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Vivimos tiempos confusos.
Tiempos donde todo parece ofender. Donde ya nadie es capaz de reírse de casi nada. Tiempos en los que cuesta encontrar algo que no esté encorsetado, medido, incluso si se trata de una parodia o una broma con la que poder sonreír y pensar que la vida es demasiado seria como para poder tomársela en serio. ¡Qué razón tenías
Por eso es refrescante encontrar una manifestación artística que se desmarca de la línea roja, de ese camino que parece que todo y todos debemos seguir con el fin de no molestar a nadie. Eso es lo que es Cyanide & Hapiness, una manifestación física de como uno se puede reír de todo y no por ello sentirse ofendido por todo.
Si miramos atrás podemos retraernos hasta ese momento en el que unos muchachos,
Cyanide puede gustar o no, a fin de cuentas el humor es algo muy personal, muy de cada uno, ya que lo que puede hacer gracia a alguien no tiene por qué ser gracioso para otro. Todos lloramos por las mismas cosas, pero no reímos por lo mismo. Escribir un drama es mucho más sencillo que escribir comedia. Llegar al público en general con la risa es infinitamente más difícil que hacerlo mediante la lágrima. Y aunque Cyanide no pretende ser gracioso, ya que su cometido es otro muy distinto, el de resultar incómodo en los tiempos que corren, es probable que lo ames o quieras quemar el tomo mientras te lavas los ojos con lejía. Es triste que sea así, pero es la mejor forma de definir lo que uno puede encontrarse entre las páginas de este tomo. Lo más probable es que no haga sonreír ni una sola vez, igual, si hay suerte, se pueda esbozar una tibia sonrisa, pero es que no hay que acercarse a Cyanide con la intención de reír a mandíbula batiente, sino de pasar un buen rato pudiendo leer sobre todo eso que nadie parece estar dispuesto a decir abiertamente y que permita soltar lastre mental.
Cyanide no es una obra elegante ni pretende serlo. No tiene un público objetivo como tal al ser un cómic sin continuidad, sin personajes, donde el dibujo poco o nada importa, mientras que lo que se dice a través de estas microhistorias es lo único relevante por su acción lavativa. No se puede recomendar Cyanide a la ligera. No es, ni puede, ni debe ser del gusto de todos, pero su valor, su necesidad, está fuera de toda duda. Cyanide responde a un objetivo, poder romper las barreras de lo que se puede o no decir en un medio como el cómic, sin recurrir a una puesta en escena elegante, siendo las palabras y los temas tratados los que mueven a la lectura de forma voraz.
Uno puede empezar a leer y sentir que no conecta con una tira en la que se habla de sexo con animales, o en otra en la que se insulta o ridiculiza a alguien, o en otra donde los personajes no dudan en hablar de excrementos… humor absurdo y simplón se dan la mano en cada página para lograr legiones de seguidores. ¿Por qué? No hay nada que artísticamente lo merezca, pero ahí está, demostrado que todos queremos poder reírnos alguna vez de todo y todos y no sentirnos culpables por ello.
Una obra incatalogable, ni buena, ni mala, ni graciosa, ni aburrida, un conjunto contradictorio de emociones y experiencias que hacen que su existencia, te sientas o no atraído por este tipo de publicaciones donde todo vale, sea más necesaria que nunca. Hay espacio para este tipo de trabajos y es necesario que haya más, para recordarnos que al final se trata tan solo de una broma.
Una broma que merece ser leída por todos.
Guion - 8
Dibujo - 8
Interés - 8
8
Humor con ampollas
Un cómic diferente por temática y atrevimiento. Una nota que no representa para nada su calidad, ya que depende de cada uno y de su capacidad para dejarse llevar por lo su humor políticamente incorrecto.