Edición original: Boku dakega Inai Machi VOL.3, Kadokawa Shoten 2013.
Edición nacional/ España: Norma Editorial, 2016.
Guión: Kei Sanbe.
Dibujo: Kei Sanbe.
Traducción: Bárbara Persquer.
Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta, 192 páginas.
Precio: 8€.
Kei Sanbe ha creado en Desaparecido una historia muy sólida que avanza imparable gracias a la frescura de su premisa inicial y al buen desarrollo de los misterios que plantea, junto con unos personajes bien construidos y un gran dominio del arte de presentar un puzle desmontado al lector e ir, poco a poco, uniendo todas las piezas con precisión y grandes dosis de sorpresa y emoción. Los dos primeros tomos tenían un final francamente potente y suponían la presentación por separado de los dos grandes escenarios temporales que acogen la trama principal, 2006 y 1988. Una trama con una tremenda capacidad de enganchar al lector y que comienza a tomar la estructura de las mejores series episódicas, dejando tremendos cliffhanger al final, pero con el incentivo de un excelente desarrollo a lo largo de todo el tomo.
Dejamos el segundo tomo con Satoru en 1988 intentando hacer todo lo posible porque su compañera Kayo Hinadzuki no se convierta en la primera víctima del secuestrador de niños que actuó en Hokkaido durante la infancia del protagonista. Desgraciadamente, pese a que todos sus esfuerzos consiguieron que Hinadzuki dejase de ser una marginada en su escuela y que surgiese una relación de bastante aprecio entre ambos, el determinismo temporal actuó, y Satoru solo consiguió que el secuestro y muerte de la pequeña solo se retrasase un par de días de la fecha en la que ocurrió originalmente. Tras este rotundo fracaso Satoru sale del revival y vuelve al año 2006, donde tiene que concienciarse de su penoso presente: su madre ha sido asesinada y el criminal ha dispuesto todo de tal manera que él es el principal sospechoso. Con el shock de las experiencias vividas en el pasado y perseguido por la policía, Satoru decide salir de las calles y busca ayuda en su entorno. Un entorno bastante limitado por las precarias habilidades sociales del muchacho, que se ve obligado a recurrir a su jefe en la pizzería en la que trabaja como repartidor, que le acoge en su domicilio.
Satoru intenta descansar y ordenar sus ideas para salir del lío en el que está metido, pero su jefe llama a la policía y se ve obligado a huir. En plena carrera para salir de la casa, se encuentra con Airi Katagiri, su compañera de trabajo, que se ofrece a ayudarle incondicionalmente, ya que cree por completo en su inocencia. Entre ambos descubren que los actos de Satoru en el pasado han tenido repercusión en el futuro, ya que la fecha de la muerte de Hinadzuki es ahora la que ocurrió en el último revival, por lo que deciden intentar recabar información acerca de lo que Sachiko, la madre de Satoru, sabía del asesino para poder utilizar eso como ventaja en un eventual futuro revival. Debido a esta creciente involucración en el caso de Airi, el asesino le tiende una trampa e incendia su casa con ella dentro, aunque por fortuna el trabajo conjunto entre Satoru y su jefe provoca que puedan rescatarla y sea ingresada en el hospital solo con heridas leves.
Espoleado por el ataque a Airi, Satoru se vuelca por completo en identificar al criminal que está más cerca de ellos que nunca. Para ello contacta con Sawada, un antiguo compañero periodista de su madre que le filtra detalles del caso que investigo con Sachiko en el pasado. Satoru descubre que las víctimas no solo estaban presentes en Hokkaido, que había inconsistencias que exoneraban de cualquier culpa a Jun Shiratori, el condenado a muerte por los secuestros, y que la madre de Satoru estaba convencida de conocer ahora la identidad del asesino, aunque no tuvo tiempo de desvelar su identidad antes de morir. Ambos llegan a la conclusión de que el asesino tiene que ser alguien que recientemente haya estado en la pizzería en la que Satoru y Airi trabajan, ya que solo así podría saber de su colaboración en el caso y aportaría el móvil del intento de asesinato, para evitar que ella desvelase su identidad ya que le había visto la cara en algún momento. Airi mientras tanto consigue escapar de la vigilancia policial que le han impuesto en el hospital con ayuda de su madre y queda con Satoru para coordinar las acciones que van a realizar y para contarle más cosas sobre un tal señor Nishizono, que ella considera el principal responsable de los ataques. Sin embargo, la huida de la chica del hospital solo ha sido un truco de la policía para usarla como cebo y llegar a Satoru, que es arrestado sin poder presentar resistencia. En el camino al coche patrulla que le llevará entre rejas, Satoru es capaz de vislumbrar entre la muchedumbre unos ojos y una mirada que le resulta familiar y muy sospechosa a partes iguales… ¿Podrá Satoru continuar resolviendo el caso ahora que ha sido arrestado?
La trama de Desaparecido continua viento en popa y sin fisuras en este tercer tomo, que tiene de nuevo un cambio temporal que se ve reflejado también en el tono del volumen. La ambientación del año 2006 es mucho más “oscura”, más opresiva y con mucha más tensión, fruto de la necesidad de Satoru de trabajar en la resolución del caso con muchísima presión y casi contrarreloj por la persecución a la que es sometido por la policía y los ciudadanos ajenos a su inocencia. Tenemos en este tomo un desarrollo que recuerda mucho a películas del corte de Zodiac o Seven, en la manera de plantearnos una serie de pistas y misterios a resolver que se van enmarañando más y más hasta dar lugar a un final que no sale del todo bien para los protagonistas. De nuevo Sanbe domina a la perfección el ritmo de la narración, que es capaz de transmitir ese agobio de Satoru que le impide estar en un sitio público para no ser descubierto o reconocido, la dificultad que tiene para confiar después de haber pecado de inocente en su primera interacción con el jefe… El lector empatiza mucho con él, ya que la narración se produce casi siempre en primera persona y salvo algunas excepciones posee la misma información que Satoru tiene para enfrentarse a los problemas. Y por otro lado los pocos datos que el lector tiene y el protagonista no están tratados de tal manera que ayudan a acrecentar el misterio y a necesitar saber aun más. Tiene mucho valor también la capacidad de Sanbe para manejar dos tramas (pasado y futuro) vinculadas entre sí, pero cada una con su propia idiosincrasia y tono o manera de abordar los temas, ambas de una manera realista y cruda pero desde un punto de vista más infantil en una y más madura en otra, canalizado a través de un Satoru que alberga ambos mundos en su interior. Al final es una trama que genera, aparte de tensión, intriga y demás, una gran impotencia ante la incapacidad de Satoru por solucionar las cosas pese a sus esfuerzos.
Este ritmo narrativo se asemeja a una película o serie de investigación más que nunca, revistiendo al protagonista con ese estatus del eterno fugitivo, e incluso en la construcción de la estructura de la trama y en las situaciones que Sanbe plantea, con la típica reunión con un informante anónimo en una cafetería, la aparición de un periodista con datos sobre casos no cerrados en el pasado que parecen vinculados con la trama actual, un protagonista inocente que tiene que luchar como puede contra la culpabilidad que le han impuesto o incluso el cierre del tomo con la policía tendiendo una trampa a Satoru aprovechando la buena fe de Airi. En este volumen además se ha eliminado casi cualquier atisbo de la ciencia ficción que traen los revival, y es posiblemente el tomo más realista y clásico hasta la fecha. Sanbe se esfuerza también en la construcción de los personajes, incluso en aquellos de los que no puede dar detalles como es el caso del asesino. El autor es capaz de detallarnos aspectos de su personalidad sin mostrarnos más que una breve escena en la que dice un par de frases y una mira, completando el resto con las pesquisas detectivescas de Satoru y Sawada, concluyendo que estamos ante un personaje extremadamente inteligente, detallista y preciso, que gusta de tener todo bajo control y que prepara a conciencia sus acciones, sin dar un paso sin tener previstos los dos siguientes. Asimismo destaca también la importancia de los personajes secundarios gracias a su interacción e impacto en el personaje de Satoru y en la propia trama. En Desaparecido no sobra ningún personaje, y si algo o alguien aparece, aunque sea en una sola viñeta, tiene algún motivo. En ese aspecto Sanbe es tan calculador y preciso como el asesino que ha imaginado para nosotros.
Desaparecido es una obra muy vinculada a varias obras audiovisuales, o al menos Sanbe ha bebido de varias de ellas a la hora de configurar una historia que, por otra parte, es extremadamente original. Pero no podemos dejar de apreciar ciertos guiños, como la mención a los shinigamis y la evidente reminiscencia a Death Note, algo a destacar teniendo en cuenta que estamos ante una obra de un corte serio y con una temática que podrían firmar los propios Ohba y Obata. También encontramos un aire a Naoki Urasawa, no solo en aspectos como la investigación y el misterio con un protagonista fugitivo (como en Monster) o la aparición de una línea temporal distinta en la que el protagonista revive su infancia (como en 20th Century Boys) sino que también el diseño de ciertos personajes recuerda a algunos del maestro Urasawa, como el propio Sawada. Como dato curioso añadir que la manera de tratar el caso de los secuestros infantiles por parte de Sachiko y los otros adultos involucrados, así como el propio caso, recuerda mucho a la manera de afrontar los crímenes de Freddy Krueger por parte de los padres de las víctimas en la famosa saga de películas de Wes Craven.
En cuanto al apartado gráfico, nada reseñable, más allá de todo lo bueno que hemos comentado en reseñas anteriores. El dibujo sigue siendo muy característicos, con gran personalidad y muy realista y verosímil, basándose sobre todo en la consistencia en la construcción de la página y el uso de perspectivas y planos muy dinámicos. Mención especial a la escena del incendio en casa de Airi, espectacular y sobrecogedor a partes iguales, destilando la tensión del momento solo con el trazo y los efectos. Destacar en lo negativo algún fallo en la simetría en las escenas que contienen escorzos hacia la izquierda, algo que el propio autor ya indica que es una pose que le cuesta mucho realizar, pero no es motivo para criticar un dibujo muy sólido y bien integrado con la obra.
Edición original: Boku dakega Inai Machi VOL.3, Kadokawa Shoten 2013. Edición nacional/ España: Norma Editorial, 2016. Guión: Kei Sanbe. Dibujo: Kei Sanbe. Traducción: Bárbara Persquer. Formato: Tomo manga rústica con sobrecubierta, 192 páginas. Precio: 8€. Kei Sanbe ha creado en Desaparecido una historia muy sólida que avanza imparable…
Desaparecido 3
Desaparecido 3
2017-08-10
Rubén Merino
Guión - 8.5
Dibujo - 7
Interés - 8.5
80
8
Desaparecido avanza su trama a buen ritmo manteniendo todas las virtudes de su arranque y sin perder una pizca de interés, manejando a la perfección el ritmo y el tono que Sanbe da a cada una de las líneas temporales que componen la obra. Un tercer tomo que engancha, con todas las bondades que le aporta el tono detectivesco y la aparición de Satoru interpretando la figura del eterno fugitivo a la perfección.
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