Dazzler. The Movie

 

Edición original: Dazzler. The Movie (Marvel Graphic Novel#12, 1984).
Guión: Jim Shooter.
Dibujo: Frank Springer.
Entintado: Vince Colletta.
Color: Christie Scheele.
Formato: Novela Gráfica 72 págs.
Precio: $6’95.

 

Consecuencia previsible del reciente especial dedicado a la carrera de Chris Claremont en la franquicia mutante ha sido el deber de bucear, siquiera por encima, en los abismos de la producción Marvel del periodo comprendido entre 1975 y 1991. Así me he encontrado con este producto escrito por Jim Shooter e ilustrado por Frank Springer y Vince Colletta (con colores de Christie Scheele) que vio la luz en 1984 en el nº 12 de la colección dedicada por la empresa a las entonces bisoñas “Novelas Gráficas”, y que nunca llegó a España, no sé si decir que por suerte o por desgracia.

Es bien sabido que Dazzler (Alison Blaire) nació del acuerdo entre la discográfica Casablanca Records y la Casa de las Ideas, como el compañero Sergio Aguirre se encargó de recordar en La Patrulla-X de Chris Claremont. 1ª Parte. Acreditada a los talentos de Tom DeFalco, John Romita, Jr., Roger Stern y Louise Simonson, la nueva estrella se presentó en Uncanny X-Men #130, obra del tándem Claremont–Byrne, en medio de la estupenda saga del Club Fuego Infernal, y en seguida obtuvo serie propia, fuera del cobijo de la Escuela Xavier, a la que visitaría muy de cuando en cuando y sin demasiada incidencia. Aquí explicaba que Claremont se desentendió bastante del personaje, pese a las citas cruzadas de rigor (p.ej.: respecto a la obsesión de Pícara por Alison, a la que atacó varias veces), sin dar pábulo a los encuentros entre la cantante y Tormenta y compañía, que por lo demás -al no estar escritos por él- sonaban apócrifos. En España nos ahorraron la disyuntiva, pues la serie no fructificó y la mayor parte de esas historias permanecen inéditas. El británico no cambiaría de idea hasta que la colección languideció y murió y pudo integrar a Dazzler sin problemas en la disciplina de “sus niños”, durante la etapa australiana. Está claro que al escritor no le entusiasmaba lo que diferentes autores habían hecho con ella, a tenor de las menciones… salvo dos casos particulares que sí tuvieron bastante influencia en sus propias historias.

La primera -y más recordada- es la serie limitada que reunió a Dazzler y a Hank McCoy, Bestia, bajo el “original” título de La Bella y la Bestia, y que en España fue publicado años ha en el último número (el 12) de la colección Extra Superhéroes de Forum. Obra de una primeriza Ann Nocenti y de un veterano Don Perlin, Claremont rescató personajes y ambientes para la saga del regreso de Karma durante los capítulos finales de Bill Sienkiewicz en Los Nuevos Mutantes (en plena vorágine de las horrendas Secret Wars II), igual por simpatía por su amiga y editora, pues la historia original era más bien mediocre. El otro caso notable es el que nos ocupa, Dazzler The Movie, que le sirvió de inspiración para un par de números de Uncanny X-Men, ya cerca del final de su larga etapa, analizados aquí.

¿Qué vio el patriarca mutante en esta propuesta? El tebeo es un catálogo de sexismo y lo que ahora -con cierta sorna- llaman “fan service”, disfrazado vergonzosamente de liberación de la mujer. Si les digo que la principal inspiración del aspecto de Alison Blaire, así como el arranque de la trama, lo extraen los autores del videoclip Physical de Olivia Newton-John -pero tal cual- ya se harán una idea de por dónde nos movemos. Que no es por sugerir que -puestos a copiar- estaba Debbie Harry por aquellos días al frente de Blondie, como tomaron buena nota en el 2000 AD para la Juez Anderson. La trama es tan chusca que Alison canta el I’m still standing de Elton John como réplica al Swinging on a star (de la película Siguiendo mi camino, dirigida por Leo McCarey en 1944) que entonaba el productor para obligarla a que vendiera su alma al malévolo Hollywood. Así como suena. Conocido por ser el 9º Editor en Jefe de Marvel Comics (entre 1978 y 1987) y por escribir las infames Secret Wars, Jim Shooter, autor de valiosas etapas en Vengadores y Legión de Superhéroes, nunca destacó por su sensibilidad para con los personajes femeninos, pero lo que leemos aquí debe de ser su récord personal de ignominias.

El apartado gráfico no carece de atractivo. Frank Springer (quien tenía probada experiencia en tebeos de corte picante como The Adventures of Phoebe Zeit-Geist) y Vince Colleta (entintador responsable de destrozar los lápices de Jack Kirby en Thor o Los 4 Fantásticos) remedan el encantador tono naif de los tebeos de romance, aunque muy lejos de sus exponentes más certeros (Julieta Jones, La chica del 13, los trabajos de Purita Campos). Pasa que, ¡ay!, se despeñan una y otra vez en un exhibicionismo salaz del cuerpo femenino, una especie de sexplotation para menores de 13 años. En verdad, es una representación bastante inocente y puede tener su gracia si se ve con distancia irónica, la misma que aplicaríamos, por ejemplo, a una serie de los ‘50. Sí, no olvido que el tebeo fue publicado en 1984.

Fuera del escaso valor del tebeo como tal, podemos enfocar nuestra atención hacia dos aspectos de interés: la primera es la dificultad de copiar el modelo impuesto por Claremont para los mutantes sin caer en la parodia involuntaria. Shooter quiere emular al patriarca mutante escribiendo mujeres que sean a la vez fuertes y sexys. El resultado es que Dazzler se pasa la mitad del tiempo luciendo figura para dar envidia a otras mujeres (¡no tiene amigas!) y flirtear con hombres (el chico de “buen corazón”, el seductor en decadencia). Lo que nos lleva al segundo punto. Planteado como un álbum que atraiga al público más allá de los superhéroes, Dazzler The Movie se convierte en una comedia romántica de baja estofa que perpetúa todos y cada uno de los tópicos sobre el éxito social y “las renuncias” que lleva aparejadas. La trama es tan plana que ni siquiera acude al diálogo ingenioso para hacernos tragar la píldora. Dazzler es un constructo siempre divino, que ni suda ni se cansa y que despierta la admiración de los hombres levantando pesas (?), por no hablar de la escena en que se mira en bragas ante el espejo mientras rememora en voz alta su conflictiva adolescencia: “Las demás chicas solo tenían que preocuparse por sus granos, mientras que yo temía encenderme como una bombilla en las previas de los partidos.” ¿Se imaginan a Peter Parker, el asombroso Spider-Man, recitando en calzoncillos: “Los demás chavales solo tienen que preocuparse de sus espinillas, mientras que yo debo derrotar al Dr. Octopus”?

No es un caso aislado. En la página 04, al acabar la sesión de gimnasia, un hombre se le acerca, le pone la mano en el hombro y le dice todo chulo que le ha dejado impresionado porque es increíblemente sexy. Ella contesta que espera que le haya gustado la clase (!). El tipo se identifica como Eric Beale, productor de cine, e insiste en que una chica con su aspecto puede hacer grandes cosas con la ayuda de alguien como él. Ella le da largas, él no se da por aludido y, con dificultad, Alison se lo saca de encima por fin. Mientras levanta pesas razona: “Espero no haber sido demasiado dura con él. No me gusta herir los sentimientos de nadie…” Adorable, ¿no?

Ya si quieren echarse unas risas pueden entretenerse en contar las veces que la protagonista se mira en un espejo (o un espejo la refleja de frente o de espaldas) a lo largo de la historieta: 29 viñetas en 12 páginas (las planchas 45 y 46 -desnuda en esta última, y no por primera vez- están íntegramente dedicadas a este menester imprescindible). No está nada mal en un tebeo de 70 páginas. Deja claras las prioridades.

Los personajes masculinos son igual de simples, aunque -claro- a ellos sí se les permiten ciertas imperfecciones (que no osaría llamar “caracterización” sino -más certeramente- un abanico más amplio de estereotipos). Freddy es el chico tímido, con aforismos de autoayuda en plan “Recupera la confianza en ti mismo”, “Los demás te ven como tú te ves”, etc. que busca la identificación con el lector (varón), si bien es difícil que lo consiga invitando a una chica a un refresco de zanahoria (sic). Tan pronto como ha soltado un par de frases hechas desaparece sin más. El villano de la función es el mencionado Eric Beale, cuyo único propósito conocido parece ser hacer dinero y acceder carnalmente a Alison Blaire, una actitud rijosa similar a la que más tarde veríamos en el Lex Luthor de John Byrne. El actor Roman Nekeboh, seductor venido a menos, pone la parte del romance, si se le puede llamar así a una relación que -no es broma- empieza cuando el “atento caballero” intenta forzarla en su apartamento, al que ha accedido sin permiso de su propietaria. En la batalla destrozan varios muebles. Ya de novios, para dejar las cosas claras, los autores recurren al tópico de la puerta del dormitorio que se cierra. Sí, recuerdo que el tebeo fue publicado en 1984.

Una breve llamada telefónica de Tormenta para avisarla de la creciente histeria antimutante (que veíamos esos días en la etapa Claremont-Romita Jr. en Uncanny X-Men) es la única conversación que tiene Alison con otra mujer. Dura una página (la 14) de cinco viñetas. Es sintomático que la cantante se queje a continuación de que la líder de la Patrulla-X la haya preocupado con esas “tonterías” cuando esa noche tenía previsto salir a bailar.

Ni siquiera la (magnífica) ilustración de Bill Sienkiewicz para la cubierta se libra de caer en los caminos comunes de los tíos armados con pistola y las chicas sugerentes en bikini.

¡En fin! Creo que ha quedado clara la radiografía. Para completistas de Marvel en general -y de los mutantes en particular- o estudiosos de los roles de género en el arisco terreno de los superhéroes.