Si ayer nos fijábamos en cómo Mark Millar hace uso del discurso patriótico para “conectar” con el público americano al cual se dirige, hoy podríamos hacer el viaje inverso atendiendo a lo que intenta Frank Miller con su nuevo cómic, Holy terror, Batman!, concebido como instrumento propagandístico.
Bárbara Celis, en El País, ha hecho acopio de algunas de las declaraciones que Miller ha realizado al respecto: “(Batman) le patea el culo a Al Qaeda (…) Pues claro que es propaganda. Superman luchó contra Hitler. El Capitán América también. Para eso están. Son nuestros héroes. Pero es que parece un poco absurdo dedicarse a perseguir a Edward Nigma (…) cuando tenemos ahí fuera a Al Qaeda (…) Es una forma de recordarle a la gente contra quién estamos luchando (…) Me gustaría que la industria del entretenimiento actual tuviera la voluntad y la fuerza de los que se enfrentaron a Hitler«.
Podemos plantearnos diversas preguntas a partir de estas declaraciones. La primera, quizás, la misma que nos hacíamos con respecto a Mark Millar: ¿A quién pretende dirigirse Miller con esta obra? Éste no es el mundo de la 2ª Guerra Mundial. Quizás las personas no hayamos cambiado mucho, pero creo que sí lo han hecho las relaciones internacionales, los medios de entretenimiento del primer mundo y, en consecuencia, el público al que los cómics tienen habitualmente llegada.
Alguna vez mi padre me ha explicado que durante su servicio militar leía tebeos del Capitán Trueno. Nunca le he visto sostener un cómic ni tiene afición ninguna por la lectura. Pero en su juventud, revestida de escasez, los cómics aún eran una de las principales distracciones a las que la gente tenía acceso. Eran un verdadero medio de comunicación de masas y los mensajes que albergasen eran susceptibles de teñir la opinión de una buena parte de la sociedad o, como mínimo, la de sus menores. Parecido sería el alcance de los comic-books en los Estados Unidos durante los tiempos de la Segunda Gran Guerra a juzgar por el panorama que a veces nos han pintado reportajes y entrevistas sobre esa época.
Pero hoy, en la actualidad, ¿a quién quiere recordarle Miller contra quien “estamos” luchando? ¿Al público habitual de comic-books? ¿Es este sector de población al que Miller ve necesitado de ese recordatorio? Supongo que no. Supongo que, buscando recuperar esa función propagandística que antaño tuvieron los cómics de superpatriotas, Miller busca también reconquistar ese público diana tiempo atrás perdido, la sociedad toda. Y está claro que puede conseguirlo porque reúne en una misma obra tres elementos capacitados para generar una amplia repercusión.
El primero, también el menor, su mismo nombre. Frank Miller es uno de esos autores que han conseguido traspasar claramente las fronteras del comic-book desde hace tiempo y su participación en la película de Sin City no ha hecho sinó acrecentar esta realidad. Frank Miller tiene voz y tiene crédito como interlocutor para el mundo cultural y artístico.
El segundo, el personaje. Batman es uno de los pocos superhéroes que lleva ya tiempo convertido en un icono de la cultura de masas. Teleseries, películas y historietas concretas le han convertido desde hace mucho en una imagen claramente identificable y reconocible.
El tercero, el más importante, el enemigo a batir. El terrorismo islámico consiguió romper todas las barreras locales al estrellar aquellos funestamente famosos aviones contra las Torres Gemelas. Madrid y Londres, después, fueron dos avisos claros de que el mundo entero podía convertirse en su objetivo. Al Qaeda no es un Sendero Luminoso o una Guerrilla Sandinista “cualquiera” que sólo vagamente pueden sonarle a todo el mundo. Al Qaeda proyecta una imagen quizás contradictoria o confusa pero a su manera definida en la mente de la mayoría de la población mundial.
Con semejante baraja de cartas queda claro que Miller conseguirá la repercusión mediática suficiente como para llegar a todas partes. Después dependerá de la obra el enjuiciamiento que reciba.
Melodramática, maniquea, sacrílega, parcial, crítica, profunda… todos esos adjetivos pueden rondarle. Miller tiene calidad suficiente como para evitar a los negativos y hacerse con los elogiosos. Pero no ha de ser fácil. ¿Al Qaeda es el único enemigo? ¿La política de Bush en Oriente Medio será también objeto de análisis? ¿Todo quedará en una historia de tortas? ¿Se pondrá Miller en el punto de mira del integrismo islámico? ¿O en el de todo el mundo? Supongo que merecerá la pena verlo.
Pd: Hoy aparece un video del canal canadiense SPACE donde Miller enseña unas preciosas planchas del cómic a la vez que comenta que el cómic será bastante rudo y directo y que lo está enfocando cómo si estuviera llamado a convertirse en «una especie de reliquia de los años que precedieron a la 3ª Guerra Mundial«. Esperemos que no.
Podéis ver el video clicando en la imagen de muestra que servían en Newsarama.