Las ficciones a lo largo de los siglos de la cultura han tendido a construir una historia en torno a un personaje principal, bien estudiada y diseccionada por Campbell en El héroe de las mil caras, que tanto a influenciado posteriormente a la cultura. Este héroe suele ser un hombre adulto, blanco y heterosexual, habitualmente al menos en la sociedad occidental, aparte de fuerte, valiente, impulsivo y seductor. Todo un macho alfa deseado y admirado por todos los lectores, espectadores, oyentes, etcétera. Pero ¿qué ocurre con los personajes secundarios? Larga es la lista de aquellos héroes o villanos en segundo plano que nos han encandilado tanto como los protagonistas, y en el mundo del cómic, además, estos han podido tener cierto protagonismo en determinados momentos con una colección propia. Puesto que a veces nos olvidamos de que ellos también tienen su historia, y que son más que simples compañeros, sidekicks, o como lo queramos llamar.
Muy consciente es de ello
Valentine Richards es una ghostwriter, es decir, una escritora que es contratada para escribir bajo el nombre de otro, siendo en este caso una autobiografía de un tal Antonio Luna, un millonario que está en su lecho de muerte y quiere escribir sus memorias antes de fallecer. Resulta que el señor Luna es un legendario aventurero que ha vivido un sinfín de correrías y logrado hazañas que sorprenderían al más habilidoso. Lo que parece un trabajo más para Valentine, se convierte en una aventura con el egocéntrico Luna, que supondrá, más allá de las luchas contra monstruos, ninjas, hombres lobo y demás, todo un viaje emocional para ambos, durante el cual cada uno aprenderá del otro y evolucionará en tan solo seis números.
Así pues, lo que pretende Williamson con esta corta miniserie, es mostrarnos la importancia de personajes “secundarios” o menos importantes en una historia, y cómo a veces ésta trata más de esos personajes que de los protagonistas, que suelen ser, por pura iconografía, más planos y simples que sus compañeros con menos presencia. De tal forma que, al finalizar la obra, nos damos cuenta de que la historia no iba de lo que pensábamos, y que es Val la que tiene que encontrar su camino, muy al estilo Batman – Dick Grayson. No obstante, esto no quiere decir que Luna sea un personaje plano, aunque al principio parezca un cliché, puesto que el autor se encarga de darle un trasfondo muy coherente al personaje, lo cual es de agradecer y de reconocer por la corta extensión de la serie. Es cierto que en ocasiones no sabemos muy bien hacia donde se dirige la historia, pero una vez finaliza, de forma muy cíclica, lo entendemos absolutamente todo, ofreciendo así un giro muy efectivo.
En el apartado artístico tenemos a
Su trabajo en Deathbed es sencillamente espectacular, como lo lleva siendo en prácticamente toda su carrera en DC, y siento que quizás no se esté llevando el merecido mérito por parte de los lectores, no así por la editorial que parece que le está dando trabajo y responsabilidad. Seguramente cambiaría notablemente la brillantez de su dibujo si no fuera por el excelente trabajo que realiza Plascencia, implementando unos colores muy vivos que van muy en consonancia con la historia de la obra y con el estilo de Rossmo.
Guión - 7.4
Dibujo - 9
Interés - 7
7.8
Divertida
Williamson nos ofrece una breve pero intensa y divertida historia que va más allá de la simple aventura, y reflexiona sobre la construcción de personajes y la importancia de los secundarios en las historias. Especialmente destacable el trabajo de Rossmo al dibujo.