Una particular búsqueda de la felicidad
«Había una vez…»
La longeva editorial Chuokoron Shinsha inició su actividad editorial en 1886 y desde entonces ha publicado numerosas obras literarias, mangas y publicaciones periódicas en formato de revista, además de organizar diversos certámenes literarios de reconocido prestigio. A mediados de los años 90 llevaron a cabo una iniciativa para publicar adaptaciones al manga de clásicos de la literatura japonesa y para ello contaron con autores del calibre de TAKEMIYA Keiko, ISHINOMORI Shōtarō, IGARASHI Yumiko, SAITO Takao, HANAMURA Eiko, YOKOYAMA Mitsuteru, KOJIMA Goseki, HASEGAWA Hōsei, YASUHIKO Yoshikazu, MAKI Miyako, SAKATA Yasuko, YAMADA Murasaki o BARON Yoshimoto. Con el nombre de Manga Nihon no Koten, esta colección recogió la adaptación de veintitrés obras literarios a lo largo de los 32 volúmenes que la compusieron.
Otro de los autores implicados en esta colección fue MIZUKI Shigeru, erigido ya por aquel entonces como una leyenda viviente del manga, gracias a la popularidad de algunas de sus creaciones, como Kitaro, el crudo retrato bélico de Operación Muerte, el bello relato costumbrista de NonNonBa o su contribución a la recuperación del folklore de los yokai a través de la propia Kitaro y otras obras, todas ellas publicadas en nuestro país por Astiberri. Precisamente este año se conmemora el centenario del nacimiento de esta imprescindible figura del manga, por lo que en Japón se están llevando a cabo a lo largo de estos doce meses diferentes celebraciones para honrar su memoria y poner de relieve la relevancia cultural de sus trabajos.
Para participar en esta iniciativa, Mizuki realizó una adaptación a las viñetas del Konjaku Monogatari, una obra clásica de la literatura japonesa. Se trata de una colección de más de mil cuentos escritos en la primera mitad del siglo XII, que fueron compilados en 31 volúmenes, de los cuales han llegado a nuestros días 28, conteniendo historias ubicadas en India, China y el propio Japón, agrupadas en las colecciones Tenjiku (libros I a V), Shintan (libros VI a X) y Honchô (resto de volúmenes), respectivamente. De autores anónimos, aunque probablemente de pertenencia al clero budista, como indico Alfonso García en el prólogo que abre este tomo a modo de presentación, estos relatos tenían una función eminentemente didáctica para una población analfabeta, dedicada mayoritariamente a la agricultura y la pesca, y estaban escritos para ser transmitidos oralmente a la población, como era costumbre en las diferentes culturas del planeta en esta época.
Mizuki focalizó su atención en la sección Honchô de esta colección de relatos, seleccionando tanto historias de carácter eminentemente religioso, que ensalzaban la vida ascética, los valores y las creencias del budismo, como historias de carácter profano, que prescinden parcialmente del enfoque moralizante para retratar la sociedad de la época en la que fueron escritos, dando protagonismo a personajes de todas las clases sociales y recurriendo a múltiples elementos del folklore y la cultura nipona, como los yokai, las convenciones sociales, las festividades, los ritos, los viajes a través de las montañas e incluso una considerable dosis de anécdotas de índole sexual.
Mizuki, con su característico dibujo acartoonado de exageradas facciones, realza el sentido del humor de los relatos, haciendo que la lectura de los relatos sea muy amena y disfrutable hoy en día, a pesar de los cientos de años que han transcurrido desde su escritura original y la dificultad para entender con una perspectiva actual algunos de los hechos que en ellos se exponen. Destaca también el celo que pone en el dibujo de los escenarios y los elementos que en ellos se encuentran, así como en el del vestuario de los personajes o la arquitectura, elementos que dotan de gran riqueza a los relatos y que ayudan a contextualizarlos mejor.
La intención didáctica de los relatos, más allá de la transmisión de los dogmas budistas y , residía en la aceptación y la perpetuación de los roles sociales asignados al azar en el momento del nacimiento, en la resignada asimilación del sistema político y social de la época y en la búsqueda de una sensación de felicidad que permitiera a cada persona vivir una vida plena, aprendiendo a sobrellevar los infortunios y las injusticias, así como a valorar una existencia pacífica y en calma, más allá de las cuestiones materiales, como destaca el propio Mizuki en el epílogo con el que concluye este volumen.
Satori Ediciones publicó el pasado mes de febrero este volumen de historias cortas, haciendo un excelente trabajo y cuidando con mimo hasta el más mínimo detalle, como es habitual. Se trata de un tomo de tamaño estándar A5, de 15×21 cm, con encuadernación rústica y sobrecubiertas, todo ello con un precioso diseño conceptual, que guarda una estrecha relación con sus contenidos. Además, incluye el clásico marcapáginas que acompaña a todas las publicaciones de su fantástico catálogo manga, algunas páginas iniciales a color, un prólogo del editor, Alfonso García, y un epílogo del propio Mizuki. Una vez más, la editorial gijonesa publica un título indispensable para los amantes del manga clásico, con una edición a la altura de la importancia de su autor y de su propia colección.
Lo mejor
• El siempre maravilloso dibujo de Mizuki.
• Las diferencias entre los cuentos japoneses y los de la tradición europea.
• La variedad y riqueza de los cuentos, así como la dinámica adaptación que realiza el autor.
Lo peor
• El distanciamiento cultural y temporal entre los lectores españoles y los relatos originales puede producir cierta indiferencia.