“¡Llegáis en buen momento! Acabo de encontrar un cofre. En el cofre un joyero, en el joyero una botella; y en la botella… Un mapa”.
Háganse a un costado vuesas mercedes para recibir con gran algarabía a Don Lope de Villalobos y Sangrín, un castellano hidalgo, y a Armand Raynal de Maupertuis, un francés poeta. Ambos dos, espadachines y pobres tanto como galanes y nobles.
Estos son los dos personajes principales de la obra “De capa y colmillos” de los autores Alain Ayroles y Jean-Luc Masbou. Un lobo y un zorro antropomórficos que van en busca de aventuras. Y vaya que si las encuentran. Al más puro estilo de las antiguas gestas, acompañamos a nuestros ilustres personajes en su viaje, uno que no estará exento de peligro, pero tampoco de humor. Una historia de aventuras como hacía tiempo que buscaba la audiencia de aquellas comedias de perfume refinado, pero que no cae por el peso de su propia ambición. Una de esas que saben aunar lo noble con lo sucio sin hacerlo empalagoso ni ensuciarlo. Vivimos unos tiempos en los que no es fácil encontrar una obra de unas características tan concretas como ésta. Y es que el pasado nos sobreviene con nostalgia por el famoso sentimiento de que todo tiempo pasado fue mejor. Pero aunque eso tenga un gran matiz poético y que muy pocas veces se ciña a la realidad, obras como ésta nos hacen dudar sobre ese hecho.
Quien lleva la capa y quien usa los colmillos
Alain Ayroles, nacido en 1968 y formado en la Academia de Bellas artes de Angulema, es el guionista de esta saga, cuya publicación compaginó hasta el 2002 con su otra gran saga, Garulfo. Una serie de cómics de fantasía épica francesa que consta de seis entregas publicadas entre 1995 y 2002 de la editorial Delcourt. Aunque ambas obras tienen varios puntos en común, ya que se apoyan en la idea de la fábula y del acerbo popular, están claramente separadas por una ambición mayor en su saga más sólida, De capa y colmillos, que tardó 21 años en terminar (1995-2016, Guy Delcourt Productions).
Con unas referencias más ligadas a la realidad como pueden ser Lope de Vega, Quevedo, Calderón de la Barca y las Memorias del Capitán Alonso Contreras, junto con las famosas historias de piratería como las contadas por R. L. Stevenson, se aleja de su Garulfo, y de su relación con los arquetipos clásicos de los cuentos de hadas. Gracias a esta diferencia de realismo, no por ello libre de elementos de fantasía, se acerca más a su célebre obra El buscón en las indias (editada en español por Norma editorial), que le consagraría, más si cabe, como uno de los guionistas de élite en el panorama europeo, y en la que trabajó con nuestro afamado dibujante Juanjo Guarnido, conocido por su inabarcable Blacksad. Aunque también podemos encontrar al autor en un registro de thriller de terror en su obra D, diario de un no muerto.
Jean-Luck Masbou, es quien está detrás del dibujo y el color. Nacido en 1963 en Figeae, empezó trabajando como electromecánico antes de comenzar sus estudios de Bellas Artes de Pau, y seguir con las de Angoulema, donde conocería a su compañero en este viaje. Más focalizado en los cómics que en otras disciplinas que impartían en sus clases, publica sus primeras páginas en Les Enfants du Nil. Tras hacer un pequeño acercamiento al mundo del dibujo animado, vuelve al del cómic para asociarse con su antiguo compañero Alain Ayroles, y dar así comienzo a la historia que nos trae aquí: De capa y colmillos.
El tesoro enterrado bajo las páginas
Quien llega ante un libro que narra una historia, ya sea un cómic, novela, un cuento, poesía, teatro… se encuentra con un cofre. Hay grandes diferencia con los cofres que se mencionan en esas mismas historias. Para empezar, el mapa que nos lleva hasta el tesoro enterrado siempre nos suele dirigir al mismo lugar, una librería tanto física como online; pero la diferencia con el mapa reside en que estos no son de los que muestran un camino físico, sino uno que lo trasciende. Un de estos mapas están en la conversación con alguien que te recomienda un libro, en una reseña, en una referencia de una obra. Y solo para los aventureros en estos términos están disponibles los tesoros escondidos en esos cofres llamados libros. En los que no se necesita una llave para hacerse con el botín, sino esfuerzo, y no son riquezas materiales las que se consiguen con ellos. Pero en cambio están al alcance de todos, y por ello son muchas veces ignorados. Y bajo las páginas de esta obra se encuentra uno de esos tesoros al alcance de cualquiera. Uno lleno de referencias, y por tanto lleno de mapas que nos podrán guiar a otras riquezas de esta índole.
Los autores plagan las páginas de referencias al teatro y a la poesía. En la obra se dan la mano autores clásicos y modernos pasando por Homero, hasta Cyrano de Bergerac, Moliere o Quevedo. Tal es la cantidad de menciones al teatro que la propia obra comienza con una obra de teatro, y gran parte de la cuarta y de la quinta entrega se desarrollan con el teatro de telón de fondo.
Pese a todo, las referencias no se orientan exclusivamente en autores u obras clásicas. También hay muchas alusiones a la cultura, autores y pensamientos más actuales, pero que se integran a la perfección con la época del siglo de oro en la que parece encontrarse la obra. Es imposible no pensar en los grandes referentes de la comedia o la sátira de piratería de este siglo, como son Piratas del caribe o One Piece. Al igual que tampoco se pueden esconder las indirectas a la famosa Isla del tesoro de Stevenson. Incluso, podemos entrever las menciones a Da Vinci y a sus artilugios, como a Julio Verne o a Méliès. Estos últimos quien lea la obra sabrá a qué me refiero.
Por terminar con este tema, hay un momento en el que se menciona a Omar Kay-yam, un antiguo matemático, astrónomo y poeta persa. Pero se hace en una frase en la que se hace referencia al pensamiento epicúreo de su obra. Es un gag cómico, ya que son dos piratas persas los que hablan de ello, y que están apunto de ser asaltados por los protagonistas que bajan silenciosos mientras ellos debaten sobre esto. Lo interesante es que funciona perfectamente como gag, ya que confiere a unos piratas que hasta ese momento creíamos que eran simples peones inanimados y brutos, una capacidad reflexiva perturbadora viendo su profesión y aspecto, y pasan a ser algo que no concuerda con el estándar establecido; pero a su vez funciona como texto informativo, del que podemos sacar la broma o indagar en la información. Pues es lo que sucede con esta clase de obras, que te permiten descansar y puedes dejarte llevar por su entretenimiento, o te dan la posibilidad de trabajar, de buscar tesoros enterrados. Y ésta funciona a la perfección en ambos sentidos.
Lo que conforma las riquezas de la obra
De capa y colmillos es una obra que, como hemos explicado en el apartado anterior, toma mucho prestado. Pero no solo de lo prestado vive la obra.
El aparatado visual del que se encarga Masbou tiene una fuerza inusitada en la historia. Su dibujo toma un protagonismo evidente, dando bastante dinamismo a los personajes con su estilo casi caricaturesco, y logrando que sus movimientos parezcan ser tal en la quietud de la página. Por otra parte hay que destacar el color de esta obra y su uso narrativo. Solo en base a la gama de colores que presenta una página, el lector entiende perfectamente a lo que se enfrenta. Confiere una capa de importancia a la iluminación de los espacios que adquiere entidad de personaje, haciendo que el propio color sea el que marque el tono de lo que sucede o de lo que se dice en la página. Y más de una vez haciéndose partícipe de algún gag en el que interviene el entorno o el tono.
No menos importante son los personajes o la trama. Y aunque en todo esto se evidencia más la mano de los titanes en los que se inspiran, logran adquirir vida propia, pues se desmarcan de todos ellos desde un principio, y solo se acercan de vez en cuando a sus precedentes para recordarnos por qué vemos que funcionan tan bien. Es más, los propios protagonistas tienen una clara diferencia visual: son animales antropomórficos. No se da ninguna explicación de por qué son animales, y aunque se hace alguna mención al hecho de que son reconocidos como animales, en ningún momento se hace alusión a que sea por algo en concreto como una maldición, ni tampoco parece sorprender a nadie, como tampoco nos sorprende a nosotros; supongo. De vez en cuando se hace algún chiste que tiene que ver con su condición animal, y se puede suponer que es una manera de describir a los personajes gracias a los atributos asociados a los animales que encarnan. Ya que aparecen más animales en la obra, una conejo algo miedoso y pequeño, una cigüeña que es la mano derecha de un avaricioso pirata; pero en general su naturaleza, se torna un misterio cuya resolución queda a la interpretación del lector.
En cuanto al texto que recibimos nosotros, los lectores españoles, se debe pagar el peaje de dar una especial enhorabuena a la traducción de Enrique S. Abulí. Pues consiguió mantener ese equilibrio en el lenguaje para que no sonase especialmente antiguo ni fuese cargante al lector, pero que aun así mantuviera la esencia que se pretendía conseguir con esa clase de estilo. Y mantiene algunos de esos diálogos que están escritos, a propósito, con la métrica alejandrina francesa; un tipo de verso de doce sílabas métricas, diferente a la métrica alejandrina española de catorce.
Si hubiese que poner alguna pega, y no es que haya que hacerlo, pero igualmente creo que merece la mención, es que al tener los álbumes tanta continuidad entre ellos no es asequible acceder a ellos de forma individual, sino que lo recomendable es acercarse a la obra en bloque. Problema que con los integrales se suple, y de hecho muy bien. Dado que los dos integrales de Norma están separados en el momento perfecto, partiendo la historia en los dos arcos dramáticos, claramente marcados entre sí por el suceso con el que cierra la quinta y última entrega del primer integral.
La obra en español se compone por 10 tomos en total, y son los que se enmarcarán en los dos integrales. En francés hay 12; 2 más que sirven de precuela para cerrar las pocas cosas que pudieron quedar abiertas en la historia central (“Vingt mois avant” – 2014 y “Si ce n´est toi… “- 2016).
En el primer integral aparecen las cinco primeras entregas de la obra:
Acto primero – El secreto del jenízaro / Le Secret du janissaire (2006 Norma / 1995 Delcourt) – 46 páginas
Acto segundo – ¡Bandera negra! / Pavillon noir! (2006 Norma / 1997 Delcourt) – 46 páginas
Acto tercero – El archipiélago del peligro / L´Archipel du danger (2006 Norma / 1998 Delcourt) – 47 páginas
Acto cuarto – El misterio de la isla extraña / Le Mystère de I´íle étrange (2006 Norma / 2000 Delcourt) – 46 páginas
Acto quinto – Juan sin luna / Jean Sans Lune (2006 Norma / 2002 Delcourt) – 46 páginas.
Cualquiera de los lectores que han llegado hasta aquí, seguramente sean de los que buscan tesoros escondidos entre las páginas de los libros. De esas personas ávidas de riquezas metafóricas, de fortunas escondidas a simple vista pero que requieren mucho más que simplemente ver. Quien puede imaginar una abundancia en unas pocas páginas. Que exploran en busca de un mapa que les lleve a un cofre que apa-rente contener una de esas joyas que no se pueden tocar con el cuerpo, pero que a su vez lo envuelven. Y si es así, solo espero que estas palabras les sirva de mapa, pues esta obra esconde en sus páginas un gran tesoro.
Guión - 8.5
Dibujo - 8.5
Interés - 9
8.7
Gallardo
Alain Ayroles y Jean-Luc Masbou consiguen crear un universo único y que devuelve la fe a aquellas personas que amaban las viejas historias de capa y espada, otorgándole al género un aliento rejuvenecedor.