Daken se suma a la lista de cancelaciones

Es ley de vida. Cuando una editorial se ve contra las cuerdas y empieza los recortes masivos (espera, ¿hablábamos de comics, no?) llevándose por delante a sus series más discretas, tarde o temprano acaban cargándose un título que te toca las narices. Es algo que probablemente sepan bien los que estuvieran disfrutanto de la X-23 de Marjorie M. Liu y que ahora nos toca descubrir también a los que seguíamos con entusiasmo la colección de Daken. La crisis se ceba con la familia de Lobezno y para una vez que la subfranquicia parecía organizada con un único título centrado en las aventuras del patriarca y el resto repartido entre sus «hijos» además de alguna limitada, van las ventas y se lo cargan. Y es una lástima porque Nick Lowe y su cuadrilla habían conseguido darle a cada serie un tono diferenciado de acuerdo a las características de sus protagonistas. Pero con lo de Daken al menos en mi caso es una frustración doble dado a que pese la cantidad de odio (incomprensible) que despertó entre muchos lectores era un personaje con un gran potencial que no había empezado a aprovecharse hasta la llegada de Rob Williams a la colección (que con la cancelación de Motorista Fantasma y esta se queda sin trabajo como guionista para Marvel Comics). Y es que algo que nunca entendí es como los haters (parafraseando a nuestro compañero Deu) la tomaron contra el personaje acusándolo de ser un mero sucedáneo de Lobezno cuando sus características y atributos precisamente eran radicalmente diferentes a los del resto de la familia.

Y es que Daken es uno de esos personajes «incómodos» dentro de los estándares de Marvel al que uno imagina más fácilmente en editoriales más alejadas de los focos de la industria o en series tipo Hellblazer que entre las primeras espadas de Marvel o DC. Creado por Daniel Way en páginas de Lobezno Origen, Daken fue creado como un McGuffin mediante el que contarnos la redención final de Lobezno, llenando un nicho que hasta entonces había estado desierto con el cuidado de aportarle unas características definitorias que lo hicieran algo más que el enésimo Dientes de Sable o chaval con características ferales (estoy hablando de ti, Chico Salvaje). Fruto de su estancia en Japón tras la II Guerra Mundial, el resentido hijo de Logan era un personaje refinado, sibarita y manipulador que se movía entre los grises morales afines a personajes como Mística o el Doctor Muerte y que lejos de actuar con el salvajismo del resto de sus parientes, opera con una precisión quirúrgica y sibilina más cercana a Maquiavelo que a los action hero de los 80.

Sin ningún tipo de restricciones morales o de género a la hora de disfrutar los manjares que le ofrece la vida, el personaje pronto llamaría la atención de guionistas como Brian Michael Bendis quien lo reclutaría como parte de sus Vengadores Oscuros dándole una plataforma ideal para lanzar su serie en solitario. En manos de su creador, Daken demostró ser un personaje con potencial como elemento desestabilizador en cualquier dinámica de grupo y sus contínuas maquinaciones ofrecían un interesante juego de lealtades y dominancia en el que nunca sabías por donde iba a salir. Pero aunque junto a Marjorie Liu mi tocayo Way logró un puñado de momentos lúcidos en arcos puntuales de la serie al final uno tenía la sensación de que ese potencial nunca despegaba y que todas sus historias contaban lo mismo y al final acababan en el mismo sitio donde empezaban. ¿Su enfrentamiento con aquel puñado de perdedores que se la hicieron pasar putas? Aquello estuvo bien. ¿El morreo con Ojo de Halcón/Bullseye en pleno Asedio de Asgard? Histórico. ¿Su participación en la trama que mandó a Lobezno al infierno? Bien llevada. ¿Los flirteos con Gambito? Se veía venir.

Sin embargo, aquellos momentos no fueron sino destellos puntuales frente a un problema que lastraba a la serie. Y es que Way y la Liu demostraron ser unos padres excesivamente sobreprotectores y tanto se empeñaban en demostrar que la criaturita molaba que aunque uno veía que en verdad el chaval tenía tablas todas sus historias se limitaban a eso, a intentar vendérnoslo por los ojos. Es probablemente por ello que las más disfrutables apariciones del personaje hay que buscarlas con otros guionistas como Mike Carey, un Joe Kelly dispuesto a sacarle partido a sus poderes de feromonas en Amazing Spider-Man o el brutal uso que le dió Rick Remender en Punisher: La Lista para después cebarse salvajemente a su costa en el minicrossover Castigo.

Estaba claro por tanto que si el guionista que sucediera a Way y Liu supiera entenderlo con la suficiente gracia un cambio en el equipo creativo beneficiaría ostensiblemente a su serie. Y así fue gracias a la llegada de Rob Williams, quien decidió alejarlo del todo de la sombra de su padre para trasladarlo a Los Ángeles en un intento de expandir su imperio criminal. Aprovechando el particular escenario de la meca del cine para dar forma a un complejo juego de máscaras en el que la opulencia y lo decadente se dan la mano bajo el amparo de las más lujosas residencias de la ciudad, Williams pondría el personaje contra las cuerdas sumergiéndole en un viaje a medio camino entre el más sofisticadamente adrenalínico cine de acción de Michael Mann y Miedo y Asco en Las Vegas. Adicto a una droga que le hacía perder el control haciendo mella a su factor curativo, los límites de su propia identidad se difuminarían como los de la encantadora Betty Elms en el Mulholland Drive de Lynch mientras seguía las pistas de una misteriosa cadena de asesinatos en la que todas las pistas parecían apuntar a él.

Con una narración fracturada, un estimulante dibujo a dos manos en el que sus estados de lisergia drogodependiente daba pie a momentos tan delirantes como angustioso y un reparto de personajes con una completa falta de moral estuvieran en el bando que estuviesen, su serie se estaba convirtiendo en una pequeña joyita que además aprovechaba el marco histórico de Los Ángeles dentro del Universo Marvel con apariciones del Caballero Luna y los Runaways. Y justo ahora que la serie estaba destacando haciendo maneras para convertirse en una de esas colecciones tan diferentes que acaban reivindicándose con los años… la cancelan. Y si con el cierre de X-23 y Motorista Fantasma Marvel mandaba al traste las únicas colecciones con protagonista femenina que le quedaban, ahora hace lo propio con la que debía de ser la única serie del circuito comercial con un protagonista sin ningún tipo de prejuicios a la hora de llevarse a alguien al catre. Al menos esperemos que le de tiempo a Williams a terminar con los argumentos planteados durante su etapa y al menos nos quedará todo el lujo, el sexo, las drogas y el decadente crimen que nos trajo con ella.

Y otra más que nos deja, damas y caballeros. Lo que nos deja en un panorama bastante desolador en el que X-Factor, SHIELD, las series con protagonistas juveniles, la línea MAX o las colecciones de Jeff Parker continúan en zona de peligro. Se admiten apuestas sobre cual será la siguiente y esperemos que esta situación acabe cuanto antes si no queremos encontrarnos con catorce o quince colecciones todas con los mismos protagonistas.

Fuentes: Bleeding Cool