Después de finalizar la serialización de la historia principal que concluía con un excelente octavo tomo, Norma Editorial nos traía el pasado marzo un último detalle bajo el título de
Como la mayoría ya sabréis si estáis leyendo la reseña de este tomo final,
Desaparecido nos atrapó durante 8 volúmenes trepidantes en una espiral de misterio y suspense, con una trama que entremezclaba lo sobrenatural y una narración de “superhéroe” en el mundo real, con la investigación plagada de giros de guión e ingenio que Sanbe fue confeccionando y cocinando a fuego lento. Con momentos tiernos, cómicos, intensos y dramáticos a partes iguales, Desaparecido se articulo en cierta manera con un in crescendo constante que nos obligaba a seguir leyendo para saber cómo narices iban a salir Satoru y compañía del embrollo en el que se estaban metiendo. Tras su apoteósico final, Kei Sanbe usa este noveno tomo para ofrecernos una perspectiva mucho más sosegada, que si bien no sirve para tapar unos agujeros de guión inexistentes, sí que es recibida de buen grado por el lector habitual, ya que rellena lagunas de trama que, aunque no eran de vital importancia para completarse, si que ayudan a dar una mayor perfección al conjunto y completa aun más la ya de por si profundidad y gran desarrollo de los personajes.
El tomo incluye 4 historias repartidas en 5 capítulos que nos narran los hechos que acontecieron al protagonista de cada una durante el periodo de tiempo en el que Satoru cayó en coma y que les hicieron ser como fueron al despertar este, a la par que nos ponen un poco en antecedentes sobre el pasado y los orígenes de algunos de ellos. La primera de las historias tiene como protagonista a Kayo Hinadzuki, y comienza bastante intensa, ya que nos muestra a través de un flashback el momento en que un frío y descorazonador Gaku Yashiro da la noticia del fatal accidente de Satoru a sus compañeros de clase. A partir de ese momento acompañamos a Kayo durante un período de tiempo de su vida, hasta la adolescencia, donde se nos va relatando lo importante que fue Satoru en su vida, su manera de afrontar la pérdida y el enorme grado de dependencia que desarrollo hacia él, hasta el punto de dejar de lado cualquier aspecto de sí misma para poder ir a visitar al chico. Una breve historia que nos hará comprender cómo y en qué momento Kayo se dio cuenta que la vida sigue y es necesario hacerse cargo de ella para poder seguir siendo útil para los seres queridos.
La segunda historia del tomo se divide en dos capítulos, algo lógico dada la enorme importancia del personaje. Aquí conocemos el pasado, desde la infancia, del brillante amigo de Satoru, Ken’ya Kobayashi. Es una historia muy bien narrada y estructurada, que vuelve a dejar patente la habilidad de Sanbe para crear y desarrollar personaje, llegan do a conocer en unas pocas páginas a Ken’ya casi tanto como a Satoru. Es un relato bastante introspectivo que comienza con un Ken’ya que abre su corazón al lector hablando de sus miedos, sus inseguridades y como poco a poco sus amigos le ayudaron a superarlas, y también conocemos a su familia, que guardaba un papel secundario pero importante en la trama principal. A partir de ahí vemos lo mismo que con Kayo, el duro momento de perder a su mejor amigo, casi su alma gemela, y la autodeterminación y esfuerzo que tiene que llevar a cabo desde bien joven para sobreponerse al dolor y regalarle a Satoru y su madre la captura de Yashiro.
El tercer relato recae sobre la figura de Sachiko Fujinuma, la madre de Satoru, y también tiene una narrativa ingeniosa y bien llevada. En este capítulo somos testigos de la mayoría de hechos que ya hemos vivido en la historia original, pero desde el punto de vista de Sachiko que, a modo de diario, va narrando sus sentimientos respecto a qué le ocurre a su hijo, a ella misma y a su entorno. Del mismo modo también conocemos retazos de su pasado y el conjunto nos ayuda a reforzar esa imagen de madre coraje, dispuesta a todo por el bienestar y felicidad de su hijo.
Por último, el tomo concluye con una historia muy bonita protagonizada por Airi Katagiri, donde conocemos que tiene una hermana y sobre la que comienza a hablar de la vida. Es una narración bastante simbólica en la que Airi hace una pequeña recapitulación sobre su vida (en la línea temporal que surge tras las acciones de Satoru en el pasado), sus metas y el paralelismo entre la fotografía y su manera de entender la vida. Como digo es una historia muy bella, que aporta bastante paz durante su lectura por el uso que Sanbe hace de la nieve y el color blanco, y que tiene un final perfecto, también bastante simbólico y optimista, y que supone un broche perfecto para una gran obra.
Como podéis ver, este tomo de Desaparecido es bastante diferente a los anteriores. Me parece que Kei Sanbe hace una demostración genial del gran dominio que tiene para jugar con diferentes estructuras narrativas, contándonos las cosas en diferentes tiempos, formatos, saltando entre un estilo y otro… De hecho las cuatro historias, aunque de base buscan lo mismo, tienen una concepción muy diferente entre sí, consiguiendo al juntarse dejarnos claros todos y cada uno de los mensajes que Sanbe ha querido transmitir con su historia. Es un tomo con un ritmo muy relajado, que de hecho es casi la antítesis a los anteriores, ya que las historias aquí van sufriendo un decrescendo desde el arranque con Kayo rota por el dolor de perder a Satoru hasta el final optimista y vitalista de Airi.
En cuanto al apartado artístico, la línea es continuista con el trabajo de Sanbe en la obra, mostrando de nuevo sobre todo un gran trabajo en los planos y en la composición de página, especialmente en el capítulo de Sachiko que cuenta con una narrativa que necesita apoyarse en lo visual. Sanbe recurre en ocasiones a elementos simbólicos, al igual que en la historia original, como puede ser la nieve, ciertos árboles, que utiliza tanto para afectar al ánimo y ritmo de lectura, como para afianzar su mensaje, así como pretende evocar ciertos recuerdos y empatía con el lector hacia situaciones de tomos anteriores. En los tramos más duros del inicio del tomo es destacable también el uso de las expresiones en comunión con los planos, si bien es verdad que en los momentos en que algún personaje llora, artísticamente se nota mucho los inicios ecchi/hentai del autor, dando algunas escenas algo raras o carentes del dramatismo que pretenden.
Valoración Final
Guión - 8.5
Dibujo - 8
Interés - 9.5
8.7
Tomo final de Desaparecido que cierra y redondea de manera perfecta una historia ya de por sí genial. Una gran demostración del talento de Kei Sanbe en la materia narrativa, utilizando variados enfoques para cada una de las historias y un abrumador desarrollo de personajes. Volumen prácticamente obligatorio para los lectores de este manga.