Deathstroke Rebirth, de Christopher Priest y Carlo Pagulayan

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Edición original: Deathstroke Rebirth
Editorial: DC Comics
Edición nacional/ España: Próximamente ECC Ediciones.
Guión: Christopher Priest.
Dibujo: Carlo Pagulayan.
Entintado: Jason Paz.
Color: Jeremy Cox.
Formato: Digital Comixology 25 páginas
Precio: 2,99€/u.

 

“Baudelaire dijo que solo tres seres son merecedores de respeto: El sacerdote, el poeta y el guerrero. Tú, mi genéticamente mejorado amigo eres los tres. Slade The Deathstroke. Ser medio ciego únicamente te hace más peligroso”

En definitiva, Deathstroke Rebirth supone uno de los arranques más prometedores que nos ha traído el Renacimiento de DC Comics, con Christopher Priest demostrando que los años de retiro no han afectado lo más mínimo a su talento como guionista, y un espectacular Carlo Pagulayan, que junto al entintado Jason Pax y los colores Jeromy Cox otorga a la historia toda la amplitud y turbulenta porosidad telúrica que requiere. Slade Wilson vuelve por todo lo alto como una sobria y contundente patada en la entrepierna del buenrollismo imperante, zambulléndonos sin remedio en un escenario en el que las naciones se construyen con argamasa de sangre coagulada y cadáveres, y el que no hay más moral que la que se paga con dinero. Pero me temo que una vez más me estoy adelantando, y que para entender esta historia quizás sea necesario volver un poco más atrás.

Editor que decidió abandonar el anonimato de las oficinas para probar suerte escribiendo sus propias historias, los comienzos de Christopher Priest como guionista no fueron precisamente fáciles. Eran los alocados ochenta en los que le conocíamos como James Owsley, y aunque dejó alguna que otra joya como el mítico one-shot que enfrentaba al Hombre Araña y el canadiense de las garras de adamantium –Spider-Man vs Lobezno, 1987-, no fue hasta los albores de los noventa cuando de verdad comenzó a destacar.

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Tras un discreto paso por los Nuevos 52 en el que las contribuciones de Kyle Higgins y Joe Bennet como lo más destacable entre unas batallas espaciales de Rob Liefeld y rejuvenecimientos made in Tony S. Daniel que sería mejor olvidar, la nueva serie de Deathstroke se deja de colores, mercenarios de dibujos animados y el barroquismo habitual del género de superhéroes más acomodado, llevándolo a un territorio más próximo al del Punisher de Garth Ennis. Tampoco sería del todo correcto citar la versión MAX del mismo, ya que los pijamas no desaparecen por completo, pero sí que se ven drásticamente minimizados, oscilando entre lo llamativo de algo que todavía es especial dentro de un entorno netamente realista y lo ridículo. Aunque no un ridículo estilo Ennis o Spencer, sino lo perturbadoramente ridículo.

Autor de la aclamada reinvención de El Soldado Desconocido con la que a finales de los ochenta dinamitó el espíritu patriótico de los Estados Unidos, de la hilarantemente demencial Quantum & Woody y la ácida Xero -un cómic de superhéroes en la que una estrella negra del baloncesto llevaba una doble vida como superhéroe caucásico-, durante su estancia en The Ray de DC Comics coincidió con un tal Joe Quesada, dando el salto a Marvel junto a este cuando fueron contratados para hacerse cargo de la línea Marvel Knights. Allí, James Owsley Christopher Priest validaría su condición como guionista de culto, haciéndose cargo de la etapa que propició el renacimiento actual de Pantera Negra -con la que redefinió por completo su mitología, dando luz al personaje que conocemos hoy- así como esa pequeña joya que fue su Capitán América y el Halcón, uno de los grandes referentes de la adaptación de Civil War de los hermanos Russo.

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Con su flamante uniforme azul y naranja en mitad de las guerras de guerrilla africanas, Slade luce en cada una de las páginas como una espada implacable esperando a ser desenvainada. Una presencia sobrehumana incrustada sobre el terreno, y que para ponerse en movimiento no necesita de un rey digno que reclame sus servicios ni apelar a grandes misiones por el bien global o la hermandad universal. Tu pagas, yo mato. No hay enemigos o aliados más allá de la dirección a la que apunte el dinero, caminando sobre aldeas arrasadas y pilas de cadáveres humanos con la gélida figura estilizada y falta de empatía de un misil balístico.

Curtido en batallas como Planet Hulk o Convergencia a sus espaldas, los lápices del filipino Carlo Pagulayan saben hacerse con el tono de árida historia bélica con el que Priest aborda al personaje, destacando tanto por el realismo anatómico de las figuras humanas y un vestuario que nunca sobresale por encima de lo casual, así como de la amplitud de esos escenarios bélicos salpicados a través de la naturaleza, capaces de enloquecer a un muchacho que nunca hubiera salido del Bronx. Mucho seguramente contribuya el entintado del ya comentado Jason Pax, y el grado de detalle con el que contornea cada reflejo en el agua, marca sobre el metal o saliente del frondoso follaje de la selva. Sin salirse de la paleta de colores habitual que solemos asociar a los lápices de Ivan Reis, Jeromy Cox también cumple su labor con nota, destacando especialmente en las secuencias encuadradas en las indómitas entrañas del continente africano.

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Sin embargo, Priest terminó agotado por las presiones de la industria, y el que fue uno de los padres fundadores de Milestone abandonaría el medio para agitar sus teclas por otras plataformas. Diez años más tarde, regresa a los cómics como parte del staff de guionistas de la iniciativa Rebirth, para tomar el timón de las aventuras de uno de los villanos más implacables de DC Comics para arrastralo consigo hasta el corazón de las tinieblas.

Incluso cuando aparecen otros personajes ligados al entorno de los superhéroes, los artistas los abordan con una una apariencia espectral, como si fueran elementos de otro tiempo encallados en mundo que ha continuado creciendo hasta hacerlos irrelevantes. Dioses moribundos que se arrastran en pijama entre palacios de engranajes universales con la furia celestial en los ojos, y que pese a la lejanía continúan empecinados en tomar parte en los turbios asuntos de los hombres.

Slade Wilson en acción
Slade Wilson en acción

Descrito como Los Soprano con supervillanos por el autor, el cómic arranca aproximándonos al linaje de los Wilson desde una perspectiva muy alejada de lo que estamos acostumbrado, y que tan pronto nos lleva hasta la familiaridad cotidiana de las nevadas profundidades de américa, que tan pronto se arma de un cinismo tan amargo como negrísimo a la hora de abordar el funcionamiento de la política internacional actual en lo que a conflictos en regiones tercermundistas sin intereses fósiles, que se pone metafísico respecto a la naturaleza del tiempo y nuestra futilidad a manos de sus caprichos.

Los familiarizados con la obra de Priest seguramente reconocerán algunos de sus recursos habituales como las letras blancas sobre fondo negro, o una estructura desordenada, en la que las diferentes piezas de la historia se distribuyen a lo largo del número sin un orden lineal. Como los restos de un cráneo reventado por una bala de alto calibre, y que son etiquetados en la escena del crimen para que seamos nosotros los que demos sentido a cada una de las piezas, la presentación de la serie de Christopher Priest y Carlo Pagulayan en este número de Deathstroke Rebirth se desmarca de los superhéroes genéricos para lidiar con un entorno violento, tosco, intratable y febril no muy lejano de lo que el propio guionista nos ofreciera con su Soldado Desconocido.

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Siendo el único punto ciego de este incisivo debut un clifhanger que no dirá demasiado a los que no estén familiarizados con el personaje, la nueva serie de Deathstroke el Exterminador se mueve más cerca de referentes como El Cazador de Michael Cimino, Apocalypse Now! o El Señor de la Guerra que a las últimas aproximaciones a los villanos de DC Comics dentro de las viñetas, el cine o la televisión. Imprescindible para cualquiera que haya disfrutado de alguno de los trabajos anteriores del guionista, como para los seguidores del Garth Ennis más serio o la actual andadura de Pantera Negra de Ta-Nehisi Coates.

Música

Valoración

  Edición original: Deathstroke Rebirth Editorial: DC Comics Edición nacional/ España: Próximamente ECC Ediciones. Guión: Christopher Priest. Dibujo: Carlo Pagulayan. Entintado: Jason Paz. Color: Jeremy Cox. Formato: Digital Comixology 25 páginas Precio: 2,99€/u.   “Baudelaire dijo que solo tres seres son merecedores de respeto: El sacerdote, el poeta y el…

VALORACIÓN GLOBAL

Guión - 8.5
Dibujo - 7.5
Interés - 8
Deathstroke - 9

8.3

Contundente arranque de la etapa de Christopher Priest al frente de las andaduras de Deathstroke, demostrando que a pesar de sus años alejado del medio, el guionista de El Soldado Desconocido continúa con sus virtudes intactas. Un relato de guerra cargado de cinismo, seco como el whiskey más amargo y que puede ser la lectura perfecta tanto para complementar al Pantera Negra de Ta-Nehisi Coates como para retomar el viaje a los abismos del Punisher MAX de Garth Ennis

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Caio
Caio
23 noviembre, 2016 16:21

Sin lugar a dudas, Priest con este número nos demuestra que se pueden hacer maravillas con los especiales Rebirth. Que en general, son bastantes flojos.