Las sociedades contemporáneas han tenido desde principios del siglo pasado una dependencia cada vez mayor en su relación con la cultura. Las consecuencias directas de la industrialización, los hallazgos y avances científicos aplicados a la vida diaria, y los cambios sociales, lentos pero progresivos, como el acceso generalizado a la educación, lograron exportar a las clases medias y bajas el concepto de ocio. La mejoras en las técnicas de impresión acercaron al gran público las publicaciones periodísticas, las novelas pulp y los cómics. El descubrimiento del cine arrastró a las familias a las salas para disfrutar de sus historias, primero mudas y en blanco y negro, y luego en color y esplendoroso sonido. La economía capitalista siempre atenta a generar necesidades haría el resto, desligando por primera vez palabras como cultura y privilegio. Luego llegaría la televisión para acabar de «democratizar la cultura», un medio que conquistaría los hogares de todo el mundo después de la Segunda Guerra Mundial, con sus noticias y programas informativos, pero también con sus espacios para el puro entretenimiento que adaptaron con éxito el formato de serial radiofónico y cinematográfico a las nuevas reglas catódicas. Nada volvería a ser igual.
En este tiempo la cultura se ha ido adscribiendo cada vez más a las normas del mercado, las leyes de la oferta y la demanda que hoy parecen incluso sobrepasadas, y los medios de comunicación, y la llamada sociedad de consumo, han logrado encumbrar y convertir en verdaderos iconos, reconocidos a nivel mundial, historias y personajes de todo tipo. Desde Superman a Harry Potter o Los Juegos del Hambre, desde Drácula a Mickey Mouse o Jack Sparrow, desde el Che Guevara a Los Beatles o Madonna. Todos ellos, personajes reales o de ficción, historias basadas en hechos reales o imaginados, han pasado a formar parte de un pensamiento colectivo, referentes capaces de definir perfectamente una época, independientemente de su fuerza o capacidad para transformar o adaptarse a su realidad. Hoy vamos a hablar de dos ellos,
Pero, primero de todo, antes de entrar de lleno en el tema del artículo debemos plantear una pregunta. ¿Cómo llega una creación determinada a formar parte de la cultura popular de masas? ¿cómo se define un referente cultural de las características de Star Wars y Dragon Ball? ¿las claves de su éxito? No, eso se nos escapa. Habría muchos motivos para el análisis en estas preguntas, muchas implicaciones a tener en cuenta, y muchas respuestas podrían ser válidas pero no nos servirían para establecer un patrón. No obstante, si nos acercamos a algunos de estos iconos en su marco y contexto originales seguramente seremos capaces de observar en ellos una destacada capacidad de síntesis, explícita en algunas ocasiones, simbólica y metafórica la mayoría de veces, sobre la idiosincrasia y valores de la sociedad en la que se produce su nacimiento y su posterior adopción. Las mayores y más influyentes historias y personajes del siglo pasado recopilan lo que hubo antes de ellos y prometen en su aventura algo nuevo y diferente, un sentimiento que propicia comprensión, emoción, aventuras y épica y, sobre todo, grandes dosis de evasión respecto del ingrato día a día.
De esta manera, si volvemos sobre el citado Superman, creado a finales de los años cuarenta por parte de
Este análisis también se puede aplicar a
Es también en los años ochenta, más concretamente en la distópica fecha de 1984, cuando se comienza a publicar en Japón los primeros capítulos de una historia que también habría de marcar un antes y un después:
La gran acogida de Dragon Ball, primero por los espectadores, y más tarde por los lectores, tuvo mucho que ver, entre otras características de esta historia, con su accesibilidad, un relato de aventuras y autodescubrimiento, con grandes héroes y peores villanos, como en Star Wars, representativa de las particularidades de la cultura japonesa, pero al mismo tiempo capaz de rendir tributo a una herencia de origen occidental con la que se podían identificar los aficionados de todo el mundo. Posiblemente, teniendo en cuenta películas, series de televisión, videojuegos, figuras, cromos, y todo tipo de merchandising y parafernalia, Star Wars y Dragon Ball sean las dos sagas más reconocidas de la presente cultura popular. La influencia en ella de Star Wars parece clara, y podríamos estar hablando horas, posiblementge días sobre ello, la de Dragon Ball apenas acaba de empezar a dejarse ver en el concepto de acción sobredimensionada del cine de Hollywood de principios de este siglo XXI.
Pero ha sido Dragon Ball la que ha contado con la ventaja de contar con Star Wars entre sus referentes; el maestro
Todo este bagaje sería objeto de estudio para otro artículo, hoy simplemente nos basta con saber que en este equilibrio de referentes es donde Dragon Ball mantiene uno de sus más jugosos atractivos. El resultado es una historia que refleja el nuevo espíritu aperturista de la sociedad japonesa de la segunda mitad del siglo XX, en su voluntad por expiar sus pecados y transformar un pasado traumático, determinado por la guerra y el pánico nuclear, en algo definitivamente positivo y esperanzador. La mentalidad japonesa llega a la conclusión después de los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki, y su desastrosa salida de la Segunda Guerra Mundial, de que toda energía desarrollada por el ser humano puede ser utilizada para hacer el Mal, pero también el Bien. La comprensión de este hecho creará una búsqueda de equilibrio que s transmutará en una actitud recelosa de lo militar, Japón apostará por una política enfocada únicamente a la defensa, rechazando el desarrollo de armas nucleares y manteniendo un férreo control civil sobre sus fuerzas armadas renunciando «a la guerra como un derecho soberano de la nación y a la amenaza o uso de la fuerza como medio para resolver disputas internacionales». La dualidad en esa compresión del equilibrio se puede apreciar muy bien en la serie de
Esa energía empleada por los personjes de Dragon Ball deprende un halo familiar, asimilable a la Fuerza de la que se sirven los jedis, un concepto metafísico que a los aprendices capaces de entenderla y usarla les otorga habilidades capaces de mejorar sus condiciones físicas y mentales. Es también una fuente de poder con una personalidad dual pues puede ser utilizada de igual manera para hacer el Bien y el Mal. No es este un concepto revolucionario, se puede rastrear en las antiguas creencias panteístas y budistas, pero resulta curioso cómo estas filosofías tan similares, y con interesantes puntos en común, se canalizan en dos mitologías de ficción tan dispares en otros apartados. En la obra maestra de
Pero a efectos prácticos, la energía, el Ki, y la energía, los miriclodianos, tienen una raíz semejante. Para muestra la llamativa condición de un personaje como Piccolo en sus primeras apariciones, un ser del que descubrimos ya en la primera mitad de la serie que en realidad está compuesto por dos entidades. La primera representa el equilibrio, el poder responsable y bondadoso, y la otra mitad identifica lo maligno, un ser caído en desgracia, en el lado oscuro, que tendrá una segunda oportunidad de escapar de las tinieblas después de conocer a Son Gohan y sacrificarse por salvar su vida, exactamente como Darth Vader haría por su hijo Luke Skywalker. Esto más que una inspiración es una conclusión lógica y una exposición práctica de la filosofía y la mitología implícita que manejan las dos sagas.
No obstante, el coqueteo de
En otras ilustraciones realizadas por
En 1999, coincidiendo con el estreno de Star Wars: La Amenaza Fantasma, el inicio de la segunda trilogía de la saga, la revista Weekly Shōnen Jump de la editorial Shūeisha quiso rendir homenaje al avento y sus mangakas más reputados realizaron algunas ilustraciones especiales y comentaron sus impresiones sobre el próximo estreno. El creador de Dragon Ball se despachó con un dibujo en el que se podía apreciar su interpretación personal de un joven Anakin Skywalker, mientras detrás de él se podía ver un droide montado en una plataforma de ataque. En el texto que acompaña la ilustración el autor comenta lo siguiente:
«¡Uf! ¡Ha parecido una eternidad pero finalmente, Star Wars está de vuelta! Por no hablar de la historia, la atmósfera de su mundo y sus maravillosos diseños. Soy de los que han sido picados por el gusanillo y estoy rebosante de emoción. Ha sido una laaaaaaarga espera para la cuarta película. ¡Estoy muy emocionado!
Personalmente, no tengo mucho interés en los personajes de esta serie, así que Darth Vader aparezca de niño no me dice mucho a mí (solo estoy esperando a Ewan McGregor). Pero viendo el tráiler, los mechas, robots, alienígenas y demás, todos tienen muy buenos diseños. Los efectos especiales también lucen considerablemente impresionantes. ¿Va a ser realmente fantástico! ¡No puedo esperar!».
Para entonces el manga de Dragon Ball hacía casi cuatro años que había sido abandonado por su creador, legando un trabajo, con sus virtudes y defectos, destinado a marcar el camino a seguir para la siguiente generación de mangakas. Las historias de
En una de las muestras más particulares a la que podemos recurrir en este caso cabe mencionar la Torre Sagrada de Karin y el Palacio del Todopoderoso que podrían formar parte de la misma planta de la Ciudad de las Nubes del planeta Bespin en la que reside Lando Calrissian, el héroe y dueño original de el Halcón Milenario que interpretó el actor
En otro apartado destacado tenemos los vehículos, y otros medios de transporte, por supuesto de corte futurista, que pueblan todos los rincones del universo de Dragon Ball. Estos son modelos sorprendentemente funcionales concebidos por
Por otro lado, tanto en Star Wars como en Dragon Ball tenemos universos caracterizados por su heterogénea multirracialidad, un amplio registro de personajes, principales, secundarios y meramente presenciales, en el que se encuentran todo tipo de razas, animales antropomorfos -una debilidad de
Pero hay más, bastante más de hecho, porque Dragon Ball mantiene una constante relación sinérgica con el espíritu de Star Wars prácticamente desde sus inicios y en cuestiones no tan estéticas. Es por ello que si pensamos en la primer acercamiento a Son Goku que tenemos en la serie su situación nos puede recordar a la del mismo Luke Skywalker, uno aislado de la civilización y su propio pasado en las montañas, y el otro haciendo lo mismo en los mencionados desiertos de Tatooine, después de haber sido adoptados por una nueva familia que sufrirán a causa de sus respectivos secretos. Los dos también serán aceptados por un maestro, llámese Obi Wan Kenobi o Duende Tortuga, que le descubrirá el camino para entender su verdadera fuerza y poder latente. Es el comienzo de la aventura para estos dos héroes, aunque en el caso de Son Goku es innegable, como conoceremos más adelante en el manga, la influencia de la historia de otro personaje de la cultura popular como Superman del que también
El destino de Son Goku le llevará a cruzarse con más de un aliado, y también adversario, con aspectos de lo más curiosos. En ese sentido, en las primeras apariciones de Chichi, la hija de Gyumao con la que en un futuro se casará nuestro héroe, esta viste con unas ropas bastante ligeras, apenas un bikini, unas botas, un casco y una capa. Es una indumentaria que dejando a un lado añadidos recuerda poderosamente a la mítica vestimenta de la princesa Leia de
Por supuesto, si Chichi es la Princesa Leia, Son Goku debe ser en algún momento Han Solo, y lo cierto es que durante su enfrentamiento con la Red Ribbon lo podemos ver vestido con ropas de invierno con un look similar al del personaje de
No obstante, el papel de Darth Vader sería equivalente al del villano Freezer en Dragon Ball, no tanto en lo estético, ni en su personalidad, en la que apenas comparten matices, sino en lo que representa para la trama como némesis definitiva de nuestros héroes, ahora convertidos en superguerreros, los particulares jedis que recordemos son igualmente capaces de grandes prodigios y parte de una raza/orden que fue diezmada en favor de los sueños de poder de un tirano. En esta parte de la historia los guiños a Star Wars también están presentes, uno de los que más suelen destacar los aficionados es la comparación entre las máquinas de restauración empleadas por los equipos médicos de los guerreros del espacio y las tropas de Freezer, y los tanques de bacta como el utilizado por Luke Skywalker en El Imperio Contraataca. En el anime de Dragon Ball incluso aparece un robot médico muy parecido al que atiende y monitoriza los progresos de Luke Skywalker en Star Wars.
¿Todavía hay más? Puede ser. ¿Hay alguna conexión entre el monstruo rancor que Jabba el Hutt guarda en su Palacio para sorprender a sus visitantes, y la criatura Yakon, controlada por el mago Babibi, a la que se enfrentan Son Goku y sus amigos en la saga de Buu? El parecido fonético en los nombres de los dos personajes incluso para confirmarlo.
¿Y entre Bib Fortuna, el mayordomo del propio Jabba el Hutt interpretado por
¿Tiene su origen el scooter de los guerreros del espacio, y los secuaces de Freezer, en los implantes cibernéticos de Lobot, el ayudante cyborg de Lando Calrissian en la Ciudad de las Nubes encarnando por
Preguntas, y más preguntas, para seguir relacionando y comparando dos creaciones, dos sagas que han sabido marcar época. En perspectiva, mirando el conjunto, resulta fácil comprobar el interés y cariño de
¿Se puede decir que la influencia entre estas dos creaciones ha sido unidireccional como hemos estado apuntando durante todo el artículo? En el caso de Dragon Ball tenemos un fenómeno correoso, ha sido una de las series de infencia y adolescencia de muchos creadores actuales y, si nos centramos en el ámbito cinematográfico, como decíamos anteriormente, su sentido del espectáculo y la acción sobredimensionada se corresponden con el sentido del cine de acción de los últimos años. Los
¿Ha podido recoger algo de este espíritu la saga de Star Wars? La segunda trilogía precisamente se distanciaba del sentido de la acción de las películas clásicas, con un abuso de los efectos especiales síntoma de los nuevos tiempos, pero también apelando a esa sobredimensión en sus batallas y poderes de sus personajes antaño más comedidos en su uso de la Fuerza. Para ser realistas, no parece que esto fuese una influencia directa de Dragon Ball, pero sí podría ser indirectamente un acercamiento a la filosofía de la creación que sí ha calado con fuerza en las últimas generaciones, y todo ello antes del auge del cine de superhéroes con el que también tiene relación la epopeya de
En paralelo, Star Wars vuelve en estas fechas con el inicio de una nueva trilogía, El Despertar de la Fuerza está generando un interés inusitado, como siempre que esta historia ha regresado a los cines, y nadie duda que el regreso será todo un éxito que seguirá alimentado la imaginación de los antiguos aficionados y las nuevas generaciones. Entre estas últimas tendremos que esperar para saber si está el creador de esa nueva historia capaz de convertirse en un fenómeno de masas en el futuro. Las leyendas, como ya aventurábamos en un principio, siempre llegan a serlo porque se asientan sobre lo que hubo antes de ellos y lo moldean acercándose a las sensibilidades de su nuevo público. Eso supo hacer
Si te digo la verdad, Jordi, siempre he visto más a Freezer -siempre sentado en su silla y sin apenas moverse hasta el final- como El Emperador. Vader sería más bien Vegeta, aunque este y Nappa también tienen mucho de los hijos del Barón Harkonnen de Dune
No olvides que Freezer tiene un padre, King Cold. No tiene gran relevancia en la historia pero también podría cumplir el papel de Emperador según se mire. Pero ya digo, en este caso, el parecido es más por la posición que puedan jugar estos personajes en la trama que por una inspiración directa de Star Wars. Lo de Vegeta y Nappa y los hijos del Barón Harkonnen de Dune lo he visto en algún sitio y la verdad es que el parecido es muy llamativo. En el caso de Vegeta diría que es el personaje que en su filosofía más está marcado por el concepto del lado oscuro, durante gran parte de la serie está luchando contra sus demonios interiores, y en la saga de Buu se deja tentar por la fuerza que puede otorgarle su «conversión». La manera de interpretar la influencia de Star Wars en Dragon Ball puede dar para mucho debate pero para mí la influencia es real, como la de las de otros personajes e historias a los que recurre Akira Toriyama.
Sí vamos, independientemente de que sea con un personaje u otro, que la Guerra de las Galaxias está muy presente en toda la obra de Toriyama -como también lo están Superman, Karate Kid, Kung Fu, las películas de Bruce Lee, Terminator y un interminable etc- es incuestionable. Si hasta las casas que solían salir eran como las del tío Owen y los propios Babidi y Dabura volvían a recuperar esa dinámica Emperador / Darth Vader al final. Y bueno, lo dicho, no hay nada más «Star Wars» que la saga de Namek
Muy bueno lo de las similitudes y el articulo en general. Ni me había fijado con lo de Bu y Bib fortuna ,lo del coche de Yamcha o Chichi con Leia jaja menudo crack. Lo de que personaje es quien en SW o DB lo veo menos pues en el fondo hay estereotipos de buenos y malos.