Tal como proponíamos, continuamos el abordaje de Descender. Y también, tal como prometíamos, en este segundo tomo la historia no solo no decae sino que eleva su propia apuesta, manteniendo todo lo bueno del primero y yendo a más capítulo a capítulo.
Para los que no vieron el comentario del primer tomo, además de enlazarlo aquí mismo, recapitulamos que en Descender nos encontramos con un Jeff Lemire apelando a su emotividad habitual con una historia de ciencia ficción de un futuro distópico, con una buena cantidad de personajes todos muy bien caracterizados, y un Dustin Nguyen demostrando su capacidad artística con lápices y acuarelas al máximo, creando muy diferentes especies, planetas, naves y máquinas. La distopía de este universo, pasaba por unos robots gigantes que destruyen a buena parte de la humanidad y sus lugares, generando un roboticidio masivo (o genocidio robot) como respuesta, situándonos para comenzar la historia propiamente dicha diez años después de ese suceso.
En aquel primer volumen ocurre de todo, en un devenir de giros dramáticos sin parar, siendo esta otra cualidad del cómic que se mantiene en el segundo tomo que ahora abordamos. Es por eso que, a los que no leyeron antes, aquí les damos el aviso de
De hecho, el mismo título es algo spoileante, indicando hacia dónde se dirigen nuestros personajes, con Tim-21 en el lugar más destacado. Aunque también, dada la aparición en el final del volumen anterior de la resistencia robótica, algo de este estilo podríamos adivinar. No obstante, respecto a lo que señalábamos en el párrafo precedente, siempre hay sorpresas en esta serie y no hay que dar nada por sentado y lejos está de resolverse la historia en estas páginas; muy por el contrario, se complejiza y complica cada vez más.
En ese sentido, cabe señalar la incorporación de nuevos personajes a la historia, sumándose a la mezcla. Uno de ellos, sin revelar nada, tiene una interesante presentación como un antihéroe cazarrecompensas y una de las primeras frases que lanza es: «no quiero retirarme, solo quiero matar robots». Y, ya lo sabemos, siempre hay sorpresas.
Además de este, que dejamos ahí planteado en el misterio para que lo descubran en la lectura, van sumándose otros personajes, hasta grupos de ellos, incorporando de manera acorde nuevos escenarios para ellos. De esta manera, Lemire y Nguyen no se conforman con lo ya presentado y hecho en los primeros números y continúan elaborando, creando y expandiendo su universo. Y a la vez, van cuidándose de no dejar de lado alguna trama o personajes (en apariencia) secundarios, aunque sí deben ir alternando escenas o hasta de un capítulo a otro para poder abarcarlo todo. Personalmente, esto me recuerda a las viejas sagas de la Legión de Superhéroes de Paul Levitz en el sentido de la capacidad para manejar un gran espectro de historias y personajes, sin descuidar nada. Esto, por supuesto, tiene como correlato la tarea de reunir en algún punto todas las tramas planteadas, y en el guión de este volumen ya se pueden vislumbrar algunos futuros cruces que se presentan por demás de interesantes.
En otro punto que se da una continuidad entre el primer tomo y el segundo, nos encontramos con nuevas referencias (esta vez más directas) a la poca humanidad de los humanos (valga la paradoja), mostrándonos al mismo tiempo que los robots son más sensibles ante ellos (nosotros) que ellos mismos. Inclusive, en un pasaje de este libro encontramos la frase «la vida robot también es vida». Sin dudas que en todo Descender hay un subtexto de crítica social a nuestra civilización en general, pero en particular a nuestro tiempo, en conjunto con el avance de la tecnología sobre nuestra vida cotidiana y hasta qué punto eso puede afectarnos.
Aprovechando la humanidad de los robots, en Luna Máquina encontramos un interesante planteo sobre la crianza de los niños, en relación a cómo un diferente entorno, con sus diferentes visiones del mundo y valores, afectan sustancialmente en el crecimiento y en la educación, en cómo serán sus personalidades y sus propias cosmovisiones de mayores.
Uno de los logros de Lemire, justamente, es incorporar estas cuestiones de manera sutil en una historia atrapante y cautivadora, que a cada capítulo se hace más interesante y que, para redondear la tarea, ofrece un excelente cliffhanger al final del volumen.
¿Algo más? Sí, ya mencionamos que está dibujado con un enorme trabajo de Nguyen, que aquí no hace más que seguir potenciándose, añadiendo aún más juego a sus colores acuarelados y luciéndose tanto en la narrativa, con varias páginas dobles que nos dejan boquiabiertos, como en el dibujo en sí mismo.
Un último detalle sobre este segundo volumen es la cantidad de páginas, menor al primero ya que aquí se incluyen cinco de las revistas a diferencia de las seis del anterior. Sin embargo, aunque haya menos páginas, no hay menos disfrute.
Hace poco que me he pillado los 4 tomos,y estoy deseando de cojer un rato para empezar a leerlos,vuestras reseñas me han encantado, y el dibujo de Nyugen me fascina
¡Gracias por tu comentario! Cuando se disfruta lo que se reseña, salen buenas cosas 😛 En cuanto puedas, dale el tiempo que se lee muy rápido por lo atrapante de la historia. Pronto llegaremos hasta el 4, y ya estoy esperando que se anuncie el 5 por Astiberri, que en Image ya salió.
Cuando termine con Tyler Cross le meteré caña a Descender a tope