Si cae la bomba.
«Interrumpimos este programa para ofrecer una declaración oficial la nación será alcanzada por un ataque de misiles enemigos dentro de unos tres minutos.»
Cuando en 1982 Raymond Briggs (Wimbledon, 1934-2022) publico Cuando el viento cae, ya era uno de los ilustradores infantiles ingleses más reconocidos del mundo gracias a cuentos maravillosos como El muñeco de nieve, Fungus the Bogeyman y Papá Noel (Blackie Books), pero con la obra que ahora reedita en España Blackie Books demostró que era capaz de crear cómics para adultos de esos que una vez leídos es imposible olvidarlos y a los que el paso del tiempo termina por conferir la clasificación de clásicos imperecederos. No era su primer trabajo pensado para un público adulto, puesto que dos años antes había aparecido Gentleman Jim (Astiberri), pero, aunque era una obra realmente notable y un sentido alegato a favor de la búsqueda de mantener nuestros sueños en medio de una sociedad despiadada, no alcanzó la fama de esta nueva obra con la que compartía pareja de protagonistas. Un reconocimiento que creció exponencialmente cuando se estrenó la versión cinematográfica en 1986 dirigida por Jimmy T. Murakami y guionizada por el propio Briggs que, además contaba con una excelente banda sonora compuesta por Roger Waters y con una canción de inicio obra del grandísimo David Bowie.
Briggs cuenta en la entrevista con Gravett que el origen del cómic le surgió cuando en 1980 vio en la BBC una entrega de programa informativo llamado Panorama en el que se hablada de los planes de contingencia del gobierno ante un ataque nuclear en el que podían ver una serie de cortos informativos en los que el gobierno le indicaba a la población que hacer. Algo que provoco un enorme impacto en la sociedad inglesa haciendo que demandaran que se les explicara que hacer en caso de la que Guerra Fría escalase en un conflicto nuclear. Una amenaza que estaba de nuevo en uno de sus momentos más álgidos tras la llegada al poder de Margaret Thatchet en Gran Bretaña y de Ronald Reagan en EE.UU., ambos proclives a emprender una política mucho más belicosa con los países del telón de acero y del comienzo de la guerra de Afganistán. Para calmar a sus ciudadanos el gobierno británico creo unos folletos en los que explican que hacer, pero que incurrían en una gran cantidad de contradicciones. Algo que comprueban de primera mano Jim e Hilda Bloggs, el matrimonio de jubilados protagonista de Cuando el viento sopla, que viven aplaciblemente en la campiña inglesa llena de luz y color y, que, ante un inminente ataque nuclear, deciden seguir al pie de la letra las instrucciones de esos folletos.
Como en todas sus historias, Briggs construye Cuando el viento sopla desde una premisa que trata de ser totalmente real llevándola hasta las consecuencias más lógicas, algo que en esta ocasión contrasta con su estilo gráfico sencillo y poco realista, pero lleno de vida. Perfecto para reflejar la humanidad, ternura e ingenuidad casi naif de los protagonistas que hace que con el transcurso de las páginas quieras acompañarlos y cuidarlos. Para finalmente quedar desolado con uno de los finales más terribles y despiadados del medio. Una mezcla entre ingenuidad y sufrimiento por un desastre nuclear que nos recuerda a esa otra maravilla que es Pies descalzos (Distrito Manga), la serie en la que Keiji Nakazawa nos relataba de manera descarnada las consecuencias de la bomba nuclear de Hiroshima. Unas aproximaciones mucho más realistas que las vemos en los cómics de superhéroes o en los de ciencia-ficción que normalmente frivolizan con el sufrimiento que se produciría en casa de una exposición nuclear, algo que también hacían los gobiernos de la época y que fue las principales razones por las que el autor ingles se embarcó en la realización de esta obra.
La obra se puede dividir en dos partes muy bien diferenciadas. En la primera vemos como es la vida cotidiana de los Bloggs, una pareja que se quieren con autentica devoción y complicidad que está basada en sus padres que, años después, fueron los protagonistas de su cómic Ethel y Ernest (Blackie Books), en el que nos contaba su historia que es una de las mejores historias de amor jamás publicadas en cómic. En esas primeras páginas vamos viendo que sobre su bucólica existencia se cierne una amenaza que al principio parece una broma, sobre todo para los lectores que conocen a los protagonistas de Gentleman Jim y al sentido del humor con el que está contada esta parte producto sobre todo de lo estúpido de las instrucciones del folleto, pero que se acaba tornado dramáticamente real en varias páginas dobles que nos enseñan la inminencia del ataque que se convierte en una certeza en una impactante página doble que nos deja ver a un narrador prodigioso y desprejuiciado que se atreve a emplear recursos gráficos que no tenían nada que ver con la ortodoxia del cómic de la época. A partir de ese momento la obra cambia y los ancianos tienen que dejar de lado sus vidas tan acomodadas para afrontar la nueva situación, algo que podemos ver en el uso del color que deja de lado los tonos vivos para volverse tan oscuro con la situación que viven los Bloggs. En esa segunda parte vemos las consecuencias para los protagonistas de la radiación y como la civilización y todo lo que les rodea han quedado destruidas. Una realidad que son incapaces de entender, pero que deja de lado cualquier lectura humorística para convertirse en un drama descorazonador que no da ninguna tregua al lector que es dolorosamente consciente de lo que les va a suceder, aunque ellos no lo sean. Algo que nos lleva a enfrentarnos sin ningún tipo de ambages a la cruda realidad marcada por la insondable capacidad del ser humano para hacer daño a sus semejantes.
La obra tiene una estructura de página formada en su mayor parte por siete tiras de viñetas, lo que provoca que por momentos nos encontremos con páginas repletas de viñetas y diálogos, pero que ayuda a reflejar la situación que viven los protagonistas. En un primer momento sirve para mostrarnos el pequeño y feliz mundo en el que transcurre la idílica vida de Hilda y Jim y, posteriormente, el asfixiante y claustrofóbico entorno que ha provocado la explosión. Asimismo, hay que destacar la capacidad de Briggs para crear unos personajes tremendamente expresivos con apenas unas pocas líneas, pero con las que consigue dibujar unas facciones que reflejan tanto la alegría y amor que sienten como el dolor y sufrimiento recordándonos que muchas veces menos es más y que no es mejor dibujo el realista sino el que es capaz de transmitir emociones con las que se nos encoje el corazón.
La extraordinaria Cuando el viento sopla es el trabajo cumbre y la obra maestra de Raymond Briggs, un cómic de un marcado carácter antibelicista que deja una huella indeleble que cuenta con una edición de lujo, tras años descatalogado, que se acompaña de un prólogo de Paco Roca, un epílogo de Daniel López Valle y una completa entrevista al autor realizada por Paul Gravett. Una lectura imprescindible que todo amante los cómics debería hacer y que se convierte en el mejor homenaje que se puede hacer a un auténtico titan del dibujo capaz como casi nadie de crear historias que emocionen a cualquier lector, independientemente de su edad gracias a su capacidad para entremezclar la sátira con la ternura y la belleza con el horror. Y es que, aunque queremos creer que los días en los que la guerra atómica podía estallar en cualquier momento han pasado a mejor vida, la amenaza que las guerras suponen para todos, por desgracia, no nos ha abandonado y no cuesta nada imaginarse a Jim e Hilda como dos ancianos que viven en Ucrania o Palestina sufriendo el horror de los conflictos bélicos, algo que la convierte en algo atemporal y universal.
«Despídete de un niño acunándole en la copa de un árbol; cuando el viento sople la cuna se columpiará, y cuando la rama se rompa la cuna caerá.» Raymond Briggs.
Lo mejor
• La ternura y el amor que nos transmiten Jim e Hilda.
• La terrible dureza del fibal.
• Las dos páginas en las que se ve el impacto de la bomba.
Lo peor
• Que los temas que trata la obra sigan vigentes.