Cuando el viento sopla

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Edición original: When the wind blows (Hamish Hamilton LTD, 1982).
Edición nacional/ España: Cuando el viento sopla (Editorial Debate, 1983).
Guión, Dibujo y Color: Raymond Briggs.
Formato: Álbum.
Precio: 390 pts.

 

La psicosis nuclear. La bomba atómica. Echamos la vista atrás a los ’80 y ahí aparece, una y otra vez, su sombra negra, escondida en las costuras de los más variados relatos con su podredumbre de fatal autodestrucción. Ahora puede parecer una neurosis de otra época (y lo es), ahogada por nuevos y acuciantes problemas, pero entonces aquella sentencia del “no future” planeaba sobre las conciencias en la forma de un botón rojo que podía aniquilar a la humanidad casi como por descuido. Nos desayunábamos con la descripción de los síntomas de la radioactividad, que aprendíamos mejor que los del paludismo. Los silos de misiles eran el Thanatos definitivo, el espectro hacia el que parecíamos caminar ineludiblemente. Era, como diría Prince, el signo de los tiempos. El Apocalipsis se cernió sobre la cultura pop, poblada de presentes y futuros catastróficos abordados con épica y sensacionalismo, en la mayoría de los casos. Pero también hubo hueco para la sensibilidad: Hiroshima (Hadashi no gen, 1973). La tumba de las luciérnagas (Hotaru no Haka, 1988). Cuando el viento sopla (When the wind blows, 1982).

James y Hilda, una pareja de jubilados, viven tranquilamente en su pequeña casita de la campiña inglesa, entretenidos en sus poco estresantes quehaceres. De pronto, la radio anuncia el inicio de las hostilidades y ambos, con experiencia en los bombardeos de la II Guerra Mundial, se afanan en prepararse un refugio doméstico contra las bombas. La deflagración no se hace esperar y el matrimonio pone en práctica los consejos de los folletos gubernamentales con la esperanza de sobrevivir.

Cuando el viento sopla supuso un cambio de registro en la carrera del ilustrador Raymond Briggs, hasta entonces dedicado a libros infantiles. Briggs construyó un cuento demoledor sobre el absurdo de la guerra con la sencilla argucia de no apartar la acción de dos seres sencillos. Tomando a sus propios padres de modelo, Briggs da vida a dos ancianos adorables, sobrepasados por la magnitud de la tragedia y, no obstante, dolorosamente animosos y confiados. De su experiencia infantil recupera el trazo expresivo, directo, instantáneamente reconocible y descifrable: dos puntos por ojos, una raya por boca y un redondel por cabeza le sirven para desplegar el abanico de emociones humanas. Su buen oído para el lenguaje le permite filtrar su psicología a través de conversaciones naturales, como recogidas al vuelo en la cocina o el salón.

A esta minúscula parcela de vida, cómoda, confortable, de agradable y nimias rutinas, amenaza el ancho mundo exterior, gris, impreciso y mecanizado. Ignorado, en su mayor parte, por la apacible pareja, cuya simpleza les lleva a elogiar el recuerdo de Stalin. Se sienten desplazados por los nuevos políticos, estadistas sin personalidad, sujetos a Comités y a computadores que ni entienden ni quieren. La obra es de 1982, pero casi lo mismo podríamos decir ahora. Si no fuera porque ahora sabemos que detrás del ordenador hay una persona con aún menos conciencia que la máquina.



Como si se tratase de una recopilación de tiras de prensa, Briggs apila hasta siete filas de pequeñas viñetas por página, con breves celdillas enmarcando las acciones domésticas de nuestros héroes. Algunas viñetas miden poco más que un sello de correos y, aún así, percibimos el relax de esa vida retirada. El autor no rehuye el recuerdo y la fantasía, capaces de desbordar esos meticulosos cauces con una explosión de color y forma. Pero el blanco de la fisión erradica la dicha y las viñetas se van reduciendo y decolorando. Si abrimos el álbum por esas páginas da miedo ponerse a leer. Y, en efecto, una vez leídas, dan miedo. Pero de una forma diferente a la impresión inicial.

Cuando el viento sopla fue un éxito importante. Briggs fue citado elogiosamente en los principales diarios del país. Su obra cruzó el charco y fue pronto traducida a los principales idiomas, incluido el español. Pocos años más tarde, su fidedigna adaptación cinematográfica, con libreto del propio autor y voces originales de Sir John Mills y Dame Peggy Ashcroft, concitó, asimismo, enorme entusiasmo y fue elegida por la revista Time como una de las 25 mejores cintas de animación. Aunque tal vez un pelín demasiado larga, su acertada combinación de dibujos y fondos reales captura el espíritu de su modelo. Cuenta, además, con un gran tema principal de David Bowie.

En España Cuando el viento sopla fue publicada por Editorial Debate en 1983. Un año más tarde, Círculo de Lectores sacó una versión especial para sus socios. Acertarán quienes piensen que ya va tocando reedición.

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Mr. X
Mr. X
Lector
14 mayo, 2013 10:12

Cuando el viento sopla lo conozco igual que La tumba de las luciérnagas por las pelis, no he leído los cómics originales ni creo, sinceramente, que lo vaya a hacer, porque, reconociendo que me parecen dos obrones, no sabría decir cuál de las dos me dejó peor cuerpo, con una mayor sensación de impotencia y tristeza. Bueno, quizá La tumba de las luciérnagas me dejó aún más conmocionado, pero esta es del mismo nivel, y con eso lo digo todo.

El equivalente a hacer un maratón cinematográfico con La lista de Schindler, El pianista y Los santos inocentes.

Daniel Gavilán
14 mayo, 2013 11:08

La sorpresa que me he llevado al ver que habías hecho una reseña de ‘Cuando el Viento Sopla’, Javier. Al igual que Mister X la descubrí a través de la película cuando era un crío y fue tal golpe en las tripas del que creo que todavía no me he respuesto.

Cuando eramos pequeños, siempre andábamos buscando las vueltas para ver aquellas películas que nuestros padres no nos dejaban ver por su contenido, ya fuese Alien, Depredador, Pesadilla en Elm Street o Instinto Básico (que como todo crío con esa edad las disfrutábamos como locos). Sin embargo lo de ‘El Viento Sopla’ fue muy diferente: La daban en horario familiar y eran unos dibujos entrañables protagonizada por un par de vejetes.

Y con todo fue la película en la que con más contundencia vi la cara del horror. OBRAZA con palabras mayúsculas, absolutamente recomendable para todo aquel que tenga el estómago suficiente para resistir el cómic o la película sin necesidad de acudir a antidepresivos.

orco05
Lector
14 mayo, 2013 11:29

Ostras, pues ni idea que tenía peli, de hecho me ha sorprendido mucho ver esto por aquí, pues recuerdo verlo por mi casa, debía ser de alguno de mis hermanos porque la edición original es de mi año de nacimiento O_O
Recuerdo que me sorprendió mucho ver una «palabra malsonante» en un cómic y ver que era todo tan dramático… a ver si puedo recuperarlo y leerlo porque hace tiempo que no lo veo por la casa.

BLUNTMAN
BLUNTMAN
Lector
14 mayo, 2013 11:42

¿Cuesta 390 pesetas? Joder que barato, me voy a llevar dos 😀

Duma
Duma
Lector
14 mayo, 2013 11:52

No he leído el comic pero la película es sobrecogedora. Nunca olvidaré el impacto que sentí cuando la vi, la verdad. Reconociendo que me pareció sublime ni la he vuelto a ver ni la he recomendado a nadie desde entonces.

Por todo lo anterior, y entendiendo que se trataba precisamente de crear esos sentimientos en el espectador, desde mi punto de vista es una obra maestra.

Eso sí, el comic no lo he leído y la propia película puede haber envejecido mal y ser insuficiente para las tendencias actuales de la animación.

the drummer
the drummer
Lector
14 mayo, 2013 16:54

yo también ignoraba la existencia del tebeo; vi la peli en su día, cuando la echaron por la tele y hay que decir que es cojonuda pero, como ya habéis comentado, pocas pelis recuerdo que me hayan dejado tan mal cuerpo como ésta.

Ocioso
Ocioso
Lector
14 mayo, 2013 17:06

Me acuerdo de que las semanas anteriores a su paso por la tele española hubo una campaña publicitaria bastante potente que se basaba en el efecto que produjo la peli entre los ingleses, que iban por la calle cortándose las venas, o poco menos. Aquí no produjo tanto impacto, puede que el hype funcionara a nuestro favor.
Hay que tener en cuenta que en aquellos años todos teníamos verdadero pavor a una guerra nuclear, una auténtica psicósis. A un lado del ring estaban los sucesores de Brezhnev, y al otro la Tatcher y a Reagan, esa mente preclara.
Me viene a la cabeza un videoclip de Phil Collins de aquellos años «interpretado» por los muñecos de Spitting image que terminaba con Reagan pulsando el botoncito rojo. Daba risa, pero de la floja.

Retranqueiro
Retranqueiro
Lector
14 mayo, 2013 17:07

Pues yo ignoraba tanto la existencia del tebeo como la de la peli. Y entre la reseña y los comentarios me estáis picando la curiosidad cosa mala.

Ataúd Johnson
Ataúd Johnson
Lector
14 mayo, 2013 18:02

Pues yo estoy como Retran y a mí esto no me sonaba de nada pero bueno, ya le he puesto remedio y la estoy…comprando junto con La tumba de las luciérnagas.

Eso sí, el video de Genesis sí que me molaba!!!

http://youtu.be/TlBIa8z_Mts

Blade Runner
Blade Runner
Lector
14 mayo, 2013 23:00

¡Ains, y yo que no sabía que se había editado el comic en España! ¡Menudo sorpresón me he llevado al leer la reseña! ¡Con lo que me gusta la peli!

Ya podría animarse alguien a reeditarlo, cierto, y teniendo en cuenta que no hace tanto que sacaron Gentleman Jim del mismo autor, no debería ser tan difícil…

Grijaldo
Grijaldo
Lector
15 mayo, 2013 11:10

El comic no sé,pero la película es devastadora.