En 2010,
Saltamos en el tiempo y viajamos al presente, cuando el pasado mes de Marzo, coincidiendo además con el ochenta cumpleaños de Francisco Ibañez y con el anuncio del cartel del Salón del Cómic de Barcelona en manos de Ibañez (Por favor, que alguien le fotografíe con Frank Miller en el Salón, gracias),
Doce chiste semanales, con la dificultad que esto supone (que no es poca, ni muchísimo menos) dada la rigidez de la estructura de la página, narrando la vida y peripecias de los habitantes de este particular edificio, con una historia detrás de cada piso y mano, azotea incluida. En la azotea precisamente encontramos una de esas primeras historias, o intrahistorias, aunque para ello debamos ponernos eruditos por un momento. Y es que como coinciden todos los análisis de la viñeta, la idea y planteamiento a mitad de camino entre el humor y la arquitectura no fue cosa única de Ibañez. Antecedentes firmados por
Pero no es el único adelantado, ni mucho menos, porque por momentos parece que estamos ante una radiografía futurista de nuestro país, ladrones y sastres corruptos incluidos. Aunque no es que Ibañez jugase a ser un vidente de la España del siglo XXI, sino que tan solo se limitaba a representar la sociedad de aquel momento, donde pillería, miseria y hacinamiento reinaban en algunas de las grises calles del momento. Quien empiece leyendo este integral, perfectamente forrado con lomo de tela y respetando el tamaño clásico de las páginas estucadas y una remasterización de colores, observará que todos los habitantes y/o inquilinos del inmueble permanecen constantes de principio y a fin… salvo uno de ellos. Un sucedáneo de Victor Frankenstein que empezó habitando el segundo derecha y dando vida a unos monstruos de aspecto horrible y buen corazón, pero que se encontró con la censura franquista. Los censores de la época trasladaron a Ibáñez que “tan solo Dios podía crear vida”, y a nuestro autor tan solo le quedó otra que dar la patada al científico y alojar al lado de la octogenaria defensora de los animales a un sastre tan torpe como caradura propenso a timar a sus clientes. Quién sabe si él o algún descendiente se pasaron alguna vez por la planta noble de cierta comunidad mediterránea…
Aunque no era el único timador de este edificio de cuatro plantas y un ático, ya que leído en formato vertical, horizontal o transversal el lector se encontrará, para su placer y sonrisa, timadores, gandules y sacacuartos por doquier. La familia numerosa de hijos demonio y rubia con numerosos pretendientes es otro de los ejemplos de pisos en los que Ibañez fue librándose de personajes, ya que los cinco hijos iniciales (bebe incluido) fueron reduciéndose poco a poco, para alegría de Ibañez a la hora de dibujarlo y menor sufrimiento (si eso es posible) de los muchos pretendientes que, ingenuos ellos, conseguían llegar hasta ese piso (si es que el ascensor se lo permitía, claro).
Vida en todos los rincones, producto de la imaginación de Ibañez, que aplicaba no solo a los propios personajes sino a todos los elementos de la página, desde el árbol, el clásico ascensor, el propio rótulo o gato y ratón, un clásico del cómic con multitud de precedentes (Mickey Mouse, Tom y Jerry…) con todas las de perder para el minino. Semana a semana. Repetimos: semana a semana. Y mientras tanto firmando también las páginas de Mortadelo y Filemón, Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio y Don Pedrito. Por ello en varias ocasiones, por obra y gracia de Ibañez, todos los habitantes deben hacer frente a amenazas o situaciones externas comunes, desde apagones, inundaciones o terremotos. Son algunas de las mejores páginas de la serie, sumadas a aquellas en las que los vecinos interaccionan entre ellos. Por no hablar de los cameos de otra creaciones de Ibañez, sobre todo el habitual Rompetechos. Todo eso, y mucho más, en este integral.
Una auténtica joya nostálgica por vena desbordante de originalidad que todos nosotros habremos leído y encontrado en nuestra vida antes o después, ya que su fama va de la mano de su calidad y humor pese a que hace años que no se producen páginas nuevas. Un servidor así lo descubrió en las páginas del suplemento semanal de El Pequeño País (¡Cuánto te echamos de menos, maldita crisis!). Otros lo descubrieron antes o después, pero independientemente de la lejanía temporal de aquella primera lectura, este rencuentro con el tomo integral de Ediciones B será toda una experiencia para los sentidos. Lectura y regalo perfecto para este día del libro.
Guión - 10
Dibujo - 10
Interés - 10
10
Obra maestra en continente y contenido a cargo de Francisco Ibañez. Un ejemplo perfecto de la historia y de la historieta patria. Humor a raudales. Imprescindible
Completamente de acuerdo con la nota, un diez de cómic y un diez de edición, historia viva del cómic español y que me alegra que las ventas (como churros) por una vez hagan justicia. Ahora solo falta que no se quede en un experimento puntual y sea el primero de muchas obras; Sacarino, Rompetechos, Sir tim otro, una edición digna de Pulgarcito de Jan…tantos tesoros.