Dial H: Intercambio

 

Edición original: Dial H for Hero núms. 7 a 10 USA
Edición nacional/ España: ECC Ediciones
Guión: China Miéville
Dibujo: Alberto Ponticelli, David Lapham, Brian Bolland
Entintado: Dan Green
Color: Tanya y Richard Horie
Formato: Rústica, 96 págs. A color.
Precio: 8,95 euros

 

Esta colección es el sueño húmedo de todo guionista. Aunque también puede ser su peor pesadilla. La primera afirmación responde al increíble potencial de variabilidad que tiene el concepto del Dial como conductor de historias. La segunda es que esa variabilidad, de no poseer un talento fuera de lo común, juega en tu contra al necesitar de una imaginación más allá de cualquier límite, al tiempo que exige hacer gala de una enorme fortaleza que permita al escritor aguantar, mes a mes, los requerimientos de una serie donde la parte heroica cambia constantemente.

La idea del Dial no es de ahora. El concepto del dial viene de la serie House Of Mistery #156 del año 1966 de la mano de Dave Wood conocido por escribir el número donde vimos nacer a Animal Man, entre otros muchos trabajos. La potencia del concepto es tal que se fagocita a sí mismo y termina por agotarse ante la imposibilidad de que los guionistas consigan explotar de manera constante el infinito número de personajes con mallas que genera el Dial. Sin profundizar en su origen el Dial H permite, a su poseedor, adquirir poderes durante un tiempo. Dichos poderes son aleatorios y no siempre muy útiles, por lo que podemos hacernos una idea de hasta donde es posible escribir historias basadas en este dispositivo. El concepto fue retomado en 2003 de la mano de Will Pfeifer y Kano en una de las series más interesantes del año. Tanto que hasta Geoff Johns invitaba, en su versión USA, a comprarte el cómic y si no te gustaba a devolverte el dinero del mismo. La verdad es que no exageraba cuando afirmaba de manera tan categórica la calidad de la colección. Norma publicó en España dos tomos que son una verdadera delicia y que todos deberíamos leer. Pfeifer cambia el tono de la serie centrándose en las consecuencias de portar el Dial H, virando hacia un enfoque más psicológico, sin desmerecer el lado superheroico, pero profundizando en cómo se usan los poderes otorgados en función del tipo de persona que eres, llegando incluso a duplicar los poderes de algún superhéroe conocido. Un trabajo muy personal de Pfeifer y Kano que desde aquí reivindico.

¿Y cómo se ha encarado esta nueva colección?

El trabajo de China Miéville con Dial H se muestra en la línea planteada por Pfeifer pero con la correspondiente vuelta de tuerca que nos lleve un poco más lejos dentro del concepto. Su trabajo se centra en descubrir que es el Dial, como funciona y manifestar que su uso afecta profundamente a su beneficiario hasta poder llegar a olvidar quien es en realidad.

Nelson y Roxie, actuales usuarios del Dial, siguen buscando diales por el mundo mientras continúan disfrutando de los poderes que este les concede. Su trabajo está siendo observado por el gobierno canadiense, poseedor de otro Dial y mandan tras ellos a su agente de campo, el Ciempiés, que tiene sus propios intereses para con el Dial. Pero los descubrimientos no han hecho más que empezar…

El reto es considerablemente alto para todo escritor. Miéville centra sus esfuerzos en el propio Dial haciendo que sea el protagonista y motor de la historia, sin perder de vista el trasfondo psicológico que tan bien supo explotar Pfeifer. Las apariciones de los héroes se suceden de modo tan vertiginoso que terminan por llegar a hacer algo tedioso verlos en acción, mientras prosigue en una carrera hacia delante que determine cuán grande es lo que hay detrás de esos diales. La historia en si está bien pero peca de ser excesivamente larga y algo pastosa. El guionista es un maestro de la literatura fantástica, pero no termina de pillarle el ritmo al noveno arte. Lo que queda claro es que se deja llevar y plasma cualquier idea que le venga a la cabeza. No importa lo loco que pueda parecer porque esta serie puede con todo.

El apartado gráfico viene acompañado de dos dibujantes, Alberto Ponticelli y David Lapham, de trazo grueso y línea recta, que termina reflejando un dibujo algo sucio, sin que esto sea un defecto, sino más una virtud para con el tono de la serie. S tengo que quedarme con uno de ellos prefiero el trazo más rompedor de Ponticelli que el de Lapham que es menos transgresor y más clásico en su planteamiento de viñeta y trazo.

Lo que es una auténtica gozada visual es el trabajo que desempeña Brian Bolland como portadista de la serie. Solo las portadas, en sí mismas, hacen que cada cómic sea una delicia antes siquiera de empezar a leerlos. Su originalidad, composición e impecable dibujo son para detenerse un momento y desgranar cada detalle de este magnífico dibujante inglés. La elegida por ECC para se reclamo el este tomo me parece particularmente buena por el extraordinario detalle que muestra en el planctón que flota sobre el fondo negro.

Un tomo difícilmente recomendable, no porque sea malo, sino porque tiene un público muy concreto, lleno de originales propuestas que peca de un desarrollo algo lento, pero que rebosa imaginación por los cuatro costados. Tal vez la mente dimensional de Morrison hubiera hecho un mejor trabajo si le hubieran dado esta serie en vez de la de Superman. Por teorizar que no quede.