Por algún motivo, cuando descubro que una historia está total o parcialmente basada en las experiencias reales del autor, el interés que me despierta aumenta considerablemente. Eso no tiene por qué convertirla en una buena historia, desde luego, pero suele hacerme reflexionar mucho más sobre lo que acabo de leer y, en consecuencia, hace que me cale más su relato. Suelo empatizar fácilmente con personajes y vivencias ficticias, pero sentir que lo que estoy leyendo es un pedacito real de la persona que se encuentra detrás me hace agudizar esa empatía, querer empaparme de lo que ha vivido en una situación completamente distinta a la mía y que de otro modo nunca podría comprender. Desde la experiencia de una mujer maltratada a la de un soldado en las trincheras, de la de un activista negro en el sur de Estados Unidos a la de una niña en Irak. Cada una es una confesión privada entre el escritor y el lector que te abren un poquito más las fronteras de la mente y te hacen ver el mundo desde una perspectiva más amplia. Incluso aunque solo sea la historia de una niña enferma que quería encajar con los demás.
Ha vuelto Jen Wang, y eso es buena noticia. La autora estadounidense de ascendencia taiwanesa dejó grabado su nombre en la agenda de la industria después de la publicación y posterior exitazo de la que es por el momento la obra de su vida, El príncipe y la modista. Publicada en 2018 por First Second Books y traída a España de la mano de Sapristi, la historia de Sebastian y Frances nos cautivó con su sensibilidad y su luminosa representación de la diversidad y se llevó por el camino una ristra de premios encabezados por dos Eisner como dos soles. No es de extrañar que esperáramos con expectación su nueva obra, y tras dos años de espera por fin la tenemos de nuevo en nuestras manos, gracias otra vez por cierto a First Second y a Sapristi respectivamente. Hoy vamos a hablar de Destellos.
Tras mudarse junto a su casa, Moon se convierte en la amiga inseparable de Christine, pero a pesar de haber crecido en la misma comunidad chino-americana, las dos no podrían ser más distintas. Christine es tímida, responsable y algo insegura, mientras que Moon es impulsiva y confiada, un alma libre y risueña a la que Moon desea parecerse. Juntas comparten su pasión por el k-pop y se ríen sin parar, pero un buen día Moon le confiesa a Christine algo inesperado: que en ocasiones tiene visiones en las que ángeles de colores le cuentan que su verdadero hogar no está en la Tierra, sino entre las estrellas del firmamento. Pero la fantástica singularidad de Moon podría tener su raíz en otra explicación más terrenal y angustiosa.
Con Destellos Jen Wang vuelve a traernos un trabajo en el que se respira cariño, con la visión optimista y enriquecedora que ya le pudimos encontrar en su anterior obra. La autora se sumerge en su pasado para explorar de manera libre dos aspectos que marcaron su infancia. Por un lado, la artista sufrió siendo solo una niña un tumor cerebral que la arrastró al quirófano y del que, afortunadamente, salió indemne y con toda la vida por delante. Una experiencia que, dados los muchos y no tan alegres finales que podría haber tenido, marcó a Wang profundamente, y es probablemente una de las razones por las que sus obras respiran ese positivismo que mencionaba antes.
En segundo lugar, la autora aprovecha esa base argumental de la enfermedad para explorar la infancia y la necesidad de integración que impera en esas etapa de la vida, además de abordar en concreto su crecimiento personal y sus emociones como niña dentro de una comunidad chino-americana en la que siempre se sintió diferente al resto. Es muy interesante cómo Wang plantea que la necesidad de encajar con los demás de nuestro entorno es mucho más grande cuando ese entorno es ya de por sí reducido frente a lo normativo dónde vivimos. Cuando eres asiática en un país occidental, si no te pareces lo suficiente a “los tuyos”, ¿qué te queda? Este es un sentimiento que siendo un niño late con mucha más fuerza y agudiza nuestra sensación de soledad, pero que a la vez choca en esa misma edad con el afán de destacar y de ser singulares, de diferenciarnos del resto y ser únicos. Es ahí donde se levanta el binomio formado por Moon y Christine, que forman las dos caras de la moneda y que muy probablemente tengan ambas mucho de su creadora. Al final, las protagonistas no dejan de ser la mitosis de ese estado ideal y tan difícil de alcanzar que todos buscamos durante la niñez, el de ser lo suficientemente especiales como para destacar pero lo suficientemente iguales como para pertenecer a un grupo.
En el plano artístico nos encontramos con un dibujo más simple que el que vimos en El príncipe y la modista. Da la sensación de que Jen Wang enfoca esta obra hacia un público más infantil, y es algo que se nota en su dibujo (dicho esto en ningún caso como algo negativo). Destellos tiene un trazo más sencillo y con menos detalle que el que vimos en su obra anterior, pero siempre conservando la expresividad de sus personajes. En el color cuenta esta vez con la colaboración de Lark Pien, y aunque hace un trabajo correcto, sí que se nota el salto con respecto al coloreado que la propia Wang realizaba en su anterior obra. En cualquier caso, se integra muy bien con el estilo infantil que la artista le da al libro.
Destellos es un cómic lleno de luz y de inocencia, una lectura muy recomendable para los peques que llegará al corazón de los mayores. Leer a Jen Wang es sentir cariño y optimismo, y eso es algo que jamás nos sobra.