Vuelve lo mejor de lo clásico y de lo moderno en la fantasía
«“-Entonces prométame una cosa, amigo mío:
¡Esta vez nada de rimas! ¡Ver y callar!-¡De eso ni hablar!»
¡La fantasía! Últimamente está de moda, si es que alguna vez ha dejado de estarlo en las últimas décadas. Sin embargo, por momentos se podría decir que su tendencia a sido tornar hacia la solemnidad, muy tomada en serio como debe serlo, pero siéndole exigido un rigor rallando lo obsceno. ¡Lo clásico! Últimamente está de moda, si es que… Bueno ya sabéis cómo sigue. Sin embargo, si lo está, es por una búsqueda de renovación, de lavado de cara, necesario en estos tiempos, pero que en ocasiones produce una impostación que hace escocer el ojo ajeno. Bien, eh aquí ¡la fantasía!, y ¡lo clásico!, solemne y revisada, sí, pero también juguetona y caballeresca, imprevisible y romántica (movimiento cultural). Un homenaje a la faceta más entrañable de las obras clásicas de caballería, repleta de gentilhombres, tan poetas como guerreros, con damiselas, tan fuertes como gráciles, y con una fantasía colmada de extravagancias a las cuales no hay que buscar sentido; simplemente, disfrutad de ellas.
En esta segunda parte repiten equipo creativo en todos los álbumes. Por un lado tenemos a Alain Ayroles, el guionista nacido en 1968, y que compaginaría esta serie con otra llamada Garulfo escrita entre 1995 y 2002 y publicada por la editorial Delcourt. El buscón en las indias sería su última inmersión en el mundo del noveno arte acompañado por el dibujante Juan Guarnido. En segundo lugar tenemos a Jean-Luc Masbou, el ilustrador nacido en 1963. Más focalizado en los comics que en otras disciplinas que impartían en sus clases de electromecánica, publica sus primeras páginas en Les Enfants du Nil. Tras hacer un pequeño acercamiento al mundo del dibujo animado, vuelve al del cómic para asociarse con su antiguo compañero Alain Ayroles y traernos esta serie, cuyo primer integral podréis encontrar reseñado aquí.
La Luna, tocar y volver
En esta ocasión, nuestro variopinto grupo llegan a la Luna al finalizar el viaje emprendido en el final del anterior integral. Allí, tras ser acogidos por el monarca lunar y su pueblo, que rehúye la violencia y cuya moneda de curso legal es El verso, tendrán que enfrentarse a diferentes peligros como el hermano del rey, y un viejo contrincante que les pisa los talones desde la tierra.
Esta segunda entrega, prosigue la estela de la primera, llegándola a superar en varios aspectos que tienen que ver con el arco de transformación de los personajes, que se hace efectivo, y con la llegada de un personaje estrella como es Cyrano de Bergerac, gran escritor y notable espadachín como su contemporáneo Quevedo, y cuya vida inspiró una gran cantidad de historias. Entre ellas en la que su homónimo, aparecido en la pieza teatral de Edmond Rostand, posiblemente sea el personaje cumbre jamás llevado a cabo en esta clase de historia, caballero-poeta por antonomasia.
En este sentido podemos encontrar, en el primer caso una evidente evolución en las consecuencias de las acciones y sucesos, pese a que no acaba de lastrar ese espíritu alocado y estrafalario que se plantea desde el inicio de la serie. La carga dramática se hace patente en todos los estratos de las relaciones entre los personajes, ya sea en las relaciones amorosas como en las de amistad, convirtiendo a los personajes en seres poliédricos dentro de su extravagante universo.
En el segundo caso hace aparición un personaje que pese a no nombrarse expresamente por el nombre de Cyrano, se le hace tantas referencias a su persona que no hace falta decir quién es para saberlo. Un personaje que tiene bastante sentido siendo el propio autor de la narración Historia Cómica de los Estados e Imperios de la Luna del año 1657, a la que se hace referencia, como también a su secuela Historia Cómica de los Estados e Imperios del Sol. El personaje hace de argamasa perfecta para que los protagonistas puedan moverse por el astro lunar y a la vez que puedan sentirse como en casa.
En cuanto a la fantasía que se destila entre sus páginas, podremos encontrarnos con una cantidad ingente de elementos tan originales como referenciales, pero enmarcados de forma muy acertada en la historia, haciendo de lo inverosímil una virtud. Piedras que tienen vida, árboles cuyos frutos u hojas son de oro, una raza de mimos que quedan relegados como salvajes en un mundo cuya moneda son los versos, quimeras que funcionan como elementos subtextuales y superficiales entre muchos otros. Una verdadera miríada de sin sentidos que en conjunto son verosímiles por la manera de presentarlos. Sin perder en ningún momento esa prosa en verso que caracteriza a todos los personajes.
Entrando en el dibujo, a Masbou se le ve tan sólido como en la etapa anterior, sino más. Vuelve a hacer uso de los colores de forma magistral para que marquen el tono de la escena, llegando a anunciar lo que sucederá, o haciendo de falsa promesa, útil para un gag. El movimiento dentro de las páginas es asombroso, y hay momentos en los que la lectura se vuelve literalmente frenética; o que se pausa hasta la saciedad, dependiendo de las pretensiones, siempre con fines narrativos. Pero si hubiese que poner el acento en algún lugar del apartado gráfico, sería en los escenarios. Al igual que en el anterior integral podemos ver unas viñetas colmadas de elementos y de acciones en segundo término que son irrelevantes para la acción principal, pero dan vida y empaque a la historia. En esta segunda entrega, al ser en la Luna, y no tener que usar referencias conocidas por todo el público, hace uso de una mezcla entre lo fantástico y lo reconocible, logrando una simbiosis, y que la Luna, como escenario, adquiera una entidad única y altamente atractiva para el lector.
En conclusión, el segundo integral De capa y colmillos es una apuesta segura para quien ame la fantasía, la aventura y el teatro, pudiendo encontrar en sus páginas una historia llena de referencias culturales, grandes dosis de extravagancias fantásticas, y unos entrañables personajes llenos de carisma.
Lo mejor
• La manera de superar la anterior entrega manteniendo el mismo espíritu pero sin sacrificar la evolución de los personajes.
• Cyrano de Bergerac y El verso como moneda de cambio.
• Los escenarios en La luna.
Lo peor
• Una de las subtramas amorosas queda algo impostada.
Guión - 8.5
Dibujo - 8.5
Interés - 8.5
8.5
Fantástica
Este segundo integral nos demuestra lo que se veía venir en el primero; que esta es una serie magnífica en todos los aspectos, tanto gráfico como narrativo, digna de toda clase de lector, pero al que no por ello no se le exigirá trabajar la historia para concluirla.