más que mostrarlos directamente. Pero es una realidad que es necesario mostrar y denunciar.
Aunque en la obra hay mucho de homenaje a la resistencia que están protagonizando los civiles ucranianos, también hay una visión crítica del papel que juegan en el país algunos elementos siniestros y de ideología neonazi tanto del pasado, Stepán Bandera, como del presente del país, el batallón Azov o el Sector Derecho. Ellos son quienes alimentan el discurso de desnazificación de Putin, un discurso que se tambalea cuando se comprueba que algunas de las figuras más importantes de la invasión rusa también son de ideología neonazi como los miembros de Wagner o el gobernador de la república de Lugansk aupado al cargo por los servicios secretos rusos. Ese interés por mostrar las aristas del conflicto lleva a Igort a reflejar con igual parcialidad algunos de los horrores e injusticias que los propios ucranianos cometen con alguno de sus conciudadanos creyendo que son espías o colaboracionistas, una barbarie que se explica por el clima de paranoia y miedo en el que viven a diario. De la misma manera que, no cae en el error fácil de convertir a todos los rusos en culpables, ya que también nos muestra que una parte de los soldados rusos también son víctimas involuntarias de una guerra que no quieren librar. Lo que no es óbice para que también denuncie algunos de los crímenes de lesa humanidad que se han ido documentando en estos días realizados por otros miembros del ejército.
Pero no solo tenemos un recorrido por las personas que sufren la guerra también está presente un viaje por lugares en los que la guerra ha golpeado con más virulencia. Un recorrido por las ciudades y regiones que están sufriendo la deshumanizada brutalidad del ejército ruso a través de algunos de los sucesos más horribles que hemos conocido hasta el momento que, por desgracia, posiblemente queden impunes.
Gráficamente el italiano emplea un estilo que va mutando en función de lo que quiere relatar de manera similar a lo que sucedía con Kokoro (Salamandra Graphic), las parte más realistas y acabadas se mezcla con otras en las que prefiere emplear un estilo más cercano al boceto para potenciar el sufrimiento y el horror que genera el conflicto. Un trabajo que tiene la calidad a la que nos ha acostumbrado en los últimos años, en el que brillan especialmente las secuencias nocturnas llenas de masas de negros y muy poca luz en las que se puede ver lo que aprendió de autores como Alberto Breccia, Hugo Pratt o Muñoz.
La edición de Salamandra Graphic es muy similar en tamaño, reproducción y diseño a la que ya hizo de Cuadernos ucranianos y rusos. Ojalá que el próximo trabajo de Igort que nos traigan no tenga que ver con sucesos tan luctuosos como los que relata en estos tres trabajos.
En Diario de una invasión Igort se posiciona claramente a favor del pueblo ucraniano, que es el que está sufriendo lo más terrible de la guerra, y nos aporta información en la que queda claro que la política de reedificar un nuevo imperio ruso que lleva años cultivando Putin es la principal responsable del conflicto actual, pero no deja de lado otros sucesos que han echado más leña al conflicto y también pone en cuestión la pasividad que durante años ha tenido Occidente ante las barbaridades que el régimen de Putin lleva años cometiendo. Un trabajo honesto y bien documentado que nos nuestra la cara más descarnada del sufrimiento humano provocado por el conflicto y que confirma al italiano como uno de los grandes creadores de cómics periodísticos junto a Joe Sacco.
Lo mejor
• La crudeza e inmediatez del relato.
• La objetividad y la capacidad para mostrar todas las caras de una realidad compleja y complicada.
• La desgarradora potencia de algunas imágenes.
Lo peor
• Por desgracia, la realidad está dándole a Igort la posibilidad de hacer una continuación.
Guión - 9
Dibujo - 8
Interés - 10
9
Periodismo en viñetas.
Igort nos muestra en esta obra de manera lo más objetiva posible como es la vida de los ucranianos en plena guerra. Un testimonio que debería servir para que las atrocidades que se están cometiendo no queden en el olvido.
Muy interesante reseña.
Todavía no he tenido oportunidad de comprar Cuadernos ucranianos y rusos(muchas veces la economía manda y nos obliga a no poder comprar todas las obras que nos interesan)
Muchas gracias.