Hace unos meses cometí la equivocación de dar por sentada la calidad de unas obras que no había leído, guiándome sólo por la trayectoria previa de sus autores (error 1 y error 2). Hoy, cuando dos de esas tres obras ya han empezado a recoger elogios por parte de los más reputados de la blogosfera (obra 1 y obra 2), me permito volver a asumir mi equivocación, a la vez que a tratar de explicármela a mi mismo y a ustedes.
Puestos a clasificar las cosas, podríamos dividir la producción tebeística mundial en trabajos de encargo y trabajos de autor. Clasificación burda y falaz que descuida la variada gama de intermedios posibles, simple manera de nombrar las cosas. Pero, ya las cosas clasificadas y nombradas, pongámonos a definirlas y quizás ahí podamos entendernos mejor. Hay obras que nacen mayormente del autor o, aún sin ser así, le llegan a resultar interesantes y propias. Otras “creaciones” son simplemente encargos- Trabajos alimenticios muchas veces lastrados por condicionantes editoriales que se hacen de manera automática, sin implicación y, en consecuencia, sin calado.
El mercado europeo parece ser más proclive a las primeras. Las segundas se dan con mayor frecuencia en el mainstream americano. Prueba de ello es la distancia que va en Steve T. Seagle desde It’s a Bird a su Superman mensual. El trayecto que en Milligan separa Enigma de un especial sobre el Ángel. La fosa que en Jenkins deja a un lado su mini de los Inhumanos y al otro la irregularidad de su Spiderman.
Este decalaje cualitativo parece propio de guionistas estrella que no se encuentran cómodos en medio del mainstream americano. No suele darse tanto entre otros guionistas más afines al género como Johns, Busiek y Ostrander. Estos quizás no lleguen a las genialidades de Milligan o Seagle, pero tampoco a cometer sus fiascos.
Decalaje caritativo también inusual en Europa. Los clásicos Bourgeon, Bilal, Van Hamme, Hermann, Font, Jiménez, Abulí, con obras de diferente acierto, mantienen siempre un nivel de calidad destacable. Como pasa con las nuevas generaciones autóctonas y foráneas. David B., Peeters, Durán, Valenzuela, son ejemplo de autores volcados y apasionados en y por su trabajo. Con la consiguiente vinculación que eso crea entre ellos y su obra. Hasta el punto de que uno pueda cometer el error, como hice yo, de prever “a ciencia cierta”la brillantez de su futuro trabajo guiándose sólo por su trayectoria previa y el grado de implicación para con su obra manifestado en ella.
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