Devilman Crybaby

Tomando como referencia la legendaria obra de Gō Nagai, Devilman, Masaaki Yuasa a la dirección e Ichirō Ōkouchi al guión se embarcan en este proyecto de Netflix que celebra los 50 años de trabajo del gran mangaka por todo lo alto. Una revisión moderna de un clásico que mantiene su poderoso mensaje de fondo y lo combina con un espectacular apartado audiovisual que destaca por encima de todo. Analizamos y comparamos con su original este anime psicodélico y plagado de violencia y sexo en el que descubriréis que los demonios también lloran.

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Con el manga y la animación japonesa ganándose cada vez un hueco más importante en la cultura occidental, la plataforma de contenidos audiovisuales Netflix parece sentirse como pez en el agua como la punta de lanza de un producto que cada vez tiene una mayor acogida entre el público minoritario. Desde el año pasado la productora de entretenimiento estadounidense ha decidido apostar fuerte por lo oriental, tanto en la retransmisión de series ya conocidas como en la propia creación de adaptaciones originales de obras ya consagradas. Hace no mucho tiempo recibíamos los live-action de Death Note o Fullmetal Alchemist, con un resultado final que quizá estaba alejado de lo esperado, pero con unos altos niveles de producción. Sin embargo, cuando se anunció este Devilman Crybaby, esta revisión de la inmortal obra del legendario Gō Nagai, muchos nos echamos a temblar, ya que la temática de este mítico manga trata y muestra algunos temas bastante peliagudos, de esos que se suelen evitar en la televisión mainstream. Sin embargo, y para regocijo de todos, tanto la productora como el director, Masaaki Yuasa, han estado más que a la altura de este proyecto que sirve también como homenaje a los 50 años como mangaka del padre de clásicos como Mazinger Z. Una serie de 10 capítulos que respeta el original y a la vez innova, con sus aciertos y sus tropiezos, pero que ha supuesto una de las mayores y más gratas sorpresas del panorama de las series de animación.

Devilman Crybaby va a ser sin duda recordada por algunos como esa serie que sirvió para abrirle los ojos a un nuevo mundo de posibilidades dentro de la animación y el cómic. Es sin duda una obra comercial, dirigida al gran público, pero con una realización y un mimo de autor que va a convertirla, sin duda, en una serie de culto. Como es lógico, es este nuevo anime el principal motivo de dedicarle este artículo a Devilman, pero teniendo en cuenta el gran homenaje que supone para Gō Nagai y su obra, no podemos simplemente pasar de puntillas por el original. Y es que Devilman fue, sin duda, una de las obras que abrió la veda para ese manga más adulto, ese seinen que tan buena aceptación tiene hoy en día y que ha sido uno de los motivos por los que el público occidental finalmente ha conectado con la manera oriental de tratar temas maduros. Una obra que sirvió de ejemplo para muchos autores de los 80 que aun hoy día siguen llenando nuestras estanterías, como Kentaro Miura o Hirohiko Araki.

Devilman_crybaby

Pese a ser un manga clásico y siempre se considera que en esa época de principios de los 70 las obras eran más de autor, el origen de Devilman tiene un punto de partida completamente comercial. Devilman fue una obra “de encargo”, que nace a raíz del éxito que Gō Nagai alcanzó con su manga Demon Lord Dante (1971), una historia en la que Ryo Utsugi era un joven que descubría que era la reencarnación de un demonio llamado Dante y se veía envuelto en un conflicto entre dioses y demonios. Ante el gran éxito de esta obra, la Toei Animation se puso en contacto con Nagai para realizar un trabajo que mantuviese ese contexto de batalla entre dioses y diablos, pero con una versión más heróica del humano. Gō Nagai aceptó la papeleta y comenzó a trabajar sobre la idea dada por Toei, planificando en su cabeza una historia que tendría como eje argumental la idea de una serie de personajes bondadosos que se veían inmersos en una lucha del mal contra el mal en la que solo se podía perder.

Esta idea y proyecto inicial se vio dividida en dos debido a la insistencia de Toei de darle a la serie de animación un contexto más similar a otra de las modas que arrasaban en Japón en esos primerizos años 70: las series de género tokusatsu, encabezadas por la archiconocida Kamen Rider y que unos años más tarde llegaría a occidente con los recientemente remasterizados Power Rangers. De este modo tenemos dos historias distintas: un anime que comenzaría en 1972 y finalizaría en 1973, con un tono mucho más juvenil (aunque demasiado violento para los estándares occidentales de la época) y similar a una historia de un superhéroe luchando contra el mal; y un manga (también adaptado posteriormente al anime en un par de OVA’s a finales de los 80/principios de los 90), con un tono mucho más adulto y plagado de violencia y contenido no recomendado para menores. Ambas obras tienen como denominador común el estilo y algunos personajes, especialmente Akira Fudo/Devilman y Miki Makimura, pero la historia cambia diametralmente. Devilman Crybaby toma el manga y sus adaptaciones animadas como punto de partida para ofrecer una visión desde el siglo XXI de una de las epopeyas más influyentes del siglo XX.

Akira_Ryo_Devilman_Manga

En todas las versiones, y Devilman Crybaby no podía ser menos, toman como personaje principal a Akira Fudo. Akira es un joven adolescente, algo introvertido y especialmente empático y sensible hacia las problemáticas de los demás, que hace su vida entre la escuela secundaria y el club de atletismo en el que participa. Akira vive en casa de los Makimura, cuya hija mayor, Miki, es su mejor amiga. El muchacho, a diferencia del manga, no es huérfano, pero los sus padres, Reijiro y Sumiko Fudo, están siempre ocupados viajando por motivos de trabajo, por lo que él vive con la mejor amiga de sus padres y su familia. En medio de la clásica y estereotipada vida del adolescente nipón, aparece en escena Ryo Asuka, un amigo de la infancia de Akira, de apariencia y comportamiento realmente excéntricos y totalmente opuesto al protagonista. En una puesta en escena espectacular, Ryo ayuda a Akira y Miki a librarse de una banda de matones y pide a su antiguo amigo que le acompañe porque tiene algo muy importante que decirle.

Ryo es una persona sumamente inteligente, y pese a su corta edad es un científico de campo bastante respetado en su comunidad. En uno de sus viajes a Sudamérica, le cuenta a Akira, acompañado del profesor ruso Fikira, descubrió indicios bastante importantes sobre la existencia real de los demonios en la Tierra, seres infernales que habitan entre la humanidad sin que este se dé cuenta de ello, pese a que las leyendas propias de las historias de terror den pistas acerca de ello. Con el fin de obtener pruebas que desvelen este enorme peligro mundial, pide a Akira que le acompañe a un Black Sabbath, una misa negra en la que, aprovechando el consumo de drogas y la pérdida de razón de los asistentes, los demonios aparecerán para poseerlos. Sin embargo, el plan de Ryo sale “mal” y es Akira el que termina siendo poseído por Amon, una de las criaturas más poderosas. Y digo ese “mal” entrecomillados porque el verdadero plan de Ryo era ese, que Akira fuese invadido por uno de los engendros y que este lo doblegase gracias a la pureza de su corazón. De este modo nace Devilman, un demonio con corazón humano que parece ser la última esperanza de la Tierra para sobrevivir a una raza superior que reclama la posesión del planeta que les pertenecía durante la era prehistórica.

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A partir de ese instante la serie se convierte en un lisérgico festival de violencia, sexo y música electrónica en el que veremos el descenso a los infiernos de Devilman, atrapado entre su moralidad y empatía humanas, y sus instintos demoníacos, intentando salvar a una humanidad que no da muchos argumentos para merecer esa salvación. Y es que, parafraseando de manera inversa una famosa frase del Caballero Oscuro de Nolan, Devilman es el héroe que la humanidad necesita, pero para nada se lo merece. Y ahí radica la grandeza de Devilman, tanto en el manga de Nagai como en esta excelente adaptación de Yuasa, en que nos encontramos ante una historia en la que los aparentemente buenos son en realidad demonios, y los que se consideran demonios, no son tan malos como los pintan. E impotentes y atrapados en medio de todo como Akira o alguno de sus amigos, asistimos atónitos a un escenario devastador que se va retorciendo y volviendo cada vez más duro y desagradable, en el que cada parte mira solo por sus intereses hasta que nos desgarra por dentro.

Devilman Crybaby es por ello un anime muy sentimental, que como la obra original conecta directamente con las emociones humanas y que nos abre los ojos a unos comportamientos humanos ante los cuales preferiríamos mantenerlos bien cerrados. Frases como “el hombre es un lobo para el hombre” o “infierno en la Tierra” nos vendrán a la cabeza más de una vez con las duras y crudas situaciones, narradas de manera terriblemente humana en este Devilman. Sin embargo, aunque el anime de Netflix guarda un respeto casi reverencial por Nagai y su legado, y que pretende respetarse al máximo tanto el fondo como la forma, la verdad es que Yuasa ha introducido una serie de variaciones que han tenido sus pros y sus contras. Es algo que no notaréis si no habéis leído anteriormente la historia original del 72, pero que está presente. Y aunque la producción es realmente disfrutable con estas variaciones, y de hecho en algunos casos hasta se agradece el soplo de aire fresco, en otros sale ganando por goleada la versión en viñetas.

Devilman_Akira_Miki

Lo más evidente que vemos nada más poner el primer capítulo de Devilman Crybaby es que el tono y su presentación es muchísimo más adulta y serie que la original. Nagai utilizó en su momento un tipo de dibujo y unos personajes que beben mucho de los que podíamos encontrar también en obras de Tezuka, con un trazo amable y un diseño juvenil, con unos comportamientos que podríamos clasificar como naif, pero que luego servían como un enorme contraste con el gore, la violencia y el grado de madurez que la historia nos presentaba en sus entresijos. Este contraste se pierde en la serie de Netflix, que aunque lo gana por otro lado gracias a la increíble personalidad de Yuasa en la animación, si que se echa de menos en algunas situaciones. De hecho hay algún guiño que otro a esa concepción más inocente del original, recreando en algunas escenas algunas de las chanzas que se leían en el manga, como Ryo y Akira huyendo de un demonio y el segundo más preocupado de no entrar en una casa con los zapatos puestos porque es terriblemente educado, o cosas similares.

Más allá de esa apreciación inicial, hay que decir que Devilman Crybaby no solo introduce modificaciones en pequeños detalles o en detalles conceptuales, sino que “mete mano” a algunos de los pilares básicos de la historia. Estos cambios tienen en su mayor parte sentido, y ayudan a acercar la obra a nuestros tiempos, sobre todo aquellos en los que acerca a algunas personajes a la mentalidad actual, ya que quedaría anacrónico en el mundo en el que vivimos una, por ejemplo, Miki tan servicial y bebiendo los vientos por el protagonista, o unos macarras de los de uniforme de secundaria, gorra y tupé que en esta versión se convierten en una versión más hip hop. Sin embargo, hay otros cambios que chirrían más y que cambian ciertas cosas. En el primer episodio ya se modifica la manera en la que Ryo conoce la existencia de los demonios, y se pierde el concepto de herencia de muerte que le dejó su padre al morir poseído. Eso crea un efecto dominó que hace que Ryo engañe a Akira para que vaya al Sabbath y sea poseído por Amón, algo que en el manga ayudaba a construir la personalidad de Akira, que aceptaba el hecho de tener que dejarse poseer por el bien de la humanidad. Flaco favor le hace esta decisión a Akira, que aunque en el manga original era un chico tímido, inocente y muy sensible antes de ser Devilman, en Crybaby le hacen parecer un poco cortito.

Devilman 2

Ese Black Sabbath es una auténtica delicia audiovisual de esta serie, y el primer gran momento de la misma, con un dominio genial de la técnica de animación, su combinación con la música. Hay algunos cambios respecto al original, siendo el más acusado el hecho de que Ryo sepa que va a ser Amon el que posea a Akira, cuando en el manga se juega mucho más acertadamente con el hecho de que pueda poseerle un demonio inferior o incluso que no sea capaz de dominarlo y morir. Sin embargo la escena en sí está bastante mejor llevada que en el manga original, quizá porque ese ambiente de desfase total y de pérdida de razonamiento colectivo ayuda mucho más a ponerse en situación y a ver lo terrorífico del asunto. En esta escena encontramos además una de las primeras referencias al gran tema que mueve Devilman, y es el peligro que tiene la humanidad cuando se deja llevar por sus instintos y no por su razón, pero que al mismo tiempo es también una de sus fuerzas, ya que Akira es capaz de salvar la situación por uno de esos instintos, el de supervivencia y el miedo a morir que le hace no pensar.

Crybaby es muy respetuosa en cuanto a esa temática de fondo de la obra de Nagai, de pintar a la humanidad como el verdadero demonio. Y es algo que en el anime se deja caer veladamente desde el principio, en el momento en que las compañeras de clase de Akira, que pasaban de él hasta ese momento, comienzan a interesarse y a ir detrás de él con un comportamiento egoísta, superficial y voluble, ya que el chico por dentro sigue siendo él mismo que era. Y es que la humanidad es reflejada en Devilman de la peor, y sin embargo más realista forma, como una sociedad repleta de temores y de fobias, que solo mira por su propio bien y que no tienen problemas en pisar la cabeza a cualquiera que se salga lo más mínimo de la norma, categorizando y etiquetando sin ton ni son. En este sentido, aunque Crybaby mantenga esa idea de que los demonios quieren destruir a la humanidad porque son un mal para la tierra, se pierden algunos matices de la historia original al adaptarla a los tiempos modernos, y que son rasgos muy japoneses que utilizó en su momento Nagai. El temor a la superpoblación, a las armas químicas, a la guerra nuclear, a la sobreconstrucción, a la modernidad y a la pérdida de valores… todos esos temas están presentes en el manga, dando una profundidad mayor a esta obra y dejando al anime en lo más mundano, en lo que atañe al individuo.

Devilman_Akira_Ryo

Esto nos lleva a fijarnos en otros aspectos de Devilman Crybaby y nos hace darnos cuenta de que el anime está construido en una escala mucho menor que la original, yendo mucho más al detalle y a lo puntual en muchos temas. En el propio eje central de la historia, la maldad del ser humano, Nagai hacia una presentación mucho más grandilocuente de la misma, y el conflicto entre demonios y hombres rápidamente alcanzaba un tamaño global. En Crybaby no ocurre esto, sino que el tema se va introduciendo con cuentagotas, con gente aprovechándose de la bondad de otros en su propio beneficio. Un fiel reflejo de eso es el personaje de Nagasaki, el fotógrafo, que resulta ser más malvado como persona, tratando de aprovecharse de las chicas y forzándolas y extorsionándolas, que siendo un demonio como tal, que en sí solo mata para sobrevivir. Esta temática la vemos posteriormente en otras mangas o animes, como por ejemplo JoJo’s Bizarre Adventure, que también muestra esa nobleza de los malos y bajeza de los buenos, y que en Crybaby se ve reflejada en momentos como Kaim siendo capaz de dar su vida por Silene, a la que ama, cosa que en el bando de los humanos parece impensable (aunque menos que en el manga, ya que revisten a los protagonistas de demasiado aura de perfección).

Otro de los grandes temas que orbitan alrededor de la historia de Crybaby es el amor, aunque presentado de una forma más real y humana que la épica propia del shônen del que hacía gala la obra de Nagai. De hecho hay hasta una broma respecto a ello en una escena de Akira tras salvar a Miki en el piso del fotógrafo. En cierto sentido creo que el tema amoroso está mejor introducido en la serie de Yuasa, pero aun así creo que en cierto modo se ha querido sentimentalizar de más ciertas situaciones y ciertos personajes, dando lugar a una sensación de dramón demasiado exagerada que hace que el global se resienta y todo quede más artificial. El manga no necesitaba hacerte hincapié varias veces y contarte la historia personal del pasado de cada personaje para que empatizases y se te revolviesen las tripas con su triste final.

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Yuasa ha sabido coger temas muy cercanos a nuestra época para poder terminar dando un mensaje similar al original, pero entendible a día de hoy y que convierta su obra en hija de su tiempo. El uso de las redes sociales y los medios de comunicación para propagar el odio y el pánico me parece una evolución excelente del planteamiento inicial de Nagai que ya iba por ese sentido. Hay una crítica algo velada al postureo que se da en redes sociales en cuanto al apoyo a colectivos o causas desfavorecidas desde la comodidad del primer mundo, pero luego nadie se moja para cambiar la situación, algo que se ve en el momento en que dejan solo a Devilman ante la locura colectiva de la población, por mucho que desde internet todo son mensajes de “Je suis Devilman” (literalmente). Crybaby se moja más que el original respecto a ser un canto contra la alienación, ante el peligro de dejarse llevar por la espiral del silencio de la pertenencia a un grupo y la pérdida de identidad individual. También deja ver mucho más, y de hecho invita a pensar, en la manera de comportarse del ser humano ante el diferente, el uso de los prejuicios. Es tremenda la escena en la que Devilman, un demonio, es el único que tiene la empatía necesaria para llorar por la gente que está sufriendo, y la respuesta de los humanos es mofarse de él y tirarle piedras. En ese momento te paras a reflexionar acerca de cómo es posible que siendo tan conscientes como somos de esos y otros deplorables comportamientos humanos, sigamos haciendo la vida imposible al diferente, al raro, al que no sigue nuestra senda. Incluso en la resolución de esa escena, en la que los humanos finalmente recapacitan y aceptan a Devilman, hay un tufo enorme a que han aceptado por la presión social y no ser los únicos que se quedan sin hacerlo, sin seguir la moda. Nadie quiere ser señalado y es en el anonimato y en el colectivo cuando se sienten libres de dar rienda suelta a sus instintos.

Como ya dije al comienzo, el anime de Devilman en su concepción original era del estilo de Kamen Rider, e incluso hoy me sorprende leer que mucha gente se ha acercado al anime de Crybaby esperando ver a una especie de “héroe demoníaco” que se enfrenta a un enemigo en cada capítulo hasta el gran adversario final, hecho por el cual alguno se ha sentido extrañamente defraudado al ver el rumbo de la trama tras el capítulo 6. De esta manera luego se han sorprendido mucho al ver una historia muy cruda, violenta y sexual, que hace hincapié en todos y cada uno de los instintos y pecados del ser humano. Una obra que no se corta y que se ha ganado fama entre el gran público gracias a eso, ya que muchos medios han publicitado a Crybaby en base a ese gore y ese contenido para adultos. Sin embargo no es del todo cierto que Yuasa no se haya cortado en esta serie. Partamos de la base que la paleta de colores usada, muy psicodélica e intensa, y que bebe directamente de obras del propio director como Mind Game y del Devilman de 1972, ayuda mucho a dulcificar las escenas sangrientas. Parece una tontería, pero no es lo mismo ver sangre roja que sangre amarilla. Pero sin embargo lo más llamativo en cuanto a contención lo he encontrado en la resolución de la historia de Taro, el hermano pequeño de Miki Makimura. En el manga original muchos aun recordamos con horror la escena de un cuerpo de niño pequeño descabezado cayendo por las escaleras mientras un miembro de una muchedumbre enloquecida alzaba su cabeza en gesto de triunfo. Sin embargo, quizá por no mostrar la muerte de un niño (creo que no sale ninguno demasiado malherido en la serie), en Crybaby han optado por convertir a Taro en un demonio y sacar su muerte fuera de plano. Una curiosa decisión en un anime tan fuerte, que aunque comprensible y teniendo en cuenta Aunque la escena final es muy dura y bien llevada, desvirtúa el mensaje original y dulcifica la actuación de las fuerzas gubernamentales, que en todo momento hacen lo que deben hacer contra la amenaza, no como en el manga que matan y torturan a quien sea.

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Hablar de esa escena de Taro nos lleva indudablemente a la otra gran e icónica escena, no solo de Devilman, sino del manga seinen, y que no es otra que la muerte y descuartizamiento de Miki. En este caso nada que reprochar a Yuasa, que aunque introduce variaciones debido al diferente rumbo o personalidad de algunos personajes, sigue consiguiendo ese efecto de desazón y de horror que muy pocos, aparte de Nagai ha sabido transmitir en las páginas de un manga. Quizá solo Miura y su famoso Eclipse de Berserk haya podido acercarse a unas cotas similares, con la salvedad de que el bueno de Kentaro juega con la baza de que eran demonios y alguien que había perdido prácticamente todo los que lo ocasionaban… aquí es la propia humanidad la que causa el desastre. Artísticamente la escena es casi milimétricamente igual a la del anime de los 80, con una reacción incluso más espectacular en el personaje de Akira y posiblemente más cruda por el estado en el que muestran la cabeza de la pobre Miki. Una escena que se va a quedar en la memoria de muchos, sin duda.

Mencionando ahora a Akira, creo que si bien tiene una representación adecuada, no se le puede considerar un personaje con tantos matices como en su alter ego original. Entendedme, es un gran personaje y por supuesto muestra la dicotomía humano-demonio como debe hacerse, pero creo que Crybaby peca con él un poco de pretenciosa y pretende hacerle más profundo de lo que pueden permitirse teniendo en cuenta que le “capan” algunas partes de su argumento primigenio. Por ejemplo, creo que no incluir los sueños de terror con Xenon y Satán o el hecho de ser engañado por Ryo para ser poseído y no ser él el que decida convertirse en Devilman (manipulado, pero consciente de donde se puede meter) hace que perdamos mucho de su espíritu de superación. Con Ryo pasa un poco algo similar, cambiar sus orígenes e introducir esa temática de reencarnación de Satán hace que todo quede demasiado menos realista que en el original. Con Ryo además hay que sumar que en Crybaby se le ve venir de lejos acerca de que no es trigo limpio, algo que Nagai supo esconder muy bien en los 5 tomos que dura el manga y que generaba un giro de guión final que te rompía mucho más los esquemas. El resto de personajes sí que creo que crecen y ganan en profundidad respecto al manga, especialmente Miki y Miko, que son unos personajes femeninos mucho más potentes y creíbles, aunque hay que entender el encorsetamiento del original respecto a la época en la que se creó.

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En cuanto a referencias que se han tomado para el anime, lo más curioso es ese respeto casi reverencial que se ha tenido por la obra de Nagai, con escenas calcadas. De hecho hay muchos guiños al Devilman de 1972, que existe dentro de la propia serie de Netflix, creando una especie de ruptura de la 4ª pared bastante interesante. De hecho también observamos referencias a Shin Devilman, el spin off de Devilman que ponía a Ryo y Akira a cazar demonios viajando por el tiempo y que, entre otras locuras, nos permitía ver porque Adolf Hitler decidía iniciar el Holocausto por culpa de la intervención demoníaca. También hay una curiosidad respecto a Evangelion que casi todo el mundo ha sabido ver, y es que Crybaby ha servido para cerrar un círculo de influencias que se inició con el famoso anime de Hideaki Anno tomando mucho de Devilman para su creación, y que cierra ahora Yuasa con planos y escenas que recuerdan y mucho a la serie de ciencia ficción. Muchos espectadores también notaran la influencia que la dupla Akira/Ryo tuvieron posteriormente en otros famosos dúos de protagonistas como JoJo y Dio, Guts y Griffith, Joe y Rikiishi, Light y L, Kuro y Shiro… Está bastante presente en ellos esa temática de tensión amorosa no resuelta y se deja siempre entrever un intento de reflejar una relación homosexual que finalmente no se atrevía a florecer por la época, con Nagai recurriendo al final a hermafroditismo de Ryo para no mojarse de más. En ese tema Crybaby da un paso bastante adelante y acertado, mostrando abiertamente relaciones de personas del mismo sexo con valentía y normalidad, otro de los grandes aciertos a la hora de adaptar este clásico a nuestros días. Y para terminar, al igual que en el manga, Devilman bebe mucho de referencias al cristianismo y a algunos de sus preceptos como la necesidad de amar al prójimo, poner la otra mejilla o que la fe en algo sea la última posibilidad de salvación, aunque en el caso de la obra de Nagai todo queda mucho más simbólico que práctico, es una temática bastante tangencial.

Para finalizar hay que mencionar el excepcional trabajo de Masaaki Yuasa y su equipo a la hora de adaptar esta obra. A muchos os habrá chocado el peculiar estilo del director a la hora de diseñar y animar a sus personajes, y es obvio que a primera vista puede ser un estilo peculiar, incluso feo. La realidad es que el trabajo de Yuasa y el estudio de animación Science SARU es simplemente magistral y desprende personalidad por los cuatro costados. Yuasa, al igual que en otros de sus trabajos más conocidos como Ping Pong The animation, Mind Game o Kaiba, utiliza un estilo de animación excesivamente deformado con un detalle en apariencia muy simple, empleando al máximo la plasticidad de sus personajes para lograr determinados efectos. Su estilo hace especial hincapié en el movimiento y el dinamismo, algo que sumado a lo lisérgico del color convierte la serie en un viaje psicotrópico que nos mete de cabeza en la espiral de violencia y desenfreno que propone Devilman Crybaby. Es un trabajo enteramente artesanal, algo que se nota en algunas de las escenas ya que llega a utilizar algunos planos abocetados para lograr determinadas emociones y expresiones corporales. Parezca feo o bonito, la verdad es que es un estilo que no deja indiferente a nadie y creo que ha sido todo un acierto su elección para abordar este proyecto, como queda patente en escenas como la del Black Sabbath.

Devilman Moto

Pero la animación no sería para tanto sin el apoyo de la espectacular banda sonora. Juntas, música y animación, dan lugar a posiblemente uno de los mejores trabajos que se han concretado en los últimos años. El apartado sonoro es realmente magistral, desde el opening hasta los pequeños guiños al Devilman de 1972, pasando por un amplio repertorio de música electrónica, rap y música clásica que ayudan a aumentar la epicidad de ciertas escenas o transmitir al espectador un sentimiento sin necesidad de mostrarlo abiertamente. Las transiciones entre cortes más techno y cortes más clásicos es prodigiosa y el contraste que logran hace del visionado una delicia. Mención especial también a las partes de rap, al menos en su versión original japonesa, que dan lugar a escenas muy chulas y emotivas que desprenden sentimiento.

Devilman Crybaby es una obra increíble y un homenaje del que Gō Nagai puede sentirse orgulloso, y que incluso me parece que remata mejor en su final, que siendo el mismo, lo veo mejor narrado. Pese a ciertas decisiones cuestionables en su planteamiento y sus personajes, en general Yuasa e Ichirō Ōkouchi al guión han conseguido una serie consistente, épica y muy disfrutable, que no solo ofrece gore, violencia y sexo como publicitan los mass media, sino que mantiene ese mensaje crítico de fondo que el manga original quería transmitir. Un anime de una apabullante calidad audiovisual, con una animación fuera de lo común que funciona a la perfección a la hora de plasmar la vorágine caótica en que se va convirtiendo la trama y que cuenta con un apartado sonoro de Kensuke Ushio que le va como anillo al dedo a todas y cada una de las escenas que ayuda a vestir. Una historia de ángeles y demonios que se sale del habitual bien contra el mal para mostrarnos un mensaje crítico hacia la humanidad y su sociedad, repleto de emociones y que se aleja de los convencionalismos. Un festival de psicodelia y madurez que ayudará a acercar el anime a primera plana y que merece al menos un visionado, ya sea por su apartado técnico, por su genial adaptación, por su gran ritmo narrativo o por el disfrute de ver una serie que no para de pisar el acelerador hasta el último frame. Si os habéis quedado con ganas de más tras está joya de la animación, os animo a leer el manga original o alguna de sus “expansiones”, ya sean las más oficiales como Shin Devilman o Devilman Lady, o la continuación “no canónica”, Violence Jack, todas ellas firmadas por Gō Nagai.

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Lamasrod
Lamasrod
Lector
1 marzo, 2018 13:26

Devilman me parece una serie fantástica . La animación se puede hacer algo cuesta arriba si no estás acostumbrado a este estilo , pero superada esa barrera es muy disfrutable, serie totalmente recomendada.

También añado que el final me dolió en el alma.

Zpyro
Zpyro
Lector
1 marzo, 2018 13:30

Bravo por el artículo! Se agradece ver reseñas de anime por aquí, así que muchas gracias por la reseña.
Por parte de la obra la vi en un día, y me parece de 10 en la mayoría de aspectos, sobretodo en lo que animación y banda sonora respecta. No he leído el manga en el que se basa y pese a que la historia no me parezca el punto más fuerte (aunque sí que consigue transmitir mucho, incluso desesperación en muchos momentos), le echaré un ojo, junto con las continuaciones que recoges.
Tengo que felicitar a Netflix, para nada me esperaba poder ver algo así de «fuerte» en la plataforma, y es que el primer capítulo me dejó con la boca abierta. De hecho recomiendo a cualquiera, aunque sea un escéptico con las series de animación, a qué le eche un ojo a este primer capítulo, solo para ser testigos de una explosión artística.

Un saludo!

Cristian Miguel Sepulveda
1 marzo, 2018 16:48

Seriote monumental, la devoré prácticamente en un día al poco de salir en Netflix, y es de lo mejorcito que he visto en la plataforma, ya no solo de anime, sino en general. Una lástima que no haya tenido el punch que merecía entre el gran público. Espero que Netflix siga este genial camino que lleva con el anime, y cuenten con Yuasa para más proyectos. No creo que se metan en el lío de Violence Jack, que es un manga demasiado largo, ni la fumada de Shin Devilman que además es muy corto, pero una segunda temporada basada en Devilman Lady es muy factible. Y por dios, que alguien edite estás obras de Go Nagai. ¡Planeta, Ivrea, ECC, Norma o quién sea, escuchadnos!

Fakku
Fakku
Lector
1 marzo, 2018 22:43

Hola Rubén,

Muchas gracias (y felicidades), por este recorrido tan minucioso que has hecho tanto de la obra original como de su adaptación, te ha quedado fantástico. Poco queda que se pueda añadir, la verdad. A nivel personal quizá pueda tener pequeñas discrepancias, pero sobre todo son en comparaciones que realizas con el manga, el cual no he podido leer aún por desgracia, y tampoco son muy importantes, así que como digo, chapó.

Me uno al contento general del resto de comentarios. Siempre me ha encantado la animación en general y la japonesa en particular, y a pesar de que la cantidad de series anime que consumo se ha ido reduciendo con los años, Masaaki Yuasa siempre ha sido una cita obligatoria para mí, y no ha decepcionado en absoluto. Devilman Crybaby se ha convertido en mi serie favorita suya junto a Kaiba, y únicamente por detrás de Ping Pong; y mañana Netflix estrena B: The Beginning, de Production I.G., que también tiene buenta pinta.

Un saludo.