No me imagino cómo debe ser esconderte ante los demás, ocultar tu verdadero ser, y sentir vergüenza, miedo y otros terribles sentimientos que no hacen sino minar el autoestima. Es algo en cualquier momento de tu vida, pero debe ser especialmente complicado en la adolescencia. Precisamente ésta es una de las etapas en las que, aún que no seamos conscientes de ello, la homosexualidad no está aún del todo normalizada. No es común que un chico o chica “salga del armario” hasta cumplida cierta edad, mientras que se da por hecho que las personas heterosexuales puedan expresar su sexualidad sin problemas a cualquier edad. Por ello, y porque aún existe la homofobia y la violencia contra los homosexuales, es necesario que siga existiendo un día como hoy, y que toda la sociedad, independientemente de su género, sexo y sexualidad, sea partícipe de ello. La cultura, por supuesto, no está libre de esta responsabilidad, y por ello hoy os traemos una serie de reseñas de obras y/o autoras LGBT, que esperemos ayuden a seguir reivindicando este movimiento.
Mi experiencia lesbiana con la soledad es una de las obras más duras que un servidor ha leído en los últimos años. El relato desgarrador de la dura vida de
Así pues, Diario de intercambio continua literalmente la estela de la obra, que se centra en su infancia, adolescencia y juventud, es decir, en la historia de su vida, para empezar a narrarnos cómo es su vida actual, tras el éxito de la publicación de Mi experiencia lesbiana con la soledad, la cual es una lectura indispensable para ponernos en contexto y comprender esta continuación. Esta vez, Nagata decide contarnos su vida a través de cartas hacia ella misma en el futuro, que no es más que una mera excusa narrativa, como ella misma reconoce, para seguir contándonos su historia. Y lo cierto es que Nagata no ha cambiado mucho, como era de esperar, tras los duros traumas por los que ha pasado la pobre chica. A su carencia de afecto y relación complicada con sus padres, había que sumarle una depresión crónica, autolesiones y una sexualidad reprimida. Diario de intercambio no es sino una continuación de la historia de superación de Nagata para seguir mejorando como persona y progresar en sus miedos y traumas.
Si en la obra anterior se centraba en su soledad y su salida del armario, especialmente en la segunda mitad de la historia, en esta decide poner el foco sobre… su soledad, también. Porque sí, sigue siendo un el problema principal de Nagata, su tremenda necesidad de afecto, que no consigue llenar ni resolver, y que por supuesto tiene que ver con su carácter asocial. No obstante, Diario de intercambio tiene más que ver con el proceso de transformación en adulta independiente de la autora que con la exploración definitiva de su sexualidad, la cual sigue bastante verde, y que solo ha podido explorar a través de la prostitución. Por no hablar por supuesto de la complicada relación con sus padres, y especialmente con su madre, de la cual tiene una enorme dependencia, y que es un tema capital en esta obra.
Hay tantos temas de los que hablar sobre la vida de Nagata que es imposible poder abarcarlo todo en una simple reseña. Sorprende no obstante, la increíble capacidad analítica y reflexiva de la autora para poder darse cuenta de qué es lo que le pasa y saber qué solución ponerle. El problema es que su situación psicológicamente es tan grave y está tan enquistada, que el proceso de reestructuración requiere un largo tiempo. Puede resultar una lectura exasperante para según qué tipo de lectores, puesto que Nagata transmite una sensación continua de pesimismo, de caerse una y otra vez y no parecer nunca levantarse del todo y caminar erguida durante un tiempo. No obstante, esto no es así, ya que la autora va dando pasos pequeños y, con un poco de empatía e inmersión emocional en la lectura, consigues embarcarte en un tour de force en el que es una gozada ver como Nagata va poco a poco saliendo de su complicada situación y construyendo una nueva y mejor persona mediante la cual encontrar su tan ansiada felicidad que le va llegando a cuenta gotas, suponiendo así además, un auténtico ejemplo para personas en situaciones similares.
Una lectura complicada y densa, insisto, que sin embargo se ve muy aligerada por el simpático sentido del humor de la autora que impregna toda la obra y que se ve reflejado especialmente en el apartado gráfico, que tiene un estilo muy sencillo, amable y caricaturesco, con gags muy de tiras cómicas, que a pesar de lo dramático y trágico de la historia, consigue sacarte constantemente una sonrisa, que no deja de ser agridulce, pero que es un recurso muy inteligente para poder soportar emocionalmente una historia como la que nos cuenta.
Guión - 8
Dibujo - 7
Interés - 9
8
Dura
Nagata continua la narrando la historia de su vida e invitándonos a un tour de force emocionalmente muy duro que no es apto para todo el mundo y que requiere de un ejercicio de empatía y paciencia que, sin embargo, merece mucho la pena.